jueves, 29 de enero de 2015

Tormenta de incongruencias




JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita

Tormenta de Incongruencias



Apenas inicia el año y ya se dejan ver negros nubarrones sobre el horizonte nayarita. No me estoy refiriendo a los atípicos cielos nublados que nos deja de herencia el frente frío número 30 del año. Creo eso no sería tan preocupante como podría ser la tormenta política que amenaza cimbrar los suelos de nuestra geografía.

Hacía el recuento de las cosas que este año eran presumiblemente los escollos más difíciles de sortear. Por supuesto que este ejercicio de cálculo y meditación no tenía ninguna intención técnica o estadística. Lo que me tenía ante un humeante café y con el entrecejo plegado tenía que ver más con una justificada preocupación que con el espíritu de investigación periodística.

Por doquier se escuchan predicciones diversas, que en su mayoría tienen una tendencia al pesimismo y sobran razones para ello. Ya todos sabemos que la economía mexicana está del cocol, por más que el gobierno se esfuerce en decir lo contrario. Se va desvaneciendo poco a poco la ficticia esperanza de la bondad de las reformas mexicanas pese a que, según el vaticinio oficial, sus beneficios se verán más adelante. La reforma laboral ya probó su ineficacia y se empiezan a notar los estragos causados en un frente de batalla que sólo presenta como combatiente a un amorfo ejército de caras cetrinas, cara de pueblo, auténtica carne de cañón.

Quien crea en la reforma energética, peca de optimista o de estólido. Entre el maremágnum de datos aportados por sus felices promotores, lo poco entendible para la raza, para la infantería, era que la gasolina bajaría de precio y la contundencia de los hechos empieza a desvanecer la exigua posibilidad de tal promesa. La reforma fiscal tampoco deja ver sus efectos positivos en la economía familiar y se ve difícil que eso ocurra.

En mi forma de ver las cosas creo que en el comparativo entre ventajas y desventajas pesan más las últimas, es decir fue y será más perjudicial que benéfica, sobre todo en lo que corresponde al régimen de pequeños contribuyentes, los famosos "repecos". Ahí los tenemos ahora, sufriendo con trámites más complicados y muchas veces completamente ajenos a su entorno. Otro caso que de plano me parece insufrible es el de los campesinos que tienen una pequeña parcela que produce para el consumo doméstico y que en alguna que otra cosecha logran un excedente que venden para apoyar la economía familiar, ahora resulta que para eso tienen que registrarse en hacienda, obtener su firma electrónica y entregar factura electrónica para una pequeña venta al año, pues como que no se vale.

Por supuesto que no resulta rentable para un humilde campesino hacer tanto trámite para cristalizar una o dos ventas de unos pocos miles de pesos al año. Mientras por otro lado, sabemos que hay muchos "contribuyentes" ricos que no contribuyen nada al fisco, porque las bondadosas autoridades fiscales les permiten hacer sus tranzas para evadir esa responsabilidad (Ahí te hablan Tele Risa). De ese tipo de contribuyentes privilegiados existen muchos y todos sabemos quiénes son, el único que se hace que la "virgen le habla" es el gobierno.

En muchos ámbitos se puede ver la injusta realidad mexicana. En el sistema fiscal, en la impartición de justicia, en la distribución de la riqueza nacional, por mencionar algunos. Así pues tenemos casos ejemplares para cada uno de esos conceptos. En el caso de los impuestos ya mencionamos uno, en la cuestión de justicia existen miles de mexicanos purgando condenas por robar comida para saciar el hambre, mientras que existen muchos políticos que se robaron en el pasado miles de millones, que se seguirán robando muchos millones más y que incluso en este mismo momento histórico se están robando millones y millones y no pisarán jamás una celda. Para el caso de la distribución de la riqueza nacional pues nada más patente que la polaridad asquerosa que existe en nuestra compungida realidad social que se debate entre la humillación y el coraje. Nada más ilustrador que la riqueza nacional esté en manos de una treintena de multimillonarios mientras aproximadamente 60 millones de personas viven en la pobreza, vaya incongruencia. Pero, que se puede esperar de un país cuyo sistema político es portador de esa mortal enfermedad desde hace siglos.

No necesitamos ir lejos para ver esos desastrosos casos de incongruencia, entendiendo el término como falta de coherencia o de correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace. Aquí en nuestro entorno laboral, político, gubernamental, en el que se exaltó y se explotó en campaña la humildad como premisa distintiva del prócer en turno. Aquí donde se nos "vendió" la idea de que el origen del ungido era una garantía de sensibilidad social. Justo aquí, es donde se ha recibido la mayor hostilidad que se recuerde por parte de una administración estatal. Es este un sexenio donde más se han padecido los abusos de poder de funcionarios déspotas y arrogantes con sus subalternos, pese a que muchos de ellos son dueños de una considerable ignorancia natural y otros la lucen supina.

La tormenta que mencionaba en el prefacio me sigue pareciendo inminente. Hay cosas que no se pueden ocultar, así como el amor y el dinero. Así de predecible es la situación actual. Un gobierno obstinado en enfrentar a un sector significativo, que aunque no lo quiera reconocer, representa en muchos aspectos la grandeza de su funcionamiento y sus logros. No hay congruencia entre la promesa de respeto en campaña y la actitud agresiva al arribo del poder. No hay congruencia entre la gentileza de antaño y la perversidad de hoy. No hay congruencia entre la aparente austeridad en el gasto y el despilfarro en aspectos banales como el culto a la imagen. No hay congruencia entre el cacaraqueado respeto a la legalidad y el saqueo indiscriminado del fondo de pensiones.

Creo que me podría pasar días hablando de estos conceptos antípodas, las razones surgen a borbotones en el diario actuar de los susodichos patricios. Hacen operativos en contra de vehículos que traen placas viejas y muchísimos de los carros y camionetas de gobierno portan de esas o en el peor de los casos ni siquiera usan. El secretario de finanzas invita a que paguen las placas aquí y varios funcionarios, entre ellos un conocido diputado local que aspira a elevar la jerarquía de su curul, traen placas de Jalisco. No hay dinero para conceder el aumento a los trabajadores sindicalizados pero cuenta la leyenda que ya empezaron a aparecer varias "casas blancas" en diversos rumbos del municipio, cuyos propietarios son los ricos de nuevo cuño del respetuoso gobierno actual. Bueno, creo que si es respetuoso, porque al presidente municipal saliente, al Sr, González Curiel, no le hicieron nada, sí que lo respetaron.

En fin, como dice el dicho, después de la tormenta tendrá que llegar la calma y si la tempestad es golpear a más de diez mil familias en el centro de su estabilidad económica ¿Que podrá ser la calma? ¿Acaso la resolución del tribunal a favor de los trabajadores y el reconocimiento del comité estatal? ¿Tal vez la proximidad de las elecciones para diputados federales? Eso lo dirá el tiempo. Esperemos atentos por un nuevo panorama, por una situación más favorable a las causas de los trabajadores, a la justicia social.
          

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