Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Las Madres
El origen del Día de la Madre en
México es infausto. Fue promovido para parar la protesta y la liberación de las
mujeres. Se trataba de acallarlas por “revoltosas”, y frente a ello, nada
mejor que oponer a sus demandas que la mítica profecía: parirás con dolor y ser
madre será tu destino fundamental.
La triada: José Vasconcelos,
secretario de Educación Pública; Rafael Alducin, director del periódico
Excélsior, y masas conservadoras que querían detener los derechos que las
mujeres se confabularon en una “bella historia” de amor y resignación. Mientras
que ellas habían puesto en primer plano sus derechos, desde la etapa
constitucionalista.
Eran transgresoras. En 1922 las
mujeres de Yucatán estaban organizadas y pedían, entonces, anticonceptivos,
educación racional para sus hijos y educación sexual. Según cuenta la ya
emblemática investigación de Martha Acevedo, las yucatecas se reunían todos los
lunes, se llamaban lunes rojos.
Ahí, lo considerado un grave peligro,
las mujeres leían un folleto denominado “La Brújula del Hogar, escrito por
Margaret Sanger –fundadora de la demografía- y que había traído a Yucatán, Alma
Red. Ahí discutían. Venían de una tradición liberadora: los dos primeros
Congresos Feministas; un gobierno que provenía del Partido Socialista del
Sureste encabezado por Felipe Carrillo Puerto y, encima, en 1922 Yucatán
se convirtió en el primer estado donde las mujeres podrían ejercer su derecho a
votar: tuvieron una primera regidora y una primera diputada. ¡Era el colmo!
Así surgió la campaña para celebrar la
maternidad. Años después, Excélsior sería el promotor incansable de una
historia de “cabecitas de algodón”, “sacrificadas”, “reinas del hogar” y sostén
de los valores “familiares”.
Este año se cumplieron 93 años de tan
preciada celebración. Las reinas del hogar reciben toda clase de “homenajes y
regalos”. Se llenan de flores y enceres domésticos. Se constituyó así para las
mujeres como tarea principal en la vida: la maternidad, el trabajo
doméstico, el cuidado de las otras y los otros, la templanza y el sacrificio
como definición de ser mujer.
Las estadísticas hablan claramente de
lo que ello ha significado a través del tiempo. La desvaloración de su trabajo
y de su tarea “sustantiva”, cosa que en estos días ha sido revelada como una
muestra de la desigualdad, la discriminación y la violación a sus derechos
humanos.
Esta semana que pasó la presidenta del
Instituto Nacional de las Mujeres, Lorena Cruz Sánchez, explicó a las ministras
de toda América Latina, que ese trabajo de cuidado sostiene una parte de la
economía nacional; millones de mujeres, como 13 millones, tienen que renunciar
a la capacitación, el estudio, a su desarrollo y su libertad porque en cada uno
de esos 13 millones de hogares hay al menos una persona que requiere cuidados y
son las mujeres las que los proveen: madres, tías, abuelas, hijas, primas y
otras. Hay 131 mil 730, empleadas que acompañan a ancianos, enfermas o enfermos,
niñas y niños. Solo éstas últimas reciben salario. Salario sin prestaciones,
pero laboran alrededor de 36 horas semanales.
Las llamadas amas de casa no reciben
salario y laboran hasta 72 horas semanales. Sin contar, tampoco, en forma
directa, de prestaciones ni probable jubilación.
El trabajo de las mujeres, que ahora
se contabiliza en lo que se llama “cuenta satélite”, según el INMUJERES, es
hasta de 17 o 21 por ciento del Producto Interno Bruto. Trabajo que se
retribuye con una buena sonrisa el 10 de mayo o algún espectacular paseo, se
las surte de todo lo necesario para realizar mejor sus tareas de limpieza y
cuidado. Algunas recibieron tremendos ramos de flores, comida en un
restaurante, visita de hijos e hijas ausentes, entre otras.
De acuerdo con un estudio de INEGI
sobre las trabajadoras domésticas remuneradas, éstas hasta en un 78 por ciento
de quienes informaron que realizan labores en casas particulares, de lo que se
llama entrada por salida, consiguen hasta tres salarios mínimos, algunas uno y
otras hasta cinco. Son cerca de dos millones de mujeres en el país. El 29 por
ciento tiene servicios médicos y las especializadas como cocineras o
planchadoras tienen siempre mucha demanda. La idea muy acusada de su “pobre
situación” viene de la desvalorización de un trabajo socialmente útil y
necesario.
Las amas de casa no. Mucho se ha
estudiado este asunto, este que tiene que ver con una labor, como dirían ahora
los estudios y análisis, una labor que se piensa es sólo responsabilidad de las
mujeres, anclado en el papel de reproductoras de la especie, únicas
responsables de sus hijos y, encima, responsables de su educación y desarrollo.
Claro, eso ha cambiado diametralmente, sin embargo, ideológicamente el 10 de
mayo les recuerda, nos recuerda, a todas, cuál debería ser nuestro único lugar.
El origen real del 10 de mayo, cuya
celebración es para reafirmar nuestro rol social, no es más que una balada, en
sol mayor, un estruendo de sentimientos. Las madres, son, socialmente
mayúsculas, individualmente fundamentales, pero como recordaría nuestra
legendaria Mafalda, tendríamos que preguntarles que les gustaría hacer si
pudieran vivir.
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