Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Ser Mujer y la Indiferencia
Funcionarias
y organizaciones civiles llegaron a Nueva York con el ánimo de evaluar y
celebrar los 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing. Me explico: una
reunión especial en la ONU del 9 al 19 de marzo, para ver si hubo adelantos en
la igualdad de mujeres y hombres; si las políticas de los gobiernos propiciaron
esos adelantos o hicieron lo que les correspondía. Si por fin podríamos hablar
de cambios culturales o perspectivas claras para acabar con la discriminación y
los prejuicios; si se invirtió en empoderar económica y socialmente a las
mujeres.
A
la gran manzana se llegó con el ánimo de celebrar. Inocentemente me imaginé que
vendrían algunos jefes o jefas de Estado; pensé en actividades colectivas y
bien organizadas, incluso para la denuncia o la protesta. Lamentablemente nada
de eso ha sucedido. Las delegaciones de alto nivel, de los ejecutivos o las
cancillerías, los ministerios de la mujer son muy importantes, pero esta vez
han estado dispersos.
Pensé
que en el pleno, ahí donde hablan los representantes de los países, se haría
una evaluación, una rendición de cuentas. Pero nadie ha podido hacer eso, el
tiempo para hablar ha sido de 8 o 9 minutos acotados, las palabras
interrumpidas y las sesiones de larga duración como para dormirse. Tampoco el
formato de esos discursos ha permitido el debate.
Creí
que sí habría discusiones para ver si avanzamos en asuntos fundamentales como
la vida de las mujeres, la mitad de la población; sobre la salud ligada a su
condición femenina; si ahora podríamos celebrar que nuestro trabajo aporta al
capital, con claridad, mucho más de lo imaginado, considerando que en 20 años
se han afinado los mecanismos de medición de esas contribuciones.
Por
ejemplo en México el trabajo de las mujeres aporta el 21 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB). No hablo del trabajo en la fábrica o en el campo,
sino del trabajo que realizan las mujeres para las y los otros hoy llamado “del
cuidado” para la ancianidad, niñez y familia, supliendo con amplitud las obligaciones
de los gobiernos. En fin, creí que el interés de muchos grupos de mujeres por
venir, tenía que ver, realmente, con una gran jornada de reflexión y
evaluación.
Nada
de eso. Es posible que quienes están en mesas redondas, foros, con sus
trabajos, están haciendo evaluaciones, pero particulares o parciales. Como la
mesa que organizó el Gobierno mexicano para contarle al mundo que somos
vanguardia en la cuestión de los presupuestos con perspectiva de género, es
decir, considerando recursos para programas destinados con toda racionalidad
para estimular el progreso, la salud, las capacidades o el desarrollo político,
social o cultural de las mujeres.
Yo
creo que ese es un gran avance. Sin duda. Pero en esta reunión eso es un lujo
que no tiene impacto en un modelo de discusión donde este tipo de experiencia
pudiera valorarse, porque toda la metodología y las participaciones han
generado un proceso atomizado. Hay que decidir a qué mesa, grupo, presentación
o reunión se va, y si es de interés particular, pero esto no es una asamblea de
las Naciones Unidas. Es un gran foro, donde se oye o ve lo que se quiere,
avances y emociones frescas o quejas y peticiones.
Las
mujeres viven violentadas en todo el mundo y es el gran pendiente. Es una
cuestión que requiere medidas muy serias y aterrizajes en políticas muy
profundas, además de un análisis a la luz de la crisis de un sistema que todo
lo resuelve con el uso del poder. No hay una discusión al respecto, como
debería hacerse.
Tampoco
entre las feministas que llegaron aquí, también, sin un horizonte más allá de
qué decir y sostener para que se las vea, se las considere, se las financie, o
se las tome en cuenta. Como a muchos gobiernos, que se les reconozca como las
manos ejecutoras de los adelantos, en parte con cierta realidad. Pero tampoco
nada trascendente en esta reunión.
En
sentido contrario, tampoco se evalúa que significaron para las mujeres las
guerras sucesivas en las últimas dos décadas, ni el crecimiento de las
tendencias fundamentalistas y religiosas, los atrasos culturales, la falta de
movilización de las mujeres, el efecto concreto de la pobreza y la desigualdad;
la impunidad sobre la violencia contra las mujeres en países llamados
democráticos, etcétera. La tibia declaración política hecha en el secretariado
general.
No
hubo forma hasta hoy de valorar aportes o atrasos. De México, por ejemplo, las
mujeres organizadas, están más apuradas por establecer una relación con el
gobierno, que para ofrecer una evaluación. La Plataforma de Acción hizo en 1995
recomendaciones para la sociedad civil y para el sector empresarial. Hubiera
sido interesantísimo conocer qué han hecho las empresas globales con los
derechos laborales, sociales y reproductivos de las mujeres.
Nada
de eso. Sólo escuché, y más bien tímidamente, reclamos al gobierno, o sea, una
visión patriarcal que responsabiliza únicamente a individuos ejecutivos o
individuas sin analizar el contexto, con una mirada estrecha. Por ejemplo en el
tema sustantivo de lo que reproducen y difunden los medios de comunicación. Me
hubiera encantado un análisis del efecto de los medios en la vida de las
mujeres.
En
el informe resumido de México (solo 31 cuartillas), el capítulo más pobre es el
de los medios de comunicación, entre otras cosas porque no hay estudios de
audiencias ni mediciones serias; y por otro lado tampoco se caracterizó la
evolución de la tenencia de los medios, los grupos que los detentan; el capital
que mueven, sus relaciones históricas con los distintos poderes.
Nada
de eso. Sólo se analizó por encimita si las mujeres los dirigen o no, y sin
análisis, se habla de las y los periodistas que en México son afectados y hasta
asesinados para limitarles su derecho a la libre expresión. En pocas líneas
podría haberse planteado esta connivencia del poder patriarcal y los medios.
En
fin, lo de la salud desde las ONG también, sus indicadores son los datos
publicados por los medios. Es decir pobreza de discusión y análisis por todas
partes, y tampoco he visto, hasta ahora, coraje, dedicación, fortaleza para
mostrar la condición social de las mujeres, 20 años después, desde el inicio de
un largo camino para cerrar brechas, en lo económico, social y político entre
hombres y mujeres.
No
sé porque fue así. No entiendo. Estuve indagando si en alguna parte de la ONU
me informaban qué se hará con las propuestas, exposiciones, discusiones,
opiniones y mesas redondas. Me parece que no se sistematizará, al menos lo que
aquí ha sucedido durante 5 días. Veremos si las reuniones técnicas sí tienen
algún fin.
Los
adelantos y los pendientes se tendrán que ir indagando. Pienso que el formato
que se implementó para atomizar los contenidos en esta
reunión que terminará el próximo jueves, no ha sido inocente. Es probable que
la evaluación sea esa: no discutir, porque finalmente el asunto de las mujeres
no importa a quienes detentan el poder en todas partes, salvo que somos
nosotras/ellas necesarias para mantener al sistema, fundamentales para sostener
la producción y contener a la sociedad. El pilar de la familia, como se repite
en los discursos. Pero ya no podemos esperar.
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