viernes, 2 de abril de 2021

"Semáforo sandía"

 




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Semáforo sandía"


  Cada vez me parece más confuso el tema de la pandemia y veo muchas cosas que me preocupan. Una de ellas es la reciente declaratoria del semáforo de riesgo epidemiológico de color verde. Puede ser que resulte contradictorio que en vez de darme gusto que entremos a ese color me llegue una profunda preocupación. Intentaré explicar lo más claro posible.

 Hay varios factores que influyen en mi personal preocupación acerca de la pandemia. Entiendo perfectamente que las decisiones que toma cada semana la comisión federal encargada de llevar el control de esta temática se base en estadísticas y que, de acuerdo al comportamiento de éstas, se decida el color que se asigne a cada entidad federativa así como algunas medidas especiales si fuera el caso. No sé si en todos los estados suceda lo mismo que en Nayarit, pero supongo que no debe variar mucho, con las consabidas excepciones.

 Dicen que los números hablan y puede que tengan razón. De acuerdo con las cifras que escuchamos en las noticias ha habido una disminución de contagios y de fallecimientos en nuestro estado, sin embargo no dejan de estar presentes en el día a día. En mi opinión, cuando se avanza a favor en los estados, es decir cuando disminuyen los casos de contagios y muertes, sería el momento oportuno de dar el apretón definitivo para llegar a la victoria final, hasta el punto de erradicar por completo el riesgo epidemiológico. ¿Qué sucede en la realidad? Qué en cuanto se ve un avance se otorga una especie de flexibilidad con las consecuencias lógicas, se pierde lo ganado y, a veces, se regresa más atrás de dónde estaba. En otras palabras es lo mismo que sucedió en los tiempos de fiestas decembrinas y en el mes del “amor y la amistad” en que se incrementaron los contagios y las muertes debido a ese lógico dislate.

 Esta semana es la primera vez que Nayarit está en semáforo color verde, justo en semana santa. Casi me atrevo a pronosticar que dos semanas después estará de nuevo en amarillo tal como sucedió con Sonora. No me gusta ser el agorero de la semana ni mucho menos pero me jacto de conocer a mi gente y sé que la llegada del color verde al semáforo será exactamente como la expresión: ¡Yupi, ya la hicimos, vámmonosssss! Y se olvidarán de medidas de precaución y todo lo que antes hizo que se llegara a esa coloración epidémica. Digo eso porque existen demasiadas evidencias de la falta de empatía entre los vecinos de las colonias en Tepic. A los vecinos les siguen valiendo un cacahuate los de enfrente. Siguen haciendo fiestas escandalosas, sin sana distancia, sin cubre bocas ni nada que se le parezca, cierran las calles, jalan la banda y hacen todo lo que no deben hacer hasta con mayor ahínco. Me da miedo pensar, que irán hacer con la salvedad que otorga el semáforo verde.

 Otro tema preocupante es la lentitud manifiesta del programa de vacunación contra el coronavirus. Además de resultarme incomprensibles los elementos considerados en la estrategia general y la logística específica en nuestro estado, no entiendo por qué la lentitud del abastecimiento, porque es indudable que dichas dosis han llegado a cuenta gotas. Somos un estado que ni siquiera llegamos al uno por ciento de la población nacional. Si fuera ese un factor y la supuesta súper relación del gobernador con el presidente de la república era para que al menos ya se hubiera vacunado a todos los adultos mayores, una vez que hubieran cubierto al personal de salud, pero en Tepic, municipio con la mayor densidad poblacional y movilidad urbana y, por ende, con mayor cantidad de contagios ni siquiera han iniciado.

 Veo muchos aspectos que no auguran buenas cuentas en estas próximas semanas. Entiendo perfectamente la necesidad de activar la economía nacional y local, pero es deprimente observar la poca responsabilidad que acompaña a ese justificado empeño. No existe correspondencia alguna entre esos dos elementos. Se carece de la responsabilidad necesaria para equilibrar esas dos fuerzas que luchan una contra la otra. Es indispensable la vida económica pero sin arriesgar la vida física, la única que permite todo lo demás. Desde mi punto de vista es prácticamente imposible domeñar a esa terrible bestia que se convulsiona furiosa buscando los espacios públicos, las playas, los pueblos y otros sitios donde saciar la sed de diversión, esparcimiento y locura. Basta ver las multitudes que abarrotan terminales aéreas y terrestres, la saturación de lugares relacionados con los viajes, haciendo trizas inmisericordes a una trillada “Susana Distancia” que se debate entre la vida y la muerte. Dios nos agarre confesados. ¿Apelar a que la semana santa es tiempo de recogimiento y reflexión? Ni soñarlo, nunca ha sido considerado y hoy, sumidos en la ansiedad de abandonar el supuesto confinamiento general, pues menos.

 Nada parece ser lo adecuado. Nadie respeta a nadie. Los partidos políticos, la mayoría de ellos, han sucumbido a la tentación de mostrar el músculo antes que privilegiar la salud y el respeto a la norma. He visto aglomeraciones en varios de los eventos de registro de candidatos a diversos cargos de elección popular, principalmente los que hicieron esas tremendas alianzas se han reunido con muchos de sus simpatizantes. Espero que entiendan que aglomerar tanta gente a muchos no nos simpatiza, por tanto podrían encontrarse con efectos muy contrarios a los que hubieran querido lograr.

 En fin, no queda más que encomendarse a Dios y esperar los resultados de esta avalancha humana que se volcará en los lugares turísticos más socorridos y populares de siempre. También que el gobierno federal acelere la entrega de dosis de vacunas a nuestro estado y termine de una vez por todas por dar cobertura al menos a  los adultos mayores, suponiendo que el personal de salud haya sido ya atendido al cien por ciento; porque de seguir a este ritmo vamos a quedar vacunados hasta el año 2023 o 2024, casi cuando AMLO se esté despidiendo de su sexenio. Yo espero que no sea así y que las buenas noticias empiecen a aparecer, así como los luminosos amaneceres y el sol brillante de playa que buscan nuestros compulsivos turistas nacionales y locales. El porqué del título de este comentario, es que yo veo así nuestro semáforo, como una sandía: -Verde por fuera, pero rojo por dentro-. ¡Sea por Dios!

 RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.