jueves, 15 de agosto de 2019

"Semana aguada"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Semana aguada"


Casi estoy seguro que las personas que lean el título de este artículo de inmediato pensarán que hago referencia a siete días que pasaron desapercibidos, sin acciones o hechos dignos de contar o comentar, ya que se suele usar ese término como sinónimo de aburrida o sin chiste. En realidad estoy usando la palabra aguada en la acepción que se refiere a «una avenida de aguas que inunda total o parcialmente las labores de una mina» según el tumbaburros de la Real Academia Española de la Lengua (RAE).

Pero ¿Qué es lo que realmente quiero decir? Pues, simplemente que, la semana que precede a la publicación de este texto, fueron días pasados por agua, de esos que provocan las temibles inundaciones que desnudan las deficiencias de los sistemas de alcantarillado pluvial de la capital del estado. ¿que ya he tocado este tema, anteriormente? Por supuesto que sí. De distintas maneras. Pero, qué importa, si es uno de los temas más recurrentes de la ciudad y sus alrededores.

Fue evidente que la tormenta del día miércoles siete de agosto fue una de las más severas de la temporada, pues bastaba con ver las embravecidas corrientes que atacaron varios puntos de la ciudad, llevándose entre sus turbulentas aguas todo lo que encontraban a su paso. Mirar con tristeza la desvanecida esperanza en los colectores pluviales recién instalados frente al Instituto Tecnológico de Tepic (ITT), que fueron tristemente rebasados en su capacidad por las caudalosas olas de agua de cebada que inundaron, más que antes, toda la zona aledaña a la institución educativa, quedando la inquietud o la seguridad, mejor dicho, de que las obras recién ejecutadas bajo los auspicios de la Comisión Estatal del Agua Potable y Alcantarillado de Nayarit (CEAPA) fueron un rotundo fracaso.

Teníamos la fortuna de estar resguardados en casa cuando el cielo se caía a pedazos. Al principio no le dimos tanta importancia al aguacero que se abatía sobre la mayor parte de la ciudad, al final de cuentas pues es la temporada. La expectación empezó a dejarse sentir cuando nos asomamos por el ventanal del balcón que da a la calle y vimos que las aguas se mecían inquietas y amenazadoras. La corriente que se posesionaba de la calle donde vivimos, era un claro indicador que por las dos calles principales de la colonia debía estar pasando ya algo grave.

Efectivamente, nuestros temores no eran infundados, pronto inició la movilización de los vecinos que intentaban proteger su patrimonio. Cuando en nuestra casa las oleadas, provocadas por el paso de vehículos, hacen que el agua empiece a meterse un poco a la cochera, es casi seguro que las calles de Mar Báltico y Mar de Japón están sufriendo algunas afectaciones. Esta tormenta no fue la excepción, también causó muchos daños patrimoniales, principalmente en los menajes y vehículos. El saldo de la tormenta relaciona cuantiosos daños materiales ya que hubo familias que perdieron absolutamente todo lo que tenían en sus casas, sobre todo las de una sola planta. También se registraron pérdidas por las averías de sus vehículos automotores, sea en interiores o incluso en motores, sin considerar que algunos tuvieron la mala suerte de tener prácticamente pérdida total de sus carros.

La pregunta que nos seguimos haciendo es ¿hasta cuándo se le dará una solución realmente efectiva  a este viejo problema de las inundaciones? No quiero ser pesimista en relación a esa respuesta, pero la solución no parece estar en la clase política ni en los despachos legislativos locales. Para resolver un problema de esta naturaleza y antigüedad será imperioso el financiamiento de un proyecto integral, con los estudios hidrológicos, ambientales y demás, que necesariamente tendrá que autorizarse desde palacio nacional y quizá esto sea, a su vez, una carta de recomendación para el gallo que vaya a gobernar el próximo sexenio en Nayarit. De otro modo, a nadie se le ven hechuras para eso. Aquí solo hay personajes grises, legisladores mediocres en su mayoría, que enseñan el cobre por muy poco. Es prácticamente imposible imaginar un perfil de estadista en la grotesca figura de Pedroza o en la controvertida reputación de Mercado, o en muchos otros que creen que legislar es crear leyes para su beneficio e intereses, o allanar el camino a los fines del patrón, aunque se lleven entre las patas la seguridad económica de miles de familias.

En fin, se puede decir tanto de eso, pero solo da tristeza ver el paupérrimo panorama de las expectativas. La gente del pueblo sigue sufriendo por la pérdida de su patrimonio cada temporada de lluvias y en muchos de los casos no encuentra ninguna respuesta. En cuestión de infraestructura pluvial, los médicos de la política sólo recetan mejoralitos y siguen haciendo declaraciones de banqueta, en las que achacan la culpa a sus antecesores. Y, si bien es cierto, que desde hace muchos años se ha padecido una permisividad abusiva y corrupta, que propició un anárquico desarrollo urbano, con asentamientos irregulares en sitios y zonas de alto riesgo, las autoridades actuales poco han hecho para revertir ese estado de cosas y, además, castigar las conductas dolosas y delictuosas de quienes les antecedieron en sus cargos.

Las lluvias, cada vez más severas por el cambio climático, desnudan por enésima vez las deficiencias de la ciudad, en lo físico, la falta de una infraestructura pluvial suficiente y eficiente, que los administradores del erario, la gestión política y socio económica no han podido o no han querido brindarle a la comunidad. En lo social, la falta de conciencia de la ciudadanía, la carencia de una cultura de la limpieza y manejo de la basura que, cuando es mal manipulada, termina siempre en las alcantarillas, obstruyendo la poca capacidad de las mismas. La insuficiencia o escasez de camiones recolectores, material y equipo para que los trabajadores de aseo público puedan desempeñar mejor su trabajo, haciendo de mayor impacto sus labores realizadas en condiciones deplorables.

Muchas cosas por hacer para ayudar a que los vecinos de la capital no sigan sufriendo las pérdidas anuales de patrimonio familiar, pero, muy poca la confianza en que las autoridades las harán. A estas alturas, a los funcionarios mayores nada de esto les interesa, al fin y al cabo a la temporada de lluvias solo le resta mes y medio, y después la gente olvida esos asuntos. Mejor se siguen dedicando, unos a hacer campaña y otros a sus espectáculos y sus negocios, aunque algunos de estos últimos no sean tan ecológicos como parecen.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.