martes, 28 de enero de 2014

El Rincón de los Recuerdos

JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita

Tepic, Nay; ene 28, 2014.-  No cabe duda que es difícil hacer una crónica de una vivencia personal en la que describes un restaurante sin que eso parezca un comercial, pero intentaré hacerlo.

No era la primera vez que asistía a ese lugar y espero que tampoco la última. Por cierto, conocí ese establecimiento principalmente por curiosidad, invitado por un amigo al cual, aunque no tengo mucho tiempo de conocerlo, le he tomado mucho aprecio.

Casi eran las diez de la noche cuando mi esposa y yo atravesamos el largo pasillo central de aquella casona. Con un poco de imaginación podríamos pensar que estábamos en una pequeña hacienda de los tiempos de la revolución. Su estructura no es algo muy usual en nuestros días, pero mi poco conocimiento del tema me hacía dudar si de verdad es una vieja construcción o simplemente se trata de una muy ingeniosa adaptación. En cualquiera de los casos me parece que vale la pena conocerla.

Se respira tranquilidad en ese acogedor sitio, que aunque da la apariencia de ser un poco frío, ya estando cómodamente instalado te percatarás que no es así. Es de esos lugares con cierta cualidad térmica, condición que no sé si es propiedad del inmueble o la proporcionan las personas que te atienden.

Si no mal recuerdo cuenta con tres secciones, una zona tipo jardín o terraza con unas cuantas mesas rodeadas de plantas y flores, al lado una especie de apartado que ofrece cierta intimidad pero puedes ver a través de unos arcos la última zona, la del fondo, donde encontrarás varias mesas, por cierto muy originales cuyas bases son las estructuras metálicas de unas viejas máquinas de coser de tiempos de nuestros abuelitos y las cubiertas unos tablones con aspecto resinoso que dan la impresión de que fueron sacados de un viejo establo campirano.

Lámparas de embudos, regaderas, vajillas, máquinas de escribir, radios, tocadiscos, teléfonos, relojes, estufas, aperos de labranza, monedas, armas, cuchillos, cuadros, planchas y un sinfín de objetos y utensilios conforman una magnífica ambientación que te hacen sentir protagonista de una reunión que se celebra en el siglo XVIII o quizá XIX.

No podía faltar una rica comida acorde a toda la parafernalia descrita. El local cuenta con un menú variado pero debo confesar que desde el inicio lo que atrapó nuestra atención fue la sección de platillos autóctonos: quesadillas de huitlacoche, flor de calabaza y chicharrón, tostadas de pata, de tinga y de pollo; tradicionales guisados de carne con chile y frijoles, sin faltar los típicos tamales con atole.


La prisa por llegar obedecía al deseo de festejar el cumpleaños de mi esposa y que mejor que ahí, donde además del lugar y la comida, podíamos disfrutar la música de mi admirado amigo Juan Felipe Manriquez, un gran trovador que frecuentemente ameniza los sábados de bohemia. Mi amigo Juan Felipe fue quien nos invitó a conocer este lugar para escucharlo en una de esas emotivas y nostálgicas noches. No lo digo sólo porque le tenga afecto, de verdad él es un excelente músico y un magnífico cantante. Es un apasionado de las canciones de Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat, pero lo mismo toca trova que algunas viejas y románticas canciones mexicanas, es amante de la poesía y de las canciones que comprometen su pensar.
Se consiguió el objetivo, mi esposa y yo pasamos una velada deliciosa, buena cena, buenas canciones dedicadas especialmente a mi cumpleañera, brindis, felicitaciones personales de la Dra. Bertha, la amable propietaria del lugar.

En fin, esta es mi modesta descripción de ese maravilloso lugar. Pido una disculpa anticipada si mi alcance literario no es suficiente para detallar el encanto de ese establecimiento que al parecer antes fue un museo y hoy un punto de reunión obligado, un lugar de referencia para las personas que gustan del ambiente cultural y artístico, la buena comida y la buena música.

Es un ambiente que te induce a la esperanza, a la ilusión por mejores momentos, es una  atmósfera mágica que te remite a la nostalgia de los tiempos idos, por eso concluyo diciendo que no pudieron haber escogido mejor nombre que “El Rincón de los Recuerdos”.


MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com 








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