Hacía
varios meses que no viajaba allende las fronteras de mi estado, pero el destino
y una invitación del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de
Mazatlán, me pusieron hace unos días en el exuberante estado vecino de Sinaloa.
Creo
que todos los viajes valen la pena, pero este fue con etiqueta especial ya que
tuve la oportunidad de participar en la cartelera de un prestigioso evento con
casi tres décadas de tradición en el bello puerto sinaloense, el Festival
Cultural Mazatlán 2022, presentando mi novela más reciente: “El regreso”.
El
evento principal, la presentación a cargo de la Maestra Guadalupe Veneranda
Páez Tejeda, destacada impulsora de la literatura, mujer muy reconocida en el
medio cultural, estaba calendarizado a las seis de la tarde del día jueves 13
de octubre, pero mi esposa y yo viajamos desde la mañana del miércoles 12,
porque había aceptado participar en otra actividad literaria consistente en una
charla de narrativa con alumnos del taller de literatura dirigido por la
Maestra María Muñiz, quien fue la promotora cultural que me hizo la invitación
a participar en los “jueves Literarios” del mencionado festival.
Todo
salió a pedir de boca. Una vez que dejamos atrás los terrenos nayaritas,
empezamos a recorrer las primeras localidades sinaloenses, empezando por “La
Concha” y “Copales” empecé a notar un cambio en la morfología de los terrenos,
al principio no tan marcadas las diferencias pero sí un tanto en la vegetación.
Después de pasar por Acaponeta, los escenarios me parecieron menos verdes y los
caminos un poco desiertos. Así fuimos poco a poco devorando kilómetros, pasamos
Escuinapa, Rosario y al mediodía estábamos entrando en el majestuoso puerto.
Ahora solo quedaba buscar el Hotel Boutique Melville, lugar donde seríamos
alojados por gestión del instituto anfitrión.
Después
de unas pocas escaramuzas por el malecón, localizamos el hospedaje. Una casona de
tipo colonial de dos plantas como aquellas que poseían los viejos hacendados.
Recámaras enormes con amplias estancias y menaje de sala, comedor y cocina que
incluía excelente refrigerador, estufa, licuadora y otros enseres propios de la
misma. Era más que evidente que debido al plan de viaje lo menos que íbamos a
hacer sería ¡Cocinar! Pero no deja de ser atractivo para quienes sí desean una
estadía familiar, con todo lo que eso implica. Por lo demás la habitación que
nos brindaron cuenta con todos los servicios necesarios, aire acondicionado y
ventilador de techo, una amplísima cama con espacio hasta para acampar o hacer
cualquier otra actividad (los maliciosos y maliciosas tendrán ahora mismo una
sonrisa socarrona en sus rostros) y un cuarto de baño muy cómodo.
Cuando
me dijeron el nombre del hotel pensé: “qué coincidencia, tiene el mismo nombre
de aquel ilustre escritor que escribió la famosa novela Moby Dick”, pero no, no
era una coincidencia, el hotel lleva ese nombre en alusión directa al
novelista, ensayista y poeta neoyorkino: Herman Melville. No había estado en un
hotel que poseyera un formato tan especial, tan motivador para un humilde
escribano como su servidor. Me refiero a que cada habitación tiene en el
exterior su placa con el nombre de un escritor famoso. Los hay mexicanos y
extranjeros, nosotros estuvimos alojados en la que hace homenaje al ilustre
poeta, médico y diplomático jalisciense Enrique González Martínez y estuvimos
muy cerca de la que rinde honores a nuestro poeta mayor nayarita Amado Nervo,
ambas en la planta alta del singular edificio habitacional.
Otro
de los atractivos del lugar donde pasamos varios días es su ubicación a dos
cuadras del famoso malecón, en otra dirección y por la misma calle Constitución
a cuadra y media accedíamos a la imperdible, histórica y encantadora Plaza
Machado, lugar donde se dan cita los turistas nacionales y extranjeros a
disfrutar de diversas expresiones artísticas, principalmente grupos musicales
que deleitan a las personas que asisten a restaurantes, bares y cafeterías,
entre otros lugares que se ubican en su entorno. Nada de qué preocuparnos,
incluso la histórica Casa Haas, lugar donde presentamos mi obra literaria más
reciente, estaba a mi alcance con solo caminar tres pequeñas cuadras.
Nada
de que lamentarnos, fue un viaje redondo en el más amplio de los sentidos. Se
lograron los objetivos y se cumplieron las expectativas. Siempre será motivador
que las instituciones y los personajes culturales aprecien y promuevan el
trabajo de los escritores. Por esa razón, hago propicio este comentario para
agradecer de manera sincera a todas las personas que formaron parte de esta
nueva aventura literaria. Entrego mi afecto y reconocimiento al Instituto
Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, desde su Director General, el
Lic. José Ángel Tostado Quevedo, la Directora Artística, Maestra Zoila
Fernández Fernández, mi presentadora Maestra Guadalupe Veneranda Páez Tejeda,
la moderadora Maestra María Muñiz, al área de comunicación que se encargó del
evento, el colega columnista y reportero Javier Solís Morales y su compañera
fotógrafa, de quien no registré su nombre, además de muchos nuevos amigos como
los alumnos del taller de literatura, Martha Julia, Antonio y Mariano; Sergio, el esposo de la Maestra
Veneranda, la poeta Paula Calzada, nuestro enlace del instituto Edith, nuestra
anfitriona en el hotel, Verónica Tostado y, por supuesto, Germán Méndez Lugo y
su compañera Lucía. Saludo especial a mi entrañable amigo y compadre Gerardo
Camacho y su esposa Oliva Castro, quienes viajaron desde La Reforma, Sinaloa
para acompañarnos en el evento y compartir con nosotros. En fin, gracias a Dios
y gracias a la vida que me han dado tanto.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.
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