Tormenta de Incongruencias
Hacía el recuento de las cosas que este año eran presumiblemente los escollos más difíciles de sortear. Por supuesto que este ejercicio de cálculo y meditación no tenía ninguna intención técnica o estadística. Lo que me tenía ante un humeante café y con el entrecejo plegado tenía que ver más con una justificada preocupación que con el espíritu de investigación periodística.
Apenas inicia el año
y ya se dejan ver negros nubarrones sobre el horizonte nayarita. No me estoy
refiriendo a los atípicos cielos nublados que nos deja de herencia el frente
frío número 30 del año. Creo eso no sería tan preocupante como podría ser la tormenta
política que amenaza cimbrar los suelos de nuestra geografía.
Hacía el recuento de las cosas que este año eran presumiblemente los escollos más difíciles de sortear. Por supuesto que este ejercicio de cálculo y meditación no tenía ninguna intención técnica o estadística. Lo que me tenía ante un humeante café y con el entrecejo plegado tenía que ver más con una justificada preocupación que con el espíritu de investigación periodística.
Por doquier se escuchan
predicciones diversas, que en su mayoría tienen una tendencia al pesimismo y
sobran razones para ello. Ya todos sabemos que la economía mexicana está del
cocol, por más que el gobierno se esfuerce en decir lo contrario. Se va
desvaneciendo poco a poco la ficticia esperanza de la bondad de las reformas
mexicanas pese a que, según el vaticinio oficial, sus beneficios se verán más
adelante. La reforma laboral ya probó su ineficacia y se empiezan a notar los
estragos causados en un frente de batalla que sólo presenta como combatiente a un
amorfo ejército de caras cetrinas, cara de pueblo, auténtica carne de cañón.
Quien crea en la
reforma energética, peca de optimista o de estólido. Entre el maremágnum de
datos aportados por sus felices promotores, lo poco entendible para la raza, para
la infantería, era que la gasolina bajaría de precio y la contundencia de los
hechos empieza a desvanecer la exigua posibilidad de tal promesa. La reforma fiscal
tampoco deja ver sus efectos positivos en la economía familiar y se ve difícil
que eso ocurra.
En mi forma de ver
las cosas creo que en el comparativo entre ventajas y desventajas pesan más las
últimas, es decir fue y será más perjudicial que benéfica, sobre todo en lo que
corresponde al régimen de pequeños contribuyentes, los famosos
"repecos". Ahí los tenemos ahora, sufriendo con trámites más
complicados y muchas veces completamente ajenos a su entorno. Otro caso que de
plano me parece insufrible es el de los campesinos que tienen una pequeña parcela
que produce para el consumo doméstico y que en alguna que otra cosecha logran
un excedente que venden para apoyar la economía familiar, ahora resulta que
para eso tienen que registrarse en hacienda, obtener su firma electrónica y entregar
factura electrónica para una pequeña venta al año, pues como que no se vale.
Por supuesto que no
resulta rentable para un humilde campesino hacer tanto trámite para cristalizar
una o dos ventas de unos pocos miles de pesos al año. Mientras por otro lado,
sabemos que hay muchos "contribuyentes" ricos que no contribuyen nada
al fisco, porque las bondadosas autoridades fiscales les permiten hacer sus
tranzas para evadir esa responsabilidad (Ahí te hablan Tele Risa). De ese tipo
de contribuyentes privilegiados existen muchos y todos sabemos quiénes son, el
único que se hace que la "virgen le habla" es el gobierno.
En muchos ámbitos se
puede ver la injusta realidad mexicana. En el sistema fiscal, en la impartición
de justicia, en la distribución de la riqueza nacional, por mencionar algunos.
Así pues tenemos casos ejemplares para cada uno de esos conceptos. En el caso
de los impuestos ya mencionamos uno, en la cuestión de justicia existen miles
de mexicanos purgando condenas por robar comida para saciar el hambre, mientras
que existen muchos políticos que se robaron en el pasado miles de millones, que
se seguirán robando muchos millones más y que incluso en este mismo momento
histórico se están robando millones y millones y no pisarán jamás una celda.
Para el caso de la distribución de la riqueza nacional pues nada más patente
que la polaridad asquerosa que existe en nuestra compungida realidad social que
se debate entre la humillación y el coraje. Nada más ilustrador que la riqueza
nacional esté en manos de una treintena de multimillonarios mientras
aproximadamente 60 millones de personas viven en la pobreza, vaya incongruencia.
Pero, que se puede esperar de un país cuyo sistema político es portador de esa
mortal enfermedad desde hace siglos.
No necesitamos ir
lejos para ver esos desastrosos casos de incongruencia, entendiendo el término
como falta de coherencia o de correspondencia entre lo que se dice y lo que se
hace. Aquí en nuestro entorno laboral, político, gubernamental, en el que se
exaltó y se explotó en campaña la humildad como premisa distintiva del prócer
en turno. Aquí donde se nos "vendió" la idea de que el origen del
ungido era una garantía de sensibilidad social. Justo aquí, es donde se ha
recibido la mayor hostilidad que se recuerde por parte de una administración
estatal. Es este un sexenio donde más se han padecido los abusos de poder de
funcionarios déspotas y arrogantes con sus subalternos, pese a que muchos de
ellos son dueños de una considerable ignorancia natural y otros la lucen
supina.
La tormenta que
mencionaba en el prefacio me sigue pareciendo inminente. Hay cosas que no se
pueden ocultar, así como el amor y el dinero. Así de predecible es la situación
actual. Un gobierno obstinado en enfrentar a un sector significativo, que
aunque no lo quiera reconocer, representa en muchos aspectos la grandeza de su
funcionamiento y sus logros. No hay congruencia entre la promesa de respeto en
campaña y la actitud agresiva al arribo del poder. No hay congruencia entre la gentileza
de antaño y la perversidad de hoy. No hay congruencia entre la aparente
austeridad en el gasto y el despilfarro en aspectos banales como el culto a la
imagen. No hay congruencia entre el cacaraqueado respeto a la legalidad y el
saqueo indiscriminado del fondo de pensiones.
Creo que me podría
pasar días hablando de estos conceptos antípodas, las razones surgen a borbotones
en el diario actuar de los susodichos patricios. Hacen operativos en contra de
vehículos que traen placas viejas y muchísimos de los carros y camionetas de
gobierno portan de esas o en el peor de los casos ni siquiera usan. El secretario
de finanzas invita a que paguen las placas aquí y varios funcionarios, entre
ellos un conocido diputado local que aspira a elevar la jerarquía de su curul,
traen placas de Jalisco. No hay dinero para conceder el aumento a los
trabajadores sindicalizados pero cuenta la leyenda que ya empezaron a aparecer
varias "casas blancas" en diversos rumbos del municipio, cuyos
propietarios son los ricos de nuevo cuño del respetuoso gobierno actual. Bueno,
creo que si es respetuoso, porque al presidente municipal saliente, al Sr, González
Curiel, no le hicieron nada, sí que lo respetaron.
En fin, como dice el
dicho, después de la tormenta tendrá que llegar la calma y si la tempestad es
golpear a más de diez mil familias en el centro de su estabilidad económica
¿Que podrá ser la calma? ¿Acaso la resolución del tribunal a favor de los
trabajadores y el reconocimiento del comité estatal? ¿Tal vez la proximidad de
las elecciones para diputados federales? Eso lo dirá el tiempo. Esperemos atentos
por un nuevo panorama, por una situación más favorable a las causas de los
trabajadores, a la justicia social.
RECIBAN UN SALUDO
AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO:
elizondojm@hotmail.com
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