jueves, 15 de enero de 2015

AÑO NUEVO, PREMIERES ¿NUEVOS?




AÑO NUEVO, PREMIERES ¿NUEVOS?

Durante su mandato, el Gobernador Ney González Sánchez, en de una ocasión fue claro y directo con los transportistas: primero que se vuelva al cobro normal y autorizado (de $4.00 en ese entonces) en los camiones urbanos de Tepic, y luego se analizarán las peticiones de los concesionarios.

Y aunque sólo durante un tiempo respetaron tal determinación y luego volvieron a cobrar cinco pesos por pasajero, creemos que así debería de ser el acuerdo al que lleguen este próximo jueves en que se tiene agendada una reunión con los integrantes de la Comisión de Transporte Público del estado de Nayarit, entre quienes se hallan funcionarios y dueños de camiones y combis.  Y en ese ‘inter’ de volver a cobrar CINCO PESOS y durante el tiempo que consideren necesario, quienes integran esa comisión, deberían transportarse por la capital nayarita en camiones y combis, para que sientan un poquito de lo mucho que sufre el pueblo que tiene necesidad de diario trasladarse en esas unidades de pésimas condiciones, manejadas por personas no siempre gratas que además de dar los ‘acelerones y afrenones’ se detienen donde y cuando les da la gana, dan boleto si es que quieren, además de que ponen ‘su ruidajo’ sin importarles si a los pasajeros les agrada o no la música que ellos eligen.

¿Qué tal les caerían a esos personajes, de esa multimencionada comisión, unos días en los camiones y combis cuyas tarifas y condiciones de permiso, autorizan sin consultar al pueblo?.  Después de esos días, ¿seguirán creyendo que pagar CINCO PESOS por transportar a la gente es poco dinero y por ello deberían de cobrar OCHO PESOS por boleto?  En verdad, lo dudo mucho.

Desde que existe el transporte público urbano y rural en la entidad nayarita, ha habido un “estira y afloja” por parte los camioneros, el gobierno y la sociedad; de hecho, esta última que es la siempre “sale raspada” pues como no se toma en consideración su parecer, al momento de autorizar un incremento en la tarifa del transporte, el usuario que forma parte de la sociedad nayarita, sólo tiene que acatar las decisiones de aquellas dos primeras partes… es decir, tiene que “apechugar” y pagar el costo que se le imponga, so pena de hacerse al ánimo y caminar las cuadras que sean necesarias para llegar a su destino o bien, irse “de raite”.

El pueblo sabe a la perfección que la ilimitada e irresponsable voracidad de los permisionarios siempre ha ido en detrimento de la muy pisoteada y maltratada economía popular.  Desde siempre, hemos comentado que es innegable que se deben encontrar soluciones reales, tangibles, pero sobre todo, que los mismos permisionarios se pongan las pilas en serio, y que tomen conciencia de que el transporte público no es de su propiedad, sino que es una concesión que el Gobierno del Estado otorga, y por ende, debe de ser un servicio para pueblo… pero ellos confunden los términos y prefieren creer que es un derecho que les pertenece, que las rutas y las calles de Tepic y otros municipios son de su propiedad y sobre todo, se olvidan del pueblo, el que por cierto, les da de comer a ellos, sus familias, los choferes, las familias de estos últimos, y hasta los lujos de los “patrones”.

Por cierto, ¿usted, amable lector, habrá visto a algún líder de los transportistas con los zapatos rotos, sus ropas desgarradas o sin dinero?, ¿algún día los ha visto a bordo de las unidades de su propiedad? Al menos el autor de estas líneas no ha tenido la oportunidad de verlos en estas condiciones, y sí por el contrario, se observan en la opulencia, con grandes terrenos, propiedades y gastando dinero a raudales.

Hablando de los dineros que ingresan por medio del costo del boleto al pasaje, que por cierto ahora es de cinco pesos, podemos observar que son infinidad de ocasiones en que uno aborda un camión y el boleto de pasajero brilla por su ausencia.  Los choferes sólo se limitan a cobrar la tarifa, y de inmediato dan el arrancón a la unidad, como con la intención de que quien acaba de abordar reaccione, tropiece o en el peor de los casos, caiga al suelo; esta práctica pareciera que es una reacción de venganza al no poder robarle más dinero al pueblo…  Salvo sus muy honrosas y extrañas excepciones, los choferes parecieran estar cortados con la misma tijera y de una sola tela.  No es extraño el verlos reunidos en algunos puntos de la ciudad comentando entre ellos las “gloriosas aventuras” que en contra de los pasajeros realizan a bordo de las destartaladas unidades.  Ejemplo de esto es el grupo de choferes y “auxiliares” que se reúnen diariamente afuera de la Presidencia Municipal, por la calle Puebla, donde por cierto cualquier agente de tránsito que se asigne, todo el día batalla con los camioneros para que hagan lo que es su obligación: circular por el área asignada al transporte público, con orden y de manera continua… pero los choferes se empeñan en hacer exactamente lo contrario, provocando con esta actitud el desorden y tráfico vehiculares.

¿TRANSPORTE? ¡SÓLO HAY CARÍSIMO!

El tema concreto de las condiciones en que se hallan decenas de camiones es “el pan nuestro de todos los días”; chatarras que traen de otras ciudades como Puerto Vallarta y Guadalajara, a las que ni siquiera les quitan el nombre de “Sistecozome” y mucho menos el número de la ruta que tenían allá asignada.  La mayoría fueron rotuladas con vinil por fuera, porque por dentro siguen igual de desgastadas; en temporada de lluvias es mucha el agua que entra y así andan circulando dando un “servicio” que deja mucho qué desear… Es, pues, verdaderamente importante que se tome en consideración el tipo de servicio que se ofrece para valorar si el costo del pasaje va acorde. 

Siempre se ha podido observar cómo se viene presentando un patrón de conducta muy similar: los permisionarios presionan al gobierno para que autorice alza en las tarifas, el gobierno busca la manera de consensar, y tomando en consideración entre otros factores el no mermar la economía del pueblo, surgen acuerdos entre ambas partes, comprometiéndose los transportistas a renovar las unidades, a proporcionar un mejor servicio y trato al público, respetar los horarios y rutas establecidas y a ofrecer una tarifa especial para los estudiantes, gentes de la tercera edad y personas con discapacidades, entre otros compromisos… Pero al cabo de algunos días a los permisionarios se les olvidan esos compromisos signados, y qué decir de los choferes… si a estos últimos se les olvida a diario respetar las reglas de tránsito y vialidad, ¿qué podría esperarse de compromisos que directamente ellos no firmaron?  Simple y llanamente se van al cesto de la basura.

Ya lo hemos comentado en otras colaboraciones: sería conveniente considerar la posibilidad de liberar el costo del pasaje por el uso del transporte público, o en su defecto que sea el mismo usuario quien decida el costo que debe pagarse, según el servicio recibido, las condiciones físicas y mecánicas del vehículo que utiliza para transportarse.  Son dos propuestas que deberán analizarse a conciencia, sobre todo si tomamos en consideración que, conforme se ha venido observando, lo que menos quieren tanto los concesionarios, sus líderes y los choferes aún más, es que sean auditados, revisados o controlados en cuanto a los ingresos se refiere.  Cuantas veces se ha querido controlar a los choferes mediante boletos o los sensores/contabilizadores de personas que ingresen a las unidades, de inmediato los conductores “respingan”, ponen el grito en el cielo.  Y es que para nadie es desconocido que una parte de la venta de boletaje va a dar directamente al bolsillo de los choferes, independientemente de su comisión “por venta”, iniciando así una cadena de descontrol de ingresos.

Si por una parte se considera el liberar el costo del boleto, la población, el usuario en general, podrá decidir cuál unidad abordar, ya que los costos del pasaje podrán exhibirse con números grandes y legibles al frente de los camiones y combis.

Por otra parte, si el usuario aborda la unidad, y cuando se disponga a bajar deposita en una alcancía situada cerca de la puerta trasera del vehículo, el importe en pesos, tostones y centavos, a su consideración, por el servicio recibido, entonces sí podrán valorar tanto choferes como permisionarios su realidad en cuanto a qué tipo de servicio están ofreciendo.  Pero sobre todo, los choferes ya no manejarían efectivo, y el permisionario recibiría cuentas claras… Sería más justo para todos, ¿O no?

** MIEMBRO FUNDADOR DE FRECONAY, A.C.**

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