jueves, 11 de junio de 2020

"Lo dicho, dicho está"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Lo dicho, dicho está"



Lo decía en el artículo anterior, hoy lo confirmo, una semana después. El regreso a la nueva normalidad era ni más ni menos que un regreso peligroso. Para quienes no leyeron el comentario de la semana pasada, diré que en ese texto escribía acerca de lo peligroso que resultaba abrir la economía cuando el semáforo de contagios del Covid-19 estaba en un noventa y siete por ciento en el nivel de máximo riesgo. También decía que no es que no entendiera lo importante que resulta no dejar morir la economía sino el punto a tratar era la irresponsabilidad de nuestros paisanos para atender las indicaciones de seguridad sanitaria.

De verdad quisiera equivocarme respecto a esos datos de ese comentario pero, una semana después, me doy cuenta que no es así. En mi colonia, con tristeza sigo viendo que a muchos no les importa la vida, me da la impresión que esas personas no son nayaritas, a lo mejor son de León, Guanajuato, por aquello de que allá la vida no vale nada (según el decir de José Alfredo Jiménez). Las señoras chismosas se siguen juntando en la banqueta de una de sus casas, hacen unas bolas de gente para pasarla cotorreando, gritando, a veces pisteando,  y comadreando sin ninguna protección. En esa bola, está un mujer embarazada, casi a punto de turrón, que convive sin protección alguna entre la bola de festivos vecinos; creo que me angustia más a mí que a su mamá que se vaya a contagiar en ese estado de gracia en que se encuentra. Digo lo anterior porque su mamá es una de las promotoras principales de esas convivencias y se le ve como a Johnnie Walker, el de aquel comercial que decía: « y sigue tan campante».

En mi calle hay varios puntos de reunión que les vale la pandemia. Mínimo hay cinco focos rojos de ese tipo tan solo en un tramo de la calle donde yo vivo, que por cierto no es tan extensa. Es una tristeza de verdad que no entiendan de lo que se trata esto. En fin, lo dije y lo sostengo, en nuestro estado el «valemadrismo» es un deporte que se practica con mucha pasión. Si las acciones de estos vecinos rebeldes y despreocupados no fueran suficientes, se nota el aumento del volumen del tránsito vehicular y las aglomeraciones injustificadas en las calles y otros sitios no esenciales, donde se ve que la mayoría de gente anda sin cubre bocas. Se percibe la sensación de que la gente piensa que «esto ya pasó» cuando estamos apenas por llegar al pico de la pandemia. Los datos, aunque fríos y aterradores, no significan mucho para estos audaces retadores de la muerte, pero sólo como un ejemplo podemos mencionar que cuando escribía el artículo anterior la cifra de contagiados era de quinientos noventa y ocho, mientras que al día de escribir éste la contabilidad llegó a setecientos ochenta y cuatro. El caso de los fallecidos tampoco es tan alentador, pasando de cincuenta y seis a ochenta y uno, lo cual no es poca cosa, porque se estaría hablando de casi cuatro personas fallecidas diariamente.

La gente es insensible en tanto no vea a la muerte de cerca. Esto quiere decir que no se contagien ellos o alguien de la familia cercana. No se trata de maldiciones ni karma, pero es muy lamentable que sea a base de cosas tan drásticas y costosas que se tenga que aprender la lección. El problema no es tan simple, porque se trata de una situación que encaja en la sabiduría popular del típico refrán que dice: «pagan justos por pecadores» porque mientras esa gente irresponsable que, por ignorancia o valemadrismo, pone en riesgo su vida y la de su familia, no sólo ellos suelen ser los perjudicados, ya que el contagio se vuelve exponencial y, por ende, el peligro de contaminación incrementa su probabilidad. Por otro lado, si gracias a la estúpida actitud de esa clase de personas se presenta un rebrote, el gobierno federal se verá obligado a cerrar de nuevo la economía, restablecer la Jornada Nacional de Sana Distancia y con ello de vuelta a la cuarentena. Aquí suele resultar que por su desatinada actitud, el grueso de los irresponsables, condenan de manera injusta a todos los que acatamos al pie de la letra las medidas dictadas por las autoridades sanitarias. En resumen, aumenta el riesgo de contagio y el tiempo de aislamiento, cosa que no ocurriría si todos atendiéramos de manera correcta, puntual y disciplinada esas disposiciones.

De solo imaginar que la situación se saliera de control y se colapsara el sistema de salud me dan escalofríos. De solo pensar en que, por culpa de esos imbéciles despreocupados, alguien de mi familia pudiera enfermar me da coraje e impotencia. Es deprimente ver que ninguna información sea suficiente para domar el potro salvaje de su tozudez; que todos los esfuerzos por lograr su recapacitación o convencimiento del interés colectivo solo sea una bala de salva disparada por una pistola de goma. Me causa verdadera irritación que en este mismo instante en que estoy escribiendo algo que coadyuve en la reflexión, en el sano entendimiento de la convivencia social con límites razonables, donde impere la solidaridad y la armonía, esté escuchando a esa bola de estólidos, con sus gritos irracionales y sus risas estúpidas y demenciales arropadas por los hermosos, casi sublimes, corridos del Lupillo Rivera. No, pues así ni cómo ayudarlos.

No queda otra que cerrar puertas y ventanas y subirle el nivel al ventilador. Aislarme (¿Más?) en el oasis de tranquilidad del hogar, dulce hogar y rezarle a Dios que los perdone, porque la policía ya lo hizo, o al menos eso me imagino, porque de las veces que he llamado al teléfono de atención ciudadana para pedir que intenten calmar el ansia grupera de esos queridos vecinos, ninguna de ellas ha funcionado.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.

4 comentarios:

  1. Melchor Benítez Montaño11 de junio de 2020, 11:48

    ...y así es mi hermano, en todas partes "se cuecen habas", por lo que solo nos queda a nosotros es seguir cuidándonos y respetar las recomendaciones de la Sría. de salud.

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  2. Sin duda, hermano. No queda de otra que aguantar la impotencia que se siente de ver el nivel de irresponsabilidad de muchas personas; nosotros debemos hacer lo que nos toca. Cuidarnos y cuidar a nuestras familias. Gracias por leerme y por el comentario.

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  3. Deseo que estas palabras llamen a la cordura y responsabilidad de la gente de todos los estados de la República, pues en todos lados, las medidas de esta contingencia se han roto. Me encantaría vivir lo que me toque y que nadie decida que no debo hacerlo, por su incredulidad y menos por su irresponsabilidad.

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    1. Muchas gracias por el comentario, una disculpa por no responder antes, pero no lo había visto. Estoy de acuerdo en su dicho. Gracias por leerme. Saludos.

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