jueves, 31 de octubre de 2019

"Que no llegue la sangre al río"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Que no llegue la sangre al río"



Las semanas anteriores estuvieron cargadas de sucesos muy significativos, pero el que sin duda se llevó las palmas fue el zafarrancho que se armó en torno al operativo para capturar a Ovidio Guzmán López, uno de los hijos del Chapo Guzmán, el tristemente célebre narcotraficante sinaloense, actualmente procesado en Estados Unidos.

A estas alturas habrá mucha tinta corrida, además de innumerables publicaciones en redes sociales, fotos, videos y otros testimonios gráficos que son el sello de la actual estructura informativa en México. Entre estos cúmulos de información sobre las terribles balaceras en Culiacán Sinaloa, hubo buenas notas informativas y artículos de opinión en medios de comunicación de probada credibilidad; pero también tuvieron presencia muchos otros que fueron verdaderos pasquines que aprovecharon las efervescentes circunstancias para llevar agua a su molino, amén de un cruento debate cibernético entre las facciones pro AMLO y sus acérrimos opositores. Esta última parte es el tema de mi comentario.

Se tendrá que estar en el infierno para sentir el verdadero calor, esa es mi opinión. Me detuve varias veces a leer las encontradas opiniones acerca del suceso de Culiacán. Los detalles, aunque se dieron muchas versiones del caso, al final de cuentas redundaban en lo mismo, en la polémica cuestión, si estuvo bien o estuvo mal que hayan dejado ir al hijo del Chapo. Menciono el debate de las redes sociales porque el tema las incendió como pocas veces había visto.

El suceso daba para eso y más, porque se vivió una situación tensa en la que, más que el prestigio de nuestra institución armada o la imagen del gobierno actual, estaba en juego la integridad de muchas personas que se encontraban en el perímetro prohibido, en el círculo del diablo. Que si fue un operativo fallido, que si el gobierno fue doblegado por el narco y muchos cuestionamientos de esa naturaleza fueron el garbanzo de a libra que utilizaron los opositores del presidente para criticarlo, yo me quedo con la duda de ¿quién sembró ese garbanzo?

En las redes sociales se pudo notar con suma facilidad que los antipeje declarados capitalizaron al máximo esa presunta falla o debilidad del gobierno federal, porque muchos de ellos se lanzaron con todo al cuello gubernamental, exacerbando la situación al grado de exigir su dimisión inmediata. Quizá muchos no recuerdan, otros se hacen de la vista gorda, pero no es la primera vez que sucede algo así como lo que pasó en Culiacán. El ejemplo más evidente es lo sucedido en Guadalajara cuando se intentó capturar al Nemesio Oseguera Cervantes (El Mencho) en el año 2012. La marina nacional lo dejó escapar, con la venia del Presidente Calderón y el entonces Gobernador del Estado de Jalisco Emilio González Márquez, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación, realizó aquellos violentos bloqueos usando el poder de sus armas. Situaciones similares, en distintas condiciones políticas.

Teorías hay varias, las hay para todos los gustos. Este tipo de situaciones son como algunas faltas en el fútbol, a veces se marcan y a veces no, sencillamente porque son de apreciación. Acá en este asunto sucede algo similar, unos lo apreciamos de una manera y otros de modo muy distinto. Quizá en el punto en que todos debemos o debiéramos coincidir es que esas acciones tan violentas no deben seguir pasando en ninguna localidad de México. Estoy consciente que la seguridad del país es responsabilidad del gobierno federal y éste tendrá que apretar el paso para hacer que su estrategia nacional empiece a funcionar lo más pronto posible. Puedo entender que no es para nada una tarea fácil, desmantelar un sistema delincuencial de gran raigambre. Un estado de cosas de poca gobernabilidad, un país bajo el estigma de la violencia, la corrupción y la impunidad; pero, se tendrá que encontrar la fórmula para recuperar la paz y la seguridad pública como premisas de la estabilidad social y el regreso al crecimiento económico.

También creo que existen fuerzas oscuras que siguen intentando boicotear el trabajo de la administración federal y existen muchas pistas de ello. De hecho me parece que este extraño operativo fallido es una muestra de que, además de un sólido bloque opositor arreado por la oligarquía que se siente amenazada, en ciertos sectores del gabinete presidencial se está durmiendo con el enemigo.

Desde mi punto de vista, sí es necesario depurar más a fondo las estructuras gubernamentales. No sólo tener mucho cuidado con los funcionarios de primer nivel, sino especialmente con las segundas y terceras líneas. Esos mandos, muchos de ellos, supervivieron al cambio sexenal y están muy cómodamente sirviendo de espías y operadores del caos, sirviendo a sus amos corruptos del régimen anterior. Pasa en todas las áreas del poder ejecutivo y no se diga en el judicial. El esquema comentado se replica en muchas de las entidades federativas del país, Nayarit no es ni con mucho la excepción, la ciudadanía sigue clamando que muchos funcionarios que trabajaron para Veytia y Sandoval sean separados y, de ser posible, denunciados y castigados conforme a derecho.

En fin, las opiniones seguirán divididas y en polémica, unos a favor del gobierno por dejar libre al hijo del Chapo, evitando el derramamiento de sangre inocente, sobre todo los que estaban ahí en las llamas del infierno sinaloense, con sus hijos y demás familia; otros seguirán opinando que existe un gobierno fallido, sin valor para enfrentar a los carteles. De seguro no son éstos los que estaban ahí, en la escena del crimen o el campo de batalla, hasta me da la impresión que la mayoría de los que opinan así, lo hacen porque cuentan con la comodidad de sus redes sociales y el anonimato de la muchedumbre digital. Lo dije ya, hay que estar en el infierno para sentir el verdadero calor o dicho de otro modo ponerse en los zapatos de los que vivieron de cerca el pandemónium. Tampoco creo que las fuerzas armadas hayan sido rebasadas por los carteles. Creo que el ejército posee la fuerza, el equipo material y personal, para someterlos. Sólo falta la táctica precisa, transformar las circunstancias y esperar el momento preciso. Lo que más deseo es que no vuelvan a suceder hechos violentos como el de Culiacán. ¿Usted qué opina, amable lector?

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