viernes, 1 de abril de 2022

"Ensayo del olvido"

 




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Ensayo del olvido"


Me quedo quieto y sonrío para mis adentros. Estoy recordando un incidente que me sucedió la mañana de ayer. No es nada del otro mundo pero si me puso a pensar (que presumido amanecí hoy) en las implicaciones que pudiera tener el perder la memoria o tal vez empezar a descuidar, involuntariamente, algunas de las cosas simples, naturales, que son tan habituales en nuestro quehacer diario.

 Era ya casi mediodía y mi organismo, siempre preciso, me hacía la primera llamada para acudir al tocador (y no precisamente para polvear la nariz) sino una de las necesidades que solemos denominar con el primero de los números cardinales. Busco mi cubrebocas en el sitio que suelo ponerlo y no lo encuentro. Lo puse en algún cajón de mi escritorio —pensé con seguridad—, mientras abría el primero de los cinco que tiene. No hubo éxito, continúo el operativo “búsqueda implacable”. No está el indispensable aditamento pandémico por ningún lado. Repito la revisión en todos los cajones y nada. Me asomo al piso pensando en que quizá lo tiré sin querer. Busco por todos lados y nada de nuevo. Hasta que llegué a la conclusión que no lo traje conmigo a la oficina.

 Seguramente lo dejé en mi camioneta, pero ¿Cómo pudo suceder eso? No es el hecho del olvido, quizá atribuible al apresuramiento para checar mi entrada a tiempo, sino cómo era posible que mi esposa, que me acompañó en todo momento, no se hubiera percatado de ello y hacerme la observación. Todavía más extraño e inexplicable es que la persona encargada del filtro de acceso a la zona de oficinas no me haya visto o si me vio por qué no me lo hizo saber, tal vez no en forma punitiva pero si a manera de advertencia.

 La conclusión era inequívoca, entré por el filtro sanitario, caminé por el pasillo principal hasta el “checador”, entré hasta mi oficina, saludé a quienes me antecedieron en la llegada y no pasó nada, ninguna observación. Así sucedió todo hasta que llegó a mi cuerpo el llamado de la naturaleza, el momento de ir al sanitario. No les platicaré lo que tuve que hacer para poder regresar al estacionamiento y hacerme de mi ansiado cubrebocas sin tener que pasar por la pena de caminar esa ruta con mi rostro descubierto. Entendí entonces lo que sufren las mujeres musulmanas cuando por equis razón se desprenden de su hiyab.

 Pasó el momento de desasosiego y llegó el de reflexión. Las alarmas de mi mente se encendieron todas al unísono. ¿No será acaso el primer indicio de un desgaste cerebral?, ¿será que a esta edad que tengo ya empieza a fallar la memoria? Así giraron en mi loca cabeza una vorágine de ideas trastornadas y preocupantes. Luego vino la calma, después las ocupaciones habituales me distrajeron y olvidé de momento el asunto. Hoy me pongo a reflexionar de lo difícil que puede llegar a ser para las personas que sufren este tipo de padecimientos que tienen que ver con la memoria. Por lo que he observado los hay de varios tipos e intensidades. La cuestión científica se las dejo a los médicos yo solo comentaré acerca de las experiencias observadas en torno a personas que han tenido la desdicha de padecer estas afecciones.

 He visto personas que han perdido por completo la memoria a consecuencia de la enfermedad llamada Alzheimer y créanme que es doloroso ver esos dramáticos cuadros familiares. Muchos de esos pacientes llegan a perder por completo la conciencia de su entorno, incluso al grado que su cuerpo “olvida” realizar sus necesidades. No reconoce a sus familiares más cercanos, mucho menos recuerda cosas de su pasado. Ese es el más extremo de los casos de pérdida de la memoria aunque, desde mi punto de vista, es más triste la situación que se presenta al revés, cuando el abuelo está lúcido y relativamente sano pero sus hijos y nietos se olvidan de él. Ese es el caso más terrible de olvido que conozco. Y, desafortunadamente, no es cosa de la memoria sino del corazón, además que son casos que se ven cada vez con mayor frecuencia en nuestras sociedades.

 Lo mismo se puede decir de los padres (padre o madre) que se olvidan de sus hijos y los abandonan cuando son pequeños e indefensos. Cuando se olvidan de acompañarlos en el crítico periodo de la adolescencia y permiten que se desvíen por senderos intrincados donde la vagancia, las adicciones y el crimen, suelen ser sus opciones más cercanas. Todos esos casos son olvidos imperdonables.

 Pero también hay otros olvidos que no se pueden perdonar y se refieren a los políticos que llegan a ser gobernantes en las distintas esferas del poder público. Como por arte de magia, cambian el chip de su memoria y olvidan sus promesas de campaña. Se olvidan de atender a quienes fueron sus entusiastas impulsores, de la demás ciudadanía y de sus detractores (con mayor razón). También se olvidan de que tienen que ver por las necesidades del pueblo, por los compromisos pendientes con los trabajadores al servicio del estado, los maestros, los campesinos, los comerciantes y todos los sectores que forman parte de la ciudadanía que ha sido burlada tantas veces por gobiernos nefastos que, bajo el cobijo de la corrupción y la impunidad, han saqueado las arcas públicas, despojado a particulares de sus patrimonios y han hecho usufructo de los recursos naturales de manera desmedida.

 Otro olvido imperdonable es la nula o mala aplicación de la ley de parte de quienes deben velar por la prevalencia de la justicia sobre la impunidad, los jueces, los magistrados y todos los que la representan. Los legisladores y legisladoras que se han olvidado que representan los intereses populares y no los de un grupo de vividores de la política que se han perpetuado comiendo las entrañas de los desposeídos. En fin hay tantos olvidos imperdonables que subyacen en la línea de supervivencia de un pueblo maltratado, humillado y sumiso, mientras el grupo de intocables disfruta las mieles de la riqueza mal habida. ¿Usted qué opina, estimado lector?


RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORR|||EO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.




¿SEMANA SANTA O NORMAL?

¿SEMANA SANTA O NORMAL?

 

Ya estamos a pocos días de que la Semana Santa, Semana Mayor o la semana más importante para la Grey Católica inicie.

 

Como es bien sabido, estas fechas en las que se conmemora la Pasión de Cristo cambian cada año al fijarse éstas según el calendario lunar. Los días festivos de Semana Santa normalmente se consideran de Jueves a Domingo; para quienes laboran en la iniciativa privada, únicamente el Viernes Santo es inhábil y para algunos trabajadores, ni siquiera ese día se les otorga como día de descanso.

 

Mientras que millones de mexicanos se echa un ojo al calendario laboral de 2022 desde el mes de enero, suele ser frecuente acabar mirando cuándo “cae” la Semana Santa, aunque claro está que siempre tienen lugar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Así, el Domingo de Resurrección se celebra el primer domingo tras la primera luna llena de primavera.

 

Las actividades de la Semana Santa para este año son:

 

10 de abril, Domingo de Ramos. Último domingo de la cuaresma. Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.

 

11 de abril, Lunes Santo. Se rememora los pasajes de la unción de Jesús en casa de Lázaro. y la expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén.

 

12 de abril, Martes Santo. Anuncio de Jesús sobre la traición de Judas.

 

13 de abril, Miércoles Santo. El Sanedrín, el tribunal religioso judío, se reúne para condenar a Jesús.

 

14 de abril, Jueves Santo. Se conmemora la Última Cena; el Lavatorio de los pies; la institución de la Eucaristía, la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní o Huerto de Los Olivos, donde pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.

 

15 de abril, Viernes Santo. Día en el que murió Jesús en la Cruz para salvar a los hombres, que incluye la prisión, los interrogatorios de Caifás y Pilato, la flagelación, la coronación de espinas, el Vía Crucis, la Crucifixión y la Sepultura de Jesús.

 

16 de abril, Sábado Santo. Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.

 

17 de abril, Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua. La Resurrección de Jesucristo. Es el día más importante y más alegre para todos los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.

 

La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.


¿GUARDAR O VACACIONAR?

Aunque cada vez es menos frecuente entre los fieles católicos el seguir al pie de la letra la Semana Santa, sí hay aún quienes el Domingo de Ramos acuden a los templos para adquirir y bendecir sus palmas, mismas que luego colocan a la entrada de sus casas.

 

Los días Jueves a Domingo, se mantienen en casa, para ellos es imperativo el guardar esos días.

 

De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, un día de guardar es un día “de precepto” que es aquél en el que la Iglesia católica manda “que se oiga misa y que no se trabaje”, durante los días más solemnes del año cristiano: el jueves y viernes santos, el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección.

 

Es comprensible que los días de guardar sean equiparables a las expresiones guardar luto, guardar compostura y guardar silencio.

 

Aunque también es comprensible que hoy en día para miles y quizás millones de mexicanos, los únicos días que coinciden con la familia para poder convivir y disfrutar con todos o la mayoría de sus integrantes, son precisamente los Días Santos.  Por ello, en lugar de guardarse en casa prefieren, al calor de la temperatura por la Primavera, acudir a balnearios, ríos y playas más cercanas.

 

Incluso hay familias que cada año planean sus vacaciones a lugares turísticos alejados del lugar donde habitan, ya que como comentamos anteriormente, al ser los únicos días de asueto general, los dedican “a turistear en grande”.

 

Si su opción o planeación es salir de casa, con la familia completa, no olvide tomar precauciones; organice bien sus gastos, considere que pueden presentarse situaciones imprevistas, pero por sobre todas las cosas, recuerde siempre el mayor de los consejos: ¡¡SI TOMA, NO MANEJE!!

 

Disfrute sus días de guardar en casa o de vacacionar con su familia.

 

 

**MIEMBRO FUNDADOR DE FRECONAY, A.C.**

Agradeceremos sus comentarios y sugerencias en el celular (311) 910 77 77 o bien, en el correo electrónico enriquelibre@gmail.com