miércoles, 13 de enero de 2016

"Levántate y anda"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Levántate y anda"


Después de un merecido receso, llegó el día de regresar al mágico mundo de la comunicación con mis estimados lectores. Pasaron los festivos días de diciembre y entramos de lleno en el primer peldaño de un año nuevo cuyo sello principal es la incertidumbre.

En mi exorcismo de fin de año dije que sería de lo más optimista posible y habré de cumplirlo por más nebuloso que se vea el panorama. Para qué describir los negros nubarrones que amenazan la economía, la libertad y la integridad de la ciudadanía si la evidencia de su presencia es contundente, axiomática.

Prefiero iniciar este nuevo ciclo con la sensación de que los momentos decembrinos han obrado el milagro en el corazón de todos ustedes. Que al calor de la reunión y la armonía familiar en esas épocas de reflexión hayan podido encontrar las respuestas básicas a muchas interrogantes, además de la claridad para identificar las razones y las motivaciones de una situación social cada vez más resquebrajada.

Quienes tenemos la fortuna de recibir un aguinaldo u otra prestación adicional, no debemos confundir esa volátil sensación de solvencia económica con una auténtica estabilidad porque seguro terminaremos haciendo fila en las casas de empeño.  Ese periodo es denominado coloquialmente como “cuesta de enero” por la semejanza de esta vivencia económica con una gráfica de bienestar o liquidez que indica que diciembre es el punto álgido de la bonanza y, en contraparte, enero la sima del mismo proceso. Es ese momento en el que tienes que echar mano de cualquier recurso para equilibrar las finanzas familiares. Todo ello se explica en razón de lo anteriormente comentado y de la carencia de una cultura de consumo que nos prevenga y defienda de las compras excesivas, del despilfarro y del falso destello de las famosas “súper ofertas” de programas como el “Buen Fin” y otros, que nos conducen al consumismo. (Se llama consumismo porque la gente se queda con su mismo guardarropa, con su mismo coche, con su mismo par de zapatos, etcétera). (Risa burlona).

Me parece que no es el momento de confundir el pesimismo con una realidad cruda, aplastante y fría que nos agobia. Esa triste realidad social es un masa informe de penurias y maldiciones que se arrastra bajo nuestros pies. Esa realidad social es una alfombra confeccionada con los hilos de la corrupción, el saqueo y la impunidad. Existe, es real y es amenazadora. Está ahí, a la vista, en cada bache, en cada palacio de gobierno, en muchas curules, en muchos partidos, en Los Pinos y en todos lados.

A pesar de las tácticas amañadas de la televisión comercial, a pesar de los deficientes programas educativos, de la labor confusionista de la prensa mercenaria y de un sinfín de artimañas, esta vez es tan drástico el peso de la realidad que es muy difícil “tapar el sol con un dedo”. La sociedad civil está cada vez más consciente de lo que sucede en su entorno. Es imposible ocultar tanta pobreza, tanta desigualdad social. Es inocultable la forma tan abusiva del manejo del poder por parte de la clase política.

Pero decía que no se debe confundir el pesimismo con esa aterradora realidad descrita. Porque la realidad ahí está, sea pesimista o no quien la describe. El pesimismo sería pensar que así se quedará la situación. Sería pesimista su servidor o cualquier persona que creyéramos que así deba permanecer el estado de cosas actual o que pensáramos que no existe alguna forma de superar o cambiar tal condición. Sería pesimismo considerar ideal o inalterable una situación tan abusiva como la que está pesando sobre la sociedad nayarita. Sería pesimismo dejar de criticar un escenario tan injusto. Sería pesimismo ignorar voluntariamente la creciente propensión a la pobreza de los grupos sociales más vulnerables y de la clase media, el saqueo impune de los recursos del erario y el manejo monopólico de las diversas ramas de la economía local.

Es más que evidente el hartazgo de la sociedad ante la nefasta administración de los bienes públicos. En muchas entidades federativas se perciben movimientos de inconformidad que tienden a ser violentos. Nuestro estado no es la excepción, aunque aún se conservan pacíficos. En el extinto 2015, se dejaron ver varias protestas, como el gremio de trabajadores sindicalizados del gobierno estatal (SUTSEM) que se mantiene en plantón, maestros de tele preparatorias, enfermeras(os) de la Secretaría de Salud, pensionados de la UAN, comerciantes de la CANACO, Antorcha Campesina, cañeros, entre otros. Estos movimientos de protesta son indicadores precisos de la inconformidad que existe en los distintos actores sociales ante una administración que no ha respondido a las expectativas y se ha quedado en el discurso. (Populista y vacío por cierto).

Ante esa situación, y en consecuencia, he visto aparecer nuevos movimientos y tendencias a la organización social. He sido testigo de la integración de grupos de índole diversa, pero con un mismo denominador. Grupos de ciudadanos sin filiación política vigente que se unen para levantar la voz. Personas que están cansadas de tocar puertas sin respuesta. Vecinos de las colonias y comunidades que están “hasta el gorro” de ver el progreso sólo en el patrimonio personal de aquellos que forman parte del grupúsculo que  detenta el poder. 

Por esas razones aparece primero el grupo “Ya basta Nayarit” y recientemente “Levántate Nayarit”, el primero como una asociación civil que realiza diversas actividades de proselitismo social para apoyar causas populares, y el segundo un proyecto de carácter político-social, que aglutina organizaciones sindicales y sociales, organismos no gubernamentales y sociedad en general, y pretende, mediante la organización ciudadana, protestar de manera pacífica, pero alzando la voz en contra de las arbitrariedades y el manoseo de la política local, tener peso social para proteger los derechos de los ciudadanos y contrarrestar el abuso de poder y la impunidad en el desvío de recursos, efectuando acciones de una auténtica y popular contraloría social.

Ah, y antes que los periodistas oficialistas salgan y digan que “LEVÁNTATE NAYARIT” es una incitación al levantamiento, entendido éste como insurrección, les diré que lo que esto significa es que la sociedad SE LEVANTE, que deje de estar arrodillada ante los ídolos de barro que ostentan el poder. Que se levante del piso, que se quite la bota opresora del cuello, se ponga de pie y proteste con energía. Que exija la educación gratuita, la salud, la vivienda y el trabajo, que son derechos fundamentales consagrados en nuestra constitución. Ahora que si ellos, los confusionistas, lo quieren manejar como una insurrección, pues yo digo que es mejor que no den ideas. ¿Usted qué opina?

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