miércoles, 2 de septiembre de 2015

"Celulitis"


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Celulitis"



Sonrío al imaginar la cara de sorpresa de mis amables lectores cuando poco a poco vayan adentrándose en el contenido de este artículo. Rápidamente se darán cuenta que nada tiene que ver con esa conocida enfermedad. La primera sorpresa sería que en realidad la celulitis estética, la que se conoce comúnmente como “Piel de Naranja”, más que una enfermedad es una consecuencia de la mala alimentación y falta de ejercicio y poco o nada tiene que ver con algún factor patológico. La segunda y más importante, es que el tema de esta semana se relaciona con el uso y abuso del teléfono celular. Verán entonces que el título de esta entrega es una especie de juego de palabras que intenta ser ingenioso y atractivo.

Otra aclaración que considero pertinente es que tampoco intento abordar este asunto desde el punto de vista tecnológico, ni de las probables consecuencias y daños que puede acarrear el uso excesivo del famoso aparato que hoy se convierte en protagonista principal de estas líneas. Es muy evidente que las posibilidades de comentarios en razón del material que existe son exponenciales, aunque no tanto como el índice de crecimiento de las ventas de estos aparatos que muy anglosajonamente llamamos “Smartphones”. Es tal el crecimiento de las ventas que se prevé que para el año 2020, el 90% de los habitantes (mayores de 6 años) de este sufrido y deteriorado planeta tendrá un teléfono celular. (Según, el Mobility Report de la Cía. Ericsson, 2014).

Lo que esas cifras indican es que en menos de cinco años estarán circulando por el mundo casi 7 mil millones de teléfonos celulares, lo cual establece una ecuación aproximadamente igualitaria al número de personas que andaremos o andarán habitando este convulsionado mundo. Estos datos, aunque pudieran resultar interesantes, los usé sólo para contextualizar el comentario que les ofrezco esta semana.

El ángulo que interesa es quizá más vivencial que técnico, es el punto de vista que emana de los hechos cotidianos, de la observación y de la propia experiencia. Va más allá de un comparativo entre los beneficios de la tecnología (particularmente de la telefonía celular) y los perjuicios que puede ocasionar a la salud de las personas, a su comportamiento, a su vida familiar y social.

Intentaré ir de lo general a lo particular, así que diré que la tecnología es muy benéfica en el sentido más apreciativo de la palabra. No imagino lo que sería de la humanidad sin la tecnología aplicada a la salud, sin los aparatos de resonancia magnética y otros tantos aditamentos que hoy en día salvan vidas diagnosticando enfermedades como el cáncer y muchos padecimientos que antes resultaba imposible detectar. La tecnología de la información, a la que debemos la oportunidad de conocer sucesos e historias de otras latitudes en tiempo real, incluso que este texto sea leído en muchas partes del mundo, bueno en algunas, quizá con mis apreciados paisanos en U.S.A; en Hermosillo, en el D.F. o tal vez solamente en Tecuala, pero finalmente, se difunde.

Así mismo, el teléfono celular nos ayuda en muchas cuestiones. Para algunos se constituye en una herramienta de trabajo, a otros les permite mantener el contacto con familiares y amigos que viven en localidades lejanas, en otros estados o en otros países. Así podría enumerar muchos otros supuestos en los que el celular resulta de mucha importancia. Pero como todas las cosas en la vida, siempre hay un lado bueno y un lado malo, como el bien y el mal, el ying y el yang, Ormuz y Ahriman, lo blanco y lo negro.

¿Quiere decir entonces que el teléfono celular es malo? Pues yo diría que no. No es malo, ya que hasta ahora no se ha comprobado que la emisión de radiaciones electromagnéticas a las qué se exponen los usuarios pudiera causar cáncer. ¿Entonces por qué se sataniza el  uso del celular? En realidad creo que nos acercamos al punto. En todas las cuestiones en las que se habla de polaridad, como las que mencioné en el párrafo anterior, siempre la salida hacia una explicación congruente, sobre todo en cuestiones de carácter material, físico o natural, se definen en función de la búsqueda del equilibrio. Así tenemos el ejemplo más usual en el PH (Potencial Hidrógeno) en las soluciones, en las que se contraponen en sus valores la alcalinidad y la acidez. Ups, ya me siento un Johannes Bronsted, mejor dejemos eso.

Para mí es muy importante allegarles elementos de juicio a mis lectores, pero a veces me apasiono tanto en la explicación que cuando me doy cuenta el espacio se ha agotado, tal es el caso de hoy, pero creo que aquí sí se justifica aquella frase maquiavélica: “El fin justifica los medios”.

Pensarán que estoy siendo muy benévolo con el celular, pero es aquí donde “la puerca torció el rabo”. El sólo hecho de que los accidentes viales provocados por personas que escriben o leen mensajes de texto en el celular mientras manejan hayan superado a los que son ocasionados por conductores ebrios ya es mucho decir. El 40% de los accidentes que se registraron en la república mexicana el año anterior se deben al uso del celular mientras se maneja y vaya que no son pocos (15,185, según datos de la Cruz Roja Mexicana). 

Los accidentes viales derivados del manejo imprudente por el uso del celular (escribiendo o leyendo mensajes) son ya la primera causa de muerte de personas de 5 a 29 años en México. Aunque muchos no lo quieran aceptar, este asunto es tan dramático, que los expertos en la materia señalan que es igual o más peligroso que conducir ebrio o bajo el influjo de la mariguana.

La razón que haya elegido este tema es haber sido testigo de varias imprudencias de este tipo en las calles de Tepic. En una curva algo pronunciada de un conocido bulevar pude ver a una señora cuarentona que conducía sosteniendo su celular con la cabeza pegada al hombro izquierdo, el volante con la mano izquierda y mordiendo una torta que traía en la mano derecha (No alcancé a ver si era de jamón). 

Otro caso peor, un día después, un señor de semblante ceñudo, en situación similar a la señora anterior, hablando por el celular que sujetaba con la oreja izquierda pegada al hombro izquierdo pero en su brazo derecho sostenía a un bebé, ¡Hijo de su mal dormir! (Me refiero al señor). Estos casos son muy frecuentes, desafortunadamente.

Sin duda es un aspecto muy negativo la dependencia del celular que sufren muchas personas. Me refiero a la adicción de corte patológico en ciertos individuos, que no sueltan el celular ni para ir al trono de la meditación. Se duermen abrazando el teléfono o con él en su almohada. Que decir de aquellos que entran en pánico porque se quedaron sin carga o sin señal. Los que publican en redes sociales todo lo que hacen, aunque a la mayoría les importe un comino. Los que se la pasan “texteando” cuando visitan a los padres o abuelos en comida familiar. Peatones que son atropellados por ir usando su celular al momento de cruzar la calle, terribles accidentes en la ciudad y las carreteras, familias separadas, disfuncionales, sin comunicación de persona a persona, jóvenes capaces de suicidarse por perder su celular, otros que prefieren ser asesinados en un asalto antes que entregar su teléfono. 

En fin un panorama drástico en cuanto a esta rara enfermedad que bien podría llamarse “teléfono/dependencia” o bien como antes la denominé: “Celulitis”. ¿Ustedes que opinan?

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@h otmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C. 

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