JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
"Una extraña aventura"
La mañana
empieza a cambiar de tono. El fresco ha quedado atrás y sobreviene el calor
típico de los días de verano en los estados costeños. Gabriel levanta la mirada
gozando de la magnificencia de ese cielo abierto, limpio y prometedor. Las
cosas están saliendo de maravilla, de acuerdo a lo planeado. El recorrido es
largo pero qué importa si está lleno de emoción, ilusión y de aventura. Quizá
la ruta no se pudiera considerar lo que se llama un gran reto, desde Arandas,
Jalisco hasta Mazatlán, Sinaloa, si fuera en autobús cómodamente dormido o
quizá manejando un buen automóvil. El asunto parece ser más interesante si esa
misma distancia es recorrida en una motocicleta y aún más si se hace de manera
individual, completamente sólo. ¿Cómo que así cambia la cosa, no creen?
El
estado de Jalisco hace rato que quedó atrás. El viaje ha sido de lo más
gratificante. Los hermosos paisajes obligan a manejar a una velocidad más que
moderada. No hay prisa, se puede disfrutar del camino y de los pueblos, al fin y al cabo el transbordador hacia La Paz zarpa hasta el día
siguiente. Se puede llegar a Mazatlán con mucha oportunidad. Esas eran las
intenciones de Gabriel y en eso pensaba justamente al llegar a la capital de
Nayarit. No había ninguna intención de quedarse en la ciudad de Tepic. Éste
sólo era uno más de los lugares de paso. Solamente pararía a cargar gasolina,
pero qué lejos estaba de saber lo que le deparaba el destino.
Entrando
al Libramiento Oriente, era el momento oportuno de llegar a una gasolinera. Ahí
estaba una a la vista, sólo que era del lado contrario. Nuestro personaje
disminuye la velocidad, yendo por el carril de baja, incluso intenta salirse un
poco del mismo para preparar la vuelta o al menos pensar cuál es la maniobra
correcta. En eso estaba cuando de improviso escucha el estruendo del motor de
un tráiler (camión de doble remolque) que lo rebasó a una velocidad inmoderada,
rozando la alforja izquierda de la motocicleta, derribándolo y dándose a la
fuga. Gabriel sintió más el susto, el sobresalto, que el mismo golpe. De pronto
todo se volvió confuso y dio inicio la pesadilla.
La
pesada motocicleta Honda (A ver si no me cobran el comercial) cayó encima de
nuestro protagonista y el resultado fue una fractura de peroné y rompimiento de
ligamentos de la parte dañada. Quizá suene muy raro decir que la fortuna estaba
de parte del motociclista, pero existen dos elementos de juicio que me obligan
a decirlo. Uno de ellos es que, a pesar de quedar en zona de rodamiento de la
vialidad, estaba ahí cerca un paramédico (No sé su nombre para felicitarlo) que,
además de ayudarlo en los primeros auxilios, lo sacó del área de peligro. Él
mismo fue quien puso en antecedentes, aplicando el protocolo para el caso, a
los brigadistas de la Cruz Roja que acudieron a atender el percance. La otra
situación es de carácter técnico, mecánico para ser más preciso, es decir, si
el camión le hubiese pegado a la moto en el manubrio, lo hubiese jalado, por la
inercia, hacia el ángulo de las llantas y lo hubiera arrollado y arrastrado,
además que al ser un doble remolque, imagino que el resultado hubiese sido de
consecuencias fatídicas. Por eso creo que nuestro aventurero motociclista
recibió una nueva oportunidad de vida.
La
historia es un tanto extraña, de ahí el título del artículo. Este adjetivo lo
considero indispensable porque la ocasión o la providencia, me hicieron jugar
un papel si no muy importante, al menos muy oportuno en ella.
Empiezo
por decir que no conocía a Gabriel, nuestro motociclista accidentado. Yo estaba
por entrar a Tepic, regresando de pasar unos cálidos días de vacaciones en mi
tierra natal, en “Tecuala, La Orgullosa” (Donde viví feliz) cuando recibí una
llamada desde la Paz Baja California Sur. Me estaba llamando la hija de un
compadre a quien le guardo una alta consideración y afecto; ella sería como la
“ex-nuera” de la persona accidentada, dicho de otra manera, Gabriel sería el
abuelito del hijo de la hija de mi compadre. Ups, creo que ya me
“entrambuliqué” como decían las personas antiguas de mi pueblo o ya sonó como
cuando dicen “el primo de un amigo”, en fin, así es la cosa y yo sé que mis
amables lectores lo entenderán muy bien.
Según
algunos testigos, el paramédico (héroe desconocido) y otros transeúntes,
incluso el oficial de la policía vial, le comentaron a Gabriel “no se preocupe,
el culpable es el chofer del tráiler”, por abandonar a su víctima y darse a la fuga, siendo detenido unos seis
kilómetros adelante, situación prevista como delito en el Código Penal para el
Estado de Nayarit (Artículo 375).
Ambos
conductores, “trailero” y motociclista, quedaron en calidad de detenidos, el
primero en los separos de la Fiscalía General del Estado y el segundo en un
hospital privado ubicado por el rumbo de la Colonia San Juan (a espaldas de la gasolinera
Vargas de Insurgentes) posteriormente a una operación cuyo éxito proclamado, se
ha puesto en entredicho quince días más tarde, según palabras del propio
afectado.
Haciendo
un gran esfuerzo, llega a Tepic la esposa del accidentado quien tiene que
enfrentar el problema “sola contra el mundo”, como “El Payo”, héroe de un
famoso cómic de hace décadas. Ahí es donde aparezco yo, en una intervención de
carácter humanitario, para apoyar a esa pareja en desgracia, en un lugar
desconocido, sin nadie que les tienda la mano (Bueno, no es para tanto, sólo
hice lo que pude).
La
historia empezó a ponerse rara, cuando en una de las jurisdicciones (no diré
nombre pero se ubica al lado de la feria), donde se llevan los casos en los que
hay daños, resultó que el peritaje resultó favorable al “trailero” y ahora
Gabriel tenía que pagar los daños del tráiler (Ups). Fueron varios días de
estira y afloja, acreditar la propiedad de la moto, papeles por aquí, papeles
por allá, más vueltas que en un carrusel de feria. De un lugar a otro, en uno
por los daños, en otro por lesiones. Había la oportunidad legal de
inconformarse por el peritaje y contratar a un perito externo especialista en
tránsito, obvio pagarlo y permanecer en Tepic el tiempo que durara el
procedimiento. Gabriel decía que seguro lo ganaba, pero que prefería dejarlo
así y que sólo quería rescatar su motocicleta y regresar a casa, con su
familia.
Después
de jalones y estirones, al fin se logró liberar la moto, pagando infracciones,
grúa y corralón, pero al menos con un trato muy decente y considerado del
personal de la Dirección de Tránsito y Transportes del Estado, que incluso
otorgaron un descuento en los pagos respetivos.
Gabriel
y su inseparable esposa Dorita, están ya en su tierra, con su familia, gozando de la
tranquilidad de su hogar, preparándose para otra dura prueba,
lograr su completa rehabilitación. Para mí fue una gran experiencia, una
oportunidad de ayudar a unas personas que sin conocerlas se ganaron mi afecto. No
quiero sonar vanidoso, pero siento que Dios me dio la oportunidad de ser el
vehículo propicio para apoyar a unas personas en problemas. Si no es así, pues
dejémoslo entonces en que fue, además de una bendición, “Una extraña aventura”
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA
SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL
CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.
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