miércoles, 26 de noviembre de 2014

"Visitas inspiradoras"





JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita

"Visitas inspiradoras"

Mis asiduas visitas a mi pueblo natal son verdaderamente inspiradoras. Además de visitar a los miembros de mi familia que aún viven allá, los asuntos que llevo me permiten andar de un lado a otro y tratar a todo tipo de personas. Cuando digo todo tipo de personas no quiero decir que haya muchos tipos de gente en mi pueblo, se supone que en términos generales todos somos más o menos de un mismo tipo, más preciso sería decir que trato a gente de todos los estratos sociales y de ocupaciones diversas. 

Por un lado, me vanaglorio de mantener la sana costumbre de saludar y convivir con mucha gente, ricos, pobres, jóvenes, viejos, campesinos, obreros, cultos e incultos, situación que disfruto mucho ya que siempre he cultivado una imagen muy sociable, misma que a lo largo de los años me ha redituado tener muchos amigos y los que no lo son tanto al menos me saludan con gusto cuando por cualquier rumbo nos encontramos. Además de ser una muy buena tradición es una escuela de conducta que heredé de mis padres y de mis abuelos maternos, a mis abuelos paternos no los conocí.

Esa tendencia amistosa de las personas de mi pueblo es más arraigada entre los que pertenecemos a generaciones más vetustas. Lo he podido constatar en las camarillas de mis abuelos, de mi padre, por supuesto mi camada, incluso aún lo alcanzo a percibir en los círculos de mis hijos, aunque muy a mi pesar a medida que pasa el tiempo se va desvaneciendo.

Cuando digo que esas visitas son inspiradoras lo digo considerando dos vertientes, principalmente. Por un lado, el hecho ya comentado referente a que es muy estimulante saludar y convivir con familiares y amigos, la otra vertiente sería la inspiración en el sentido de que el ambiente es muy sugerente para algunas ideas o temáticas que pudiera comentar a ustedes.

En mis travesías por aquellos lares, me gusta observar con detenimiento muchas de las cosas que suceden en los diversos ámbitos en que me desenvuelvo. De tal manera que, sin querer sentirme el cronista de la ciudad, basándome en el estricto ejercicio de la observación, puedo opinar sobre ellas esperando siempre ser útil al hacerlo.

En diversas ocasiones he escrito cosas sobre mi localidad natal. Además de algunas críticas a malas administraciones municipales (que novedad) la mayoría de artículos han sido sobre anécdotas personales, reminiscencias del pasado, costumbres y hasta una antología de palabras curiosas o en desuso. Para mí todo es una oportunidad, los eventuales sucesos, la visita a algún lugar específico, la charla con un buen amigo, las quejas de los ciudadanos, las charlas escuchadas de manera furtiva, absolutamente todo puede ser útil en tanto exista la posibilidad de entregar a mis lectores un buen mensaje.

La ocasión más reciente que estuve allá sucedió casi todo lo que mencioné líneas arriba. La convivencia con mi padre, la charla con el buen amigo, la visita al lugar específico y todo lo demás. Pero no es eso lo que me parece interesante comentar sino la sensación que me quedó de observar ciertas cosas que a continuación intentaré detallar.

El "des-gobierno" del tristemente célebre "Indio Benítez" fue un verdadero desastre, situación ampliamente conocida y padecida por la ciudadanía municipal que ya contaba los días para que éste se largara. Un trienio oscuro y corrupto por más dizque premios nacionales a su administración, al fin y al cabo estamos en el país de la incongruencia. 

Por supuesto que esos tres años dejaron secuelas difíciles de superar. Una de ellas es el problema financiero que se hereda al edil en turno y otra sería la grave crisis de credibilidad de parte de los ciudadanos hacia la nueva administración. Por mi parte, he reciclado mi esperanza en el nuevo proyecto de gobierno local, basado fundamentalmente en mi percepción de la persona que la encabeza. Conozco al presidente y creo que es una persona sencilla, noble, de buenos sentimientos y que conoce de primera mano los problemas de la gente humilde. Quizá no tenga la experiencia suficiente en estos menesteres, pero eso se puede subsanar rodeándose de un buen equipo de trabajo. Aunque después de conocer algunos nombres sentí que ya había cometido su primer error, pero creo que todos tenemos derecho al menos al beneficio de la duda, así que eso lo dejamos al tiempo y espero, por el bien de mi pueblo, que sea yo quien se equivoque.

Lo anterior es el contexto del reto que tiene el gobierno para afrontar la situación actual, que desde mi diagnóstico personal y mi humilde punto de vista no es nada fácil. Encontré un Tecuala apático, sin mucho ánimo. En el semblante de la gente, en el lugar donde va la sonrisa, una mueca de desconcierto. No percibí el típico mohín de picardía y confianza. Esto, no obstante que se podía observar flujo comercial en la zona centro, o al menos había mucha gente caminando como si fueran unas filas de hormigas. Eso lo observé desde que me desprendí de la gasolinera frente a la preparatoria, pasando por la cerrajería de Beto Reyes, adjunta a la papelería "El Bachiller", pasando por la paletería frente a los pollos asados antes de llegar al hotel "México". 

Los espacios para estacionamiento muy escasos. Frente al "Parque a la Madre" se ve algo de gente por la caseta telefónica y la farmacia del Dr. Negrete. Un poco más adelante, me detuvo en seco el olor de los tacos de carne asada en la "contra esquina" donde se ubica el triciclo del tejuino y tuve que hacerle los honores por mera cortesía.  

Antes  de que me siga distrayendo con la narrativa de mi paseo por la avenida principal, regresaré al punto que intentaba comentar y que si me preocupó mucho. Me estoy refiriendo a la marcada inclinación hacia el consumo de bebidas, principalmente cerveza, por parte de los jovencitos del pueblo. No digo que me espante el hecho de ver a un pueblo costeñito entrarle duro a la "cebada", pues en cierto modo es normal, tomando en cuenta las costumbres ancestrales de la región. Lo que si me preocupa es el exceso en la cantidad y la frecuencia en el consumo. Comentaba con un amigo y coincidíamos en que los chavos de ahora toman mucho más que en nuestros tiempos, que muchos usan drogas, son muy violentos y acelerados.

La preocupación no es para menos si consideramos que nuestro estado posee el nada honroso primer lugar nacional en consumo de alcohol (Fuente OMS, 2012,). De ahí que sea urgente que se tomen las medidas pertinentes para detener esta vergonzosa tendencia. El problema es de fondo y requiere de soluciones rápidas y efectivas. Si consideramos su clasificación como enfermedad entonces podemos concluir que tenemos un problema de salud pública de inmensas proporciones. Este problema no se resuelve cerrando los bares y expendios, o aplicando a rajatabla la ley seca como lo hicieron gobernantes de antaño. Este problema requiere de programas nacionales serios, integrales, con vertientes múltiples y efectivas, que además de atacar el núcleo del asunto, sea complementado con opciones viables para la juventud en las vertientes de educación, deporte, empleo y sobre todo opciones de diversión sana como la música y demás bellas artes. 
¿Usted qué opina amable lector?


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