domingo, 13 de octubre de 2019

Panorama de las adicciones en México


JORGE LEONEL PAZ CORDERO / Periodismo Nayarita

 

Guadalajara, Jal.-  En México existe una variedad de sustancias adictivas legales (tabaco y alcohol) e ilegales (cannabis, cocaína, heroína, metanfetaminas e inhalables) que afectan el sistema nervioso central de la persona desde el primer momento que tiene contacto con alguna de ellas: algunos usuarios son más susceptibles genética o socialmente a desarrollar una adicción y su uso genera afectaciones irreversibles en las funciones neuronales.


De hecho, en nuestro país una de cada tres personas de doce a 65 años mantiene un consumo nocivo de alcohol, 17 millones son fumadores y al menos 500 mil son adictos a alguna sustancia ilegal.

La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias que provocan placer, que inicia con euforia y es seguida de otros efectos como sedación o estimulación, lo cual dependerá del tipo de sustancia que se utilice., el abuso de alcohol ha aumentado un 60% y tabaco un 75% en los pacientes que llegan a la clínica de CT GUERREROS DE LA LUZ A.C.

El consumo puede iniciar para sentirse bien, desempeñarse mejor en la escuela o el trabajo, así como por curiosidad y porque otros lo hacen.

Cuando las personas consumen estimulantes por primera vez perciben efectos positivos y creen que pueden controlar su consumo, pero con el tiempo otras actividades placenteras ya no son agradables sin el estimulante, por lo que se vuelve necesario consumir sustancias para sentirse “normal”.

Después ese consumo se volverá compulsivo, en altas dosis y a todas horas, lo cual es un problema de adicción, advierten especialistas en adicciones y salud mental.

Tabaco

Investigaciones señalan que los factores genéticos explican entre 40 y 60% de la vulnerabilidad de una persona a la adicción. También los adolescentes y sujetos con trastornos mentales tienen un mayor riesgo de abuso y adicción a las sustancias sicotrópicas que la población en general, subraya Nora Volkow, directora del National Institute of Drug Abuse de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés).

La especialista resalta que “actualmente los datos nos indican que la nicotina actúa como un acelerador del proceso adictivo de otras drogas; de ahí la preocupación que tenemos con los cigarrillos electrónicos, ya que los jóvenes que los usan tienen mayor probabilidad de adquirir una adicción no solo de nicotina sino de otras sustancias, porque está demostrado que el tabaco es la puerta de entrada a otras adicciones”.

Añade la investigadora que en la población joven de Estados Unidos el consumo de tabaco ha disminuido, pero lo han cambiado por el uso de cannabis debido a la publicidad que existe en algunos estados (California y Colorado, por ejemplo) donde se ha legalizado su uso recreativo y donde existen campañas que le otorgan cualidades curativas.

“Una cosa que nos preocupa es que los jóvenes ahora se administran nicotina a través del cigarro electrónico, con los mismos efectos negativos; y tenemos el temor de que todo lo que se ha avanzado en la prevención del tabaco se pierda”, comenta la especialista en adicciones.

En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) existen 17.3 millones de personas fumadoras activas, de las que doce millones son hombres y 5.3 Millones mujeres. Además, hay once millones de mexicanos que son fumadores pasivos al estar expuestos al humo de cigarrillo ajeno.

Cabe destacar que el costo anual aproximado de la atención de enfermedades asociadas al tabaco supera los 80 mil 500 millones de pesos.

Datos de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) señalan que una persona fumadora activa consume siete cigarros al día, es decir, un aproximado de 127 cajetillas de 20 cigarros cada una al año.

También la Encuesta Nacional de Gasto en los Hogares refiere que cada persona fumadora gasta en promedio cinco mil 200 pesos en la compra de cigarros.

En este sentido María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría (INP), comenta que en las ciudades donde ha habido políticas antitabaco, “hemos encontrado una disminución del inicio por parte de los más jóvenes y eso nos parece importante, porque es en esa edad donde se establece el mayor riesgo para la dependencia de las sustancias”.

La especialista señala que el problema de adicciones en México reporta cifras muy altas para alcohol y una disminución en el tabaco. “Estudios comparativos nos hablan de que hay un mayor abuso de alcohol que en otras sociedades, ya que en el país se consumen grandes cantidades por ocasión y esto nos ha traído muchos problemas como muerte por violencia y accidentes automovilísticos”.

Alcohol

En México una de cada tres personas de doce a 65 años mantiene un consumo nocivo de alcohol. Además, entre las principales preocupaciones del gobierno federal está la disminución en la edad de inicio, que se ubica en los doce años, así como el aumento en los patrones numéricos de ingesta de las mujeres, los cuales ya son parecidos a los de los hombres.

Las mujeres presentan una tolerancia menor a cualquier tipo de estimulante y también desarrollan mayor dependencia de una manera más rápida. Por ejemplo, en el caso del alcohol cualquier persona logra metabolizar aproximadamente una copa por hora, por lo que lo ideal es no tomar más de una en el transcurso de una hora; pero en las mujeres incluso es más lento este proceso, porque hay más grasa y esta detiene el metabolismo.

Sustancias ilegales

En el rango de la población mexicana de doce a 65 años, la ENA indica que entre 2008 y 2011 aumentó de 3.9 a 5.7 millones el número de personas que consumen enervantes ilegales como marihuana, inhalables, cocaína, heroína, estimulantes anfetamínicos y otras (sin considerar las de uso médico). Es decir que, contrario al objetivo de la Asamblea General de Naciones Unidas de alcanzar una sociedad internacional libre del abuso de enervantes, el uso de sustancias ilícitas en el país incrementó dos puntos porcentuales: de 5.2 a 7.2% en el transcurso de tres años.

Asimismo, el número de personas dependientes de enervantes en México pasó de 450 mil en 2008 a 550 mil en 2011.

La edad de riesgo de mayor consumo de estupefacientes, tanto legales como ilegales, se ubicó además entre los diez y los 18 años, que es la población objetivo de atención de los Centros de Integración Juvenil (CIJ); en tanto que la edad de inicio de consumo de cualquier tipo de enervante oscila hoy entre los diez y los 14 años.

Durante 2012 los CIJ recibieron de hecho a 24 mil 728 usuarios de enervantes ilegales, de los que 42% tenía menos de 18 años.

Ante este panorama, Nora Volkow comparte que en Estados Unidos el más reciente estudio (2015) reporta una disminución en el consumo de cocaína, metanfetamina, tabaco y alcohol, pero “vemos un aumento en las drogas de prescripción, que es actualmente una de las problemáticas más severas, y de marihuana”.

Cuando las personas se vuelven adictas a los analgésicos potentes que tienen opiáceos, añade Volkow, “buscan en forma desesperada dónde conseguir una receta para obtener el fármaco; cuando no lo logran, entonces recurren a la heroína, porque es más fácil de obtener en algunas regiones del país”.

La investigadora en adicciones alerta que “en Estados Unidos, con todas las políticas de legalización del uso de la marihuana y la actitud de que es una sustancia benigna, estamos viendo que su consumo está en aumento. Lo que nos preocupa no es el número de personas que han consumido marihuana sino el número de fumadores regulares, porque son estos quienes tendrán efectos adversos. En Colorado, por ejemplo, se ha ido para arriba la cifra de accidentes automovilísticos”.

De la misma forma, Medina Mora comenta que en México el principal enervante ilegal que se consume es la marihuana, que 76% de consumidores prefieren sobre otras.

“En segundo lugar tenemos a la cocaína, metanfetaminas y heroína, en especial en la frontera norte del país”, agrega.

En el CT Guerreros de la Luz A.C., se ha detectado, altos índices de ansiedad severa, narcisismo, en nuestros pacientes, por las nuevas drogas de impacto como es el Cristal.

Inhalables

El titular de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), Manuel Mondragón y Kalb, dice a su vez que con el apoyo de autoridades locales se fortalecen acciones para Evitar la venta de bebidas alcohólicas e inhalables como gasolina, resistol, aguarrás o tíner a menores de edad.

El funcionario destaca que la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Encode) revela que alrededor de 110 mil alumnos de quinto y sexto de primaria han consumido bebidas alcohólicas y 17.2% de los alumnos de secundaria y bachillerato ha consumido estupefacientes alguna vez en la vida.
Ante esta situación, expresa, el éxito de las estrategias enfocadas al combate de las adicciones en nuestro país exige el trabajo conjunto entre los sectores público, privado y social.

CT GUERREROS DE LA LUZ A.C., ha detectado altos niveles de muertes físicas y cerebrales, provocados por estos solventes inhalables.

Y en el estudio Panorama actual del consumo de sustancias en estudiantes de la Ciudad de México, el director general del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA), Rafael Camacho Solís, expone que mientras mayor prevención exista en las escuelas más se evitará que los jóvenes consuman sustancias sicoactivas.

El estudio revela una tendencia descendente en el consumo de alcohol, que va de 40.1 (2012) a 37.6% (2014), en tanto que el uso de inhalables en el mismo periodo siguió a la baja y pasó de 3% en 2012 a 2.2% en 2014, pero respecto del tabaco se observó un incremento del consumo: de 14.9 (2012) a 19% (2014).

En cuanto al consumo de marihuana, este siguió creciendo al pasar de 6.6% en 2012 a 7.6% en 2014.

Las estrategias de prevención de adicciones deben llevar a cabo acciones formativas y no solamente informativas o asistenciales, que promuevan un cambio en la población a la que van dirigidas y también un cambio en quienes toman decisiones, resalta el documento.

Afectaciones mentales

Enrique Chávez León, presidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM), expone por su parte que las personas que sufren trastornos mentales buscan aliviar su sufrimiento utilizando enervantes, pero este consumo también se asocia a inestabilidad, ideación e intentos suicidas.

Algunas personas son más susceptibles a desarrollar adicciones. Esta susceptibilidad puede deberse a la predisposición genética y a factores sociales, así como a la forma de administración de los estupefacientes, explica.

De acuerdo con la sustancia serán los efectos en la persona. Por ejemplo, el consumo de alcohol puede producir depresión, cuando se utiliza; ansiedad durante la abstinencia, y demencia por el uso crónico.

Los estimulantes, como las anfetaminas y la cocaína, durante su uso pueden producir sicosis y trastornos de ansiedad, y al suspenderlos ocasionan depresión.

En cuanto al consumo de marihuana comenta que “implica riesgos importantes para la salud mental, siendo más grave en niños y adolescentes, ya que afecta sus habilidades y funcionamiento cognitivo”.

La intoxicación por marihuana puede inducir sicosis, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño y trastorno confusional agudo. Además, en personas con predisposición de esquizofrenia que consumen marihuana las manifestaciones de este trastorno sicótico se presentan años antes de lo esperado; y si la persona ya sufre de alguna enfermedad mental, dificulta su recuperación y empeora su pronóstico, detalla Chávez León.

Finalmente, dice que las barreras de protección para evitar que niños, adolescentes y jóvenes tengan acceso a las sustancias legales e ilegales son la familia y la escuela. Cuando tienen este círculo protector, comunicación, apoyo, atención y amor familiar, es difícil que acepten consumir estimulantes.

PREVENCION DE RECAIDAS                                          

RECAIDA:

Es regresar a patrones de consumo compulsivo, juicios y actitudes similares a la etapa anterior al tratamiento, con el consiguiente deterioro social, físico y psíquico.

El “craving” o deseo irrefrenable de consumo o ansia por la droga, mina la capacidad de decisión, tiende a ser automático y llega a ser autónomo. Es decir que, aunque se intente reprimir, aparece como una compulsión. Las recaídas se producen ante situaciones emocionales perturbadoras.

Las crisis se asocian generalmente con el estrés emocional.

SIGNOS DE RECAIDA

SEÑALES INTERNAS DE ALERTA DE RECAIDA ---Dificultad para pensar claramente. ---Dificultad para reconocer sentimientos y emociones. ---Dificultad en recordar cosas. ---Dificultad para manejar el estrés. ---Dificultad para dormir descansadamente. ---Dificultad de movimientos corporales. ---Sentimiento de vergüenza, culpa y desesperanza.

RIESGO DE LA NEGACION ---Alta preocupación por sí mismo. ---Negación de estar preocupado.

COMPORTAMIENTO EVASIVO Y DEFENSIVO ---Creencia de que “yo nunca volveré a consumir”. ---Preocupación por otros en lugar de uno mismo. ---Estar a la defensiva. ---Comportamiento compulsivo (no parar hasta lograr lo que se quiere). ---Comportamiento impulsivo (hacer las cosas sin pensar en las consecuencias). ---Tendencia hacia la soledad. 

CREANDO CRISIS ---Visión en túnel. ---Conflictos con los demás. ---Depresión menor (enojo, miedo y tristeza). ---Deseos de destruir. ---Los planes empiezan a fallar.

INMOVILIZACION ---Soñar despierto, pensamiento fantasioso. ---Sentimientos de que nada puede ser resuelto”. ---Deseo inmaduro de ser feliz (quiero que alguien me haga sentir feliz). ---Coraje por el desarrollo de la recuperación de los demás. ---Hacer una tormenta en un vaso con agua. ---No resolución de conflictos emocionales. ---Conciencia de que “algo está mal” y no hacer nada al respecto.

CONFUSION Y SOBRE REACCION ---Periodos de estar confundido sin justificación. ---Irritación con los amigos, familia, compañeros de grupo. ---Alta tendencia hacia el enojo. ---Baja tolerancia a la espera. ---Baja tolerancia a la frustración.

DEPRESION ---Hábitos alimenticios irregulares. ---Falta de deseo de “echarle acción”. ---Hábitos irregulares para dormir.

---Pérdida de la estructura diaria. ---Periodos de depresión profunda.

 PERDIDA DEL CONTROL DEL COMPORTAMIENTO ---Asistencia irregular a juntas de Alcohólicos y Drogadictos Anónimos, y     tratamiento terapéutico. ---Desarrollo de una actitud de “no me importa, me vale madre”. ---Rechazo abierto a la ayuda, “no necesito de nadie, yo puedo solo” ---Disgusto con la vida. ---Sentimientos de impotencia y no ser útil.

 RECONOCIMIENTO DE LA PERDIDA DE CONTROL. ---Autocompasión (pobre de mí como sufro, nadie me comprende). ---Pensamiento de uso social (creo que puedo consumir un poco en la fiesta). ---Pensamiento de uso a escondidas (consumiré sin que se den cuenta, ni mi familia ni el grupo AA). ---Mentiras consientes. ---Explicaciones irracionales e injustificadas. ---Presencia de obsesión por el consumo (deseos irrefrenables de consumir).

 REDUCCION DE OPCIONES ---Resentimientos irracionales. ---Falta de motivación de seguir recuperándose en grupo de A.A. y terapeuta. ---Soledad inmensa y abrumadora (nadie me comprende, me siento solo......) ---Sentimientos de frustración (es tan difícil mi recuperación y enfrentar la vida misma...) ---Sentimientos de enojo y rabia (no me dan lo que yo quiero) ---Sentimientos de impotencia (ya no puedo consumir y lo deseo tanto...) ---Sentimientos de tensión (no puedo con tantos problemas) ---Pérdida del control del comportamiento (me ganan mis emociones provocando daño.

 REGRESO AL CONSUMO ---Pruebas de “ácido” (estar junto a una persona que está consumiendo). ---Regreso al consumo de la sustancia “controlado”. ---Vergüenza y culpa por volver a consumir. ---Pensamiento de “ya valí madre y no me importa el mundo” ---Perdida de control de sí mismo emocionalmente.


¿PORQUE SE RECAE? 

POR MAL MANEJO EMOCIONAL

 ---Estados emocionales negativos: ira, frustración, ansiedad, pánico, depresión, previos o recurrentes en la recaída. ---Conflictos interpersonales: ruptura matrimonial o de pareja, divorcio, abandono, separación, disputas y conflictos, deudas, muerte de un familiar. ---Presión social: influencia de otras personas para que el adicto vuelva a consumir.

 LA FUGA GEOGRAFICA (COMO IRSE DE “MOJADO”) ES UN GRAN PRECIPITADOR DE RECAIDA.

       Los adictos prueban los límites que hay alrededor de ellos. Violar las leyes y ver qué tan lejos llegan, aumenta la excitación de sus actuaciones. Muchos adictos caen en problemas financieros, legales, conyugales, familiares, gastan grandes sumas de dinero y no ven el futuro, para un adicto el sentimiento desagradable se convierte en una señal para vivir la adicción, y no una señal para pedir ayuda a compañeros de A.A., terapeuta, o consigo mismo.  La obsesión mental es frecuentemente una indicación de tensión en la vida del adicto. En una situación adictiva hay un constante conflicto interno entre la nueva personalidad del adicto en recuperación y la personalidad adictiva. en esta lucha la personalidad adictiva gana y esto significa la “pérdida de control”, entre más ardua es la lucha, mayor es el control que la personalidad adictiva adquiere para establecerse definitivamente en la persona. Cada vez que se lucha contra l adicción el adicto se fortalece, por cada derrota hay algo de pérdida de la autoestima, ahí está el porque la gente se rinde en el proceso de recuperación. Es aceptado que uno no puede enfrentarse solo a la enfermedad, cuando la persona encuentra la fortaleza para empezar a conectarse con otros.

        Los seres humanos tenemos un deseo de cambio, y a la vez un deseo de permanencia, es decir, un deseo natural de resistencia al cambio, cuando nos engañamos de esa manera, establecemos relaciones con gente que también se engaña a sí misma, creemos que la amistad y el apoyo vienen de la gente que está de acuerdo con nosotros, de esa manera iniciamos de nuevo el proceso adictivo.        La naturaleza de la personalidad adictiva nos impide conocer la verdad sobre nuestra verdadera forma de ser, de penetrar en las causas más profundas de nuestra infelicidad, de vernos a Nosotros mismos como somos en realidad: vulnerables, temerosos, aterrados e incapaces de permitir que emerja nuestro verdadero ser. El desafío de la prevención de

Recaídas en drogodependencias.

 Descriptores: egreso de la comunidad terapéutica, prevención de recaídas, prevención terciaria en drogodependencia, reinserción social.  Este trabajo intenta pensar el concepto de prevención de recaídas en drogodependencia, dentro de una estrategia preventiva y de promoción de salud, desde un abordaje comunitario.  Inicialmente el concepto fue usado por sus creadores, inserto en una estrategia de tratamiento de tipo conductual, pautado y con énfasis en el proceso individual. La idea es poder pensar más allá e incorporarlo a un campo más amplio en el que todos los actores participantes en la problemática adictiva, individuo, familia, contexto O ambiente social, puedan sentirse parte involucrada.  Las recaídas, como veremos más adelante, se juegan fundamentalmente en lo que se denomina fase de reinserción o alta, luego de un tratamiento de rehabilitación, en el que el sujeto y su familia se comprometieron en un plan de abstinencia. Reinserción social que resulta difícil, dada la tendencia a la marginación de quienes padecen este problema, depositando los fracasos o los logros, estigmatizando o idealizando según sean los resultados.  Poner este tema en el tapete quizás pueda servir para pensar en la responsabilidad colectiva de las instituciones de rehabilitación de drogodependientes, pero que lo transciende, ya que las estrategias de prevención y las posibilidades de reinserción social, son patrimonio de la sociedad en su conjunto. Las recaídas, revisión de conceptos.  Cuando hablamos de recaída nos referimos en primer lugar a una persona que haya pasado por un proceso de rehabilitación comprometido con el logro de la abstinencia en el consumo de sustancias psicoactivas. En segundo término, la diferenciamos de un desliz o consumo aislado de una sustancia. Entendemos la recaída como una vuelta a patrones de consumo compulsivo, similares a la etapa anterior al tratamiento, con el consiguiente deterioro social, físico y psíquico. Para entender el fenómeno de las recaídas es necesario considerar la complejidad del problema mismo de las adicciones, proceso multifactorial que comprende a un individuo, en una familia determinada que se relaciona en un ambiente sociocultural, a su vez inmerso una sociedad.  El encuentro que determinada persona tuvo con las sustancias, implica también pensar en que dichas sustancias tienen un efecto predominante a nivel del sistema nervioso central. Por eso nos parece propicio retomar la noción de “refuerzo” que imprimen las drogas que inducen dependencia (Nahas, G. y col. 1992, 33), base para la autoadministración de las mismas y por lo tanto para la tendencia a la recaída. El refuerzo positivo primordial constituye una memoria afectiva dominante impresa en el cerebro, que se halla en relación directa con el potencial adictivo de la sustancia. Oficia a modo de refuerzo conductual y explica el deseo irresistible por la sustancia, y el situarse de manera de facilitar su empleo y adquisición. A ello se sumaría un refuerzo secundario dado por el contexto social y cultural del medio donde se consume.  El “craving” o deseo irrefrenable de consumo o ansia por la droga, mina la capacidad de decisión, tiende a ser automático y llega a ser autónomo. Es decir que, aunque se intente reprimir, aparece como una compulsión.  Distintos autores han observado que, entre la aparición del deseo por la sustancia y el consumo mismo, hay un espacio de tiempo propicio para actuar. Por otro lado, es importante pensar que antes de que ese deseo aparezca algo ocurrió con el sujeto, su familia, o el contexto que lo rodea.  Las recaídas se producen ante situaciones emocionales perturbadoras. Beck (1999) señala la presencia de factores internos, como depresión, soledad, aburrimiento, Ira, frustración, así como estímulos externos, como personas, lugares, cosas. Así mismo, el estado físico de una persona, su situación emocional, los conflictos interpersonales, la presión social, la exposición a señales asociadas con la droga, la pérdida de trabajo, las discusiones intrafamiliares, y las crisis serían elementos que predisponen a una recaída.  Las crisis se asocian generalmente con el estrés emocional, en tanto suponen un cambio no planificado repentino, no deseado, en la vida de una persona. Si bien una crisis predispone a una recaída, puede ser también una oportunidad de aprender.  También podemos hablar de crisis para referirnos a los momentos que atraviesa una institución de rehabilitación para drogodependientes, sus terapeutas, pacientes, familias, cuando un miembro toma distancia en las fases de reinserción social, también llamada alta, pre-Egreso, graduación, según sea el modelo de la Comunidad Terapéutica abocada a dicho tratamiento.  Los diferentes autores consultados, a pesar de sus diferencias en cuanto a nacionalidad, marcos teóricos y metodológicos, coinciden en ubicar la mayor frecuencia de recaídas dentro de dichas etapas. 

        La fase de reinserción social es una fase delicada y difícil de mantener (Santo Domingo, J., 1987). El mayor problema es lograr actitudes convenientes en el entorno que rodea a la persona, ya que el rechazo social es factor de recaída. Lo que se obtiene es mejoría y remisión transitoria. Idea similar sostiene Ortiz Frágola (2000) cuando habla de que la abstinencia no se logra ni mantiene fácilmente.  La mayoría de los datos disponibles (Nahas, 1992) indican que la rehabilitación, sea cual sea el método utilizado, no sobrevive al 50% de los casos y la persona permanecerá vulnerable a la tentación de la droga. Beck (1999) habla de que dos tercios de la población tratada recae en un período entre tres semanas y 90 días.          Creemos, como Elena Goti (2000), que es un momento de encuentro con la realidad, una realidad difícil. En un momento como el actual, signado por una profunda crisis económica y social, no es claro para nadie vislumbrar metas y proyectos de futuro esperanzadores que permitan una óptima inserción social. Las sensaciones ligadas a la droga una vez que la droga desaparece, dejan un lugar vacío que a falta de otras opciones suele ser llenado por el aburrimiento. “El aburrimiento y el alcohol son los dos enemigos principales de la etapa de reinserción y la vía regia para las recaídas” (Goti, 2000, 102).  González Regadas (2001) agrega que la persona tiene que sentirse muy afirmada y consolidada en los logros que ha tenido, ya que la etapa de separación del centro de tratamiento conlleva la elaboración de un duelo, en la que se dan tendencias a buscar momentos de efusión, ya sea con el objeto arcaico, o con la Comunidad Terapéutica, evitando o postergando así la salida.          La recaída es por tanto un hecho esperable. Depende no solo del individuo sino de todo un sistema, ya que lo que haga uno puede afectar lo que hagan los otros. Las crisis económicas, el desempleo, la fragmentación social, la desintegración familiar, la exclusión social, son indicadores de riesgo para el consumo de sustancias (Forselledo, 1999) favoreciendo la búsqueda de evadirse y rebelarse de un mundo en el que escasean las oportunidades de desarrollo. De manera que recaídas y reinserción social, parecen conformar una dupla en la cual el contexto actual puede ser una de las dificultades para el logro de ese objetivo. No debemos olvidar que nos encontramos en una sociedad con un modelo consumista predominante, donde se valora la búsqueda de lo inmediato, el hedonismo, la regla de pasarla bien y el éxito. Donde la necesidad de la gratificación inmediata empantana sentidos y valores que orienten hacia nuevos proyectos de futuro. Considerando estos Puntos de vista, la recaída no puede ser leída como un fracaso solamente individual, familiar o de la institución tratante. Una recaída se inscribe en el proceso de un sistema.  Por otra parte, en la órbita familiar también habrá que adaptarse a la inserción, inserción de un individuo que durante un tiempo contó con una familia sustituta como lo son las Comunidades Terapéuticas, los grupos de apoyo, los pares con problemáticas similares. Una vez en la familia, será ésta quien tiene que asumir en esta etapa, el control y apoyo a la persona identificada como portadora del problema. Manejo de dinero, salidas, amigos, trabajo, estudio, fantasmas del pasado, miedos por el presente, conforman un nuevo equilibrio familiar no fácil de conseguir.          Es frecuente observar a medida que la persona, ex adicta, se vuelve “normal”, autosuficiente, Estudiando o trabajando, con nuevas amistades y proyectos, que la familia se vuelva inestable; una recaída llevaría al homeostasis del sistema familiar.         Es probable en ese sentido que la conducta del ex adicto forme parte de un proceso cíclico de crisis y resolución relacionado con la familia de origen. La recaída sirve para desviar conflictos parentales que no se han resuelto hasta el momento (Stanton, 1997).  Similar concepto aporta Yaría (1988) cuando plantea el concepto de adicción como estabilizador del sistema familiar, donde el síntoma, por ejemplo, en este caso una recaída, es la única forma que tiene la familia de reunirse. Es por esto muy importante la continuidad y seguimiento del tratamiento familiar, a lo largo de todas las etapas del proceso de rehabilitación; una recaída puede estar denunciando aspectos no resueltos. La reinserción en el sistema familiar y en el social, implica moverse en libertad, a expensas del control interno. Ante las dificultades habrá que salir a buscar ayuda, situación que antes era mediatizada por las sustancias. Se impone entonces el desafío de recrear activamente las redes sociales como forma de constituir medidas de protección ante los riesgos. La prevención de recaídas, como modelo de aprendizaje. La prevención de recaídas dentro del tratamiento de adictos tiene entre sus precursores a autores que adhieren a una metodología de tipo conductual o de terapia racional-emotiva (Ellis, A. et al., 1992; Beck, A., Wright F. et al., 1999). La recaída es vista como un proceso que se puede detectar y por lo tanto prevenir. Basados en que la adicción es algo aprendido, sostienen que también se puede hacer algo por evitarla. De esta forma la recaída es vista como prueba, no como fracaso, como una oportunidad educativa en la cual algunos cambios quizás aún no se han realizado. Estos autores siguiendo además las ideas de Marlatt y Washton, sostienen que entre la abstinencia y la recaída hay una zona de transición, donde se van dando hechos, se van tomando decisiones que pueden o no llevar a una recaída con sustancias. Señalan que suelen verse otros comportamientos adictivos, como juego compulsivo, actividades sexuales de riesgo, trastornos alimenticios, adicción al trabajo, la televisión y otros, que siguen el mismo patrón que tenía el sujeto con las sustancias. Tanto Ellis (1992) como Beck (1999) sostienen que el abuso de sustancias es el resultado de múltiples decisiones que empujan a una persona a enfrentarse a situaciones de riesgo. Comprueban que cuando la persona está ante un estímulo activador del deseo de consumo, como determinado estado de ánimo, lugar, persona, objeto, y ante la privación impuesta por la abstinencia, comienzan a tener pensamientos asociados con mitos o creencias irracionales. Por ejemplo, pueden pensar “la vida sin drogas es aburrida”, “no puedo funcionar sin drogas”. A partir de estas ideas se origina un fuerte malestar, baja la tolerancia a la frustración, poniéndose en riesgo de consumo. Anteriormente dicho malestar era colmado por las drogas. Estas creencias o mitos actúan a modo de justificación y permiso para consumir.  Si la persona cede ante el deseo y consume, lo cual en un primer momento puede considerarse un “desliz”, aparecerán dos tipos de respuestas: por un lado, culpa y desmoralización, justificándose a sí mismos que no vale la pena luchar, que en definitiva es un fracasado. Se da un pensamiento de tipo dicotómico, todo o nada, o abstemio o “drogo”. En el polo opuesto suelen sentir que todo lo pueden controlar, “no va pasar nada”, “nadie se dará cuenta”, “lo tengo bajo control”. Cuando el control se debilita aparecen sentimientos de indefensión y desesperanza: “no puedo controlar el impulso”, “no seré capaz de salir de esto”. Tanto la sensación exagerada o pobre de autocontrol, es decir la percepción del control sobre un acto, como la sensación de baja o demasiado alta auto eficacia, es decir la Percepción que tiene acerca de si será capaz o no de superar una situación, son situaciones que ponen a la persona en alto riesgo de consumo, para que ante nuevos estímulos ambientales, individuales o familiares se produzca una recaída total caracterizada por una crisis en la motivación para el cambio. La Prevención de Recaídas consiste en brindar las herramientas para que aquella persona que ha dejado de consumir durante cierto tiempo, sepa reconocer cuáles son las creencias, mitos, síntomas y signos individuales, familiares y contextuales que pueden llevarlo a reiniciar su consumo. De esta manera se puede actuar antes de que se produzca una recaída para evitarla o, en su defecto, después de la misma para aprender de ella y evitar futuras reincidencias. Los signos individuales y familiares del proceso de una recaída. En general los hechos más frecuentes que les han ocurrido a personas que han recaído, o que han comenzado el proceso y terminaron sin recaer por una intervención temprana de sí mismos, su familia o sus terapeutas, son los siguientes (Bernardo, 1999):  A nivel individual: • Cierta disfunción interna. Signos: dificultad en pensar claramente, en manejar            sentimientos y pensamientos, en soportar el stress, dificultades para dormir, dificultades en la coordinación motriz (pequeños accidentes), sentimientos de culpa, cierto desorden en su aspecto personal o sus pertenencias. 

 • Retorno de la negación. Signos: no logra conversar honestamente sobre lo que le pasa, niega que está preocupado. Tiene pocas ganas de hablar de problemas o preocupaciones. 

 • Comportamiento defensivo. Signos: evita ver el dolor que vive. Cree que ya “está todo bien”, omnipotencia, se preocupa más con los otros que consigo mismo, “devuelve” confrontaciones, tendencia a estar solo, se torna indiferente ante actividades de autoayuda. 

• Empieza la crisis. Signos: se agrava lo anterior. Empieza a perder la visión realista de las cosas, por lo que ciertos planes que tenía empiezan a fracasar. Deprimido. Rompe con rutinas saludables y actividades productivas. 

 • Inmovilización. Signos: cree que no tiene el control de su vida, cree que nada puede ser resuelto, con un deseo inmaduro de ser feliz, soluciones mágicas.  

• Confusión y reacción exagerada. Signos: está irritado. Ciertos rasgos de impulsividad. 

• Depresión. Signos: hábitos irregulares en alimentación, no tiene ganas de hacer nada, duerme mal, va perdiendo la estructura diaria: desorden, horarios, actividades. 

• Pérdida del control del comportamiento., no puede hacer su rutina diaria, se niega a realizar su tratamiento de rehabilitación, baja autoestima, a continuación, mencionaremos el consumo de SPA de impacto en esta última década.  

• Desconocimiento de la pérdida del control sobre sus actos., en estudios hemos visto que unas de las principales áreas que afecta en consumo de drogas de impacto es la de la conciencia.

• Depresión Severa. Signos: está preso en el dolor y en la incapacidad de lidiar con la vida, resentimientos sin motivo, deja los tratamientos, pierde control del comportamiento y encontrar una opción en la vida, resentimientos sin motivo y deja los tratamientos inconclusos, hay un deterioro severo en el sistema nervioso central., y pierde el control del comportamiento.  

• Problemas físico existenciales y emocional. Signos: comienza a usar drogas “controladamente”, vergüenza y culpa, pérdida de control, problemas con la vida y la salud.  

A nivel familiar es posible observar:  

• Comunicación sobre-protectora, es decir, atribuir sentimientos sin preguntar. Dificultad para plantear pautas claras y precisas, dejar de hacer cosas que antes hacían porque ven pequeños avances.  

• En los primeros meses, no avisar a los terapeutas sobre factores de riesgo, no escuchar sugerencias de otros padres o terapeutas, no asumir como importantes situaciones de crisis del ex-adicto, creer que no pasa nada si “solo fuma marihuana” o toma alcohol. 

• No escuchar las reales necesidades, creer que todo es manipulación, ponerlo en situación de culpable de problemas de los que no lo es. 

• Rigidez frente a errores.  

• Si es adolescente, pretender que sea un adulto después del tratamiento, perder espacios de comunicación, retomar demostraciones de afecto impropias para la edad, no expresar los propios sentimientos, “luna de miel”: creer que ya no hay más problemas. 

Serían signos de protección a nivel familiar e individual: Hablar sobre permisos de salida, sostener el no, crecer junto a los hijos o pareja, generar clima de confianza para que no oculte la recaída, ya que es una oportunidad para aprender. Tener en cuenta que hablar sobre la recaída no es fomentarla, sin que llegue a ser una obsesión, lo cual llevaría a una “profecía auto-cumplida”.  Sentimientos y actitudes que se dan después de Una recaída:  Estos sentimientos serán más intensos cuanta más motivación tenía la persona para el cambio. Por parte de familiares y allegados: rabia, culpa paralizante, miedo a hablar o actuar sobre el tema, frustración “para qué hicimos tanto esfuerzo...”, ganas de dejar de ayudarlo, no reconocer errores propios, el aporte propio que preparó el terreno de esa recaída, atribuir toda la culpa al que recae lo que puede o no ser cierto, en el caso de que haya una responsabilidad compartida.  La prevención de recaídas inserta en una estrategia preventiva comunitaria. Entendemos la prevención y la promoción de salud como abordajes capaces de desarrollar potencialidades en un colectivo, individuo, grupo o familia, que oficie de marco, o red de sostén, para poder hacer frente y proveer de instrumentos que desafíen al consumo de drogas. Caplan (1985) Habla de tres niveles de prevención, siendo la prevención terciaria el último nivel, el que requiere de mayor especificidad y donde el consumo ya está instalado. En este sentido la prevención terciaria sirve para detener o remediar las consecuencias, evitando recaídas o mayor deterioro psico-físico. La Prevención de Recaídas quedaría por lo tanto inserta en este nivel de prevención, pero no puede quedar aislada, sino que debe articularse en programas más amplios.  Según la opinión internacional (NIDA, s/f), los programas de prevención deben diseñarse para realzar los factores de protección, aquellos que reducen la posibilidad de que se usen drogas, y dar marcha atrás o reducir los factores de riesgo, que aumentan la posibilidad de uso. Así mismo los programas de prevención deben incluir el desarrollo de aptitudes generales para la vida y técnicas para resistir las drogas cuando sean ofrecidas, reforzando la actitud y los compromisos personales contra el uso de drogas, aumentando la habilidad social, relaciones con los pares, eficacia personal y confianza en sí mismos. La planificación de una actividad preventiva implica una estrategia que debe tener una definición del programa, en este caso reducir la recaída. Debe dirigirse a una población específica: ex consumidores, sus familias y grupos de pertenencia. Debe acotarse a un contexto social, en este caso de riesgo. Para culminar deberá ajustar sus objetivos y realizar una evaluación y seguimiento de la información. Una estrategia preventiva comunitaria apunta a fomentar las capacidades y potenciar el saber de un colectivo, ayudando a que reconozcan sus propios conceptos y preconceptos frente al tema y, más específicamente, que puedan descubrir elementos de la problemática en ellos mismos. Pretende apoyar técnicamente y brindar información, ofreciendo herramientas para que paulatinamente dicho colectivo sea capaz de desarrollar capacidades que ayuden a hacer frente a una realidad que, aunque compleja, es posible enfrentar. Se persigue un objetivo educativo, para que quienes participen puedan accionar como agentes comunitarios activos, consolidando una red de sostén y apoyo permanente. Tomando en cuenta lo anterior creemos que es posible trabajar la prevención de recaídas orientada a la promoción de salud, si se cumple con el objetivo de preparar, educar a la persona y su entorno, familiares, amigos, redes cercanas o grupos de pertenencia. Estaría dentro de sus objetivos ayudar a identificar y poner en palabras los sentimientos, conocerse mejor a sí mismos y a los demás, conocer los estímulos tanto interiores como exteriores que puedan aumentar el riesgo de volver al consumo. Conocer fortalezas y limitaciones de manera de reducir la exposición a situaciones de riesgo, sabiendo evitarlas y creando nuevas estrategias para enfrentar los problemas.  Esto se llevaría a cabo mediante: 1) Conocer y reconocer los síntomas previos, actitudes, conductas, estímulos problema, formas de comunicación y mensajes propios que pueden favorecer el consumo de sustancias de uno mismo o su persona Querida. Ayudar a identificar las señales de alarma y situaciones de riesgo.  2) Actuar en consecuencia de ese conocimiento desarrollando estrategias de afrontamiento, contrastando los viejos modelos con los nuevos.  3) Descubrir los mitos o creencias que sustenta la persona, su familia o su entorno, como, por ejemplo: “el alcohol no es problema”, “cambiar es difícil”, “sin drogas no puedo relacionarme”, “para formar parte de un grupo hay que tomar”, “cambiar es imposible”, “las drogas no son un problema para mí”, “solo me comprenden los que han consumido”.  4) Identificar pensamientos permisivos, presentes en el individuo o sus grupos de pertenencia: “puedo tomar una vez”, “nadie lo sabrá”, “lo tendré controlado”.  

Estas pautas, creatividad y planificación mediante, pueden servir de referencia para articular desde allí modelos participativos que incluyan dramatizaciones, “rol playing”, juegos y planificación de actividades productivas ligadas al tiempo libre.  Siempre que se tenga presente que se trata de un “como si”, y que no significa dar permiso a salir a investigar por cuenta propia, pueden intentarse también ensayos de recaídas y evocación de situaciones problema. Si volvemos sobre la idea planteada en un comienzo, de que las recaídas forman parte de un proceso, y que fundamentalmente se dan en la etapa de reinserción del sujeto a la familia y medio social, cobran importancia las acciones tendientes al fortalecimiento de las redes sociales colectivas. Para el cumplimiento de un objetivo preventivo desde la promoción de salud, la Prevención de Recaídas debe articularse sobre programas de prevención, debidamente planificados. No basta con charlas puntuales, o actividades aisladas. Deben estar integradas y volcadas hacia las redes sociales, constituyendo una forma de sensibilización y educación. Al respecto Goti (2000) opina que las posibilidades de recaída son inversamente proporcionales a la educación que la persona pudo lograr. A mayor educación, menos recaídas. La educación contribuye a que se tenga mayor confianza en sí mismo y más posibilidades futuras de lograr una ubicación digna en la sociedad. El desafío parecería estar entonces en articular este tipo de actividades con el entramado social. Esto implicaría por parte de los terapeutas y sus instituciones de pertenencia, un esfuerzo por salir hacia el afuera, participando de manera real y efectiva con la familia y la comunidad. Evidentemente para ello no solo es necesario buenas intenciones, sino, lo más difícil, lograr el compromiso de toda la sociedad para que ello sea posible. Los programas de prevención orientados hacia el colectivo social podrían ser una forma de lograrlo.   Un ejemplo de Prevención de Recaídas en una Comunidad Terapéutica de Montevideo.  En Uruguay, existen distintas experiencias de actividades de Prevención de Recaídas. Durante el mes de diciembre del 2000, se realizaron en Comunidad Rafael 1 talleres de Prevención de Recaídas (coordinados por la Lic. Soledad Olave), con los miembros residentes y sus familiares.  La primera actividad consistió en un taller con los padres, en el mismo horario que la reunión de padres habitual, donde se leyó material sobre recaídas. Cada grupo familiar 1 Comunidad Rafael funcionó como Comunidad Terapéutica para personas con problemáticas adictivas, entre los años 1993 y 2001, siendo socia fundadora de la Federación Uruguaya de Comunidades Terapéuticas. Completó una pregunta sobre cuáles factores de riesgo pueden detectar. A continuación, se puso en común lo elaborado. A los residentes, previo al taller se les reparte material de lectura sobre el tema. Una vez en taller, se recogió la experiencia de algunos integrantes del grupo que habían estado en situaciones de riesgo, se discutieron los conceptos centrales del Material. Se utilizaron además dos técnicas grupales. La primera consistió en que cada uno dijera qué lo motivaba a dejar la droga. Los principales argumentos mencionados fueron: para recuperar a la familia, porque la familia se estaba destruyendo, porque la droga y su ambiente los perjudicó, por problemas de salud que trajo el consumo de drogas. La otra técnica consistió en que cada uno realizara un cuento sobre una persona que había recaído. En el plenario, cada uno leyó su cuento y respondió a preguntas: “¿Qué tiene que ver esta situación del cuento conmigo?”, “¿Cómo debería haber actuado el personaje del cuento para no recaer?” Estas preguntas eran contestadas por el autor del cuento, pero también los demás realizaban comentarios. La última actividad fue un encuentro entre todos los familiares que quisieran participar y También algún amigo, junto con los residentes en la comunidad. Se comparte previamente las conclusiones de las actividades anteriores. Luego se les dio la consigna de trabajo que consistió en reunirse por grupo familiar y realizar dos columnas, una con factores de riesgo y otra con factores de protección, explicando ambos conceptos. Estos factores debían abarcar situaciones personales, familiares, ambientales y otras. La siguiente es una síntesis del trabajo realizado por los residentes de Comunidad Rafael y sus familias.  

Factores que aumentarían el riesgo de recaída: 

• falta de comunicación.  

• estar incluido en “cosas” que no le corresponden (se refiere a hacerse cargo de tareas que corresponden a otros miembros de la familia).  

• estar en lugares o juntarse con gente donde se consume alcohol y drogas, esquina, boliches.  

• tener alcohol en la casa, tomar alcohol.  

• si se comienza a recaer, no hacer nada al respecto.  

• discutir con familiares.  

• participar de la empresa familiar.  

• no ver a un familiar querido.

• pensar en la independencia y saber que no se tiene los medios y el dinero.  

• el barrio.  

• amistades anteriores, personas conocidas que pueden acercarse con malas intenciones.  

• Estar solo, estar deprimido.  

• problemas de pareja, problemas de familia, discrepancias familiares.  

• un familiar que no sepa abordar el tema. 

• sobreprotección.  

• tener baja la autoestima. 

• Al trasladarse de un lugar a otro, elegir pasar por lugares de riesgo. 

• pensar que ya está todo bien antes de tiempo.  

• dificultades de integrarse a un nuevo grupo de pares.  

• actitudes que se tenían antes, tentación, ganas de consumir.  

• dejar que la mente “vuele” en recuerdos que bajoneen, dejarse llevar. 

• despreocuparse de uno mismo.  

• engañarse, engañar, mentir. 

• empezar a bajar los controles y tolerar excepciones a las normas de prevención de recaídas antes de tiempo, por pensar que ya está todo bien.  

• falta de confianza.  

• que el adicto en recuperación se crea el responsable de todos los problemas.  

• frustraciones, bronca, falta de seguridad.  

• no tener límites.  

Factores que servirían como protección para prevenir una recaída:  

• poder decir lo que se piensa, saber que hay gente que nos pueda escuchar.  

• si se va a ir a lugares donde puede haber alcohol, avisar que no puede haber.  

• sacar el alcohol de la casa.  

• Evitar juntarse con gente y en lugares donde se consume alcohol en forma abusiva y drogas.  

• si las actitudes de la persona empiezan a recaer, hablarlo bien y buscar ayuda.  

• si la persona está pensando en drogas, en recuerdos de consumo, hablarlo y buscar ayuda, y si es necesario buscar más compañía en las salidas, o estar siempre acompañado durante las mismas. 

 • mudarse del barrio.  

• Tener responsabilidades.  

• apoyo de personas queridas. 

• la comunidad (se refiere a la comunidad terapéutica).  

• voluntad y ganas de dejar la adicción a las drogas.  

• frente a un ofrecimiento de drogas o a una situación de cercanía a las mismas, irse.  

• fluida comunicación familiar.  

• aceptar las normas para las salidas y plantear las dudas.  

• tener “bien aceitada” la red de apoyo, relacionarse con nuevas personas que no consuman.  

• saber aceptar las reacciones de los demás.  

• respeto mutuo, no tratar mal a otra persona, no transar, no robar.  

• pedir ayuda.  

• fijarse límites. 

• deporte, juegos en grupos, no tener tiempos de ocio, tener un hobbie, organizarse alternativas.  

• compartir encuentros sociales, disfrutar las fiestas.  

• sentirse orgulloso de los logros aún frente a reiteraciones negativas.

• tener objetivos claros y metas cercanas, organizarse, ideas buenas. 

• Relacionarse con los compañeros del proceso y con los que ya terminaron.  

• tener presente la experiencia de vida, no dejar tu vida, vivir. 

• tener fe en uno mismo, ser perseverante.  

• confrontar las cosas que no te gustan, encarar, no callar.  

• no pensar en uno mismo, ayudando o viendo las necesidades del otro.  

• Saber diferenciar lo malo de lo bueno.  

• no despreocuparse de uno mismo.  

• prestar atención a lo que uno pone empeño.  

• saber escuchar, saber hacerse escuchar.  

• buscar la esencia de uno mismo.  

• saber querer, enseñar, saber transmitir valores. 

• ser servicial, ser honesto, no delegar en el otro.  

• verdad, sinceridad, hablar las cosas con claridad.  

 

Esta síntesis más allá de ser un ejemplo, nos invita a retomar algunos de sus puntos. En primer lugar, la importancia que le otorgan las familias y los residentes al papel que juegan los valores y la comunicación intrafamiliar e interpersonal, en el proceso de rehabilitación. Por otra parte, la necesidad de contar con apoyo externo para manejar las situaciones difíciles. Destacan también tanto al hablar de riesgos como de protección, el peso del entorno social y las actividades a realizar en él. Cobran importancia las actividades productivas en los momentos de ocio y tiempo libre.  Al decir de Ortiz de Frágola (2000) para el logro de una continuidad terapéutica, es necesaria una red que permita ofrecer constantemente al adicto un lugar y una persona con la que pueda crearse un vínculo estable, con un marco de contención donde pueda sentir seguridad.  Creemos que una óptima reinserción social, juega un papel preponderante a la hora de prevenir recaídas, actuando como factor de protección. Protección que no sería posible sin la articulación y fortalecimiento de las redes sociales que rodean al sujeto y su familia. En este sentido las acciones sobre amigos, grupos de pares positivos, instituciones educativas, sociales, culturales, recreativas juegan un papel preponderante.  Entendemos que este compromiso es posible si el entramado social se encuentra sensibilizado e informado de que la problemática de las adicciones desde su prevención hasta el tratamiento, involucra a un individuo, su familia y su entorno micro y macro-social, es decir que es, ante todo, un proceso colectivo.

 

Categorías generales de los programas de tratamiento


Las investigaciones relacionadas con los tratamientos para la adicción usualmente han clasificado a los programas en varios tipos o modalidades generales. Se continúan desarrollando y diversificando enfoques de tratamiento y programas individuales, y muchos programas que existen hoy en día no encajan bien dentro de las clasificaciones tradicionales de los tratamientos de la drogadicción. Como un México humanista ha logrado unificar con métodos y técnicas innovadoras y plan de tratamiento y no solo para aquellos que consumen sustancias, sino para todo aquel que quiere transformar su estilo de vida, ya que, logrando este objetivo, las sustancias dejaran de ser partes de su vida, así como los malos hábitos, emociones mal canalizadas, problemas existenciales y conductuales, que no son encajables socialmente. México humanista también llega a conjuntar 2 de los principales modelos de tratamiento, así como innovar a las necesidades actuales, los cuales son 1.-Proyecto Joven y 2.- Comunidad Terapéutica, México Humanista se convierte en un modelo unitario, antes las necesidades actuales a Puertas Abiertas. La desintoxicación es variable donde se utilizan métodos naturistas al igual que técnicas naturistas.

Desintoxicación y abstinencia bajo cuidados médicos

La desintoxicación es un proceso mediante el cual el cuerpo se libera de las drogas. Suele estar acompañada de efectos secundarios desagradables y en ocasiones hasta mortales, causados por el síndrome de abstinencia. Como se explicó anteriormente, la desintoxicación por sí sola no aborda los problemas psicológicos, sociales y de conducta asociados con la adicción y, por lo tanto, generalmente no produce los cambios de comportamiento duraderos que se necesitan para la recuperación. Generalmente, se maneja el proceso de desintoxicación con medicamentos administrados por médicos en centros para pacientes internos o de consulta externa; por lo tanto, se la suele denominar "abstinencia bajo cuidados médicos". La desintoxicación suele considerarse un precursor O una primera etapa del tratamiento ya que está diseñada para tratar los efectos fisiológicos agudos y potencialmente fatales de la interrupción del uso de drogas. Existen medicamentos disponibles para ayudar en la abstinencia de los opioides, las benzodiacepinas, el alcohol, la nicotina, los barbitúricos y otros sedantes. La desintoxicación debe estar acompañada de una evaluación formal y remisión a tratamientos para la drogadicción.

Tratamiento residencial a largo plazo

El tratamiento residencial a largo plazo brinda cuidados las 24 horas del día, generalmente en centros no hospitalarios. El modelo de tratamiento residencial mejor conocido es el de la comunidad terapéutica (CT), con estadías planificadas de 6 a 12 meses. Las CT ponen énfasis en la "resocialización" del paciente y usan como Componente activo del tratamiento a la comunidad entera del programa, incluyendo a otros residentes, el personal y el contexto social. La adicción se ve dentro del contexto de las deficiencias sociales y psicológicas del individuo y el tratamiento se concentra en desarrollar la responsabilidad personal y una vida que sea socialmente productiva. El tratamiento es altamente estructurado y a veces puede crear confrontaciones, ya que hay actividades diseñadas para ayudar a los residentes a examinar creencias malsanas, conceptos sobre sí mismos y patrones de comportamientos destructivos, para poder así adoptar nuevas maneras más armoniosas y constructivas de interactuar con los demás. Muchos de los programas de las CT ofrecen servicios integrales, los cuales pueden abarcar capacitación laboral y otros servicios de apoyo dentro de la propia residencia. Las investigaciones demuestran que se pueden modificar las CT para tratar a personas con necesidades especiales, como son los adolescentes, las mujeres, los indigentes, personas con trastornos mentales graves y personas que están dentro del sistema de justicia penal., a la vez de cierto tiempo de internamiento se le da al usuario de tener medio camino, que consiste a ir a trabajar y regresar al Centro Comunitario, por lo que generaría tener una COMUNIDAD TERAPEUTICA DE PUERTAS ABIERTAS, entrando y saliendo de la misma, “libremente”.

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El Centro Especializado en Adicciones, Guerreros de La Luz A.C., es una Institución Humanista adaptado a las necesidades mundiales, ofrece internamiento para Hombres y Mujeres, con un trato digno y otorgan servicios de psicoterapia individual, grupal, familiar, espiritualidad, psicológica, nutricional y médica., está a la atención de la Sociedad en General, a Nivel Nacional e Internacional, los 365 días del año., el teléfono es: 33-31351330 y el celular es: 044-3314014014 y 044-3313176953 y 3322808907.