martes, 10 de octubre de 2023

"Un cariño especial"

 




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Un cariño especial"

 En medio de muchas noticias dignas de comentarse, esta ocasión pido permiso a mis amables lectores para escribir de un asunto personal que hoy me puso a pensar (bueno alguna vez tendría que hacerlo).  Se podría decir que este asunto es familiar, en tanto que tiene que ver con una de las tres perritas que, más que mascotas, son elementos importantes en la integración de nuestro hogar.

 No es la primera vez que me permito escribir de este hermoso espécimen canino que lleva por nombre “Melody”. Ella, una adorable perrita de la raza Manchester Toy, ha sido durante un poco más de quince años, la compañera leal y amorosa, protagonista estelar de muchas aventuras de vida para todos los miembros de la familia, aunque siempre hubo y persiste un acercamiento especial con mi esposa y conmigo, al grado que se desenvuelve como la hija consentida, pese a los correspondientes celos de más de uno de los otros miembros familiares, incluidas “Angus” y “Zoe” (las dos hijas de nuestra estrella perruna).

 Es lógico que con esa edad, mi Melody sea una anciana aunque, en una contabilidad humana, apenas ostente el título de quinceañera. En términos de la contabilidad perruna está en la etapa dorada del adulto mayor, con los achaques propios de esa edad. La otrora ágil cazadora (aunque siempre le han asustado los ratoncitos) veloz corredora y elusiva jugadora de pelota (casi como yo en mis buenos tiempos) hoy resiente la pesadez de los años, ha perdido no solo su agilidad sino también su vista y su oído.

 Es triste para nosotros pensar que su vida esté llegando a su final, aunque sabemos de antemano que eso sucede con las mascotas, ya que su vida animal es relativamente más corta que la humana. Quienes tenemos la fortuna de descubrir y disfrutar de la inmensidad del cariño y fidelidad de un perrito, sabemos que no será fácil asimilar ese temido momento.

 Lo anterior es el preámbulo de esta nueva odisea que inició la noche del martes. Nuestra querida hijita canina se mostró más desganada y cansada que de costumbre. La señal más alarmante que podemos descubrir es que no quisiera comer su ración diaria de pollo y carne. Es ahí cuando siempre se encienden las alarmas. Por si eso no fuera suficiente, le apareció una considerable inflamación en la parte derecha de su cuello y su cuerpo mostraba la temible calidez de la fiebre.

 Como suele suceder casi siempre, las enfermedades se lucen en llegar por la noche, cuando todo se dificulta más de lo normal. La contingencia de Melody, llegó casi a la media noche, cuando ya resulta extremadamente difícil conseguir los servicios de un veterinario. Hicimos algunos intentos que terminaron en rotundos fracasos. Mi esposa y yo tuvimos que estar atentos a las reacciones de la enfermita y cuidar que su endeble y febril mente no le causara algún accidente, ya que suele chocar contra lo que se atraviese en su camino, sea una puerta, un muro, la mesa o una silla. Lo anterior dio por resultado que tuviéramos que pasar una larga y mala noche, con sobresaltos recurrentes y periódicos despertares.

 Por la mañana nos percatamos que la enfermita seguía empeorando. No había que pensar mucho, habría que correr y acudir al veterinario en cuanto este abriera las puertas de su clínica. La urgencia ameritaba tramitar los permisos laborales necesarios para atenderla. Dejamos el café matutino y el apetitoso desayuno para otro momento y ahí vamos. Excelente atención del diligente veterinario, un auténtico doctor Dolitlle, que calmó con sus hipnóticas manos y tranquilizante tono de voz a nuestra bella paciente. Una amplia y profesional auscultación y una convincente y detallada explicación que nos permitió valorar cabalmente la situación.

 Fue un momento difícil cuando el médico te pregunta sutilmente qué es lo que deseamos hacer con nuestra querida enfermita. Un algo así como “quitarla de sufrir” o atenderla hasta sus últimas consecuencias. Por supuesto que ni siquiera dudamos en la respuesta. “Queremos que haga todo lo posible (y hasta un poquito lo imposible) para que Melody sane y nos siga alegrando la vida el tiempo que Dios permita.

 Dicho lo anterior, se le hicieron los estudios pertinentes y el manejo quirúrgico ambulatorio indispensable  para drenar el absceso que presentaba y, después de unas diez horas de observación, pudimos regresarla a dormir a casa. A partir de ahí, inicia el cuidado especial y el tratamiento para lograr reanimar el cansado y esbelto (ya flaquito) cuerpo de la antes despampanante belleza canina, su graciosa majestad Meloy Primera.

 Para las personas que nunca han tenido en casa un animalito como estos, quizá la historia no signifique nada, pero estoy seguro que para muchos otros, que aman a los perros, gatos y otros animales, tendrá mucho sentido esta pequeña historia de la vida real.

 Siempre he sido positivo en mi visión de la vida y estoy cierto que nuestra amada Melody saldrá de este trance y seguirá en nuestro hogar, chocando con muebles, sillas  y otros obstáculos y, aunque no pueda vernos ni escucharnos, podrá comunicarse a la perfección con nosotros mediante el universal, hermoso e infalible lenguaje del amor. La angustia vivida y los recursos materiales y emocionales empleados para resolver este incidente de salud, solo hablan del enorme cariño que esta pequeña princesa canina de pelambre color caramelo y ojos expresivos ha logrado sembrar y cosechar en el corazón de quienes tenemos (aún gracias a Dios) la dicha de tenerla en nuestro hogar.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.