miércoles, 15 de abril de 2015

Lupépera y Los Imbéciles

Melchor, el jubilado


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita


"Melchor, el jubilado"

Don Melchor Montaño regresaba a su ciudad natal después de radicar muchos años en una urbe nacional veinte veces mayor que la pequeña capital en la que vio la luz por vez primera.

A pesar de que el gusto por volver era inmenso, algo parecía inquietarlo. Desde que llegó, sentía algo que no sabía que era pero amenazaba la paz que tanto había soñado tener, una vez que se jubilara. Pero, a nuestro personaje si algo le sobraba era el optimismo, así que, aspirando una gran bocanada de aire dijo para sus adentros.

- ¡Caray! ¿Apenas voy llegando y ya me estoy apachurrando? ¡No hombre, nada de eso! Por qué he de preocuparme de algo que ni siquiera sé que es. Mejor voy por unas cervezas para este calorcito que está pegando con tubo.

Esa tarde fue de puro jolgorio. El poco estrés que traía la espalda de nuestro amigo Melchor, se hizo añicos con el peso irresistible de la música de boleros de Javier Solís, una buena dotación de chelas y un suculento ceviche de camarón fresco. Una tarde agradable sin duda, una digna bienvenida.

Pero cómo bien dicen que lo perfecto no existe, el día siguiente en nada se parecía a la tarde anterior. La tremenda cruda que se cargaba el susodicho era la comprobación de que en esta vida "el que la hace la paga". Este caso no era la excepción, nuestro buen amigo salía dando tumbos, con la frente perlada de sudor después de haber cantado "Oaxaca" en el inodoro, pero qué más daba, eso podría considerarse como gajes del oficio, necesariamente tendría que haber días mejores.

Después de unos días sin mucho que destacar, algo así como "rounds" de estudio, Melchor decide empezar a planear alguna actividad para su futuro inmediato, ya que aunque se jubiló de su trabajo de toda la vida, le gustaría conseguir algún empleo cómodo, de medio tiempo, algo así como de gobierno ya sea federal o estatal. Pero como no sabe cómo está la jugada, decide pedirle ayuda a su hermano Luis, su "Brother Louie", así como aquella vieja canción de los 70´s original de Hot Chocolate, que por cierto me gusta más la versión que hizo poco después el grupo "Stories". Pero regresemos a la historia en la que el protagonista pide ayuda a su hermano porque según se las sabe de todas, todas. O sea que es algo chismoso, pues.

El semblante del jubilado había cambiado de manera muy ostensible. Aquella sonrisa socarrona se había esfumado como por arte de magia. Las arrugas en la frente se acentuaron, el color moreno de su rostro se tornó un tanto pálido. Era difícil explicar un cambio tan radical en apenas unas horas de charla con el comunicativo Luis. Para poder saber que ha afectado tanto al actor de nuestro relato, los invito a que nos acerquemos un poco a la escena.

En la mesa de madera ya sólo quedaba un plato vacío que, al parecer, contenía camarón cocido, porque se pueden ver algunas cáscaras chupadas y un cajete a la mitad de salsa verde. Las que sí estaban llenas son las botellas de vidrio de una cerveza cuya marca tiene nombre de océano, una cajetilla de cigarros de esos que demuestran la existencia del "vaquero gay" y una cajita de goma de mascar, de la que no tiene azúcar para que no se te piquen los dientes. Los hermanos ya no ríen como hace unos momentos, esta es la reconstrucción de los hechos.

—¿Entonces aquí sí tendré que pagar tenencia, hermano? Pero si eso ya ni debe existir, allá no pagaba.

—Pues aquí sí, mi hermano. ¡Ah! Y también las placas cada vez que se le antoje o le haga falta dinero al mandamás del estado.

Después de inhalar y exhalar con cierta impaciencia, se oye a Melchor decir lo siguiente:

—Pensaba conseguir trabajo de burócrata, pero si el gobernador, que es quien debiera proteger a sus trabajadores, los está golpeando. Si está tratando de quitarles sus derechos laborales y acabar con los sindicatos revolucionarios, si les ha saqueado el fondo de sus pensiones, si los reprime y los acosa. Si a pesar de la manifiesta inflación, les ha negado sistemáticamente los aumentos de sueldo y todas las lindezas que me dices. ¡Ni para que entrarle!

Pero, ¿Podría conseguir un buen empleo en la iniciativa privada, no? Según dicen que el gobierno ha creado muchas fuentes de empleo.

—No pues eso sí. ¿Cómo de qué la quieres? ¿De "cerillo" en Walmart, Ley, Chedraui o Soriana? Lo bueno que hay para escoger. Tienes chance también en la mega-empresa Sumitomo que tienen unos "sueldazos" para los nayaritas, o si te gusta la cuestión empresarial, pues podrías montar tu negocio en el tianguis del bulevar Colosio.

—Oye "brother". ¿Y si le entro de proveedor del gobierno?

—Ja, ja, ja, ja, Ahora si me hiciste reír carnal, hasta se me frunció el ombligo. Ni arriesgues la poca lana que te dieron. Para empezar aquí dicen que el diezmo no existe. Aquí es de quince o veinte por ciento para arriba, según cómo te dejes o como le caigas a un "Tal Hugo" (ni tanto) que es el que mueve el pandero en eso de las "cotizaciones" para "ponerse la del puebla". Eso por un lado, por el otro, tu compras, entregas, y de aquí que te paguen, bien te puedes hacer más viejo de lo que estás, jajajaja.

Los ojos de Melchor parecían saltar de sus cuencas, de ahí en adelante algunos le apodarían el ojos de plato. Tomó la cerveza que tenía a la mano y la bebió de un jalón, destapó otra que corrió la misma suerte. Se quedó quieto un largo rato sin articular palabra, cara a cara con su hermano menor, que no acertaba a preguntarle si se sentía bien, sólo apretaba con fuerza la botella negra y fría.

Por fin se rompió el silencio. Melchor con voz grave, quebrada, preguntó a su desconcertado hermano:

—¿A qué horas sale el primer autobús rumbo al sur?

—A las seis de la mañana, contestó el aturdido Luis. ¿Por qué?

Sin decir palabra alguna, le puso unos billetes en la mano al tiempo que murmuraba: - Cómprame un boleto sencillo, sin regreso, para mañana. Se empinó de un gran sorbo otra cerveza bien fría. Se hizo un gran silencio y cayó la tarde.

Esta historia sucede en un país escandinavo. Aquí no pasan esas cosas. "Cualquier parecido con la realidad es una graciosa coincidencia".

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.