miércoles, 17 de mayo de 2017

"El debate de la selva"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita




"El debate de la selva


Los extraños ruidos que se percibían en la selva sólo podían indicar que algo grande estaba por suceder. Por la gran ruta de pastos verdes y vegetación secundaria alta, adyacente al cauce del río que todos conocían como el “Remolino del Diablo”, caminaban presurosos los animales que habitaban aquel paradisíaco pero peligroso lugar.

El estruendoso clamor de aquellas aguas caudalosas era a veces apagado por el murmullo continuo y los sonidos producidos por disímbolas pisadas de especies animales. La vibración intermitente provocada por el trote de la familia de elefantes, el galope rítmico de unas majestuosas cebras, a quienes un burro salvaje al pasar les solicita que se “quiten las pijamas”. El tamborileo grave de unos pesados pasos de rinocerontes, el ligero pero continuo “zapateo” de un gran grupo de antílopes y tantos otros sonidos confusos, entre pisadas, trotes, graznidos y rugidos, creaban un momento de tensión pocas veces vistas en esa selva africana. Todos se dirigían hacia un claro de la selva bien resguardado por los árboles más frondosos y protectores del lugar.

Todo estaba dispuesto de manera muy ordenada. Había unos pretiles que marcaban y delimitaban una zona  que parecía ser el centro de atención de esa aglomeración. Estaba en lo cierto, se trataba del primer debate dentro de la campaña para renovar el gobierno del reino animal.

Ocho lugares estaban dispuestos, uno para cada participante, en este primero y único debate en la campaña por determinar quién sería el animal que ostentaría el poder en la jungla en los próximos seis años. Unos círculos como tambores, con una pequeña paleta de madera semejante a las de los pupitres de las escuelas en México (bueno, las que tienen pupitres), formaban los podios desde donde cada aspirante pregonaría sus argumentos y propuestas para administrar la selva y todos los recursos que ésta posee.

Una algarabía reinaba en ese punto. Miles de animales se agrupaban en torno al claro de bosque elegido para ese evento. Para la gacela dorada, quien sería la moderadora del debate, fue muy difícil acallar la vocinglería para comenzar el acto.

Los animales que aspiraban a suceder al viejo león que ostentaba el poder estaban listos. El otrora orgulloso león mandamás, no era más que un humillado animalejo, repudiado por la mayoría de habitantes de la jungla por su deshonestidad y prepotencia, y se ocultaba en una oscura cueva, temeroso de que la guardia real fuera en cualquier momento en su búsqueda para ser castigado.

Exceptuando a “Balín”, los contendientes estaban listos. Este estrafalario mono de prominente hocico era el único que no llegó puntual, probablemente a propósito para generar expectativa. Tal vez era un experto en esto del arte de debatir, o quizá sólo un pobre diablo que no le importaba hacer el ridículo con tal de estar vigente dentro del circo político de la selva.

Finalmente dio inicio la confrontación de ideas. Se hizo el silencio y se escuchó la aguda voz del primer participante. Se trataba de un ñu que mugía con mucho estilo y parecía que destilaba sabiduría. Desgraciadamente se apasionó demasiado, se dejó llevar por la neurona y empezó a atacar a diestra y siniestra a todos los participantes y hasta uno que otro que divisó entre el público. Su ponencia sobre el desarrollo de la selva se quedó en tachar a todos de corruptos y delincuentes, epíteto del que por supuesto él se deslindó.

Enseguida participó el tigre, luciendo una amplia sonrisa que dirigía hacia todos lados. La juventud de este felino rayado se acompañaba de una especie de confianza que le permitía no perder el control de su estado de ánimo. Se mantuvo en la línea de crear fuentes de trabajo e impulsar el desarrollo de la selva. La felicidad que irradiaba me recordó los tiempos en que su padre grabó los comerciales de una marca de cereales.

Le tocó enseguida el turno a “Balón” el joven oso de la selva. Con una sobria participación dejó una sensación de paz. Es decir, no causó impresión alguna, “ni buena ni mala, sino todo lo contrario”. Su ponencia política se asemejaba más a una clase de bachillerato. Pero bueno, era también su primera vez.

Llegó el turno para el aspirante que representa al grupo en el poder, el equipo del viejo león mañoso y repudiado. Se nota que tiene tablas para la oratoria este participante. Pero su generosa propuesta de desarrollo no impresionó a nadie porque, además de que suenan a simples promesas difíciles de cumplir,  todos en el reino animal lo consideran sólo una mascota del viejo león y todo lo que éste representa.

Inmediatamente después tomó la palabra un mandril no muy joven no muy viejo. Esa mirada vidriosa y febril no era muy conocida por los moradores de la jungla. Por eso pusieron mucha atención los presentes. La perorata del participante era cada vez más apasionada. Fue subiendo de nivel hasta llegar al paroxismo. En pleno éxtasis sentenció casi su inmortalidad, haciendo su propia apología de sus virtudes únicas. Así fue el momento hasta que alguien gritó por ahí: “Ah, es Don Vito Cheves, el mandril ungido del todopoderoso” y todo volvió a la calma.

De pronto se escucharon los bombos y los platillos. Hacía su aparición en escena “Balín”, el famoso mono aullador, experto en las artes del circo, merolico natural y muy conocido por sus gracejadas. Se respiraba una especie de calma tensa, se podría decir que hasta morbosa, para escuchar lo que diría. Y no defraudó la expectativa. Fue incluso superada. Deleitó al respetable con una serie de frases célebres y sentencias de alto nivel filosófico. Su ponencia fue gentil y generosa, abarcando todos los temas. Habló de temas relacionados con la “polecía”, comentó de la peligrosidad de los “dotorados” y las “maistrías”, de la carencia de “medecinas” y dio una amplia cátedra de anatomía humana, destacando el tema de las glándulas mamarias y su correspondencia biunívoca con el erario; incluso abordó temas lingüísticos, dando una lluvia de sinónimos de esas partes de la anatomía femenina. Los guardias del reino animal tuvieron que amonestarlo y lavarle el hocico con jabón al mono porque se pasó de tueste con las groserías. Aunque no alcancé a ver si eran de la guardia real o de mentiras, o eran "mentiras reales" o algo así, con este nivel de abstracción creo que cualquiera se confunde. Usted disculpe la ignorancia señor “Balín”.

Después de la apoteósica participación del mono aullador, le tocó su oportunidad al preparado curandero de la selva, el galeno que daba la consulta a los animales del lugar. A la distancia sólo alcancé a distinguir sus gruesos anteojos y que algunos pacientes le decían “que era como un ángel”. Su sobrio discurso no levantó mucho el ánimo a pesar de que sí dio algunos datos de relevancia. Según el chismoso orangután de al lado, se debe a que no le tienen confianza desde que se chamuscó en un incendio hace algunos años.

Otro que pasó sin pena y sin gloria, o no le pusieron mucha atención, fue el último de los participantes. Quizá porque su cara estaba cubierta por un tremendo “exoesqueleto facial” que ocultaba sus verdaderas facciones. Tenía tanto pelo en el rostro que muchos desconfiaron al pensar que se pudiera tratar de algún “polecía” encapuchado.

No se dio ningún veredicto acerca del ganador. Cada quien se quedó con su propia cosecha. Finalmente “pues sólo es un debate”, y “los debates no nos llevan a nada” como decía el famoso “Balín” en su memorable participación.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C. 

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