miércoles, 13 de diciembre de 2023

¿AMLO está protegiendo a Toñito?

 




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



¿AMLO está protegiendo a Toñito?


  Una semana muy dinámica en nuestro terruño. Apenas terminó el Festival Cultural Amado Nervo el sábado 25 y el mismísimo lunes 27 arrancaba ya el Festival de la Escritura y las Artes “Nuestras Raíces”, ambos organizados por el Gobierno del Estado de Nayarit, mediante el auspicio de dos de sus dependencias, el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit (CECAN) y los Servicios de Educación Pública del Estado de Nayarit (SEPEN), respectivamente. Por supuesto que hay material de sobra para el comentario en un tema tan controvertido como es el arte y la cultura, pero lo dejaré para una próxima ocasión.

 La razón para la mencionada postergación obedece a un acontecimiento ocurrido el día de ayer 28 de noviembre en la ciudad de México. No, no es un terremoto o un meteoro que haya causado una desgracia en nuestra capital, pero sí es, desde mi particular punto de vista, algo tan calamitoso como cualquiera de esos fenómenos que suelen causar mucho daño. Me refiero a la ratificación de Toñito Echevarría García como consejero independiente de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ¡Vaya cosa!

 En muchas cosas coincido con las decisiones y estrategias del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pero esta propuesta de su flamante consejero sinceramente me ha parecido de lo peor. Cuando el Senado de la República le había negado la ratificación, hace aproximadamente un mes, pensé que hasta ahí quedaría el asunto y me pareció una decisión republicana, razonada, institucional, pero una vez que vi en televisión la defensa del caso, la arenga que hizo Ricardo Monreal para “convencer” a los compañeros de curul de que el “tristemente célebre” exgobernador nayarita es la persona idónea, de plena “honestidad”, llegando al recurso melodramático de asegurar que “daría todo su capital por sostener su honorabilidad” lo que en términos del lenguaje popular o coloquial debemos traducir como que “metería las manos al fuego por él”. Por eso, detesto muchas veces el quehacer político, por estas mamarrachadas, esos recursos histriónicos y demagógicos que usan estos personajes. Muchos nayaritas, de haber estado ahí, hubiéramos pensado: “Te las vas a quemar… wey”. Otro personaje que cae de mi gracia y vaya que conozco a Monreal desde hace muchos años, cuando me quedaba muchas horas en el Congreso de la Unión a ver como zarandeaba a los legisladores de la oposición en intensos debates en los que lucía una retórica envidiable que me gustaba disfrutar. Debo aclarar que en esos tiempos, en su primera etapa como diputado federal, militaba en el hoy desvencijado y vapuleado Partido Revolucionario Institucional (PRI). En esta ocasión, después de escucharlo defender al polémico Toñito Tequilas, quedé bastante decepcionado de él.

 ¿Debemos creer que el presidente propone al “hombre de palabra charra” por ¿su destacada experiencia en la gestión empresarial? Sería pecar de simplista si creemos ese argumento. Algo fuerte hay de fondo, cuando AMLO ha dado muestras de querer “ayudar” a este personaje político que hizo un papel muy cuestionable como gobernador en un atípico cuatrienio en todos sentidos, por su durabilidad peculiar (por razones de ajuste en los tiempos electorales) pero que todos agradecimos esa brevedad y ahorrarnos el sufrimiento de dos años más de desgobierno.

 La primera vez que disentí de la opinión de AMLO fue cuando en la inauguración del CREE en Tepic, reconoció a Toñito como un excelente gobernador, mientras buena parte de la ciudadanía lo abucheaba y no lo bajaba de “borracho incorregible”. Mientras la gente aplaudía que ya se acababa la nefasta administración, él lo invitaba a unirse a su gabinete. Creo que fue una de las pocas veces que pensé que el señor presidente volvía a transformarse en el “Peje”. Esto solo es una forma de expresar que fue una de las cosas que consideré erróneas o que en ese tonto afán de “forzada camaradería” se ocultaba una deuda personal o un compromiso político inconfesable o turbio. Ahí entendí bien lo que encierra aquella famosa frase de “yo tengo otros datos”. No es posible que la percepción de los ciudadanos difiera tanto de la percepción del presidente. No puede ser que se premie a un personaje que fue cuestionado la mayor parte de su mandato por su ligereza de comportamiento, por ser de dominio público que pertenecía al distinguido grupo de adoradores de Baco, el equipo de dipsómanos presidido por el “Tomandante Borolas”. Que fue conocido ampliamente por tener un equipo de trabajo o lo que llaman “gabinete” integrado por una camarilla ampliamente conocida por sus desmanes y francachelas.

 En fin, es difícil estar del lado del presidente en esta ocasión o en esta decisión de brindar ese puesto a este personaje que no cuenta con la aprobación de la ciudadanía nayarita, salvo ciertos estratos muy bien focalizados en el reducido círculo de intereses económicos y políticos.  No puedo concebir que se premie de esa manera a quien encabezó un gobierno que terminó enfrentado con muchos actores sociales y políticos populares, que fue evidenciado por torcer la ley para  sacar adelante un fraccionamiento cuya construcción pone en peligro la supervivencia de los entornos ecológicos, naturales. No me cabe en la cabeza que se le otorgue esa oportunidad de trabajo a quien encabezó un gobierno cuyos secretarios de Administración y Finanzas, y de Economía, enfrentan investigaciones por desvíos de recursos de fondos públicos presuntamente a empresas del grupo empresarial propiedad de Toñito y su familia. Al menos eso lo dijo en su momento el titular de la Auditoría Superior del Estado de Nayarit, Salvador Cabrera, informando que se estaban integrando los expedientes para judicializar ambos casos.

 El mismo gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero, señaló e instruyó que se investigaran los cuatro años de la administración de Toñito, señalando textualmente: “Yo no seré cómplice”. Entonces este nombramiento de Toñito es no solo un “premio” sino la probable protección de su cabeza, ya que ese puesto no le da fuero legal para evitar la justicia, pero sí le da fortaleza y protección, una especie de fuero político que en mucho ayudará al connotado charro que “nunca honró su palabra”. Las cosas que se ven en la política actual. ¡Hágame usted el favor!

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