jueves, 24 de enero de 2019

"La Caja de Pandora"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"La Caja de Pandora"



Uno de los pasajes mitológicos griegos que me gustan mucho es la famosa Caja de Pandora. En este mítico relato se tratan dos elementos muy importantes y comunes en la vida de las sociedades antiguas, actuales y, seguramente, que seguirá siendo en las futuras. Me estoy refiriendo a la curiosidad y a la esperanza.

En esta historia, Zeus quiere castigar a Prometeo por haberse robado el fuego divino para dárselo a los humanos. Para ello, Zeus presenta a Pandora con Epimeteo, hermano de Prometeo, para que contraigan matrimonio. Como pretexto del regalo de bodas le hace llegar a la curiosa mujer una caja, en realidad era una tinaja ovalada, en cuyo interior se depositaron todos los males del mundo, advirtiéndoles que por ningún motivo se abriera. Pandora no resistió la tentación y abrió la caja, escapando todos los males, cuando reaccionó y cerró la tapa, sólo había quedado en el interior el espíritu de la esperanza, que era lo único bueno que los dioses habían puesto entre todos los males. De ahí, el dicho que: la esperanza es lo último que se pierde.

Las leyendas de la mitología griega son fascinantes y me encantaría escribir sobre algunas de ellas, quizá pudiera ser en otra ocasión, hoy simplemente usaré la que acabo de citar, como una analogía para hacer un planteamiento  periodístico o quizá sea más certero decir una hipótesis personal.

Me preguntaba si lo que ocurrió en la Dirección General de Tránsito y Transporte del Gobierno del Estado de Nayarit ¿Es o será la Caja de Pandora de la actual administración estatal?

Aunque quizá localmente sea de dominio público el escandaloso suceso protagonizado por funcionarios de esa dependencia, creo necesario, por respeto a los lectores de otras latitudes, poner en contexto el asunto, aunque sea de una manera muy sucinta. En ese sentido, debo decirles que el hecho es simplemente el siguiente:
“El último día del mes de noviembre del año 2018, desapareció el periodista Jesús Alejandro Márquez Jiménez, quien salió de su hogar después de recibir una llamada en su teléfono móvil y fue encontrado al día siguiente, asesinado por arma de fuego. Después de la movilización y presión por parte de los colegas de diversas asociaciones periodísticas locales y nacionales, de la intervención de la oficina en México de la ONU-DH y otros organismos defensores de los derechos de periodistas y activistas sociales, los resultados arrojados en la investigación fueron: la detención de tres personas, funcionarios de la citada dependencia que pertenece a la Secretaría General de Gobierno, dos hombres, Santos Román “N” “N” y Luis “N” “N” subalternos de la Directora General Patricia Marisela “N” “N”, los dos primeros por homicidio calificado y la última por encubrimiento”.

El caso penal está en curso, fueron todos vinculados a proceso, se espera una actuación que garantice la justicia. Pero, recientemente se suscitó otro hecho sin precedente, al menos no recuerdo otro parecido, en el que de manera sorpresiva se realizó un operativo conjunto de la Contraloría General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública, mediante el cual se intervinieron las oficinas de la Dirección General de Tránsito, tanto de la sede principal como de las oficinas foráneas en los municipios nayaritas. La idea primordial del operativo sorpresa era impedir la posibilidad de que fueran extraídos documentos impresos y archivos digitales, así como impedir la manipulación o probable sustracción de los sistemas en los que se operan los distintos trámites importantes, como expedición de licencias de manejo, placas, permisos de taxis, entre otros. Declaran los titulares de las dependencias actuantes que dicha intervención obedece a las denuncias que ha recibido el señor gobernador acerca de hechos de corrupción por diversos funcionarios y no se restablecerá el servicio al público hasta que se hagan los procedimientos necesarios.

Según las filtraciones de información a los medios y lo que se conoce como dominio público, existe una red de corrupción al interior de la mencionada dependencia sujeta a investigación. Pero, es evidente que no es de ahora, sino de hace años. Es un secreto a voces que muchos personajes de esas oficinas han acumulado pequeñas (o grandes) fortunas valiéndose de la manipulación de documentos clonados y cobros por debajo del agua que no van a parar precisamente a las cajas recaudadoras oficiales. La pregunta obligada es, si esa información la conocía todo el mundo, si ya se había denunciado anteriormente ¿Por qué no se había actuado en consecuencia? ¿Qué era lo que esperaba el gobierno para realizar esas actuaciones drásticas? Acaso, el ejemplo que les puso el presidente de la república con el huachicoleo? ¿Acaso se habían hecho los desentendidos porque hay gente aún más importante involucrada en esa red de corrupción? ¿Si no hubiese sucedido el asesinato del colega Alejandro Márquez, y por ende, no hubieran recibido la presión nacional, incluso del propio presidente López Obrador, así se hubiera quedado la situación en Tránsito del Estado?

Es muy difícil no darse cuenta que algo muy delicado está sucediendo al interior del gobierno del estado. Como ciudadanos sentimos que existe cierto nerviosismo y no es para menos. Es muy común en nuestro estado que se solape la corrupción y que se ejerza de manera muy calificada la impunidad. Tenemos cientos de ejemplos que confirman ese dicho. En la Dirección de Tránsito hemos visto casos similares años atrás, cuando se descubrieron ya ese tipo de redes de corrupción, donde se desnudaron las transas del clonado de permisos de taxis y otras muchas triquiñuelas y, en vez de castigo, de presentar ante la justicia al titular y responsable de los hechos delictuosos, se le premió con la rectoría de una universidad tecnológica. Aquí vuelven a surgir las mismas movidas chuecas de antaño, pero de qué nivel estarán las cosas al grado de llegar al asesinato. Desde mi punto de vista, ese caso es una alerta roja de alta efervescencia, un hecho que la administración actual deberá considerar como un caso de altos vuelos. No puede quedarse como un crimen más, como los que ocurren u ocurrían con extrema frecuencia en nuestra entidad. Este es un asunto especial, muy especial, que requiere de la atención seria del ejecutivo y deberá estar atento a los vínculos y aristas que este asunto traiga consigo, incluso llegar hasta las últimas consecuencias.

Estos sucesos semejan una historia de terror, por tanto se empiezan a hacer muchas especulaciones. Si existe ya en el argot popular el término de huachicoleros de cuello blanco, ¿será que pronto podrá acuñarse el de asesinos de cuello blanco? Sólo queda esperar con cierta paciencia el desenlace de esta tétrica trama de película, con el deseo típico de que sea un final feliz, en el que triunfe la justicia. Reitero mi inquietud: ¿Será este suceso la Caja de Pandora que destape todos los males de la administración actual? ¿Aún podremos contar con la esperanza de rescatar los sueños y anhelos de esta sociedad, ávida de buenas noticias? ¿Usted qué opina, amable lector?

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