miércoles, 26 de septiembre de 2018

"Un Tepic tormentoso" (Parte 1 de 2)



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Un Tepic tormentoso" (Parte 1 de 2)



Cuando parece ser que las terribles tormentas nos han dado una tregua en Tepic. Al menos hasta ahorita son tres los días que éstas no se han desatado como estuvieron haciéndolo todos los días de las dos semanas anteriores. Pocas veces se habían visto esas precipitaciones tan severas en esta capital nayarita. Lo atípico de estas tormentas que nos han sorprendido aquí, en nuestra entidad y desafortunadamente en peores condiciones en Sinaloa y Sonora, donde una gran cantidad de municipios se han declarado zona de desastre, no creo que tengan otra explicación que los efectos del calentamiento global. Creo que, aunque estemos reacios a entenderlo o reconocerlo, la madre naturaleza empieza a cobrarnos la factura de tantas tropelías cometidas en contra de ella.

Ya he comentado en otros artículos que las lluvias torrenciales suelen desnudar las deficiencias de la infraestructura urbana, específicamente la incapacidad del sistema de captación de aguas pluviales. El sistema de drenaje de la ciudad se colapsa porque es obsoleto o porque se realiza con especificaciones técnicas inadecuadas, muchas de las veces derivadas de las viejas prácticas de la corrupta permisividad de las autoridades normativas. Estos problemas, no solamente se detectan por el colapso de las alcantarillas y canales insuficientes, sino va más allá, al grado de poner en peligro la vida de muchos ciudadanos que viven en asentamientos irregulares en zonas tipificadas de alto riesgo, como las márgenes de los ríos, los arroyos, zanjones y barrancas, etc. ¿Quién otorgó esos permisos? ¿o quién se hizo de “la vista gorda” para que las familias se asentaran en zonas prohibidas?. Dejaré el tiempo necesario para la reflexión y la respuesta a esas interrogantes.

Quizá las tormentas hayan terminado ya. Está por finalizar el mes de septiembre y tal vez con él las lluvias nos digan adiós. Eso, si no hay alguna perturbación atmosférica vengadora que quiera seguir ajustando cuentas con nosotros los pecadores (pecadores ambientales por supuesto).

Pero, nuestra ciudad es una gran zona de tormentas. Cuando no son las tormentas tropicales suelen ser las tormentas políticas, pero siempre vivimos en una eterna tormenta, somos un sitio tormentoso. El diccionario dice que  esa palabra tiene varias acepciones. Una de ellas es, refiriéndose al tiempo: “Que hay tormenta o que la amenaza”, pero hay otra que señala que es algo: “lleno de tensiones y conflictos”. Para efectos de este comentario, me quedo con el segundo de los significados.

Creo que es más difícil de capotear el significado social de lo tormentoso que el significado físico del mismo. Aunque algunas de las veces ambas convergen circunstancialmente en un punto indefinido, meramente casual. El punto de convergencia en este caso sería la basura, o el servicio de recolección de ella para ser más exacto, y la tensión o conflicto sería la que existe entre el patrón responsable de prestar el servicio y los trabajadores que tienen el encargo laboral de hacerlo. Intentaré explicar este gatuperio.

El conflicto o tensión, como señala la definición, existe de antemano. Es producto de una situación añeja que se origina por la falta de pago de varias prestaciones vencidas que tenía el nuevo ayuntamiento (bueno nuevo de un año para acá) con los trabajadores de base que tiene en su plantilla. El candidato (hoy alcalde) prometió resolver ese problema y los trabajadores apoyaron su campaña. Se vivió una luna de miel o al menos un delicioso amasiato, creo que en tanto no empezaron a apretarle las tuercas al presidente, todos los que, de una u otra forma, crearon un compromiso político o de financiamiento. Entonces empezaron a llegar en tropel cientos de nuevos funcionarios que invadieron las nóminas y con ello se “sobregiró” el presupuesto. El problema está muy sencillo, pero a las personas nos gusta agitar el agua.

Cuando ya se vio demasiado presionado, por el escandaloso caso de “funcionarios” que llegaron en un Airbus 320, y descendieron a firmar la nómina, quitándose los lentes de piloto para darse un poco de luz. Poco a poco empezó el edil a incumplir las promesas originales, así como cada una de las que hacía en reuniones periódicas de “avenencia y respeto” entre patrón y trabajadores. Es decir, le dio el “síndrome de la negra”, la negra esa del son, la de Tepic: “A todos diles que sí, pero no le digas cuando...”. Ese ejercicio o práctica política se fue haciendo cada vez más frecuente hasta convertirse en permanente. La falta de cumplimiento  a sus promesas de pago, a las que les ponía fecha y hora, se convirtieron (al menos para los afectados) en una “broma macabra”. Dicen que se puede jugar hasta con lumbre, pero no con el pan de la familia. La falta de palabra (al menos así se entiende) creó parte del conflicto o tensión de la que hablábamos al principio.

En los vericuetos de la política, al menos en la parte laboral, la que atañe a los trabajadores asalariados, es de sobra conocido que las masas sociales no tienen defensa ante el poder de los patrones que, en muchos de los casos, se tornan indiferentes al dolor social de las familias. Cuando no hay una cierta presión, los gobiernos se vuelven más autoritarios y prepotentes, sin importar cuál sea su  tendencia ideológica, si es que la tuvieran. El trabajador, en contraparte, sólo tiene el apoyo del sindicato, y la fuerza de las movilizaciones, marchas, paros laborales, etc. y cuando hace uso de ellas, es porque se han agotado las instancias, porque el diálogo  dejó de serlo para convertirse en un monólogo patronal. Recientemente se dio esa situación, y los trabajadores, cansados de los oídos sordos del patrón, hicieron uso de uno de esos recursos y realizaron un paro laboral. Es en este punto donde aparece el famoso “punto de convergencia” que mencionábamos antes: la basura.

El servicio de recolección de basura es uno de los asuntos más socorridos por el ayuntamiento para satanizar a los trabajadores de aseo público y azuzar a diversos sectores de la sociedad en contra del sindicato mayoritario de los trabajadores (El SUTSEM). Es un recurso recurrente, usado por casi todos los que han estado al frente de esa jurisdicción, exceptuando al trienio de Don Justino Ávila Arce/Maria Eugenia Jiménez Valenzuela que no se dio esa situación, pero, para casi todos, ha sido un “caballo de guerra” hacerle creer al pueblo que es culpa de los sindicalizados la ostensible deficiencia de dicho servicio. Pero, nunca han dicho que no se cuenta con el material y equipo indispensable para proporcionarlo de manera digna, cuando es un hecho comprobado que es el compromiso social de los trabajadores lo que siempre ha sacado a flote esa difícil tarea. (Continuará en la próxima edición)…

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.

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