viernes, 29 de junio de 2018

"La última y nos vamos"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"La última y nos vamos"


Esta semana me había prometido no escribir sobre cuestiones políticas y, particularmente, menos del proceso electoral que está por terminar. Tenía muchas ideas en la cabeza, incluyendo la posibilidad de presentar algún relato, de esos, de los que me solicitan con frecuencia algunos amables lectores. Pero, no pude resistir la tentación de hacerlo, considerando que sería el último de los textos con esa temática, dado que las campañas terminan justamente cuando aparezca esta edición, que está en sus manos.

Se preguntarán por qué no pude dejar de escribir sobre este tema, las elecciones, en esta semana. El hecho de que ya terminen las campañas electorales no es una respuesta en sí. La razón principal es que sentí la obligación moral de contribuir en algo en este evento cívico tan trascendental en la vida política de nuestro país. Debo aclarar que contribuir no es sinónimo de apoyar tal o cual opción o alternativa política, color determinado o partido específico. He intentado mantener a toda costa mi credibilidad como comunicador y para ello procuro mantenerme en el escenario más objetivo posible. Jamás he sesgado mis comentarios, por lo menos no de manera voluntaria. Nunca he pretendido inducir alguna situación, y esta vez no será la excepción.

Cuando digo que deseo contribuir en algo, me refiero a hacer un llamado a la participación ciudadana. A tratar de motivar el voto. Que las personas salgan o salgamos a hacer uso de nuestro derecho constitucional y, a la vez, cumplir con la obligación cívica de elegir a nuestros gobernantes.

Lo he comentado en otras oportunidades, y lo quiero reiterar, que esta elección, la del primero de julio, es quizá la más trascendental de nuestra historia política contemporánea y creo no tener que dar una gran explicación en este sentido, ya que basta saber que el escenario político vive circunstancias muy especiales, pocas veces vistas. Ya hemos explicado también, lo contradictorio que resulta que se abracen en una coalición, corrientes tan antagónicas como la izquierda (al menos teóricamente) y la ultra derecha (y esta no es teórica sino absolutamente de hecho) representadas éstas por el color amarillo y el azul, respectivamente. El sólo hecho de unirse estas dos fuerzas políticas en una “santa cruzada”, habla de la fuerza impresionante que trae consigo la corriente que representa el auténtico espíritu de la oposición. Muestra también, el miedo cerval que tienen de que ésta logre llegar al poder.

Si nos apoyamos en lo que dicen las encuestas, se podría decir que nada podrá revertir la tremenda ventaja estadística que AMLO tiene respecto a sus adversarios electorales. Pero, en el válido afán de ser congruente con la idea de que todo es posible en México, no quisiera dar por hecho algo que, incluso después de la jornada, no lo será hasta que los sistemas de conteo electoral arrojen resultados preliminares (si es que no se cae el sistema). Otra situación que hace muy especial esta campaña 2018, es la activa participación de las redes sociales. Evidentemente que esa profunda libertad de expresión, emanada de esta herramienta tecnológica, hace imposible la antigua manipulación de la información que hacían los medios de comunicación tradicionales, la mayoría de ellos al servicio de la clase política que detenta el poder, que pagaba jugosamente los favores de la promoción del voto de acuerdo a sus intereses. Hoy eso, aunque se sigue dando por la existencia de medios impresos y digitales mercenarios, no son suficientes para acaparar en un solo sentido el flujo de la información.

Sin duda que fue una feroz contienda, aunque poco productiva en el sentido de la propuesta política seria. Fue sinceramente penoso ver los debates al nivel de un pleito de lavadero (y no lo digo por lo que le achacaron al frentista) me refiero a los lavaderos como los de Acayapan. Se pudo observar que los partidos hicieron grandes inversiones en ejércitos cibernéticos para apoyar a sus candidatos y denostar a los contrincantes. Fue una ríspida competencia, guerra de bots y de fans, algunas cosas muy ingeniosas y otras de plano muy corrientes, algunas más de plano insultaban al intelecto. La verdad que muchas de las cosas que esgrimieron como armas electorales, dejaban mucho que desear. Así que en términos generales las campañas fueron vulgares y de muy bajo nivel.

Bien dicen los entendidos que “un trabajo bien hecho, no admite reclamación” y esa máxima se aplica de manera ideal en este modesto análisis del proceso electoral. Estamos viendo, de una manera por demás gráfica, el lastre que significó precisamente el trabajo realizado por las principales corrientes involucradas en la contienda por la presidencia nacional, el PRI durante décadas y el PAN, por dos sexenios, realizaron un ejercicio del poder pésimo, de acuerdo a la percepción de la ciudadanía, y lo único que podría hacer el electorado es reprobar la gestión de ambos y, por ende, darle la oportunidad a la opción que falta de probar.

AMLO, hizo su campaña desde antes, es decir que hace años que se ha mantenido en la misma postura política, cuestionando al poder y estando cerca de la gente, cerca del pueblo, de los que verdaderamente han sido menospreciados por los dueños de todo. Así que, sin ser un genio politólogo, puedo imaginarme a estos actores como si fueran fuerzas antagónicas, como las fuerzas centrípeta y centrífuga, uno acercándose al centro (pueblo) o no apartándose de él y otra que se aleja de éste. Si el ejemplo no resulta perfectamente científico, al menos espero haya servido la analogía para hacer una precisión de los posicionamientos políticos de los actores interactuantes.

Quizá lo más paradójico, o lo irónico de esta situación es que, por más que Anaya y Meade, pudieran “odiar” a AMLO, para su mala fortuna fueron ellos mismos (sus partidos al ejercer el poder) quienes le hicieron la parte sustanciosa de su campaña, la parte real, visible, la que el pueblo puede oler, digerir y castigar. A eso se reduce gran parte de esta historia que llega a su fin, dejando sólo como acto principal el epílogo, el clímax, el resultado final, donde el pueblo aplaude de manera apoteósica y ratifica su alegría triunfal, o ya, en el colmo de su desgracia, decide llorar miserablemente su nueva tragedia, auto-infligida.

En fin, a estas alturas no queda más que esperar atentos el desenlace. Reitero mi invitación a salir a votar de manera digna y valiente. Recordar que cuando te dicen “razona” tu voto, algunos lo hacen con la intención de hacerte dudar. Para mí, razonar es esencialmente, ordenar y relacionar ideas para llegar a una conclusión. De tal manera que lo único que puedes hacer es poner en tu mente el tipo de gobierno que te han dado los que ya ejercieron el poder, si han sido honestos en el manejo de los recursos del pueblo, si te han dado seguridad, paz y justicia social, si tienes tú y tu familia una manera decorosa de salir adelante en la vida y todos esos factores que deciden tu futuro. Saca tus conclusiones y vota por el candidato que te ofrece la expectativa que tú deseas, pero no dejes de votar. ¡Cuida y defiende el poder de tu decisión!


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