miércoles, 4 de febrero de 2015

Réquiem por el Talento



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
Febrero 4, 2015


Réquiem por el Talento


El tema de la semana no podía ser otro para mí. Ni siquiera me puse a pensar en alternativas, fui directo al teclado con la idea en la mente y con el corazón en la mano. Se trata de un caso muy especial, de alguien que merece mi admiración, aunque me hubiese gustado que la historia de hoy no estuviera matizada con el tono siempre oscuro de la tragedia.

Siempre resulta más alentador comentar de lo positivo, de la parte trascendental de la persona, de sus acciones, sus logros, sus sueños, sus anhelos, su obra y su legado, que de los detalles deleznables y negligentes que abonan a la pérdida irreparable de su vida.

Me cuesta trabajo asimilar que nuestro admirado amigo José Miguel Ferrer Hinojosa, mejor conocido como el "Maestro Ferrer" ya no se encuentre entre nosotros. Tengo que aclarar de inmediato que sólo me estoy refiriendo al aspecto material, al sentido físico de la presencia, porque en el aspecto inmaterial, en el sentido etéreo, en el recuerdo que trasciende la mente y se aloja de manera imperecedera en el corazón, en esa forma no hay duda que vivirá siempre con nosotros, con la comunidad artística y con la sociedad nayarita en general a la que conquistó con la excelsitud de su talento y la amabilidad de su trato.

Es muy fácil escribir sobre alguien como él. Aunque resulte prácticamente imposible traer aquí, al limitado espacio de un artículo, la inmensa cantidad de galardones, experiencias y logros obtenidos en su larga carrera musical. Pero, si sería de mucha utilidad la gran cantidad de material sobre su obra, porque podría facilitar la posibilidad de realizar trabajos periodísticos de amplio contenido cuantitativo y cualitativo.

A pesar de que su vida física se truncó de manera sorpresiva, siendo relativamente joven (45 años), su vida artística fue muy larga y productiva, porque sus inicios se remontan a una edad pueril. Lo que queda muy claro es que su pasión fue siempre la música, devoción que abrazó con especial ahínco preparándose en sus estudios musicales desde la primaria hasta obtener la licenciatura. Compitió contra los más destacados violinistas de la categoría infantil en muchos países de Europa, obteniendo varios premios y reconocimientos especiales.

Dejaré que los especialistas en trabajos biográficos y estadísticos se encarguen de recopilar el cúmulo de datos que existen de su carrera. Hoy quiero comentarles la impresión personal que me causó este hombre tan especial que, para fortuna nuestra, después de viajar por varias partes del mundo, eligió nuestro estado para pasar el resto de su vida, adoptando a México como su segunda patria y a Tepic como su hogar definitivo.

Ya lo comenté anteriormente, pero creo que vale la pena reiterarlo, nuestro amigo era cubano de nacimiento y nayarita de corazón. Más de dos décadas al servicio de la sociedad nayarita se dice fácil pero no lo es. Cuántas cosas tuvieron que pasar para que él pudiera consolidar aquí su carrera musical y recibiera el reconocimiento de sus compañeros músicos. Cuántas penurias para establecerse y adaptarse a un mundo distinto y difícil de conquistar.

Hoy su historia se cuenta a través de las gargantas de cientos de sus amigos y amigas, compañeros de trabajo y sus alumnos. La misma historia que se nutre de las partituras, folletos, cartelones  y programas de mano. La leyenda se deja acariciar a través de los tesoros audio visuales que afortunadamente se conservan como parte del valioso acervo artístico que forma su legado.   

Más allá de la altísima preparación técnica que poseía, de la exquisitez de su inspiración, de la versatilidad de sus alcances, lo mismo era un gran intérprete, que compositor, arreglista, director de la Orquesta de Cámara de Nayarit y por supuesto, un respetable y muy estimado catedrático de la Escuela Superior de Música (ESM). Más allá de todas esas cualidades, que le dieron un merecido reconocimiento entre la comunidad artística y entre la sociedad, se levanta inconmensurable su perfil humano, su gran calidad como persona.

Sólo bastaba voltear a ver los rostros desconsolados e incrédulos de sus compañeros de trabajo, maestros, alumnos y alumnas, amigos, familiares y padres de familia, en los que se reflejaba la angustia, el desconcierto y una tristeza infinita, para darte cuenta de lo que significaba la irreparable pérdida de un artista y una amigo de esa categoría.

Las horas pasaban y los restos mortales del Maestro Ferrer no llegaban al salón de clases que haría las veces de centro velatorio. La gente seguía llegando, haciendo insuficiente el espacio de la escuela. Movimientos por todos lados. Se preparaba la zona de cafetería, en el pequeño patio se instalaban los instrumentos musicales para los estudiantes y maestros que tocarían en honor a su mentor y compañero. Se sentía algo de calor dentro de la vieja casona de la calle Lerdo. En contraparte, la carpa que daba abrigo en la cerrada vialidad no protegía del todo la fresca humedad de esa noche fatídica. Nuestra tradicional manera de mostrar solidaridad y condolencia en todo su esplendor, coronas por aquí y por allá, de las autoridades, del sindicato, de la sociedad de padres de familia, de la sociedad de alumnos, familiares y amigos, etcétera.

No pude contener unas obstinadas lágrimas que finalmente cumplieron su capricho, resbalando lentas por mis frías mejillas. Era una tristeza mortal la que sentía. Escuchar el desgarrador llanto de la hija menor del maestro hacía más doloroso aquel momento. A pesar de ello hice una guardia ante el oscuro féretro, acción que me nació del fondo de mi corazón.  

Un velorio muy especial. Para mí nunca visto. Las lágrimas caían entre maravillosos acordes y notas musicales, los pesares se mezclaban con la belleza de las interpretaciones de los participantes. Violines, teclados, rock y otros géneros musicales, todos con la misma y loable intención de rendirle homenaje al amigo y maestro fallecido, a la manera que a él más le gustaba, con música, música y más música.

Seguramente merecía mucho más que todas esas lágrimas, más que toda esa solidaridad. Quizá no sea suficiente el emotivo homenaje de cuerpo presente en el "Centro de Arte y Cultura Emilia Ortiz" y la misa solemne y musical de catedral, pero la muerte es contundente e implacable, corta de tajo los planes y proyectos y el tiempo nunca es suficiente para ellos. Pero el Maestro Ferrer, dejó sembrada la semilla del éxito en muchas generaciones de músicos nayaritas y son ellos quienes habrán de empujar su realización.

Los alumnos cuentan historias maravillosas de Miguelito Ferrer. Además de su talento, su comprensión, la bonhomía, su sencillez y humildad, su alegría, su respeto y una gran facilidad para motivar e impulsar sus sueños. Los amigos cercanos como el Maestro Rafael Almanza Aguilar, Director de la Escuela Superior de Música, Carlos Morales Ricoy, Catedrático de Violín e integrante del Grupo Cuba-Mex, Abel Andrade Cervantes, Presidente de la Comisión de Actividades Culturales del S.U.T.S.E.M, y el Maestro José Inés Enriquez Ledesma, Director General del CECAN, entre tantos otros, refieren también muchas anécdotas del entrañable amigo, músico genial, maestro increíble y excelente padre de familia.

Sin duda que habremos de recordarte siempre Maestro Ferrer. Nuestro mejor homenaje será redoblar el esfuerzo y revalidar el compromiso de seguir empujando los proyectos artísticos y culturales. Apoyar a las nuevas generaciones de músicos nayaritas con la fe, el amor y la esperanza con que tu lo hiciste. Gracias por querer tanto a esta tierra que te nombró hijo predilecto, gracias por tu increíble talento, por tu generosidad y tu gran calidad humana. Como ciudadano ya hice la propuesta a través de las redes sociales, hoy, en mi calidad de comunicador y Presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la Escuela Superior de Música del Estado de Nayarit, reitero mi llamado a las autoridades competentes para que el edificio nuevo que albergará a esta maravillosa escuela lleve el nombre de "José Miguel Ferrer Hinojosa". Un justo homenaje a quien dio tanto por nuestra música. Ahí dejo la propuesta.

A la familia del maestro, su esposa y sus dos hijas, un cálido abrazo con mi solidaridad y mi pesar. A mi querido amigo Miguel, un recuerdo indeleble. ¡Descansa en Paz!


RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com

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