miércoles, 21 de junio de 2017

"Soy un viejo loco"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita





"Soy un viejo loco" 


Soy un viejo loco que vive de una manera rara. No puedo adaptar mi forma de ser a las épocas modernas. Todo me brinca de un lado para otro. Nada cuadra en mi mente. No estoy seguro pero es muy probable que necesite visitar al psiquiatra, pero me da miedo porque no quisiera causarle algún trauma al pobre hombre.

No entiendo mucho las cosas que pasan y no sé si eso tenga que ver con lo avanzado de mi edad o de verdad el mundo ha cambiado tanto que ya no puedo comprenderlo. A veces me pregunto por qué razón está todo de cabeza. Por qué razón importa tanto tener muchas cosas materiales, a veces al grado de delinquir para obtenerlas. No logro entender por qué tenemos un país en el que más de la mitad de su población vive en pobreza, o que menos del diez por ciento de esa población acapare la riqueza nacional.

Creo que soy un viejo loco con ataques de nostalgia. Alguien que muere de tristeza al ver que nuestros recursos naturales han sido saqueados o deteriorados. Soy un viejo loco que llora de tristeza al ver la indolencia de la gente que es al extremo humillada por déspotas gobernantes y ni siquiera levantan la cara, mucho menos reclaman sus derechos. Creo que ya soy un tipo obsoleto porque no puedo entender por qué tanta gente bendice a un cínico gobernador que lanza más bendiciones que el mismísimo Papa, cuando es un secreto a voces que tiene más pecados que Dimas y Gestas juntos y agarrados de la mano. Por poco le da un infarto fulminante a mi viejo corazoncito, cuando leo que una señora de cuyo nombre ni siquiera quiero acordarme (cálmate Miguel de Cervantes) le dice a Roberto Sandoval “Gracias por ser y sera por siempre el mejor Gobernador de la historia de Nayarit Dios lo bendiga siempre Roberto” (sic). Qué puedes hacer ante una declaración de esa naturaleza. Me otorgo unos instantes, en este punto y aparte, para tomar un poco de aire, porque para asimilar algo tan patético como eso, se necesita también algo de valor.

Después que pasó el conato de soponcio intenté analizar de manera objetiva y sensata qué era aquella especie de aberración. De donde podría proceder esa frase tan descabellada y extremista. ¿Sería acaso esa señora un SasaBot? Tal vez una beneficiaria directa de las canonjías que otorgó a “su gente”. O ya de plano esa doña estaba poseída por el más siniestro demonio de la concupiscencia o la locura. O peor aún, su cuerpo y su alma estaban invadidos por el perverso y mortal virus de la ignorancia. No sé cuál de todas esas razones motivaban a esa señora a emitir tan descabellada expresión pero mitigó mucho la culpabilidad de mi locura senil. Es bueno sentir que hay peores locos que uno.

Creo que soy un viejo loco que padece de idealismo crónico. Un sujeto que se niega a sepultar las cosas bellas del pasado. Un individuo que se aferra a las buenas costumbres de antaño. Que aprecia la casi extinta unidad de las familias. Que sufre al ver la muerte del respeto a los ancianos y a las damas. Que añora los tiempos idos, aquellos tiempos, “los de don Simón”. Cuando la diabetes en los niños y ancianos era una excepción y ni siquiera soñábamos en conseguir un campeonato mundial en ese rubro. Extraño la decencia de la gente, cuando hasta los políticos robaban poco y eran discretos, no lo decían en un micrófono. Cuando lo negro era negro y lo blanco, blanco, no había tanta demagogia como hoy. Ni llegaban al extremo del cinismo de ahora que, aunque estés viendo una realidad aplastante, te dicen que vives en un paraíso terrenal envidiable y que ocupas los lugares de honor en el país.

Creo que soy un viejo loco porque no entiendo el distanciamiento entre padres e hijos, cuando por más modernidad que ellos reciban debería existir siempre un hilo que nos mantenga unidos, en comunicación, aunque sea de manera abstracta. Creo que debiera existir un hilo como aquel de los viejos teléfonos fabricados en casa, cuya alta tecnología se basaba en dos latas vacías de chiles en vinagre, con una perforación en el mero centro y un hilo cuyo retén era un trocito de madera que quedaba por dentro y podías dizque escuchar la voz al otro extremo del genial aparato. Ese hilo sólo es un simbolismo porque cuando pienso en mis hijos, incluyendo al más pequeño, con el que mayor diferencia de edad tengo, el hilo puede ser cualquier cosa, cualquier vínculo, la música por ejemplo, porque, aunque a veces no te des cuenta, la escuchas y la cantas frente a él desde que es un bebé, sin saber que estás dejando ese recuerdo y esa influencia en su mente y en su corazón.

Creo que soy un viejo loco porque extraño mucho aquellas coloridas postales que solíamos enviar a nuestros familiares y amigos desde el lugar que visitábamos. Aquellas largas cartas de amor que escribimos a nuestra amada. La forma tan romántica y poética como la conquistamos. Los paseos en la plaza tomados de la mano o abrazados tiernamente. También echo de menos los entretenidos cuentos del abuelo y las fantasmagóricas leyendas que contaba la abuela. La hermosa costumbre de antaño de reunirnos al llegar la noche, en torno al radio de bulbos, a escuchar las radio novelas de aquellos tiempos. Las fascinantes historias urbanas de Chucho el Roto, las campiranas aventuras de Felipe Reyes o los emotivos episodios de Kalimán el Hombre Increíble. Cualquiera de esas series radiofónicas eran un gran pretexto para la reunión, para la tertulia familiar en la que no podían faltar el café de olla, negro como mi conciencia, y unos frijolitos refritos en cazuela de barro y manteca de cerdo, acompañadas de unas tortillas calentadas en comal de disco de rastra de tractor. Humm, parece que puedo sentir en mi olfato el delicioso aroma de aquellas noches de ensueño, de paz y de convivencia amorosa entre los miembros de aquella numerosa familia.

Creo que soy un viejo loco porque detesto a los políticos corruptos. Porque no entiendo a los jóvenes que se mantienen apáticos a una realidad social que les reclama su presencia, pero muchos de ellos viven como zombis en mundos ilusorios donde predomina el alcohol, el reventón, el sexo y las drogas. Porque no entiendo como la sociedad no se da cuenta que si consolidamos una mayoría social articulada, con una organización congruente y efectiva, se puede aspirar a lograr un país distinto, justo, progresista y soberano como el que sin duda todos soñamos.

Creo que soy un viejo loco porque no estoy dispuesto a esperar más. Ni quiero que luchemos por dejar un país mejor a nuestros hijos, quiero que TAMBIÉN me toque a mí, ahora mismo. Creo que aún tengo tiempo de verlo “con mis propios ojos”. No hay mejor herencia que el buen ejemplo y ese es el que debemos poner al frente desde hoy. El sentimiento de hartazgo e inconformidad de la sociedad, por el estado de cosas actual, es una inmensa yesca que sólo espera una pequeña chispa para encender, y yo, el viejo loco, pero mexicano y patriota, estoy dispuesto a marchar al frente de la lucha pacífica por lograr un nuevo proyecto de país, dispuesto a poner mi modesto  esfuerzo “Por México Hoy”. (In memorian, a mi señor padre don Rafael Elizondo Ortega, por el “Día del Padre”).

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.