martes, 18 de febrero de 2020

"Nada más eso faltaba"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Nada más eso faltaba"


Una brutal imagen apareció en algunos medios de comunicación nacionales, como “El País”, por citar alguno de ellos, me refiero a  la fotografía de varios «niños soldados». Imágenes que resultan ofensivas a la vista y al sentimiento. Niños de seis y siete años, la mayoría; y entre ellos algunos de catorce y quince, los muy mayores, cargando viejos rifles y marchando como auténticos legionarios.

Quizá sea una imagen muy común en países como Nigeria, Camerún, Congo, República Centroafricana Malí, Libia, Sudán, Sudán del Sur, y Somalia, en África; así como Yemen, Afganistán, Pakistán, Siria, Irak, Líbano, India, Birmania, Filipinas, en Asia, por mencionar los principales o los más críticos, situación que se repite constantemente, ya que los niños son incorporados a los ejércitos regulares y se les instruye en el manejo oficial de las armas exclusivas de los ejércitos; pero ver esas escenas en Chilapa, Guerrero, eso ya es otra cosa, palabras mayores.

No quiero que se entienda que me espanta que los niños aquí estén armados y que no piense lo mismo de los niños de otros países. Si hago esa especie de confronta es porque esos países están prácticamente en guerra, situación que, al menos oficialmente, no sucede en México. De ahí que esas escenas puedan resultar alarmantes, entendiendo que tienen un alto significado en la definición de un estado crítico, de una sociedad descompuesta y desarticulada, debido a los altos grados de violencia, por los conflictos de seguridad pública generados por la delincuencia, particularmente por los carteles de la droga que se han apoderado de grandes territorios en diversas entidades federativas de nuestro país.

El alto grado de inseguridad y la poca respuesta por parte de las autoridades de todos los órdenes de gobierno, han generado disputas intestinas en vastos territorios mexicanos, y Guerrero es uno en los que más se percibe esa sensación de hartazgo de las comunidades que han sido violentadas de manera permanente. Son precisamente, estos pueblos los que se han organizado de forma espontánea, al inicio, y más profesionalmente después. La mayoría de estos pueblos han utilizado la figura organizativa denominada defensas comunitarias o policías comunitarias, incluso existe en ese estado una especie de confederación de esas autoridades alternas que se llama Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y Pueblos Fundadores (CRAC) y que tiene una considerable fuerza, ya que agrupa a personas de más de quince municipios del sureste del estado.

Recuerdo aquella vieja canción que decía: “Por los caminos del sur, vámonos para Guerrero, porque en él falta un lucero, y ese lucero eres tú. Jaguares en las marañas y pájaros sobre el río, es un bello desafío, la selva con la montaña. Amanece en los jornales, una ilusión campesina, de céfiro es la colina, y alegría en los manantiales…” hoy tristemente, al menos en parte de la geografía estatal, no se escuchan ya esos cánticos poéticos, hoy se escucha el metálico sonido de la metralla y los ayes de dolor, la angustia y la tristeza de las familias que pierden a sus miembros por culpa de la violencia, por la encarnizada guerra por el control del territorio para el trasiego de la goma de opio, el control político para utilizar el poder, los recursos y otros elementos que generan una guerra que parece eternizarse.

Quise comentar esa parte más sensible de esta problemática que se ha convertido ya en un flagelo nacional porque, si de por sí, es ya una lamentable tristeza cargar con este lastre que ha venido aumentando como bola de nieve a través de los años y de los sexenios que lo han favorecido; este fenómeno que ha alcanzado dimensiones catastróficas e insoportables; pero ver a esos niños con el rostro cubierto con pañuelos y con el fusil terciado, marchando con una columna de varios miles de efectivos populares, eso ya calienta.

La situación de esa parte de Guerrero, es ciertamente ejemplar, por su peculiar complejidad. Es una zona donde son muy frecuentes los asesinatos de familias o de grupos organizados de alguna comunidad, por ejemplo en Chilapa, son acribillados por los sicarios de los carteles que controlan las plazas de esa región, después las policías comunitarias en coordinación con los familiares de los asesinados atacan a los grupos delictivos armados y se consuma la venganza, misma que no acaba nunca, porque se convierte en un círculo vicioso, sangriento, interminable.

Lo mismo sucede en otras latitudes, con distintos nombres, distintos actores, otras circunstancias, pero con el mismo terror ocasionado por la violencia. Nayarit no es la excepción, aquí se han consumado delitos de alto nivel que no han sido resueltos, aunque si hacemos la comparación con Guerrero quizá podamos decir que estamos mucho mejor, pero tampoco debemos ceder ante la impunidad ni permitir que lleguemos a esos lamentables niveles.

Desde mi punto de vista, creo que empieza a sentirse impaciencia por parte de la sociedad, ante estas situaciones de violencia extrema, y no la culpo, sobre todo a quienes han vivido o sentido de cerca la repugnancia y el dolor de algún suceso delictivo que haya lastimado la vida o el patrimonio de su familia. El gobierno federal planteó, y me parece acertado, que para acabar con esos problemas es necesario combatir las causas que los originan, pero difiero en los ritmos. Salvo que se esté trabajando en una estrategia especial que, por razones de seguridad, deba mantenerse en sigilo profesional, y en un momento, que espero no tarde mucho, nos sorprenda por la contundencia o la claridad y efectividad de las medidas ejecutadas, entonces sí debemos ser un poco más pacientes. En cuanto al uso de la fuerza nacional para demostrar que el estado es lo suficientemente fuerte para combatir frontalmente a los grupos paramilitares que se han apoderado de la geografía del país, pues sí estaría de acuerdo de mostrarla, pero con inteligencia, con estrategia, no de manera visceral o amañada como se hizo en sexenios anteriores, que sólo se apaleó el panal sin prever las picaduras de las abejas.

En fin, veremos qué pasa, si el gobierno federal nos sorprende con algunas buenas acciones en este año que recién inició y que espero traiga bondades para todos nosotros. Mientras, pues da gusto que la sociedad civil se organice y se manifieste, el pueblo no puede quedarse inmóvil, sería un suicidio.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.