miércoles, 5 de agosto de 2020

"De locura en locura"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"De locura en locura" 



En esta actualidad difícil en que reina el confinamiento personal y el aislamiento social por razones de salud. La gran mayoría —al menos en teoría— respetamos esa indicación voluntaria y colaborativa de quedarnos en casa. No sé si será por la depresión natural que pueden provocar tantos días sin salir a una realidad que dejó de existir, es decir, las ansias de recuperar la libertad y movilidad que antes se tenían; o será acaso por la capacidad de reflexión basada en el exceso de tiempo disponible y en la sensibilidad derivada de los casos fatales y dificultades que enfrentan las familias y los negocios para salir adelante; pero es indudable que muchas cosas que antes no se pensaban hoy se ven ciertamente más claras.

En esos recorridos virtuales por diversos escenarios de la vida cotidiana, me topé de nuevo con la loca problemática de los enfermos mentales. Es un asunto que ya he tratado en artículos anteriores y hoy llamó de nueva cuenta mi atención porque casualmente encontré una noticia que menciona un amparo interpuesto hace cinco años en el Juzgado Segundo de Distrito de Amparo Civil y Administrativo para proteger los derechos a la atención de un enfermo mental, resolviéndose el juicio de garantías señalando que los argumentos esgrimidos eran suficientes para ordenar la construcción de un hospital de salud mental en el estado de Nayarit, dicha resolución ordenaba al Congreso del Estado, el Ayuntamiento de Tepic y Gobierno del Estado se hicieran cargo de esa edificación. Lamentablemente —hasta la fecha— se hizo caso omiso, argumentando que no tenían los recursos financieros para ello.

En este caso, existe una ordenanza, lo cual pudiera alentar la posibilidad de que se pueda lograr ese largamente acariciado sueño de contar con un hospital especializado en la atención de miles de enfermos mentales que deambulan por los municipios de Nayarit, principalmente por la capital del estado que acumula casi el setenta por ciento de ellos.

El tema de la demencia es un problema crítico que se ha soslayado de manera histórica en Nayarit. A pesar de que se ha mencionado desde finales de los años setenta, ninguna administración estatal ni municipal se ha ocupado de él. Los pocos acercamientos se han visto frustrados por la indiferencia de los gobernantes que han desfilado por la palestra política. Hay quienes incluso comentan que en alguno de los sexenios se gestionaron varios millones para la construcción de un hospital de salud psiquiátrica pero misteriosamente desaparecieron sin saberse nada hasta la fecha dónde fueron a parar.

El caso es que nada ha cambiado en cuatro décadas de brillantes gobiernos estatales, muchos más ejercicios municipales y otras tantas legislaturas locales respecto a esta problemática que cada vez más se agudiza al grado que es alarmante que la cifra de enfermos mentales en situación de calle se acerca peligrosamente a las veinte mil. Esas personas son las que forman la parte más crítica y visible del iceberg, porque los estudios realizados señalan cifras de más de sesenta mil personas con problemas de demencia, esquizofrenia, bipolaridad, ansiedad y otros trastornos mentales. (Fuente: Depto. de Salud Mental de la Secretaría de Salud/Citada por Milenio).

Seguimos siendo esa sociedad apática y desobligada hacia los problemas que duelen y lastiman el alma. Es precisamente esa sensibilidad inexistente o muy escondida, la que exhibe la pobreza social de los pueblos y los gobiernos. De estos últimos es más que entendible porque durante décadas hemos sido testigos de su ineficacia como actores del cambio verdadero, el cambio que reivindica las demandas justas y exigencias de las clases más desprotegidas. Lo que no es entendible es la actitud de la sociedad que generalmente se caracteriza por su respuesta solidaria y fraterna ante situaciones que impactan y motivan su espíritu de solidaridad con causas humanitarias. Me pregunto qué causa puede ser más humanitaria y generosa que proteger a quien no puede hacerlo por sí mismo, a quien no tiene un techo bajo el cual protegerse, quien no tiene un pan para llevarse a la boca y más si a todo eso le sumas que sea alguien que ni siquiera tenga una identidad propia, un conocimiento o una conciencia de sí mismo.

No es que diga que sea la sociedad de manera directa quien tenga que resolver esa problemática, aunque en cuestión de infraestructura sea quien finalmente aporta  —por la vía de los impuestos— los recursos financieros para ello. En este caso me estoy refiriendo a la potestad constitucional que debiera ejercer de facto y no dentro de la ilusoria burbuja del poder político y de la teórica sentencia de que “el poder público dimana del pueblo”. Aquí es donde yo quiero decir que la sociedad nayarita debe ordenar al gobierno que solvente esa problemática, construyendo el hospital psiquiátrico, cuya ejecución es prácticamente impostergable. Más allá de la rentabilidad social, de los costos beneficios y de tantas otras variables que impone la planeación, estamos ante la presencia de una situación social consagrada en el artículo cuarto constitucional, de manera general y en la Ley General de Salud, de manera particular.

Por lo anterior, es más que evidente que estamos ante la insuficiente atención de uno de los derechos humanos fundamentales como lo es la salud. En el Plan Estatal de Desarrollo (PED) 2017-2021 de la administración actual, apenas si se registra, muy discretamente, una línea de acción, la (ER3-E4-P06-L05) dentro del Programa de Mejoramiento de la Cobertura y la Calidad de los Servicios de Salud, que señala la: «Construcción del Centro de Salud Mental». Es incierta la información, si es que hace referencia a construir un edificio que albergue al viejo y conocido CESAME de Tepic, o en realidad —siendo muy optimista— trataban de enlistar en esa cartera de proyectos un verdadero, autentico y formal Hospital Psiquiátrico, con el equipamiento y el personal profesional idóneo para combatir y resolver este añejo y crítico problema de salud pública de la demencia, en todas sus expresiones. De no ser así, los únicos locos de remate seguiremos siendo nosotros mismos, por permitirlo.


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