JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
Tepic, Nay; mzo 12, 2014.- Es muy probable
que mis amables lectores asocien de inmediato el título de este artículo con
aquella vieja novela escrita por el inglés Herbert George Wells que se publicó en
el año de 1897.
Creo que mucha gente
conoce la trama de esa novela de ficción en la que el personaje es un
científico que cambia el índice refractivo de sí mismo haciéndolo coincidir con
el del aire, con lo que provoca que su cuerpo no absorba ni refleje la luz y
con ello se hace invisible. Esta historia ficticia no termina bien ya que el
personaje jamás logra revertir el proceso de invisibilidad y su mente se
trastorna por las dificultades que encuentra para poder convivir con sus
semejantes en esas condiciones, provocando miedo y confusión, hasta que termina
asesinado por una turba.
Más allá de la novela,
por supuesto que basadas en su éxito, se hicieron muchas adaptaciones de esta
famosa historia llevándola a la pantalla en varias ocasiones, siendo también la
trama de varias series radiofónicas y
televisivas, obras de teatro e historietas.
Pero la temática de hoy
no se refiere a la forma científica de hacerse invisible. Esta vez la opinión
se relaciona con la pésima actitud y mal comportamiento de muchas personas que
logran tener la calidad de invisible, evidentemente que hago alusión a esa conocida
frase coloquial "No lo puedo ver ni
en pintura" que usamos para decir que alguien no nos cae bien.
Es muy común que usemos
esa frase en nuestra vida cotidiana y si no lo decimos verbalmente por lo menos
lo pensamos. El término invisible, también se puede usar para aludir a los
maestros y a los legisladores faltistas. En fin, tiene muchas opciones para su
aplicación, dependiendo de las circunstancias y del ingenio para usarlo.
En mi caso, lo uso para
nombrar por ejemplo al salario mínimo mexicano y para referirme al obeso y
prepotente vecino que es un ejemplo de desconsideración. Un tipo maleducado, a
pesar de trabajar en la UAN, que bien puede pasar por encima de ti y no te saluda, eso aunque es algo inusual no
importaría tanto y no lo tomas en cuenta, pero ya cuando se estaciona en tu
cochera obstruyendo la salida de tu carro ahí ya cambia la cosa. Cuando hace
sus tremendos escándalos en noches etílicas interminables, azotando sus puertas
y con la música estridente ahí ya cala un poco porque además de ser muy frecuente
es de "carrera larga".
Aún recuerdo el coraje
que me hizo pasar una de tantas noches, cuando uno de sus "felices"
acompañantes estacionó su coche bloqueando mi cochera. Llegué en mi vehículo y
me estacioné cerca de mi casa pensando en un rato más le pido de favor que despeje
mi portón para meter mi carro, pero vaya sorpresa que de pronto se fueron los
habitantes del "castillo de la pureza" y regresaron hasta después de
las tres de la mañana, era tiempo de frío y obvio mejor dejé mi coche en la
calle. De pronto piensas que tal vez mañana se acerque y te pida una disculpa,
pero todo lo contrario te encuentra y separando sus brazos de su voluminoso
cuerpo te pasa por un lado, campante y orgulloso como pavo real, de tal forma
que si no te quitas te atropella. Este tipo, mi craso y soberbio vecino, es uno
de los hombres invisibles que yo conozco actualmente.
Creo que en nuestra vida
todos hemos tenido contacto con este tipo de gentes. Existen muchos individuos
que parece que hacen hasta lo imposible por caerle mal a la gente. Gente
desconsiderada que no tiene la menor idea de lo que significa la convivencia
social. No le dan importancia al saber convivir de manera pacífica y amable con
sus vecinos en la colonia, con sus compañeros de trabajo, en el deporte, en la
escuela, en cualquier sitio y en cualquier actividad.
Uno de los grandes
valores que les he inculcado a mis hijos es el respeto a las personas, la
amabilidad en el trato por más ocasional que éste sea. Un buen trato siempre
será una excelente tarjeta de presentación de las personas. Una palabra cálida,
un ademán amistoso o una franca sonrisa casi siempre te traerá una respuesta
favorable de la gente y te abrirá puertas en la vida. Una persona
considerada siempre será bien vista en
cualquier lugar que se presente. Por ejemplo yo puedo pasear por cualquier
localidad del Municipio de Tecuala con absoluta confianza que al decir mi
apellido recibiré un comentario amable, un buen recuerdo, incluso un
agradecimiento por lo que mi papá, siendo alcalde hace más de tres décadas,
hizo por la gente de esos lugares, así que yo trato de mantener esa tradición para
orgullo de mi querido padre.
Ese es un buen ejemplo
de la importancia que tiene ganarse la buena voluntad de las personas y no como
el caso contrario de muchos políticos en puestos de elección popular u otros
funcionarios que desaprovechan la oportunidad de servir y tratar bien a la
gente y a sus trabajadores subordinados para ser merecedores del
reconocimiento, del saludo amable y la sonrisa al pasar por la calle después de
dejar sus cargos, pero en cambio sólo encuentran el desprecio de la gente o su indiferencia, que también ésta
última es una buena manera de convertirte en un hombre invisible.
Usted amable lector
¿Cuántos hombres invisibles conoce? O en su defecto ¿Cuántos hombres invisibles
cree que habrá después de terminar este sexenio?
RECIBAN UN SALUDO
AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com
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