Desde hace tiempo
quería escribir del tema que hoy les comento, se fue postergando por razones
involuntarias, por eso es que lo consideré una asignatura pendiente, qué raro
resulta en nuestra entidad tratándose del arte. (Nótese el sarcasmo).
No hace
mucho apareció en medios periodísticos nacionales una noticia que se hizo viral
en las redes sociales, creo que fue a principios de febrero y se trata de una larga
escalera olvidada que une a las colonias el Rodeo y América Manríquez en el
poniente de Tepic que se convirtió en una verdadera obra de arte. Fue gracias a
las redes sociales que se puso en la órbita de la noticia a esa desconocida
obra de arte realizada por los artistas plásticos nayaritas Yessi Carrillo,
Javier Carrillo, Eduardo Carrillo y José Manuel Elizondo Ramírez. Hacía mucho
que no veía que una noticia nayarita (que no fuera de violencia o corrupción)
estuviera en varios medios de comunicación nacionales. Se unió la prensa local
en la difusión de ese proyecto artístico emergente que tiene varias
connotaciones, mucho simbolismo, diversos significados y espero muchos efectos
positivos en el ánimo de la sociedad.
Más
allá del hermoso colorido, del deleite visual que provoca la imponente obra de
arte, está lo sugestiva que resultó la forma de llevarse a cabo. Sin temor a
exagerar podría decir que en su realización se conjuntaron de forma misteriosa
la casualidad, la espontaneidad, la generosidad, el espíritu de colaboración y,
por supuesto, la magia de los pinceles, la imaginación y el esfuerzo
desinteresado.
Muchos
de los nayaritas ni siquiera conocíamos esas escaleras pero, por las
fotografías y el decir de muchos vecinos, de verdad eran un buen ejemplo del
abandono. Fue una fotografía de mi amigo periodista gráfico y excelente
fotógrafo profesional, Juan Francisco Ávila Varela, la que prendió la chispa.
Su comentario a pie de foto que, en tono de anhelo o buen deseo, sugería o
suplicaba por el rescate del sitio olvidado tuvo respuesta inmediata por parte
de los mencionados artistas locales que hicieron equipo con algunos activistas
sociales como el colectivo “Escuadrón Mochila” representado por Sergio Barba y
el grupo “WolBars” a través de su líder Israel Yáñez Ruelas, Brenda Tovar
Castillo, activista social y promotora cultural, además de algunas personas más
que se integraron al proyecto y dieron el grito de “Luces, cámara y acción”. Se
inició con la limpieza profunda (sonó a comercial de detergente) del lugar que
parecía abandonado por largo tiempo, se limpió todo el sitio, se levantó y se
puso la basura en su lugar, se prepararon los materiales y se dio inicio a esa
luminosa aventura.
La obra
es monumental en todos los sentidos. Por su gran belleza y colorido, porque
representa la cosmovisión de nuestros pueblos originarios y en lo material
porque, además de los dos murales (dos bardas) está la inmensa escalinata
conformada por doscientos cuarenta y dos (242) escalones que se dicen fácil,
pero no lo son tanto si se trata de caminarlos y mucho menos de pintarlos. Fue
un trabajo arduo, muy pesado, que se forjó con el cansancio y el empeño, con el
sacrificio y el altruismo dado que no hubo retribución económica por su labor, los
artistas únicamente fueron retribuidos por el apoyo y simpatía de los vecinos
de la zona que se acercaron con calidez para ofrecer agua, fruta y otros
refrigerios, pero sobre todo empatía y agradecimiento.
El
resultado es el reflejo nítido de la transformación. Nos deja un profundo
sentimiento que explica con absoluta claridad “el querer ser y el poder hacer”.
Es el paradigma del sentimiento ciudadano, del espíritu colectivo, la
representación del poder social, la iniciativa común. No sólo quedó de
manifiesto el poder avasallador del arte como motor de la sociedad sino que se
deja en claro algo que siempre se ha sabido: “la unión hace la fuerza”. Este
monumento viviente a la transformación no es producto de algún programa
institucional de arte y cultura. Muchos de los funcionarios de esos institutos
y consejos apenas se están enterando que existe un nuevo y bello ejemplo de la
calidad artística que existe entre nosotros. Fue la iniciativa de personas que
están atentos y dispuestos a colaborar, ciudadanos que aportan su talento, la
gestión para lograr patrocinios y la fuerza de su trabajo en favor de sus
comunidades.
Esta
colosal obra de arte fue y seguirá siendo un ejemplo fehaciente de como
rescatar los espacios públicos olvidados por las autoridades y a veces por los
propios vecinos. Es una manera inequívoca de demostrar que es posible poner el
ejemplo a muchas comunidades, colonias y espacios de la ciudad, inclusive a las
propias autoridades para que descubran los increíbles efectos positivos que se
generan a través de estas acciones. Basta con ver cómo han cobrado nueva vida
las dos colonias intervenidas, por el arte han florecido. En lo social se han
visto visitadas a diario por ciudadanos de la capital y de otros municipios,
mientras muchos vecinos han iniciado pequeños negocios familiares para apoyar
sus debilitadas economías por la pandemia. Se incrementó el número de personas
que van a hacer ejercicio recorriendo (y admirando) la bella escalinata y los
murales. Se habla incluso de que el “Turibús” incluirá ese lugar en sus rutas
turísticas, esperemos que así sea.
El
ejemplo cunde y motiva las actitudes. De inmediato los artistas y los
colectivos fueron invitados a intervenir otros espacios. Se embelleció la plaza
pública de Pantanal, municipio de Xalisco con resultados espectaculares.
Actualmente están aportando su trabajo artístico en la colonia Zitakua, lugar
emblemático de residencia de pueblos originarios, seguramente será un trabajo
muy difícil ya que, entre otros elementos, cuenta con una escalinata de sesenta
y siete escalones (67) el doble de grandes que las del Rodeo, además que son de
piedra rústica y porosa, condición que los hace más difíciles de pintar.
En fin,
era para mí una asignatura pendiente reseñar esta halagüeña noticia del arte
que toca el corazón de los ciudadanos que seguramente responderán a esta
iniciativa de “Nayarit de Colores” (Nombre que adoptó el grupo de emprendedores
sociales), tanto con aportaciones económicas para materiales y gastos de
operación, como para reconocer como se debe a los artistas y activistas. De las
autoridades, no estoy tan seguro de decir lo mismo (que respondan
desinteresadamente) pero esa es otra historia (dijera la Nana Goya).
Por eso
quise escribir este texto, como una especie de homenaje a esa labor, porque si
no hay retribución económica al menos acariciar el alma de los artistas con
calidez, respeto y cariño. Ojalá sean reconocidos por las organizaciones a las
que pertenecen. Aprovecho para felicitar de manera especial a mi hijo José
Manuel Jr. por ser el artista plástico que pintó la famosa y espectacular
escalinata.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.
Muchas Gracias Papá, en verdad que si fue una labor titánica y que ha sido un parte aguas en mi corta pero ya muy nutrida carrerra artística, me siento feliz y comprometido con los nuevos proyectos que se van dando, te abrazo con amor papá...!!!
ResponderEliminarNo te detengas, hijo. Esos logros deberán ser alimento puro para tu ánimo. Seguirás viendo que las cosas no son fáciles, pero no habrá desafío más grande que tu espíritu. El arte es pasión y tú la tienes. Tu talento y el tiempo forman un pócima mágica que te embriagrá de ilusión. Se prudente pero animoso. Abrazo plenamente correspondido.
EliminarMuchas Gracias Papá, en verdad que si fue una labor titánica y que ha sido un parte aguas en mi corta pero ya muy nutrida carrerra artística, me siento feliz y comprometido con los nuevos proyectos que se van dando, te abrazo con amor papá...!!!
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