jueves, 26 de octubre de 2017

"El poder de la lectura"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"El poder de la lectura"



Hace años escribí un artículo acerca de la lectura. Bueno, he escrito varios en los que he tocado ese tema desde distintas vertientes. Pero, me refiero a uno en particular en el que, además de criticar el vergonzante lugar que nuestro país ocupa en el entorno mundial, hago algunas consideraciones respecto a la importancia que tiene motivar el gusto y no la obligación por la lectura. El artículo se titula precisamente así: “La lectura. ¿Un gusto o una obligación?

El recuerdo vino a propósito de los intentos, más que esfuerzos, por motivar la lectura. Porque cuando alguien está interesado en contribuir a este propósito, sabe perfectamente que no es ningún sacrificio hacerlo, muy consciente también de que, una vez que se adquiere el gusto por leer, jamás necesitará ser obligado a ello. En ese orden de ideas, y por considerar que este suceso abona a ese loable objetivo, quiero compartirles un evento que tuvo lugar el día de hoy, 20 de octubre del presente año, en el prestigioso “Colegio Pestalozzi” de esta ciudad capital, evento que movió mis emociones y me brindó un aliciente más para perseguir mi anhelo de aportar, aunque sea modestamente, a la promoción de la lectura, principalmente en los niños.

A raíz de la presentación de mi libro de narrativa “Sueños de Misterio, Fe y Esperanza” en la Biblioteca Magna de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), tuve el honor y el gusto de ser invitado a participar en un proyecto de lectura para niños de nivel primaria en el mencionado colegio. Este proyecto se denomina “Cartas al Autor” y consiste en elegir un libro (agradezco haya sido el mío) para que un grupo de niños y niñas de sexto grado lo lean en determinado tiempo. Después de esto, los niños escriben una carta al autor en la que le expresan algunas de sus opiniones acerca de lo que encontraron en esas líneas, si les gustó o no, que fue lo que más les gustó y hasta inquietudes y preguntas de tipo personal. Todo eso coordinado por su maestra. Una vez que terminó esta etapa me hicieron llegar las cartas de los alumnos del grupo y me invitaron a visitarlos en su salón de clases para conocernos y entablar un diálogo. Ese encuentro sucedió precisamente en esta fecha que señalo anteriormente.

Finalmente llegó la hora y ahí estábamos en el “Colegio Pestalozzi” con puntualidad inglesa, su servidor acompañado por un amigo a quien le he tomado un gran aprecio y que es, justamente, la persona que realizó estas eficientes gestiones para lograr estos pequeños pero importantes avances. Me refiero al Lic. Mario Antonio Jáuregui Gutiérrez, Responsable de la Dirección de Desarrollo Bibliotecario de la UAN.

Me declaro gratamente sorprendido en mi inolvidable visita a esta institución educativa. Para empezar, nos esperaban al pie de la escalinata, un par de jovencitos, un niño y una niña, de sexto grado, ambos de finos modales y generosas sonrisas, quienes nos condujeron cortésmente hasta el salón de clases donde se realizaría el evento. Con diligencia y amabilidad, los presuntos ujieres, nos fueron explicando el uso de los distintos sitios que íbamos viendo, hasta finalmente llegar a nuestro destino. Fuimos recibidos con gentileza por la Profesora Cora Miranda Piña, titular del grado y docente de esos inquietos niños que conocería en ese momento. Todo estaba resultando agradable e interesante para mí.

Fue un rosario de sorpresas y buenas impresiones. Entramos al salón de clases donde ya estaba sentado el alumnado en espera de dar inicio a la actividad. Me emocionó ver en la pared principal una especie de escenario diseñado en tela de color azul y unas llamativas letras amarillas que decían “BIENVENIDO” y un poco más abajo el nombre del proyecto “Cartas al Autor”, sin faltar la portada y contraportada de mi libro, una en cada extremo. Ese fue un detalle verdaderamente placentero para mí. Me hizo sentir importante y apreciado por aquel grupo de personas unidas por la magia de la lectura.

Desconocía por completo el formato bajo el cual se desarrollaría el evento, pero, a las primeras escaramuzas, sabía que debía estar atento a cualquier sorpresa. Después de un saludo coral, a la vieja usanza de las escuelas cuando entra una persona al aula, nos sentamos a esperar el inicio del programa. Nunca imaginé que estuvieran tan bien organizados. De pronto, un grupo de niñas y niños tomaron sus lugares en una mesa de trabajo, que también era una especie de “presídium”, elegantemente adornada con el mismo tipo y color de tela de la mampara. El ejercicio simulaba una cabina de radio, la cual contaba con operador de controles y varios locutores. Me fascinó y me divirtió ver como su símil de programa radiofónico contaba con las secciones propias de un medio de comunicación en audio, las noticias más relevantes, el estado del tiempo, comerciales, sin faltar los deportes. Más impresionante resultó escuchar en voz de un locutor que el momento estelar sería la entrevista al escritor (o sea yo). No fue fácil el momento, pues de sólo imaginar el atrevimiento y la chispa de esos pequeños locutores, me daba la impresión que sería más difícil que todas las entrevistas que me hubiera hecho cualquier medio local o nacional. Afortunadamente creo que salí bien librado de esta prueba.

Un evento para recordar. Mi amigo Mario Jáuregui, me hizo favor de leer mi semblanza y dar un breve mensaje. Posteriormente inicié una charla, frente a frente, con esa audiencia especial e inquieta. Fueron instantes de auténtica emotividad, al menos para mí, ver el interés que mi libro causó en esos pequeños, el despertarles la curiosidad por la inspiración, la forma como se logró publicarlo y además corroborar que disfrutaron la narrativa, a esa edad de su vida, fue sencillamente fascinante. Respondí absolutamente todas sus dudas (o quizá las amplié), no dejé de contestar ninguna de sus preguntas por más personales o singulares que pudieran ser. 

Nos faltó tiempo para conocer y analizar algunos otros escritos que los niños realizaron respecto de la lectura de mis cuentos, digamos que hicieron una especie de ensayo acerca de los contenidos del libro. Por la forma en que pusieron atención los alumnos, los maestros y padres de familia, quiero pensar que mi disertación fue lo suficientemente apropiada, amena y provechosa para la ocasión. Espero quede de ella, una mínima huella en el espíritu de los menores, que signifique un aliciente para su futuro y que dejen de ser lectores potenciales para convertirse en lectores efectivos.

Aprovecho este espacio para agradecer infinitamente a los padres de familia, a la Maestra Cora Miranda, a la dirección del colegio y especialmente a los alumnos de sexto grado, la invitación, la amabilidad, la hospitalidad, los detalles tan bellos de preparar un delicioso desayuno y recibirme en el seno de esa familia educativa a la que auguro un futuro aún más brillante que el actual. A mi amigo Mario Jáuregui mi afecto y mi reconocimiento a su trascendental labor en el ámbito de la promoción de la lectura, por supuesto acompañado de mi agradecimiento sincero por su invaluable apoyo.

Ver la espontánea fila de TODOS los niños y niñas del grupo esperando que les dedicara su libro es una escena que jamás se borrará de mis recuerdos más preciados.


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