jueves, 10 de marzo de 2016

EL MOLOLOA… ¿IGUAL O PEOR?


EL MOLOLOA… ¿IGUAL O PEOR?

¿Cuántas historias se han escrito y contado a través de los años del Río Mololoa?, ¡cuántas anécdotas hemos vivido a lo largo de sus márgenes!, ¿cuántas veces habremos cruzado por sus puentes?... ¡cuánta agua cristalina formó parte de ese cauce y cuánta agua contaminada sigue siendo un río!... ¿cuánto tiempo más seguirá igual… o peor?

Gobiernos municipales, estatales, federales, delegaciones, organizaciones civiles, grupos de activistas, personas de bien, con y sin grados académicos… ni todos juntos, al unísono, si gritasen que quieren disfrutar las otrora cristalinas aguas en el Mololoa, lograrán el objetivo si no hay un elemento esencial: Voluntad.

Hace trece meses, una vez más, en estas páginas, nos dimos a la tarea de compartir con usted, estimado lector o lectora, algunas palabras que emergieron de nuestro corazón… ver vivir al Mololoa, no verlo morir, es nuestro anhelado sueño.

Pareciera que fue ayer, cuando Marcos, un comerciante tepicense, que naciera en el corazón de esta tierra de Nervo y Escutia, donde le arrebataron la vida varias décadas después, nos relataba cómo en medio de un grupo de chiquillos se iban a las refrescantes y cristalinas aguas del Mololoa a nadar; sus madres, tías y vecinas, llegaban con sus ‘tambaches’ de ropa y una pieza de jabón para quitarle lo sucio a esas prendas que luego de tallar sobre unas grandes rocas, tendían a un lado para que se secaran… más tarde, los niños, ‘más frescos que una lechuga’, pescaban en ese mismo río, el Mololoa, y llegaban a sus casas con enormes pescados, mismos que sus madres preparaban para toda la familia.

Todo quedó en ese ayer.  Ya no volverán esos tiempos de bonanza, felicidad, convivencia y cristalinidad.

Hoy en día, el manantial de frescas y cristalinas aguas que daban origen al Mololoa, ha desaparecido. Ya no existe.  Tan sólo se observan chocolatadas y pestilentes aguas que forman un arroyo en algunos puntos de su trayecto por más de 78 kilómetros, mismos que se ha mencionado en infinidad de ocasiones que se deben rescatar para beneficio, orgullo y salud de miles de tepicenses, por cuyo territorio pasa el mayor porcentaje de este Río Mololoa que aún recibe la aportación de 45 manantiales como Trigomil y Los Rosales.

La voracidad de algunos empresarios, ciudadanos y gobernantes es más grande que las buenas voluntades de miles de nayaritas, principalmente de Tepic y Xalisco, que quisieran ya no recordar cómo era este Río Mololoa en la década de los 50’s y 60’s, sino más bien les gustaría volver a verlo, sentirlo y disfrutarlo.


MOLOLOA, LA LEYENDA

Cuenta una leyenda que allá por el 10, Tochtli, en que Mazacoatl fundó el Tlatonazgo de Xalisco, existió no muy lejos del sur de Tepique (lugar del maíz tempranero); la capital de ese reino se distinguió por lo virtuoso de sus mujeres y a la dedicación al trabajo por parte de los hombres. Su primer caudillo y Rey se llamó Trigomil, hombre joven, virtuoso, sabio y justiciero. El acierto de  Trigomil para gobernar y su reconocido poderío lograron mantener la paz en su dominio.

Mololoa hija única de Trigomil era una princesita a quien los dioses habían dotado de extraordinaria belleza y excelentes cualidades y virtudes, por lo que era el encanto del rey y de sus numerosos vasallos.  En las ceremonias rituales y en las grandes fiestas del maíz, de los frutos y de la caza del venado, ejecutaban alegres y vistosas danzas en torno a la humeante hoguera, a la que simbólicamente eran arrojados los invisibles genios de la maldad para que resultaran abundantes las cosechas del año y fuera prospera la cacería.

Y un día, llegó a la capital del reino de Trigomil la desagradable noticia de la Aparición de una tribu de indios capitaneado por el terrible y gigantesco Sangangüey, un guerrero cruel, descendientes de gigantes que habitaban en uno de los lejanos rincones del reino imponiendo su crueldad.  El gran día de la recolección de frutos, la princesita Mololoa cumplió sus 15 años. El  rey ordenó las más suntuosas fiestas de la región para dar gracias a los dioses por las abundantes cosechas y por haber permitido a su hija alcanzar la edad de la felicidad.  El pueblo se congregó frente al Tauta, lugar próximo al altar, a celebrar la solemne fiesta.

El templo y el Tauta fueron adornados brillantemente; los guerreros lucían hermosos y multicolores penachos de plumas de aves. Las doncellas vistieron sus mejores galas y se adornaron mejor que nunca. El tambor sagrado, después de su continuo y su prolongado tan tan, dejó de oír su acompasado son, para anunciar el comienzo de la ceremonia con la llegada de Trigomil al Tauta, acompañado de su primorosa hija y del séquito de nobles y guerreros que los custodiaban, tomando sus lugares de honor para presenciar los festejos.

Cuando estaban en lo más lúcido de las danzas llegó en veloz carrera un comisario de Mazacatil para comunicarle a Trigomil que por el lado de la sierra cercana se acercaba la sanguinaria tribu de Sangangüey. La fiesta se suspendió por la orden del rey, enmudeciendo el tambor y el rezador sagrado. El monarca puesto de pie, hizo saber la noticia al pueblo y dispuso prepararan en el acto las armas para defenderse de una posible agresión.

Por el oriente, lugar donde se ve la estrella guía, apareció el temible Sangangüey armado de chimal y lanza, seguido de numerosos soldados también armados que atropellaban con espantosa gritería. 

Llegaron hasta el trono del rey; el guerrero saludó cortésmente, pero al ver a la bella princesa Mololoa, cayó rendido a sus pies, hechizado por el brillo de sus negros ojos escrutadores del arcano, y al momento se enamoró de tan majestuosa hermosura.

El rey anunció a su pueblo la presencia del guerrero visitante que era recibido como huésped y en su honor se reanudó la fiesta.  Sin embargo, las crueles hazañas del guerrero, sus locos desenfrenos y sus sanguinarios antecedentes lo indujeron a raptar a la princesa durante la danza: sus soldados lo siguieron para protegerlo. Al darse cuenta Trigomil de lo ocurrido, indignado ordenó la persecución del infame seductor, quien en forma traicionera violaba las más caras tradiciones del pueblo.

Perseguido, vencido y hecho prisionero Sangangüey por los  guerreros de Trigomil, fue sometido al Concejo de los Ancianos del reino, quienes decretaron como castigo, que el seductor bandolero fuera arrojado al seno del fuego sagrado del volcán que majestuoso custodiaba al hermoso Valle de Matatipac. Pero los dioses, airados por la infamia del traidor, hicieron que éste no fuera aceptado en el seno del volcán sagrado, y quedó en la boca del mismo, convertido en una alargada piedra para ejemplo de los traidores y atrabiliarios.

Se cuenta en esta misma leyenda que la princesa Mololoa lloró tan abundantes lágrimas, que su llanto corrió por el valle y dio origen a lo que hoy conocemos como Río Mololoa que atraviesa nuestra bella cuidad de Tepic. 


MOLOLOA, SIN VOLUNTAD POLÍTICA

Pero eso es una leyenda.  La realidad del Mololoa es cruel, dura, desangrante…

Hace poco más de un año, autoridades estatales, municipales y federales, se reunieron en dos ocasiones a puerta cerrada para analizar esta problemática… y sólo en eso quedó: una plática, un diálogo, un intercambio de opiniones que a lo mucho llegaron a una lluvia de ideas plasmadas en declaraciones de funcionarios y gobernantes… en los hechos, el grave problema de contaminación de esta vital arteria nayarita, continúa sin que se haya logrado un avance significativo.

Representantes de los Ayuntamientos de Tepic, Xalisco y Santa Ma. del Oro han dicho ‘sí’ al Saneamiento y Rescate de las aguas del Río Mololoa.  Otro “grupo clandestino” hace lo contrario: contamina y va matando poco a poco al Mololoa.

No hay voluntad política. No hay voluntad económica. No hay suficiente voluntad social. Pronto, en el Mololoa, no tendremos río…

Hoy, el Mololoa sigue igual que hace una década.  El Mololoa sigue peor que hace trece meses.  No hay quién lo salve… sólo hay quién lo siga contaminando.


** MIEMBRO FUNDADOR DE FRECONAY, A.C.**

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