Por: José Manuel Elizondo Cuevas.
Ni siquiera me puse a pensar que asunto escribiría esta
semana. Esta vez, dejé mi mente en automático y decidí escribir sobre la
independencia de México. ¿Cuál será la noción sobre la que girará el desarrollo
del tema? Ni siquiera lo sé aún. No es una irresponsabilidad de mi parte, mucho
menos indolencia o fatuidad, sencillamente lo quise manejar así, espontáneamente,
porque creo que siempre hay mucho que deliberar cuando se menciona este
término.
Para poder reflexionar sobre esta palabra tan rimbombante
de nuestro acervo lingüístico, que la mayoría de las veces pronunciamos con tono
casi solemne, creo necesario ir a su origen, a su significado.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
da tres definiciones para la palabra Independencia: 1.- Cualidad o condición de
independiente. 2.- Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario
ni depende de otro y 3.- Entereza, firmeza de carácter. Creo que sería muy
interesante analizarlas una por una en este dizque intento de disección
semántica y pragmática del término.
La primera acepción no dice mucho que digamos, sólo nos
da una suerte de auto ratificación del vocablo, cosa que no sucede con la segunda
y tercera. La segunda nos lleva de inmediato al término que realmente nos
produce esa solemnidad que mencionaba en un principio, la verdadera razón es
precisamente el carácter de sinónimo que guarda con la palabra libertad, que con
toda seguridad es uno de los conceptos más entrañables, respetados y anhelados
del ser humano. Por último, la tercera definición me da la idea de que se
necesitan esas cualidades para ser independiente.
Cuando mencionamos la independencia de México
inmediatamente vienen a la memoria los detalles que llegaron a nosotros
mediante aquellos viejos libros de texto que tenían en su portada la imagen de una
señora morena vestida de blanco, que sostenía en una mano la bandera mexicana y
en la otra un libro.
Como olvidar aquellos interesantes relatos en voz de mis
maestras de primaria. Eso es lo que uno recuerda cuando se habla de la independencia,
pasajes novelados que exaltaban la imaginación haciendo cabalgar en épicos
combates a los curas Hidalgo y Morelos, a Vicente Guerrero o Ignacio Allende protagonizar
cruentos combates con afiladas espadas insurgentes que siempre salían
victoriosas y así sucesivamente. Pasajes bélicos, intriga, emoción, traición y
muerte, así recuerdo la independencia. Más tarde, el demagogo estruendo de los
nombres heroicos gritados por un presidente municipal que ni idea tiene de quienes
son esos señores que menciona en la inútil perorata que su cargo le obliga en esa
noche septembrina. Campanadas, gritos, alegría, antojitos, borracheras y juegos
pirotécnicos, a eso huele una noche de fiesta patria en mi ciudad. Pero, ¿A qué
huele realmente la independencia? ¿Huele verdaderamente a libertad? ¿Es nuestro
México un país independiente?
Es muy difícil contestar técnicamente estas preguntas, pero para no “meternos en camisa de once varas”
como reza aquel famoso dicho, prefiero tratarlo de manera más concreta, más
práctica, más lógica.
Por supuesto que “oficialmente” somos independientes pues
hasta existen actas que lo comprueban, así mismo estamos ciertos que ya no
dependemos ni tenemos que rendirle cuentas a la voluntad del rey de España,
pero debemos recordar que no sólo existe la dependencia política o territorial,
existen muchas formas de dependencia o dominación, por ejemplo la económica o
la cultural. Desde mi punto de vista, para que un país sea independiente en el
sentido más estricto de la palabra, debería empezar por ser autosuficiente en algunos
aspectos, aclarando que esto no quiere decir que un país deba aislarse y
convertirse en un feudo o una sociedad de autoconsumo, de ninguna manera, eso
es imposible sobre todo en un mundo globalizado como el actual. Me refiero a
determinados aspectos como por ejemplo la autosuficiencia alimentaria, que
debiera ser un objetivo obligatorio en las políticas públicas, ya que el hambre
nunca debe ser considerado como algo normal en ningún país, si damos como un
hecho que el mundo puede producir alimentos suficientes para todos. Además, la
autosuficiencia alimentaria no se circunscribe a que los alimentos se produzcan
y estén disponibles sino que las personas de esas sociedades que padecen hambre
tengan el poder adquisitivo, la capacidad para comprarlos.
¿Cómo se logra entonces la autosuficiencia alimentaria? Incentivando
la producción agrícola con apoyos oportunos e insumos accesibles para producir
más y mejores alimentos, modernizar su distribución y comercialización, además de
las cadenas productivas relativas a éstos, creando empleos bien remunerados
para las personas que no cuentan con recursos para adquirir sus alimentos, entre
otras acciones.
En México tenemos cada vez más dependencia del extranjero.
Ya no entregamos tributo al rey de España pero nuestro gobierno obedece a
ciegas las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial, que representan los intereses del capitalismo mundial y dictan las
medidas neoliberales que dan forma al modelo económico que ellos requieren que
exista en México, de ahí los reiterados embates criminales en contra del
sindicalismo mexicano, la privatización de PEMEX (perdón modernización), la
reforma educativa, la hacendaria y toda una pléyade de argucias que sólo
traerán buenos resultados para los países y empresas transnacionales y ricos
nacionales que se saborean ya la riqueza mexicana que les venderán los
gobiernos traidores. Como podemos decir que somos independientes si tan sólo de
fines de 2006 a fines de 2012 se duplicó el saldo de la deuda externa bruta
ajustada de México, mientras el número de desempleados sigue creciendo y los
que logran colocarse lo hacen en la economía informal. Como explicarnos que
siendo la cuna del maíz, en la última década las importaciones de este alimento
básico en la dieta mexicana se hayan cuadruplicado. Si la industria mexicana
depende en un 80 % de los insumos del extranjero, si en tantas cosas dependemos
de otros que nos manejan, nos explotan y reprimen, cabe preguntar: ¿Es México realmente
un país Independiente?
MIEMBRO ACTIVO FRECONAY- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL
CORREO: elizondojm@hotmail.com
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