miércoles, 30 de noviembre de 2016

"Levantar a la conciencia"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Levantar a la conciencia"


Ante mi creciente preocupación por el estado de cosas actual, y sobre todo la alarmante apatía de amplios sectores de la sociedad acerca de lo que está sucediendo en el seno de la misma, quise encontrar una especie de respuesta a ello. Es inconcebible que la ciudadanía, o la gran mayoría de ésta, como protagonista principal, o al menos debiera serlo, de un país social y económicamente decadente no reaccione ante la inminencia de un deterioro progresivo y mortal que amenaza con regresarla a estadios de desarrollo aparentemente superados hace mucho tiempo, que ponen en entredicho su libertad e incluso su supervivencia.

En esta subjetiva búsqueda de respuestas, pensé en distintos factores concurrentes dentro de un mismo problema. Vi pasar, en una fantasmagórica danza de elementos, a la pobreza, con su traje gris y melancólico, la ignorancia con sus ojos ciegos y marchitos, tomada de la mano de una minusválida educación que no sabe “ler”.

En mi desesperada y estrambótica incursión en búsqueda de razones, pruebas o vestigios del origen de esa pasividad desesperante, recorrí muchas e intrincadas veredas. Por supuesto que me topé en repetidas ocasiones con la tendenciosa y enajenante información que nos endilga la televisión comercial. Ni siquiera mencionaré los nombres ya tan conocidos de esas televisoras asquerosas para no darles más publicidad de la que ya gozan. Ni las patéticas historias que nos cuentan a través de lacrimógenos culebrones que son auténticos bodrios, como si no tuviéramos suficiente con el drama de nuestras propias vidas.

Recorres la cartelera de la caja idiota y, a excepción de dos que tres programas culturales, documentales históricos y alguna buena película, lo demás es sólo basura. Viajas por la historia de México y encuentras datos y personajes sesgados por la conveniencia de un régimen autoritario que escribe sus propios capítulos. Buscas en la profundidad del pensamiento liberal de las artes y encuentras a éstas maniatadas por el capricho de las autoridades que desdeñan las necesidades y los apetitos del espíritu del pueblo, que desesperadamente intenta manifestarse en los sublimes escenarios de la belleza.

Muchas vueltas sobre las mismas interrogantes, acerca de qué es lo que hace tan indiferente a la población ante problemáticas tan graves e imperiosas. Vuelvo a incursionar en esos extraños senderos y aparecen amorfas criaturas que protagonizan nuevos personajes apocalípticos como el miedo y la confusión. El primero viste una botarga oscura con cara de sonrisa justa, pero debajo de esa máscara guarda el rostro verdadero de la crueldad y el terror institucional. La segunda deja ver una cara de loca, con la vista extraviada y el ceño fruncido por la incertidumbre y el desasosiego.

Viajo por distintos escenarios en la búsqueda de la solución a mi cuestionamiento. No puedo definir un elemento que sea la causa absoluta del problema planteado en esta especie de ejercicio de razonamiento. Por ende quiero pensar que se trata de algo que tiene orígenes de carácter “multifactorial” o bien se trata de un círculo vicioso. De cualquier manera, para combatir esa cadena de factores o causas conectadas se requiere de su identificación plena para empezar a contrarrestarlos.

Empiezo a concluir, por convencimiento o por cansancio, que es altamente difícil liberar de ese marasmo o aletargamiento a la sociedad, pero también estoy convencido de que eso no es imposible. Vuelve a mí ese curioso cosquilleo en mi piel y en mi alma. Esa sensación de alerta que me aguijonea el orgullo y me une mágicamente a otros intentos individuales y grupales. Vuelve a mí la emoción de estar bajo ese manto que abriga a una familia con muchos miembros que se sienten orgullosos de ser hijos e hijas de la esperanza.

Vuelve a mí la confianza, la motivación de saber que vale la pena luchar por modesta que sea tu trinchera. Tener el aliciente de que mi “verdad relativa” busca formar parte de una “verdad absoluta” que favorezca a la sociedad en general y a mi entorno en particular, considerando la segunda como la suma de todas las verdades relativas y a éstas como las opiniones o participaciones de los individuos que interactuamos. 

En ese contexto, y a riesgo de parecer reiterativo, considero plausible el afán de quienes comprenden esto, lo asimilan bien y se decantan por el loable intento de cambiar el statu quo que tiene oprimida a una sociedad que, aunque parece no darse cuenta de ello, merece un presente más digno y un futuro más promisorio. Por esa razón, desde mi punto de vista, es necesario llamar la atención sobre este asunto de vital importancia. Si hay personas que no perciben lo que está sucediendo a su alrededor, entonces debemos ayudarles a que lo hagan. Así como el vendedor de helados hace sonar su campana para que sepas que está pasando frente a ti y no te has percatado, así mismo debemos hacerlo nosotros. Hay muchas formas de hacerlo y muchos escenarios donde podemos interpretar nuestro mejor personaje en la obra de la vida. Sea a través del color o la imagen, de la palabra escrita o hablada, de la música o cualquier otro medio, vehículo o forma, pero debemos sumar nuestros esfuerzos y capacidades individuales a una causa común, la causa del pueblo, de la sociedad.

Creo que cada quien o cada cual debemos asumir nuestra responsabilidad social desde nuestra propia visión y estatura. Celebro y reconozco también a las asociaciones civiles que han emprendido este arduo trabajo de informar a la sociedad, en el medio urbano y en el rural, de lo que sucede en nuestra realidad actual. De las causas y causantes de la pobreza general, de las formas como actúan los miserables ladrones corruptos que se ensañan con el pueblo y le roban su dinero, lo sumen en la ignorancia, lo humillan y lo desprecian.

Este intento de quitarle la venda de los ojos al pueblo es una actividad digna de encomio. Es muy importante esta labor de explicarle cómo funciona la economía, la política, los sistemas de salud, los tres órdenes de gobierno, los servicios, las pensiones, los sindicatos y otros asuntos de esencial pertinencia, entre ellos comprender el papel que juega la gente y el poder que tiene a su alcance. Esto que menciono no es otra cosa que crear conciencia social. La conciencia social es el punto toral de esta situación. Es quizá el elemento esencial que resuelve el planteamiento que hoy traje a este su espacio y para lograr eso se requiere de un gran esfuerzo, de una cruzada informativa como la que está llevando a cabo el movimiento social “Levántate Nayarit”, para el cual espero que siga sumando adeptos. Aprovecho la oportunidad para felicitar a todos los integrantes y reiterarles mi apoyo y solidaridad.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.