jueves, 31 de mayo de 2018

"Tratado de Guadalupe Hidalgo"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Tratado de Guadalupe Hidalgo"


Se me ocurrió escribir acerca de la efeméride correspondiente al día 30 de mayo, fecha en que deberá aparecer esta edición. Fui a verificar en el calendario cívico correspondiente, qué suceso se celebraba o conmemoraba en la mencionada fecha y ver si era lo suficientemente interesante para ofrecerlo a mis amables lectores. Resulta que toca en suerte ese día la “Ratificación del Tratado de Guadalupe Hidalgo”.

Ese nombre, digamos coloquial de este tratado, es muy conocido por muchas personas, pero no es el oficial, ya que este criminal “pacto obligatorio” lleva el  rimbombante título de:  “Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América”. Me quedé pensando si este tratado de paz y amistad entre México y Estados Unidos, fue para birlar más de la mitad de su territorio a nuestro país, vaya amigos que nos cargamos. Vino de inmediato a mi mente aquel famoso dicho: “Con esos amigos, para qué quieres enemigos”.

Ese dichoso tratado (dichoso al menos para los gabachos) se firmó cuatro meses antes y se realizó la ratificación el penúltimo día de mayo de hace ciento setenta años. Me queda claro, y hasta el nombre lo dice, que haciendo una especie de ejercicio de razones y proporciones: “Si beatificación es convertir a una persona en un beato, ratificación entonces sería decir que los gringos se convirtieron en ratas”, aunque yo creo que ya eran desde mucho tiempo atrás.

El resultado de este “equitativo” tratado, es quizá la afrenta más humillante que ha sufrido nuestro país en la historia de los últimos tres siglos. Más allá de las razones militares, diplomáticas, de paz o de guerra,  arrebatarle más de la mitad de su territorio a nuestro país es, sin poder evitar lo ordinario, una auténtica “mentada de madre”.

Se me “revolvieron las tripas” del coraje de tan sólo recordar la descarada alevosía de los hijos del “Tío Sam” que, desde entonces, mostraban sus febriles ambiciones expansionistas, dando una muestra de su proyectado y hoy comprobado carácter imperialista. Desde entonces, California y una amplia zona que comprende Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y partes de Wyoming y Colorado se convirtieron de  “golpe y porrazo” en parte de USA. Se dio entonces inicio al proceso histórico de inmigración mexicana, lo cual me parece una verdadera aberración, en tanto que serían los gabachos los que debieran ser inmigrantes en las zonas que mencioné anteriormente.

Ya entrado en el tema, no me quedó otra opción que finalizarlo, por más irritante que éste fuera. Ya no podría cambiarme a otro asunto, porque el espacio estaba por terminar, pero en realidad resulta muy importante esta temática, ya que se puede decir que es un remoto antecedente de la lucha heroica que actualmente están librando nuestros compatriotas en California y otros estados de USA, quienes merecen toda mi admiración y mis respetos.

Los pasajes de la historia, cualquiera que estos sean, se asemejan mucho a las historietas. A veces, sólo cambian los nombres de los personajes, pero las rivalidades son muy parecidas unas de otras. En la mayoría de las veces pueden ejemplificarse como la eterna lucha entre el bien y el mal, o entre héroes y villanos, aunque no siempre sean situaciones radicales. En ocasiones hemos encontrado ciertos matices, hasta cierto grado benevolentes, como me pareció el caso de Obama y, también, monstruosos extremos como es el caso del actual presidente, el malogrado y retrógrado Donald Trump.

Los tiempos cambian y los escenarios también. Me refiero a la forma, porque en el fondo las motivaciones de USA siguen siendo las mismas. En el caso de su relación de vecino con México, sigue ejerciendo un poderoso dominio sobre su geografía física y humana. El aplastante avasallamiento de antaño, ejercido por la vía militar, ha tornado a un dominio político y económico, aunque siempre respaldado por su poderío bélico. Es de reconocer, que tener a nuestro país atrapado en su puño no ha sido una labor tan difícil como podría pensarse, porque se trata de un “dominio por consenso”. Donde los artífices, que tejen finamente el entramado envolvente, son los miembros de la realeza económica, la oligarquía mexicana, como sucursal de las entidades internacionales que dictan las reglas del juego, obviamente respaldados por la clase política, los desleales legisladores y funcionarios públicos de alto nivel, que operan a favor de las inequidades del poder, traicionando de palabra y de obra a quienes protestaron servir patrióticamente.

Dominar a nuestro país ha resultado mucho más fácil de lo que se hubiera esperado, porque existen en operación, de manera sigilosa y permanente, formas muy sutiles de control como son los medios de comunicación de alto espectro. Sistemas muy sofisticados que funcionan como hipnosis colectiva para  favorecer e impulsar un estado muy especial de “apendejamiento permanente” en la sociedad mexicana.

Dicen que los trucos, los actos de prestidigitación más difíciles de descubrir son los más fáciles de realizar porque se hacen de la manera más simple, inverosímil, casi en la cara del espectador. Eso suele pasar con la situación en México, porque quién puede dudar de las maravillosas telenovelas de TeleRisa, de sus divertidos programas de concurso, de los bellos rostros de mujeres famosas, con un gran “talento” como Galilea Montijo y otras más que, además de carilindas, son doctas en economía como la Legarreta. 

Quién puede poner en tela de duda las premoniciones infalibles y los arrebatos verbales de Mhoni Vidente, o los “apasionantes” argumentos de la “Rosa de Guadalupe”. Qué se le puede criticar a los numerosos grupos que cantan narco-corridos, al Komander que da espléndidos recitales de música poética, sublime y deliciosa. Las novedosas series de capos del narco, que resultan imperdibles para un numeroso y selecto grupo de televidentes. O las más recientes, la didáctica y provechosa historia del “Sol de México” Luis Miguel. 

En fin, hay una larga fila de cruces: La nefasta televisión comercial capitaneada por el binomio de siempre “TeleRisa y TVApesta”, los eventos masivos de grupos que hacen apología del crimen, como si no bastara con lo que sucede en nuestras calles. Los distractores “inocentes” del futbol, la ausencia de un sistema educativo eficiente que considere a las artes como asignatura importante, los partidos políticos, los medios de comunicación masiva al servicio del poder y un cúmulo de elementos más que mantienen al pueblo lelo e ignorante.

La manipulación masiva es un método sencillo, fácil de ejecutar, pero es una de las formas más poderosas de dominar a un país, por esa razón creo que no es necesario ni una guerra, ni un tratado tan “amistoso” como el que da título a este artículo.

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