jueves, 22 de febrero de 2018

¿Y ahora qué?



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



¿Y ahora qué?



La pregunta que le da título al presente artículo es una gran duda que ha germinado en mi mente y me ha venido acompañando desde hace días. No se trata de algo existencial o filosófico ni nada por el estilo. Esta interrogante tiene que ver con la incertidumbre que se respira ante un panorama social que, a mi juicio, empieza a arder por todos lados.

Es, además, una pequeña frase de tres palabras que encierra toda una reflexión en torno al futuro de una nación que se debate entre la vida y la muerte. Quise traerla aquí por considerar que es el momento más oportuno para esta reflexión.

¿Y ahora qué? Se refiere a muchas cosas delicadas y cuando digo se debate entre la vida y la muerte no es en sentido figurado, desgraciadamente esa expresión está sustentada en una cruel literalidad. La nación presenta signos inequívocos de una enfermedad terminal que nos agobia y nos atemoriza. No es un diagnóstico de escritorio el que nos indica que algo está muy mal. Es el miedo a ser acribillado en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera. La violencia está haciendo estragos entre los ciudadanos inocentes, que caen abatidos por las armas de los malos que lo son de verdad y de los malos que debieran ser buenos. Cualquier sitio es escenario posible de ver correr la sangre de jóvenes y de adultos y, a veces, hasta niños que caen como pajaritos entre el fuego cruzado de individuos que luchan por consolidar la hegemonía, el altar de sus intereses personales, económicos, criminales.

¿Y ahora qué? Se refiere a qué vamos a hacer los ciudadanos ante la abrumadora opresión de parte de los que detentan el poder. Se refiere a qué otra cosa debemos esperar para poner un “hasta aquí” o un “ya basta” al indignante sojuzgamiento a que hemos sido sometidos durante tantos años y que, hoy, registra niveles alarmantes que rebasan lo inhumano y lo prosaico. Se refiere a qué más estamos dispuestos a soportar. Si debemos esperar una nueva ocurrencia maquiavélica del gobierno servil a los intereses de las oligarquías para arrebatar un pedazo más de la riqueza de los mexicanos.

¿Y ahora qué? Se refiere a la ostensible apatía ante las criminales lesiones infligidas a la sociedad en general y a la clase trabajadora, en particular. Se refiere a la exasperante inmovilidad social ante la infame explotación de un pueblo adolorido por los golpes letales a su posibilidad de un sustento digno. Se refiere al criminal desmantelamiento de los sistemas de salud  y de pensiones. A la privatización, disfrazada de la industria energética y al intento por hacer lo mismo con el agua. Al desmedido afán de lucro de los que poseen la mayor parte de la riqueza del país y que no se han conformado con ello. Siguen sangrando a las familias en un evidente intento de revertir los pasos de la historia económica y retroceder a los estadios de la esclavitud y el feudalismo.

¿Y ahora qué? Se refiere a los desafíos que tendrá que enfrentar el movimiento sindical ante los nuevos embates del gobierno por desaparecerlo o sojuzgarlo. Cuáles serán las estrategias que habrán de implementarse para despertar la conciencia de clase y el sentido de identidad y pertenencia social entre los trabajadores con sus respectivos gremios.

En este sentido, me parece muy loable el esfuerzo que el sindicalismo nayarita de vanguardia, está realizando a través de su máxima representación que es el SUTSEM. Creo que es un acierto, además de una clara respuesta a la interrogante que traje hoy a escena. Una de las mejores estrategias para poder contrarrestar el desalmado intento de avasallamiento del sindicalismo por parte del gobierno, es la capacitación sindical. Es implementar espacios de información y reflexión que permitan el análisis de la situación actual desde la perspectiva del trabajador sindicalizado y de la importancia que tiene su participación activa en ese ámbito.

Desde mi punto de vista, es un buen paso, el primero de muchos que se deberán dar, ya que los seminarios de capacitación, formarán cuadros sindicales ágiles y conscientes del papel que les toca protagonizar en este decisivo momento histórico del sindicalismo y de la realidad social de un México que nos necesita a todos. Además de crear la conciencia crítica de lo social y lo político, por tratarse de representantes de grandes grupos de trabajadores, permitirá un positivo efecto multiplicador de la información recibida.

¿Y ahora qué? Se refiere, finalmente, a todas las preguntas que nos debemos hacer a nosotros mismos. ¿Cuál es el papel que jugamos en torno a las decisiones cruciales en este año electoral? ¿Estamos conscientes de la necesidad de un nuevo proyecto de nación? ¿Veremos de nuevo el fraude electoral en nuestro sistema? ¿Seremos capaces de dejarnos engatusar de nuevo por el podrido régimen autoritario y corrupto que nos gobierna actualmente? ¿Permitiremos que sigan gobernando los mismos corruptos que nos han saqueado? ¿Seguirán impunes y/o prófugos los que se llevaron el dinero del erario?

¿Y ahora qué? Encierra las anteriores preguntas y muchas más que quedan por hacer. Es un llamado a la cordura, a la reflexión. Es el grito silencioso  de una sociedad agraviada hasta la médula. Es un alarido de furia y de rencor hacia los que nos han humillado y lastimado. Es un grito de guerra pacífico pero decidido. Es un clarín que nos convoca, una luz que nos permite ver la realidad que vivimos por más ominosa que ésta sea. Es un canto de amor a la libertad, es una invitación a unir nuestros brazos y marchar juntos hacia la reivindicación de nuestra dignidad. Es abrir los ojos y los corazones hacia un horizonte promisorio de justicia social, de mayor equidad, de paz y de concordia. Es ver, a través de una nueva luz, la silueta orgullosa de un país que merece una mejor suerte.

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