sábado, 3 de julio de 2021

Masoquismo: definición, tratamiento, ejemplos y más

 SAÙL ARMANDO LLAMAS LÒPEZ

El masoquismo es una forma de la perversión y un constructo relativo a la pregunta -¿Cómo goza una persona? El psicoanálisis ha arrojado luz sobre esta disposición psíquica singular que supone un modo enigmático de obtener placer... en el displacer. ¿Quieres saber más? ¡Haz clic aquí!

¿Qué es el masoquismo?

El masoquismo es un término introducido por el psiquiatra alemán Richard Von Krafft-Ebing. Está basado en la novela “la venus de las pieles”, del escritor austriaco Leopold Von Sacher Masoch (de su apellido se acuña el termino), cuyos personajes centrales obtenían placer sexual a través del maltrato y las humillaciones padecidas.

Se analiza en conjunto con el sadismo, como una tendencia a causar dolor al objeto sexual o a ser maltratado por él. Algunos autores describen el sadismo y el masoquismo como dos formas expresivas del mismo fin, placer por el dolor, en forma activa (sadismo) o en forma pasiva (masoquismo). Por lo tanto aquí el dolor es el fin en sí mismo y se encuentra indisociablemente ligado a la sexualidad. Tanto el emitirlo como el recibirlo implicarían a priori un alivio de la culpa generada por esta actividad.

Desde el estudio de los tres ensayos de una teoría sexual (1905), Freud muestra la naturaleza del masoquismo y advierte que se trata de una aberración sexual ligada al sadismo, sólo que vuelto sobre la propia persona. Más tarde, entre 1914 a 1919, lo describe como una modalidad del carácter relacionada con el autocastigo neurótico; mientras que en Más allá del principio de placer (1920), directamente lo liga con la pulsión de muerte.

A partir de una de sus últimas elaboraciones teóricas al respecto, en “El problema económico del masoquismo”, Freud establece una distinción entre Masoquismo erógeno, Masoquismo femenino y masoquismo moral. Del primero, se derivan las otras dos formas:

Masoquismo erógeno

En su primer sentido, como perversión, el masoquismo erógeno se establece a partir de una alteración de la fase de situación-estímulo sexual a partir de la cual la función sexual  consiste en la posición de pasividad extrema ante su vida erótica, con la meta de obtener placer a través del dolor y el sufrimiento infligido por otra persona.

Esta posición de pasividad configura una de las formas en que el sujeto masoquista experimenta el amor del Otro a través del dolor, situándose como un objeto para éste y, en ello, logra acceder a la fase de excitación y al orgasmo. Recordando a Freud podríamos afirmar que, desde esta perspectiva, “el masoquismo no es sino un sadismo dirigido contra el propio yo”.

Masoquismo femenino

Por otra parte, el masoquismo femenino puede expresarse en las fantasías o conductas de autoflagelación, en las cuales la persona se coloca como objeto para un sujeto a quien le atribuye cualidades superiores de índole paterna. Un ejemplo de ello son algunos rituales religiosos en los que, a través del propio sufrimiento y sacrificio, el superyó se liga al fetiche religioso-paterno para percibir al yo como un objeto sucio y pecador.

Una de las características centrales del masoquismo es la posición infantil de la persona y la tendencia a percibirse como “indigno”. Desde esta posición, el sujeto tendrá una actitud de dependencia respecto al semejante, y esperará ser maltratado para reafirmarse inconscientemente como un “niño malo”. Además experimentará fantasías de:

·         Ser amarrado.

·         Ser golpeado (especialmente en las nalgas).

·         Ser insultado.

·         Ser humillado o ensuciado

·         En casos agudos, ser mutilado.

Para Freud, la posición infantil pasiva se relaciona con la feminidad y se sustenta en la fantasía de ser castrado y dominado, lo cual articulará la actitud de sumisión frente a la figura amada, buscando reconocimiento en tal lugar. Freud destaca el hecho de que, con frecuencia, se advierte en los varones con esta tendencia el síntoma de la impotencia psíquica-sexual.

Masoquismo Moral

En el masoquismo moral lo que hay es una desmezcla de la pulsión de muerte respecto a las pulsiones sexuales. El fin que persigue esta tendencia masoquista es el sufrimiento marcado porque el sujeto presenta una rebaja moral de sus cualidades, patentadas por sentimientos de culpa inconsciente según el cual el súper-yo se satisface de forma sádica en degradar al yo.

Esta desmezcla pulsional puede constatarse en el carácter cuando, inconscientemente, la persona tiende a no renunciar a su sufrimiento; por lo que busca y organiza experiencias, escenarios y situaciones dolorosas o humillantes para obtener una satisfacción en el autocastigo y en el fracaso. Esto Freud lo denominó también como “necesidad de castigo”.

¿Cuál es la causa del masoquismo?

La causa del masoquismo se remite a las fantasías infantiles arcaicas que giran alrededor de los padres. De modo que la causa es la ligazón entre deseos incestuosos del complejo de Edipo y los sentimientos de culpa ante tales fantasías.

Dado los impulsos activos de la masturbación dirigido a la figura de los padres, acontece la represión; y el niño adquiere una posición pasiva ante tales representaciones a causa de la culpabilidad de sus deseos incestuosos, articulándose la fantasía de “ser pegado” por el padre y a su vez “ser amado” por él.

En otros términos, la causa del masoquismo es la expiación de la culpa incestuosa, que induce al sujeto a asumir un lugar pasivo-femenino respecto al otro a partir de lo cual la persona consigue un estado primitivo-infantil en el mundo, para ser deseado en su propia destrucción.

La influencia de los adultos a cargo

Freud dio un papel importante a la psicoeducación y al rol del padre en la dinámica familiar, porque si un padre durante la infancia fue severo, tuvo actitudes violentas o desalmadas, el súper-yo del niño, introyectará estas cualidades y el Yo adquirirá un rol pasivo.

De este modo, las actitudes severas y violentas incorporadas, se hacen sádicas en el súper yo. En consecuencia, el yo de la persona se vuelve autodestructivo y excesivamente pasivo, pudiendo incluso ponerse en situaciones donde busque ser de alguna manera aniquilado, humillado y maltratado, ya sea por un jefe, una pareja, o también autocastigado por inclementes sentimientos de culpa.

La paradoja de la conciencia moral

En otras ocasiones el superyó no toma como modelo a las instancias parentales, sino a la tentación por los objetos edípicos. Esto implica que con frecuencia nos encontramos en la clínica con pacientes sumamente culposos y de estructura masoquista, y que han tenido una crianza "benévola" y llena de amor.

Esta paradoja se produce por el modo reactivo de la defensa ante la hiperternura despertada sobre el niño por los objetos parentales prohibidos. La culpa y la necesidad de castigo se elevan a niveles patológicos como un último recurso o barrera que asegura la prohibición del incesto.

En efecto, Freud nos enseña que la severidad del superyó no está tan ligada a los modelos parentales cuanto lo está a la tentación de acceder a los objetos del Edipo. El castigo aparece, en primera instancia, como un modo de impedir y contrarrestar las mociones edípicas pero, en un segundo momento (a causa de la estrecha ligazón entre el superyó y el ello) la satisfacción pulsional resignada en primera instancia se desplaza sobre la hipervigilancia de un superyó tiránico que reclama más y más renuncias.

Destinos de la pulsión

Desde la perspectiva del psicoanálisis, el psiquismo en la vida infantil se despliega desde la pulsión o empuje constante para descargar tensiones y obtener placer. Al inicio, la descarga se obtiene de forma activa y autoerótica, es decir, usando la musculatura (por ej. Reteniendo y expulsando las heces) y a medida que va creciendo, lo activo adquiere cualidades masculinas y lo pasivo femeninas.

Cuando llega a la adolescencia, el destino de la pulsión busca una satisfacción externa, pero puede no dirigirse a objetos exteriores, sino “vuelta a la persona propia” permitiendo al sujeto hallar un lugar al ponerse a sí mismo como un objeto generando una satisfacción pasiva.

Al mismo tiempo, cuando la pulsión se vuelve hacia el propio yo, hay una ambivalencia y mudanza del amor en odio, esto es lo que Freud llamo “trastorno en cuanto al contenido” del destino pulsional, y se ejemplifica en las llamadas “relaciones tóxicas” donde el nivel de odio experimentado en las peleas es el mismo que el nivel de amor.

Masoquismo y melancolía

De acuerdo con lo anterior, también los destinos de las pulsiones pueden dirigirse hacia el propio Yo, cuando se retira la libido que estaba puesta en un objeto exterior, como ocurre por ejemplo en la melancolía ante la muerte de un familiar, una ruptura de pareja o la pérdida de un ideal, por ejemplo.

En esa dinámica, Freud destaca que lo que ocurre en la melancolía es una identificación con el objeto perdido que conducen a un grave empobrecimiento del yo. A partir de una pérdida no simbolizada como tal y tomando en cuenta que la elección de objeto del melancólico se realiza sobre una base narcisista (identificación plena con el objeto), una vez interrumpido el lazo con el objeto, el sujeto incurre en auto-recriminaciones, auto-desprecio y autodenigraciones que pueden culminar en el suicidio. Allí se pierde la relación con el mundo y el sujeto (identificado en parte con el objeto, en parte con el superyó sádico) se hace a sí mismo lo que querría hacerle a otro.

Sadismo y masoquismo: diferencias y semejanzas

A diferencia del masoquismo, el sadismo es la parafilia donde la persona obtiene el placer únicamente causando agresión y daño al partenaire. Su nombre deviene en honor a Donatien Alphonse François de Sade mejor conocido como “el marqués de Sade” quien escribió la novela “120 días en Sodoma”.

El sadismo es la perversión que parte de una posición activa para dominar, someter, agredir y humillar al partenaire sexual y en ello obtener la fase de excitación y orgasmo. En el sadismo, los anhelos, imágenes, deseos sexuales y tensiones se descargan de forma directa y dominante fuera del propio Yo. El masoquismo se diferencia del sadismo porque la pulsión de muerte es puesta no sobre el otro, sino sobre la propia persona. 

Conviene aclarar que ambas expresiones pulsionales: Activa y pasiva, coexisten en cada persona desde la vida infantil pero, debido a alguna fijación (como por ej. eventos traumáticos en la historia del sujeto), puede pronunciarse más de una forma que de la otra. En este sentido, el sado-masoquismo es una meta perversa de satisfacción que ubica al otro sólo en tanto soporte u objeto de una satisfacción autoerótica.

¿Tiene cura el masoquismo?

Es vital, para que un tratamiento psicoanalítico tenga lugar, que la persona con una perversión sexual o con rasgos de ella sienta incomodidad, angustia y una discordancia significativa por la realización de sus fantasías masoquistas, es decir, que acuda con un síntoma analizable.

En otras palabras, es necesario que el sujeto se pregunte a sí mismo sobre el sentido de su deseo, y no por medio de una demanda de normalización sino por una demanda de reconciliación con sus núcleos perversos.

De esta manera, el dispositivo analítico mediante la asociación libre, el análisis de los sueños y la función deseo del analista, ayudará al sujeto a hallar las coordenadas de los deseos inconscientes que lo habitan y reconciliarse con ellos en términos de su propia subjetividad, es decir, desde una posición ética y responsable.

¿Dónde surge el masoquismo?

El masoquismo como perversión sexual surge de la pulsión activa-agresiva que se vuelve hacia el Yo, motivado a sentimientos de culpabilidad inconsciente, formados a través de fantasías de maltrato, castigos o traumas en la vida infantil, incidiendo para que la persona se conciba como un mero objeto y no como un sujeto. A este respecto, nos recuerda Freud que “Todo castigo es, en el fondo, la castración, y como tal, el cumplimiento de la antigua actitud pasiva con respecto al padre”.

Para el psicoanálisis, el masoquismo surge de una situación de conflicto y tensión entre el Yo y el súper Yo. Por lo que la persona escudriña la manera para ser castigada sexualmente y obtener placer, o autocastigada por ideas de culpabilidad, -como en el masoquismo moral- para posicionarse como víctima.

De esta manera, condensa la aproximación al objeto interdicto y el castigo por la transgresión que este acto representa, como ocurre con muchos adictos que dicen consumir sustancias más que por el efecto de la sustancia en sí misma, por el alto nivel de culpa y paranoia que les produce hacerlo.

En resumen, en la dupla Sadismo-masoquismo, el sujeto se percibe con un narcisismo patológico, y busca “castigar-ser castigado” y en ese sufrimiento sentir placer. Por eso dijo Freud (1924): “ni aun la autodestrucción de la persona puede producirse sin satisfacción libidinosa." 

Sado-masoquismo: Ejemplos en el cine

Ahora bien, te preguntarás ¿Cómo se aplican estos constructos teóricos en la realidad? Para dar una extensión de contenido y visualizar los conceptos abstractos, te recomendamos ver dos películas: 1) El film danés “Nymphomaniac Vol I y II” del año 2013 dirigida por Lars von Trier y 2) “La secretaria” dirigida por Steven Shainberg en el año 2002.

Nymphomaniac Vol I y II (2013)

El film contiene numerosas referencias culturales a la música clásica, religión, simbolismo, mitología, y a las pasiones secretas del ser humano. La película se divide por 8 capítulos a manera de una novela escrita.

Empieza en un atardecer de invierno, donde la protagonista “Joe” (Charlotte Gainsbourg) se halla en el suelo de un callejón, maltratada, y un transeúnte: Seligman, va saliendo de su casa; la encuentra y le ofrece llamar una ambulancia.

Pero la mujer se niega a recibir tal ayuda, de modo similar a como el masoquismo moral del neurótico se resiste al tratamiento y a los avances de la cura. El film transcurre, pues, en un diálogo entre ambos, donde la premisa fundamental es que Joe se concibe como "una horrible persona” y Seligman intenta demostrarle lo contrario.

A lo largo del film, se pueden observar diversos conceptos complejos como: pulsión sexual, pulsión de muerte, impotencia psíquica, narcisismo patológico, ambivalencia de amor-odio, el modo reactivo de la defensa, fijación y sado-masoquismo. Podrás apreciar cómo la protagonista reduce su dignidad a ser un mero objeto para ser utilizada, humillada y maltratada por hombres, siempre a merced de un agudo sentimiento de culpa; pero a su vez, verás cómo actúa sus impulsos destructivos sobre otros…

La Secretaria (2002)

La protagonista Lee Holloway (Maggie Gyllnhaal) quien presenta una gran timidez y rasgos del trastorno límite de personalidad sale de una institución psiquiátrica para vivir de nuevo con sus padres dentro de su red de neurosis familiar. En el film se condensan muchos conceptos del presente artículo: verás cómo se actualizan -vía el fantasma masoquista- escenarios donde la protagonista busca a toda costa obtener placer a través del dolor, del sufrimiento y la humillación. Asimismo, Lee Holloway transfiere en la figura del abogado Mr. Grey (James Spader) las fantasías inconscientes de ser golpeada, ser amarrada, y ser maltratada por su padre sintiéndose como una “niña mala”… mostrando absoluta obediencia, dependencia, sometimiento y pasividad.

Autor: Kevin Samir Parra Rueda, estudiante y redactor en la Academia de Psicoanálisis.

Trastorno de personalidad masoquista: síntomas, causas y tratamiento

Esta alteración psicológica está relacionada con el odio hacia uno mismo.

Trastorno de personalidad masoquistaLa abnegación y autosacrificio con el fin de ayudar a los demás son aspectos que son valorados positivamente por la sociedad cuando parten de una voluntad de ayudar a alguien en un momento puntual. Sin embargo, existen personas que siempre ponen por delante las necesidades ajenas a las propias y que incluso llega a negar las suyas o la posibilidad de experimentar placer o alegría por sí y para sí mismos.

No estamos hablando de alguien generoso que nos hace un favor, sino de alguien que literalmente se dedica a suplir las necesidades de los demás incluso sin que estos lo pidan o lo consideren necesario. Personas que niegan todo tipo de reconocimiento, pero que a la vez se sienten profundamente ofendidos si su esfuerzo es ignorado. Personas con una emocionalidad constantemente disfórica, con pensamientos de no merecer nada positivo y una gran inseguridad y miedo.

Estamos hablando de personas con una personalidad disfuncional, que no les permite adaptarse correctamente al medio y les genera gran sufrimiento. Estamos hablando de lo que viven las personas con un trastorno de la personalidad masoquista o autodestructiva.

 

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El trastorno de personalidad masoquista o autodestructivo.

 

Se considera trastorno de personalidad autodestructivo o masoquista a aquel tipo de personalidad caracterizada por la presencia de un patrón de comportamiento y visión del mundo relativamente estable en el tiempo y a través de las situaciones en que aparecen de manera constante elementos de autodestructivos y de autonegación. Las personas con este tipo de personalidad se caracterizan por presentar un comportamiento autodevaluativo y buscador de dolor y sufrimiento, visible en la búsqueda de entornos que tienden a llevarle a la presencia de frustración o incluso a la búsqueda de maltrato o vejación (no es raro que tiendan a considerar aburridas a aquellas personas que se sienten atraídos por ellos y sentir atracción por personalidades sádicas), la negación de sus propias necesidades y evitación de buscar placer y diversión. Tiende a existir un rechazo hacia aquellas personas que le tratan bien, y negar la posibilidad de ser ayudado. Es probable que tras vivencias positivas busquen activamente vivir experiencias aversivas o que se depriman. Se trata de personas que manifiestan un comportamiento excesivamente abnegado y generoso hacia los demás, autosacrificándose a menudo a pesar de no ser necesario ni requerido. Además de ello, tiende a fracasar en el cumplimiento de sus propios objetivos. Suelen acumular situaciones de frustración y de autoperjuicio.

 

Las personas con este tipo de personalidad suelen ver a los demás o bien como seres necesitados de ayuda o bien como seres competitivos y crueles, mientras que se ven a si mismos como seres despreciables, merecedores de dolor o simplemente inútiles. Tienden a buscar la rutina y consideran que sus logros son debidos más bien a la suerte o a intervención externa. Se trata de personas con una elevada vulnerabilidad a la humillación, una gran inseguridad y miedo al abandono. No suelen pedir favores ni realizar grandes esfuerzos para lograr sus propias metas, teniendo una actitud más bien pasiva y buscando la gratificación en la abnegación y en beneficiar a los demás. Suelen permanecer en segundo plano y permiten abusos para con ellos, teniendo un perfil afligido y dando apariencia de sencillez. Es frecuente que presenten distorsiones cognitivas, se consideren inferiores y crean que tienen el deber de ayudar a los demás y nunca priorizarse. Asimismo, el hecho de ayudar a los demás les hace verse como necesarios. Es necesario tener en cuenta que este trastorno no se deriva únicamente de la vivencia o el miedo a vivir algún tipo de abuso, así como tampoco se produce exclusivamente durante la presencia de un episodio de depresión mayor.

 

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Afectación a nivel vital.

 

Evidentemente, las anteriores características generan que estas personas presenten una serie de importantes dificultades en su día a día, que puede cursar con un elevado nivel de sufrimiento. No es raro que experimenten elevados niveles de frustración, algo que a su vez retroalimenta sus creencias de ser indignos. En sus relaciones de pareja tienen tendencia a recibir abusos y maltrato, siendo frecuente que aparezcan conductas de sumisión absoluta. Ello también se refleja en otras relaciones: muchas personas pueden aprovecharse de ellos, mientras que otras muchas tenderán a alejarse de ellos debido a su excesiva generosidad y sometimiento. Aquellas personas que les traten bien o suelan querer ayudarlos pueden encontrarse con rechazo por parte de estas personas.

Y no solo en lo social, sino que también en lo laboral pueden encontrarse problemas: es probable que lleven a cabo largas jornadas de trabajo con el propósito de beneficiar a otros. Asimismo, ello puede disminuir su propia productividad. Su falta de confianza puede limitar sus posibilidades de mejora en todos los ámbitos, así como la pasividad conductual en lo que respecta a buscar su propio bienestar.

 

Posibles causas.

 

El porqué de las causas de este tipo de personalidad es desconocido, teniendo en realidad un origen multicausal. Aunque las causas no están del todo claras, algunas de las hipótesis al respecto dejan ver la influencia de las experiencias infantiles y los aprendizajes realizados a lo largo de toda la vida.

Las principales hipótesis al respecto parten principalmente de una perspectiva psicoanalítica. Entre los diferentes factores que parecen influir en la aparición de este trastorno de la personalidad se encuentra la confusión y integración en un mismo sujeto de la experiencia de castigos, dolor y sufrimiento junto a la sensación de protección y seguridad. También es posible que se haya aprendido que el único modo de lograr afecto sea en momentos de sufrimiento personal (algo que en el futuro hará que se autodevalúe como mecanismo para lograr dicho afecto).

 

La presencia de modelos parentales deficitarios (padres ausentes y fríos, irritados y con un elevado nivel de frustración vital) que posteriormente el niño replicará como manera de funcionar y ver el mundo es también propuesto como hipótesis. Otro de los elementos sobre los que se habla es sobre la falta de capacidad de integración de elementos positivos, llegando a sentirse seguros sintiéndose despreciados y miserables. Tratamiento de este trastorno de la personalidad El tratamiento de un trastorno de personalidad (sea este u otro) es algo complejo. Al fin y al cabo, estamos ante una forma de proceder y ver el mundo que se ha ido configurando a lo largo de la vida de una persona. Pese a ello, no es imposible.

 

En el caso que nos ocupa y a partir del modelo de Millon, el tratamiento buscaría invertir la polaridad placer-dolor (una persona con este trastorno de la personalidad tiende a tener cierta discordancia obteniendo placer del dolor y viceversa) y fortalecer la búsqueda de gratificaciones En sí mismos (disminuyendo la dependencia a los demás). También se buscaría generar un cambio en las creencias hacia uno mismo y modificar las creencias negativas y devaluativas hacia uno mismo y la necesidad de consentir abusos y autosacrificios constantes e excesivos. Se buscaría modificar la creencia de que merecen sufrir o que su vida no tiene valor por sí mismo y solo tiene valor si ayudan a los demás, así como el resto de distorsiones cognitivas que suelen presentar. También se intentaría que dejaran de ver a los demás como necesitados de ayuda o entes hostiles y generar modificaciones de comportamiento de tal modo que dejen de buscar relaciones de dependencia. También alterar la manera de relacionarse con los demás y con el mundo, así como fomentar un posicionamiento vital más activo y menos querulante. Mejorar la autoestima y disminuir el nivel de inhibición vital son también elementos que pueden ayudar a estar personas a adoptar una manera de ver el mundo más adaptativa.

 

Para ello sería de utilidad la utilización de técnicas como la reestructuración cognitiva, los experimentos conductuales, el uso de técnicas expresivas o el psicodrama. El entrenamiento en habilidades sociales también puede resultar de utilidad de cara a aprender a relacionarse positivamente. El uso de terapia asistida con animales también podría ser de utilidad, así como el entrenamiento en asertividad. Asimismo, la activación conductual puede ser muy necesaria para contribuir a que adquieren una posición más activa vitalmente.

 

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Situación actual de la etiqueta diagnóstica.

 

Al igual que ocurre con el trastorno sádico de la personalidad, el trastorno de personalidad masoquista estuvo contemplado en la revisión de la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSM-III-R.

Sin embargo, ambas etiquetas diagnósticas fueron retiradas en ediciones posteriores, pasando a formar parte de la clasificación de trastorno de la personalidad no especificado. En lo que respecta a Millon, cuyo modelo biopsicosocial es uno de los más reconocidos en lo que respecta a trastornos de la personalidad, este lo sigue manteniendo como trastorno de personalidad en el MCMI-III.

 

Referencias bibliográficas:

American Psychiatric Association (1987). Diagnostic and statistical manual of mental disorders. 3a edición revisada (DSM-III-R). Washington, D.C.

Caballo, V. (2001). Una introducción a los trastornos de personalidad en el siglo XXI. Psicología conductual, 9(3);455-469.

Caballo, V.E. (2015). Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y tratamiento. Editorial Sintesis.

Millon, T., Davis, R., Millon, C., Escovar, L., & Meagher, S. (2001). Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Barcelona: Masson.

Millon, T., Grossman, S., Davis, R. y PhD, y Millon, C. (2012). MCMI-III, Inventario Clínico Multiaxial de MILLON. Ed: Pearson, New York.

 

 

§  Freud, S. (tr. 2005). Obras Completas. Tomo II. XXVI. Tres ensayos para una teoría sexual. (1905). Buenos Aires, Argentina: El Ateneo editorial.

§  Freud, S. (tr.1991).Obras Completas. Voll XVI. Pulsiones y destino de pulsión. (1915). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

§  Freud, S. (tr. 2005). Obras Completas. Tomo III. CVII. Pegan a un niño. (1919). Buenos Aires, Argentina: El ateneo editorial.

§  Freud, S. (tr. 2005). Obras Completas. Tomo III. CXXX. El problema económico del masoquismo. (1924). Buenos Aires, Argentina: El ateneo editorial.

§  Freud, S. (tr. 2005). Obras Completas. Tomo III. CXXVII. Dostoyevski y el parricidio. (1927). Buenos Aires, Argentina: El Ateneo editorial.