miércoles, 15 de junio de 2016

Historia electoral


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita



"Historia electoral"



Serían las ocho de la mañana del lunes 6 de junio del presente año cuando el despertador digital del gobernador Jamón Muerte, mejor conocido como “La Marrana”, sonaba con insistencia. Haciendo crujir la cama, el regordete individuo giró sobre su propio eje cual si se tratara del movimiento de rotación de la tierra, aunque a decir verdad el volumen de este mastodonte apabullaba y hacía ver ridículo y enclenque a nuestro cuerpo celeste.

Bostezó con pereza extrema al mismo tiempo que “sin querer queriendo” soltaba fétidos gases por el escape trasero de su voluminosa humanidad. Todo trascurría de acuerdo a su rutina diaria. Despertarse y levantarse era un protocolo que se caracterizaba por bramidos, estertores y flatulencias de grueso calibre. Era el sello de la casa. Pero algo indicaba que ese inicio de semana iba a ser muy especial en la vida de aquel despreciable sujeto.

Se incorporó súbitamente dejando ver su asqueroso torso. Parecía un veterano receptor retirado del beisbol al que se le había olvidado quitarse la protuberante pechera oficial.

- ¡Jonás! Gritó, con voz aguardentosa. ¡Ven acá inmediatamente, inútil! - Completó su amable frase.

En menos que canta el gallo tartamudo de mi tío Chuy, el fiel asistente personal de “La Marrana” ya estaba al pie de la cama de su feroz amo.

- ¿Qué pasa señor? – Dijo con tono servil y temeroso aquel hombre sesentón.

- Estoy que me lleva la chingada con este dolor de cabeza y tú no haces nada por mí. –Balbuceó el ventrudo personaje.- Anoche tuve una pesadilla y desperté sudoroso y temblando. Soñaba que era un rey y vivía en un hermoso castillo. Era dueño de vidas y haciendas. Me veía tan poderoso que nadie se atrevía a contradecirme y mi palabra es la ley (con perdón de Chente).

Era un sueño muy extraño porque, a pesar de mi simpatía, nadie me sonreía. Con excepción tuya y de mi cuerpo de cortesanos todos me hacían mala cara y me la mentaban. Todos me hacían muecas y señales raras, de esas que les dicen “corte de manga”, “mocos” y “caracoles”.  Yo no sé por qué razón sea eso, si siempre he sido muy amable con la gente, principalmente con los viejitos de la tercera edad y los periodistas.  

- Pero señor, si en los tiempos de los reyes antiguos no había periodistas, y en los actuales quedan pocos  porque usted los ha mandado matar a todos. ¡Cómo está eso en su sueño, estúpido!

- ¡No me insultes Jonás, porque te parto tu mmmm. Ya párale!

-No, señor. No es falta de respeto, es falta de ortografía. No sé muy  bien donde poner las comas.

Así de agitada estaba aquella conversación entre esos personajes. Un patrón amodorrado y confundido, sin poder determinar en qué lado de su cama estaba la realidad y en cuál la fantasía. Un momento crítico que se tendría que despejar antes de que los nervios lo traicionaran y terminara ahorcando a su inocente y hasta ese momento, leal colaborador personal.

- ¡De verdad, no recuerda el señor lo que sucedió ayer? Me extraña si usted es un hombre de buena memoria a pesar de los tragos que pasaron por su garganta anoche. No me diga que no recuerda que incluso yo lo acompañé a beber un alipús. Si usted me dijo: “Jonás, acompáñame a beber, pide lo que quieras” y yo le dije pues “que sea un güisqui, para acordarme de mi tierra”.

- ¿A poco naciste en Escocia, Jonás?

- No señor, nací en Huixquilucan. (Risa forzada).

El barrigudo ejecutivo, mandamás de aquella tierra pirata y trovadora de veras, no supo si el manotazo que le propinó a su ayudante fue por lo mamila del chiste o para sacudirse la presión del momento. Eso no importa mucho. Lo que si vale la pena observar es que aún no se daba cuenta de la magnitud de la tragedia que sobre él se cernía.

Después de un brebaje preparado especialmente para la cruda, unos ricos huevitos motuleños y una buena dotación de chilaquiles rojos, el primer panzón del estado (quise decir el primer priísta del estado) soltó un estrepitoso eructo que peinó de raya en medio a Jonás. Enseguida pasó al proceso de la asepsia personal, meterse en los aguantadores pantalones y tacuche de marca, un poco de fragancia francesa y como nuevo hacia un día de trabajo más.

Al entrar a la sala de juntas, con el garbo que su poco agraciada figura le permitía, todos los que ahí esperaban se pusieron de pie. El nerviosismo de la concurrencia era evidente. Era tal el silencio del momento que se podía escuchar el gruñir de las tripas del susodicho. Empezaba a hacer efecto el chile habanero de la salsa de los huevos motuleños. Todos parecían petrificados. Después de gran pausa, limpiando sus lentes con un paño negro como su conciencia, con su acostumbrada dulzura y amabilidad, dijo el sudoroso mandatario: ¡Bueno, qué chingados pasa por fin!

Después de algunos segundos, el hombre más alto, al parecer el de mayor jerarquía del grupo, dijo con acento solemne y voz muy grave: ¡Perdimos jefe, perdimos! Perdimos la próxima gubernatura.

- ¡¡¡¡ ¿¿¿Quééééééé?????!!!!

La letanía que salió de la bocaza de aquel energúmeno no la puedo decir aquí, previendo que este periódico llegue a manos infantiles. Sin ton ni son se escuchó una prolongada sarta de improperios e imprecaciones. Tuvieron que pasar varios minutos para que llegara un poco de calma al endiablado gordinflón.

Pasó la tempestad inicial. Ya un poco más sosegado, el jefe del ejecutivo estatal le preguntó al viejo Godínez, su secretario técnico, que si tenía un diagnóstico por escrito de las causas que ocasionaron aquella escandalosa derrota electoral. Su subordinado le contestó que sí, pero que no podía traer el expediente porque no había ningún diablito disponible. Pero de lo poquito que me acuerdo, ahí le van algunas causas.

Corrupción, prepotencia, asesinatos de periodistas, pobreza, desapariciones forzadas, violencia, deuda pública, cinismo, “valemadrismo”, inseguridad, empresas fantasmas para obra pública, notarios coludidos con el gobierno, desvío de miles de millones de dinero público, deudas a la universidad.

- ¡Ya, ya párale Godínez, Basta, basta! Convoquen a una reunión urgente quiero exhortar a las fuerzas políticas que representan al pueblo a que se unan en torno a la nueva administración y que nos apoyen en los meses que me quedan, yo trabajaré con el entusiasmo de siempre.

La reunión estaba lista, el recinto lucía pletórico aunque el murmullo era escaso, suave. Al fin llegó el mandatario a pronunciar lo que sería su discurso histórico de la reconciliación. Cuando pidió la comprensión para que se limaran las asperezas y llegara el perdón y la concordia, se armó una rechifla monumental, le llovieron mentadas de madre, gritos de fuera, fuera y todo lo imaginable. La voz tronante y avasalladora del prepotente gobernante se fue convirtiendo en un chisguete. El orgullo y la maldad fueron castigados por la sabiduría de la voz del pueblo.

Cualquier parecido de esta historia con un evento electoral real, es mera… ¡Justicia!

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C. 

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