lunes, 28 de octubre de 2013

Día Nacional del Médico

José Manuel Elizondo Cuevas / Periodismo Nayarita

Tepic, Nay; oct 28, 2013.-  Cuando se publique este artículo habrán pasado escasos cinco días de la celebración del “Día del Médico”. Esta festividad de carácter nacional (23 de junio) tiene su origen en la Convención de Sindicatos Médicos Confederados de la República Mexicana, que en 1937 fijó esta fecha para reconocer el trabajo de los profesionales de la salud. La razón de tal fecha encuentra su explicación en el deseo de hacerlo coincidir con la creación en 1833 del Establecimiento de Ciencias Médicas (Antecedente histórico y profesional de la actual Facultad de Medicina de la UNAM) gestión realizada por Valentín Gómez Farías, médico de profesión que estaba a cargo del poder ejecutivo en ausencia de Antonio López de Santa Anna (Nuestro mejor vendedor). Existe desde 1946 también un parangón internacional de esta conmemoración que es el día 3 de diciembre.

Siempre he considerado que la salud es uno de los derechos humanos más importantes. No sólo por el hecho que así lo consagra el artículo 4° de nuestra Carta Magna, sino porque es un factor inalienable de la integridad y la vida de las personas. Por esa razón, porque sabemos la importancia vital que tiene la salud, los mexicanos siempre decimos “Que tengas salud lo demás cómo sea”. En eso existe mucha razón porque si no hay salud no hay vida y sin vida pues “se acabó el corrido”, entonces ya de que sirve el carro, el dinero, la casa, etcétera. Así que si analizamos estas circunstancias quizá podamos entender el por qué los “dueños de todo” y sus aliados gubernamentales no nos dan chance de tener muchas cosas materiales, por eso nos dan muy buen servicio de salud pública. (Ajá).

El tema de la salud siempre ha sido muy polémico y las razones sobran. No pretendo en este espacio, al menos no en esta ocasión, hacer un análisis de fondo de la situación del sistema de salud pública, que en mi opinión está pasando por una severa crisis y se encuentra en terapia intensiva. Ya he comentado anteriormente acerca de la necesidad inminente de una cirugía mayor al sistema para salvarlo de una muerte segura (Cosa común y corriente ente los usuarios de éste).

Tomé este tema con la idea de hacer una especie de reconocimiento a los médicos que de verdad asumen su responsabilidad social y humana. Desde mi punto de vista es precisamente esta profesión, a la que respeto profundamente, quizá la más importante que exista. Evidentemente que todas las profesiones poseen su importancia, su dificultad y su encanto, pero quiero reiterar que en ésta encuentro un punto muy especial, quizá sería fácil encontrar la respuesta si abordamos el asunto desde el carácter del insumo, la materia con la que se trabaja, ya que tienen en sus manos tu salud, tu vida misma, de ahí que la responsabilidad sea mayúscula y el grado de calificación y especialización que se requiere sea muy alto. Aquí cabe aquella anécdota cuando el eminente cardiólogo lleva su coche a reparar y el mecánico le dice “oiga Doctor por qué usted gana tanto dinero por una operación si prácticamente hacemos lo mismo, yo desarmo y armo el carro, cambio la pieza y lo hago funcionar, usted hace lo mismo y gana mil veces más que yo”, el médico muy tranquilo le contesta: ¿Ha intentado hacer su trabajo sin parar la máquina? De alguna manera, esto ejemplifica algo de lo que comentaba anteriormente.

Aún cuando esta profesión es especial e importante, no está exenta de los mismos problemas que tienen las demás carreras y en general la vida misma, me refiero a que hay de todo, existen médicos (hombres y mujeres) excelentes, buenos, regulares, malos y pésimos. Por supuesto que debemos sentirnos orgullosos de muchos médicos que han dado lustre a nuestro país. Así de momento recuerdo al Dr. Ignacio Chávez Sánchez, considerado el padre de la cardiología en México, el Dr. Rubén Argüero Sánchez, quién realizó el primer trasplante de corazón en nuestro país y recientemente los que fueron homenajeados precisamente en la celebración de este año, los doctores, Ruy Pérez Tamayo, Guillermo Soberón Acevedo, Fernando Ortiz Monasterio y Jesús Kumate Rodríguez y seguramente muchísimos otros cuyos nombres se escapan de momento.

En todas las latitudes y niveles existe buenos (as) y malos (as). En el transcurso de mi vida, en las ocasiones en que he recurrido a la medicina institucional, me he encontrado con algunos médicos que me causaron muy grata impresión por su capacidad y su forma tan humana de tratar a los pacientes y a sus familias. Pero, también la vida me puso frente a otros a los que no acabo de perdonarles su nefasta negligencia que ocasionó tanto daño y la poca calidad de su trato profesional. También he visto a muchos que se dicen médicos y no son más que mercenarios del dolor y la salud, que lucran con la necesidad de la gente y otros más que aprovechan un puesto en la Secretaría de Salud  para enriquecerse y saquear los pocos recursos que tanto necesita el pueblo.

En fin, he conocido de todo, grandes próceres de la medicina, personas que se distinguen por su trato amable, por la paciencia y atención que brindan a las personas que tienen la desgracia de enfermarse. Gracias a Dios que me puso en contacto con algunos de esos personajes que son un ejemplo para sus entornos sociales y sus comunidades profesionales. Un reconocimiento sincero a los hombres y mujeres que abrazaron esta profesión tan importante, pero sobre todo a los que llevan en su corazón la pasión por su carrera, la valentía de enfrentar al dolor y la muerte y ver a los enfermos como personas y no como un número más. Felicidades a los doctores y doctoras por su  día. (Un reconocimiento especial al Dr. Rentería de Tecuala, un valioso ejemplo de altruismo, calidad y calidez).


MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com

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