viernes, 13 de enero de 2023

"Panorama 2023"

 





JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Panorama 2023"

Es un gusto dar la bienvenida al año 2023 que inició apenas hace unos días. Antes de cualquier apreciación o idea creo que todos debemos celebrar que estamos vivos y hemos arribado a este nuevo ciclo de experiencia anual. Antes de siquiera pensar en que tan bien o tan mal vendrá el año, es justo agradecer a Dios (o a quien ustedes quieran) por la bendición o el milagro de la vida.

 Sin temor a equivocarme, la salud y el buen estado de la misma que nos permite preservar la vida, es uno de los factores de mayor importancia que tenemos. De ahí aquellas populares frases: “Sin salud no tenemos nada”, “Que tengamos salud, lo demás como sea”.  Ya tuvimos la oportunidad de valorar no solo la salud individual sino también la salud pública, cuando sufrimos los embates de la terrible pandemia del coronavirus y supimos, por la traumática experiencia de aislamiento, que debemos cuidarla y valorarla. Ahora mismo “están de moda” las enfermedades respiratorias. Los resfriados comunes por los cambios de clima son el pan de cada día en esta época invernal. Yo no soy la excepción, ni mi esposa tampoco. Ambos estamos pasando por una crisis de salud, sufriendo los temibles y molestos síntomas del dolor de garganta, ojos llorosos, la tos y las insoportables flemas, que nos hacen sentir incómodos en la soledad y mucho más en compañía.

 Pero dejemos de lado la salud física y volteemos hacia la salud económica. Creo que en este rubro se siente igual que la mencionada pandemia. Al menos en la exagerada cantidad de personas que sufrimos esa calamidad. Ya pudimos observar en el año anterior la escalada de precios. Ni siquiera entraré a los detalles técnicos, quizá solo mencionar como datos generales que la inflación en México al cierre del 2022 fue de 7.82 por ciento y que es el porcentaje más alto que se registra en diciembre desde hace al menos dos décadas.

 Quizá lo anterior no les diga mucho a algunas personas, pero son muchas, sobre todo amas de casa, que sufren los horrores de acudir a un mercado o un centro comercial y constatar que la misma cantidad de dinero que suelen gastar en la despensa no les alcanza para adquirir los mismos productos que tradicionalmente compraban. Sin necesidad de tener una maestría en finanzas, nuestras valerosas heroínas son fieles y estoicas testigos del proceso inflacionario, la carestía de la vida y la precarización de los empleos. En otras palabras, son ellas quienes perciben con mayor claridad la desmedida desigualdad entre el aumento de los precios de los productos de la canasta básica y la poca o nula movilidad positiva de los salarios.

 No creo que sea difícil entender esa situación, puesto que se vive a diario, prácticamente como una pesadilla cotidiana, pero existen ejemplos de esta disparidad que son muy ilustradores. Tal es el caso de los trabajadores sindicalizados de la burocracia estatal que, además de que no se han actualizado positivamente las prestaciones del convenio laboral desde el 2013, tampoco se ha aplicado desde hace varios años el aumento anual que autoriza la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI). Lo que hace evidente el estado de indefensión de los trabajadores ante el embate de la carestía de la vida y, con ella, el debilitamiento de su poder adquisitivo. Este tipo de situaciones ejemplifica de manera ostensible, el sentido que tienen las prestaciones laborales que se obtienen por la vía de las conquistas sindicales, ya que son precisamente apoyos para complementar y fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores ante lo insignificante de la mayoría de los sueldos que no son suficientes para proveer a sus familias los satisfactores básicos necesarios para disfrutar de una vida medianamente digna. Entre otros ejemplos, aquí podríamos citar la despensa que a finales del año se otorgaba a cada trabajador para apoyar la economía familiar y que hace varios años que dejó de entregarse.

 En el párrafo anterior, comentamos únicamente lo que se refiere prácticamente a la adquisición de la canasta básica, pero ¿qué sucede con lo demás? Recordemos que “no solo de pan vive el hombre”. ¿Cuántos esfuerzos más habrá que hacer para allegarte los servicios? ¿Qué pasa con los combustibles? La gasolina carísima (promedio de 25 pesos por litro de la “Premium” o roja). El tanque de gas de 30 kilogramos que ha llegado a costar cerca de los 800 pesos. Los costos de la electricidad, los pagos de impuestos, predial, agua y no se diga los controvertidos (por injustos) “emplacamientos” y refrendos vehiculares que son una pesada carga para los exiguos presupuestos familiares.

 ¿Qué podríamos decir de la salud social? Entendida esta como la paz que toda sociedad debiera disfrutar en todo momento. Se puede decir que en nuestra entidad se goza de una situación bastante aceptable. Sobre todo si la comparamos con la que se vivió en tiempos de los tristemente célebres exgobernador Sandoval y el exfiscal Veytia, pero no podemos decir que estamos plenamente exentos de situaciones que amenazan nuestra seguridad, ya sea por factores externos, como lo sucedido en Sinaloa o sean internos, propios de las condiciones y circunstancias de nuestro maltratado e inestable tejido social, pero ya habrá oportunidad de comentarlos en otra ocasión por obvias razones de espacio.

 Por esta vez, aquí le dejamos, esperando que las cosas que están mal puedan mejorar y que las que se avecinan como buenas noticias sean muchas y bienvenidas. Aprovecho la ocasión para desear a mis amables lectores que este año 2023 sea propicio para sus anhelos y propósitos. Deseo lo mejor para todas las familias, esperando que me sigan favoreciendo con el privilegio de su lectura y acompañamiento. 

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.