jueves, 24 de octubre de 2019

"Entre periodistas te veas"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Entre periodistas te veas"



Hace algunos días, un programa de televisión llamó mi atención y me dispuse a verlo. Aunque no soy muy aficionado a ese tipo de programas, el tema me pareció interesante. Cuando vi quienes estarían disertando en su papel de invitados especiales y expertos en la materia, pues terminé de convencerme que sería bueno «echarle un ojo» al asunto. Se trataba del nuevo programa denominado “La Mesa 8” trasmitido en vivo, desde un café de la capital nayarita, por el nuevo canal de Antonio Tello.

Con Jorge Enrique González, el conductor del programa, estuvieron tres personas de reconocida trayectoria en los medios de comunicación, Rogelio Zúñiga, quien es muy conocido por su participación en noticieros de la televisión local; estuvo Francisco Flores Soria, un conocido académico de la Universidad Autónoma de Nayarit, que también trabajó en medios periodísticos y en las áreas de comunicación de algunas dependencias como el Tribunal Superior de Justicia; y  Enrique Hernández Quintero, quien también ha trabajado en medios, yo le recuerdo escribiendo artículos en Meridiano.

En realidad los conozco poco, excepto a Francisco Flores Soria, a quien la mayoría conocemos como “Soria”. Podría decir que a él si le conozco personalmente, a su familia, esposa, hijos, a quienes les profeso un profundo afecto. A los demás “comensales” de la mesa 8, les conozco por sus apariciones públicas en la palestra periodística.

Me gustó el formato del programa. Logra comunicar esa sensación de espacio relajado para la opinión franca y sin presiones. Una mesa con decoración sobria pero agradable, quizá podría sugerirles quitar el florero  de ese punto de la mesa, o de plano prescindir de él, porque en ocasiones casi le roba la cámara al conductor, en otras, provoca la ilusión óptica que las flores son la corbata del Sr. González.

El tema daba para mucho más, aunque es probable que se puedan justificar porque unos 45 minutos efectivos no son gran cosa cuando se dividen entre cuatro, mucho menos si el programa incluye algunos sondeos de opinión que escatiman otro lapso a los entrevistados. Otra de las cosas que no me gustaron y hasta me parecieron un poco de mal gusto, fue que el conductor estuviera interactuando con Tello, quien se encontraba fuera de cuadro, pero le hacía comentarios, una especie de broma, desde la oscuridad situada delante del escenario. Me pareció observar que tampoco le gustó mucho al conductor, pero que puede hacer si aquel es su patrón y ahí sí, ni modos.

 El tema de la noche, sustentado desde la pregunta ¿Hay periodismo en las redes sociales? ¿Dónde está la frontera del periodismo y la frontera del comentario del muro personal? Las respuestas fueron coincidentes o complementarias, aunque es de justicia decir que también hubo diferencias de opinión. Los expertos coincidieron en primera instancia en la afirmativa, aunque fue Soria quien lo dijo de manera más asertiva y clara. La versión de Enrique Hernández fue un poco más compleja, apoyando más las bondades que otorgan las redes sociales, como la inmediatez y la oportunidad, para poder desenmascarar al periodismo sin lectores, al periodismo simulado. Rogelio Zúñiga, por su parte, hace una buena aportación al dejar clara la diferencia entre los sitios periodísticos de internet y las publicaciones en redes sociales como el Facebook o el Twitter. Los primeros son sitios bien estructurados que trabajan formatos y géneros periodísticos, algunos muy profesionales, que vendrían siendo los que conocemos como medios digitales; las segundas, son opiniones personales libres, pero muchas no tienen ningún rigor periodístico y, en su mayoría, aunque ofrecen buena información, no son enteramente confiables.

Aplaudo este tipo de programas en los que se reúnen connotados especialistas en sus temáticas y aportan algo en favor del mejoramiento de la materia de trabajo en particular, desde su capacidad de diagnóstico y ubicación de los escenarios tendenciales y sus expectativas, así como la posibilidad de incidir, mediante la autocrítica como base, en convertir los retos en auténticas oportunidades.

A mí siempre me ha parecido que el ámbito periodístico es sumamente cerrado y a veces un poco difícil de comprender. En mi experiencia personal, desde que decidí incursionar en él, poco menos de una década atrás, desde la sutil trinchera de la prudencia, he sido testigo, o a veces víctima, de situaciones que me mostraron la cara dura de algunos compañeros, que hicieron sentir su gélida indiferencia y me sentenciaron a la invisibilidad. Aunque también he sido testigo de rápidas reacciones de unidad ante una situación de apremio de alguien, por peligro profesional o enfermedad, también he vivido muchas escenas donde la envidia o la incomprensión someten al espíritu de la solidaridad o el compañerismo.

Como en todos los ámbitos existen aquí también las vacas sagradas, y no sería eso nada del otro mundo, si esos personajes, con carácter de tlatoanis del oficio, tuviesen la humildad y la generosidad de asumir un rol de guías o mentores de las nuevas generaciones de periodistas que, con estudios o no, puedan ser los pilotes de las nuevas estructuras de la comunicación. Existen algunos que quizá lo intentan, aunque sea de manera muy tímida, pero hay otros que se sienten deidades, y no entornarían sus ojos para mirar hacia abajo.

Me pareció un programa bueno, a secas. Me quedo con la idea que se pudo hacer más. Cada uno de los invitados dejó ver su personalidad, Rogelio centrado, sobrio, de pocos aspavientos, Soria, como el académico y conciliador que es, conocedor del ámbito, pero muy sensato, y Enrique Hernández, actuando como un personaje de raigambre intelectual, al que el ámbito local le queda muy chico. Que no lee a ninguno de los columnistas ni cronistas locales porque no estamos a la altura de Mario Vargas Llosa, ni más ni menos que el ganador del premio Príncipe de Asturias de las Letras, Premio Miguel de Cervantes y el Nobel de Literatura, entre muchos otros galardones, pues qué fácil comparación, pero bueno, al final de cuentas es su opinión, y eso basta para ser respetada. La pregunta incómoda que hizo el conductor para cerrar, me hace suponer que a veces los que asumen el papel de críticos y autoridades en la materia no se dan el tiempo para leer los artículos que se suben a las redes sociales. Se mencionó como los que valen la pena a Oscar Verdín Camacho, Manuel Treviño y Antonio Tello, no me atrevería a descalificarlos, ni siquiera dudarlo. Pero, las preguntas mías serían: ¿De verdad han leído las columnas y crónicas u otros tipos de trabajos que están en las redes sociales? ¿Habrá leído Enrique Hernández Quintero alguno de mis artículos en “De todo como en botica”? y si la respuesta es negativa, entonces ¿Tendré algún día la fortuna de que pose su ínclita mirada sobre mis líneas? ¿O tendré que esperar hasta que me gane el nobel de literatura? En fin, sólo son comentarios.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.