viernes, 25 de mayo de 2018

"La literatura, difícil empresa"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"La literatura, difícil empresa"


Recientemente compartía, en las redes sociales, el feliz advenimiento de mi segunda obra literaria, una novela corta, que pudiera ser clasificada como de aventuras. Por supuesto que me sentí muy contento cuando una camioneta de reparto de mensajería, de la marca “FedEx” (¡Gol!), aparcó frente a mi casa. Era la visita más esperada de la semana. Sabía que aquel joven mensajero, que descendió del vehículo, cargaba a duras penas unas pesadas cajas llenas de ilusiones, de sueños, de esfuerzo y convicción: mis libros.

Es una sensación muy especial recibir los paquetes y una emoción indescriptible, abrirlos. Lo haces con una mezcla de ansiedad y cuidado a la vez. No quieres perjudicar los embalajes, pero estás desesperado por tenerlo entre tus manos, ver en vivo los colores de la impresión, y la textura de su papel, en resumen estás casi desesperado por ver como salió. Creo que, por lo antes descrito, se usa mucho la similitud o analogía de la llegada de un bebé, cuando se habla de la publicación de un libro. Quienes hayan tenido la oportunidad de vivir esa experiencia me darán la razón. Hay muchas situaciones o detalles que se asemejan en esos dos acontecimientos. Se desea, se proyecta, se hace con mucho amor, luego se espera con ilusión su llegada, estás ansioso porque llegue, por conocerlo, deseando que todo salga bien y que sea un hermoso y saludable bebé. Luego lo cuidas, quieres que todo mundo lo conozca, que te digan que es muy bonito y que su llegada resulte un acontecimiento digno de recordar por mucho tiempo.

Pudiera seguir sumando elementos a esta graciosa comparación, pero creo que con eso es suficiente.  Aunque no estaría del todo mal, este texto no es para promover la venta de mi libro. Decidí comentar este tema de los libros porque estoy plenamente convencido de que es una difícil empresa. Lo es en nuestro país y lo es en nuestro estado, por supuesto. Más allá de las referencias estadísticas emanadas de las diversas encuestas de lectura que realizan entidades públicas y privadas, más allá de si leemos poco o mucho los mexicanos, que si son entre tres o cuatro libros por año, que si leemos sólo historietas o “Sensacional de Vaqueros” y sin dudar que la venta de libros impresos sigue siendo negocio, si no ya hubieran desaparecido Porrúa, Gandhi y otras librerías. Me refiero a lo difícil que resulta poder publicar un libro. No sé si sólo me suceda a mí, pero las oportunidades de que recibas apoyo para desarrollar la creación literaria son muy limitadas. Difícilmente encuentras el financiamiento para producir libros, de la temática que sea, creo que es aún más complicado cuando se trata de narrativa.

Lo más importante de este asunto es que no debes bajar la guardia, por más que a que los escritores locales, los que no somos famosos pues, nos miren muchas veces con recelo o desconfianza. Debes estar plenamente convencido de tu proyecto literario, y que en muchas ocasiones tendrás que resistir agravios, desprecios o indiferencia de quienes manejan la cultura en tu entorno. No debes desalentarte, eso sucede “hasta en las mejores familias”. A veces será necesario mirar hacia otros lugares, quizá a otros estados, incluso a otros países, pero no debes desistir. Si traes tu obra bajo el brazo, camina hacia adelante con la frente en alto porque, si confías en ti, siempre habrá una fuente de poder que te sacará adelante. Es una actividad muy difícil pero muy gratificante a la vez.

He tenido la suerte de que, antes de que decidiera publicar mis trabajos de narrativa, me conocieran muchas personas, lectores que, a través de mi columna periodística, apreciaron mi estilo de contar las cosas, independientemente de la temática. De esas personas recibí el aliento y la motivación para decidirme a compartir con ellos esta faceta de escritor, cosa que les agradezco. Es una inquietud natural que ha vivido conmigo desde mi niñez, contar historias es algo que he realizado toda mi vida. Hoy lo hago de una manera formal y lo más cuidada posible. En esta actividad, si quieres intentarlo, no debes temer al fracaso y creer mucho en tus sueños. Entender la literatura como lo que es, una forma mágica de expresar la esencia de tu espíritu a través de las palabras. Una forma ideal de llegar a cualquier parte del mundo y quizás a ninguna en especial. Una linda manera de trascender la palabra hablada.

En fin, hay muchas cosas que decir respecto a esta experiencia maravillosa que estoy viviendo. Desde que he llegado a muchos lugares a través de mis letras, mi vida ha cambiado. No he perdido mi forma cotidiana y natural de ser, pero me siento más feliz, siento que estoy realizando uno más de mis sueños. Algunos amigos me dicen que “me haré rico” vendiendo libros, yo les digo que ni lo hago por dinero ni esta actividad es lucrativa, que si quisiera ganar mucho dinero pues entonces me dedicaría a vender discos del “Komander” y si fueran “piratas” mejor. (Risas).

No es una tarea fácil, sé que la literatura es una difícil empresa, pero lograré lo que deseo. He observado muchas situaciones que se dan en nuestras latitudes, sé que estamos atrasados en cuestiones de arte y cultura, pero tenemos buenos cimientos. Sé que es un reto reunir veinte personas en una presentación de un libro o una exposición de pintura, mientras los palenques se “atascan” al menor anuncio de  la “Banda El Recodo”, pero eso no me hace flaquear en mi intento. Afortunadamente los niños y los jóvenes han respondido bien a la invitación de mi lectura y puedo sentir al menos aires frescos en el futuro.

He realizado experimentos para “calar” a nuestros líderes. Les entregué en sus manos un ejemplar de mi libro. “Sueños de Misterio, Fe y Esperanza” al Gobernador, Antonio Echevarría García y al Presidente Municipal Javier Castellón Fonseca, en la misma fecha, en la misma noche. Les dije, por separado: “Señor, sé de buena fuente que es usted un buen lector, ojalá se dé el tiempo para leer mi libro, me encantaría tener su distinguida opinión”; ambos respondieron lo mismo: “Ah, claro con gusto. Lo leeré muy pronto, tal vez esta misma noche” eso fue el día 2 de febrero de este año, hace ya casi cuatro meses, no he recibido ninguna noticia de ellos. Al Maestro Castellón lo abordé en las instalaciones de la Feria de Tepic, cinco semanas después de aquella bella promesa y cuando le pregunté si ya había terminado de leer mi libro, no sabía ni que decirme, como que ni siquiera se acordaba donde dejó el dichoso libro. Se recuperó y me dijo: “Ah, sí, no lo he leído, pero lo voy a leer”, obviamente no me dijo cuándo. Me dio un poco de risa, y le dije con cierta picardía: “Ojalá Maestro, porque el gobernador ya lo leyó y yo creí que usted era mejor lector que él”. Solo fue una mentirilla piadosa, me doy por bien servido con que Toñito no haya perdido el libro. Así que en cuestión de libros y lectura, ni para donde voltear. Así las cosas.

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