"Reflexión sindical"
Todas las organizaciones de trabajadores de
México y del mundo parecen compartir la misma historia. Es evidente que existen
diferencias específicas entre ellas dentro de un contexto nacional y más aún si
se trata de comparar organismos de distintos países o incluso continentes.
Pero, dentro de la parte esencial, siempre encontramos un común denominador
entre las organizaciones sociales de cualquier parte del mundo,
independientemente de cómo se les denomine en sus lugares de origen.
En este caso, para efectos de este
comentario, me quiero referir básicamente a las organizaciones de trabajadores
denominadas sindicatos. No quiero aventurarme en mis apreciaciones, aunque me
justifique en la libertad que tengo de expresar mi punto de vista. Se puede
decir de todos los sindicatos, al menos los que son emanados de su propia base
de trabajadores, que surgen por la necesidad que tienen éstos de organizarse
para defender de manera grupal sus derechos laborales, basados en la premisa
inmutable de que la unión hace la fuerza.
La mayoría de las personas jóvenes, sobre
todo las que no han tenido la oportunidad de estudiar la historia de México,
desconocen los orígenes, causas y motivaciones que la clase trabajadora tuvo
para buscar esos modelos o figuras asociativas que conocemos como sindicatos.
Eso se puede ver de manera muy ostensible cuando algunos jóvenes tienen la
oportunidad de pertenecer a una organización sindical, ya que se comportan de
manera muy distinta a como lo hace un trabajador de mediana o larga antigüedad.
En su gran mayoría parecen no valorar el extraordinario logro de estar agrupado
bajo la seguridad de un ente social organizado, con estructura y certeza
jurídica y laboral.
Muchos piensan, la mayoría jóvenes, que las
prestaciones económicas que tienen los sindicatos son “graciosas” concesiones
que los distintos gobiernos les han dado. Incluso, llegando al exceso, hay
quienes creen que los gobiernos son verdaderamente dadivosos con los trabajadores,
lo cual es, desde mi punto de vista, la estupidez más grande que se pueda
escuchar.
Sin llegar a exponer aquí un trabajo de
investigación social y económica, sólo quiero comentar que las prestaciones que
los trabajadores tienen, independientemente de la rama productiva, si son
nacionales o locales, o cualquier otra condición que tengan, están sustentadas
en la carta magna de nuestro país, la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Es impostergable entender que las prestaciones que los
trabajadores sindicalizados disfrutan es una cuestión de carácter obligatorio,
justamente porque así lo señala y garantiza la constitución mexicana en el
ámbito de los derechos sociales, como son el derecho a un trabajo, a un
salario, a una prestación social (jubilación, seguridad social, desempleo,
bajas laborales por enfermedad, maternidad, accidentes laborales, etc), el
derecho a la salud, a la educación, a una vivienda digna, etcétera.
Otro elemento importante a considerar es que
esos derechos humanos o fundamentales, que se garantizan en la constitución y
las condiciones de derechos y obligaciones que se particularizan dentro del
artículo 123 de la misma norma fundamental, son producto de un proceso
histórico, en el que, además de conceptos filosóficos, estudios y aportaciones,
está la sangrienta historia de México, están los campos verdes regados por el
rojo de la sangre de miles y miles de mexicanos que la ofrendaron en aras de
rectificar la historia de su pueblo y el destino de las futuras generaciones de
compatriotas que vivían bajo el yugo y la explotación de entidades y personajes
ampliamente conocidos y detestados.
En resumen, los derechos fundamentales que
consagra la constitución mexicana, están escritos, no sólo con la pluma de los
constituyentes que tuvieron esta histórica responsabilidad sino con la sangre y
el sacrificio de muchos mexicanos que lucharon por ello. Actualmente, lo que se está haciendo, es respaldar esa
lucha, haciendo efectiva la opción de conservarlos.
En ese contexto de lucha y de sacrificio, se
puede explicar la historia del sindicalismo local. En ese mismo sentido se
puede entender lo que sucede con el SUTSEM, por dar el ejemplo más sólido y
expresivo de la lucha sindical en el Estado de Nayarit. Los detractores de este
ejemplar sindicato, la mayoría voces surgidas desde el mismo vientre del patrón
gubernamental, hostigan a la parte más necesitada de la sociedad nayarita
intentando venderles la idea de que los trabajadores de base son la causa de la
crisis en que se encuentra nuestra entidad. Intentan hacerles sentir o creer que
las prestaciones económicas de los trabajadores son excesivas, que por eso no
alcanza el dinero para las “grandes obras” (cómo si la gente no conociera la
triste fama de esa membresía nefasta y desafortunada).
Esos detestables personajes que trabajan en
las sombras, haciendo el trabajo sucio del patrón, juegan un juego peligroso,
porque la gente pudiera darse cuenta en cualquier momento que el asunto no es
quitarles a los trabajadores lo que tienen (que por cierto no alcanza para
mantener a buen nivel a la familia) sino en darles lo necesario a la gente más
necesitada para llevarlos al nivel económico que tienen los trabajadores y así,
sucesivamente y de poco en poco, ir alcanzando mejor niveles de bienestar
social. De tal manera que en un futuro no muy lejano se lograra abatir el
flagelo más vergonzoso de las sociedades: La pobreza.
Es evidente que ese deseo no es una utopía,
si bien es cierto que pudiera ser difícil. La mayoría de las personas sabemos
que con sólo mover un poquito la balanza en la búsqueda de lo justo, y nivelar
la distribución de la riqueza nacional, o quizá un poco más sencillo, al menos
aparentemente, que los que están en el poder dejaran de saquear el erario, con
eso se tendrían los recursos necesarios para allegar el bienestar que la
sociedad necesita y al que tiene derecho.
Además de esta explicación sencilla, y espero
que clara, podría agregar que esa labor oscura que realizan los esquiroles del gobierno
para bloquear los logros sindicales establecidos en nuestra carta magna, además
de los que se han sumado a la clase trabajadora y particularmente a los
agremiados del SUTSEM, mediante acciones de acción sindical, lucha con
esfuerzo, sudor, sangre y lágrimas durante casi ocho décadas de lucha, no
tendrá ningún fruto legítimo porque es atentatoria a todo derecho supremo de
equidad y de justicia y, por otro lado, porque estoy seguro que los
trabajadores y nuestras familias no lo permitiremos.
Así que no sólo es una asquerosa falacia pensar que el gobierno brinde generosas
concesiones a la clase trabajadora sino es la más repulsiva de las
manipulaciones en contra de los que producen la riqueza de México. El gobierno
ha venido deshaciendo lo que los antiguos revolucionarios lograron para el pueblo.
Ha venido destejiendo las pocas opciones de tener una vida digna. De manera
maquiavélica ha reformado los artículos constitucionales que le estorbaban para
permitir que sus patrones, la oligarquía, puedan apoderarse de los recursos de
la nación. Por consecuencia y como estrategia, está atacando a los sindicatos
revolucionarios, intentado eliminar, con su desaparición, a los únicos
opositores a esa desleal y abominable labor del exterminio de la libertad y el
bienestar social, dejándonos en el regresivo estado de la esclavitud y la
ignominia. Por eso me hago la siguiente pregunta: ¿Hasta dónde los dejaremos
llegar?
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA
PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.
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