miércoles, 9 de octubre de 2019

"La muerte inoportuna"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"La muerte inoportuna"



Había iniciado la redacción de un texto que, por compromisos no pude terminar el viernes, como es mi costumbre, pero me quedé con la idea de culminarlo el sábado. Por causas personales no puede sentarme a escribir temprano de acuerdo con lo planeado y cuando, finalmente, me disponía a hacerlo me enteré del inesperado fallecimiento del colega periodista Bernardo Macías, alias «El Venado», caminando por las calles de la ciudad, sin enfermedad aparente y eso, dio un viraje contundente a mi intención, hizo que me sintiera triste, desconcertado y sobre todo asustado, muy asustado.

Me dio miedo pensar en esa manera de morir, que podría ser la más delicada, benigna e indolora, pero me aterró el hecho de irme así tan de repente y dejar muchos pendientes en mi vida, y esa parte, la del desenlace inesperado me movió a la reflexión.

Sin duda la muerte del reconocido periodista fue una noticia de esas que actualmente denominamos «bomba» por lo trágico de la forma, por lo inesperado del suceso. Un hombre de tan solo 65 años, edad que no se considera la de un «viejo» propiamente, al menos en estas latitudes. Su trayectoria es más que conocida en nuestra ciudad. Se le consideraba uno de los cronistas más populares, periodista e historiador, fotógrafo, además de poeta. Trabajó en diversos medios de comunicación y, a decir de muchos miembros del gremio periodístico, fue un maestro para muchos de ellos.

Cuando este texto esté en manos de los lectores se habrán publicado cientos de noticias, crónicas y homenajes a Bernardo Macías, todos ellos muy merecidos, aunque me hubiera gustado que toda la admiración a la labor que él realizó en los diversos ámbitos de la comunicación y la cultura, hubiese sido reconocida hace tiempo. Es difícil pensar que alguien de esa edad pudiera morir, al menos de muerte natural, y quizá en eso se pueda respaldar la institución o la persona encargada de realizar ese tipo de distinciones, que quizá no sean legal o institucionalmente obligatorias, pero sí moralmente necesarias.

Cuántas veces ha pasado eso de los homenajes póstumos en todos los ámbitos del quehacer humano y en todas las áreas geográficas, sean locales, nacionales, incluso internacionales. Se entiende que tal vez sirvan de algo, por lo menos en cuestiones de legado y en el sustento de los mitos o leyendas, pero nada sería más justo ni más oportuno que reconocer al meritorio  o meritoria en pleno uso de razón y con fuerza suficiente en el corazón para que éste se llene de ánimo y alegría. Quizá, después de la muerte, sea alentador a quien le supervive en la cadena genealógica, pero para la persona que aportó algo importante, algo hermoso o algo leal a la sociedad, después de muerto, ¿podría tener algún significado?

Por lo que sé de nuestro colega periodista que ha dejado esta dimensión, su esencia era la libertad, la bohemia y la rebeldía hacia lo rígido y excesivamente burocrático; por tanto es de suponer que no le importaba mucho el reconocimiento por parte de un gobernante o un funcionario en tanto gozara de la empatía de una sociedad, de un pueblo o de un significativo grupo de amigos. No le importaría recibir un diploma firmado por el representante de la alta orden de la cultura oficial, si recibía el cariño de la gente en la calle y en las redes sociales. Pero, esa sublime característica del alma de un artista, que no ve nunca la trascendencia como condición en su trabajo, no exime a quienes debieran alentar el reconocimiento de esos exponentes, como una forma natural de motivar a las nuevas generaciones a incursionar, vivir o disfrutar de las humanidades.

Es triste ver cómo el reconocimiento del arte y los artistas sigue siendo una asignatura pendiente en muchos casos y lugares. Existen condiciones sociales que forman parte de un mismo círculo vicioso que se repite interminablemente. No entraré en detalles, ante la ominosa obviedad de los casos que vivimos a diario. Nuestras sociedades se vuelcan en reconocer asuntos de extrema frivolidad y nula trascendencia. Boxeadores inflados por la fuerza de la televisión y futbolistas que ganan lo que jamás soñaría un científico que descubre la cura de un mal importante. Cantantes gruperos de dicción ininteligible que se convierten en ídolos de las multitudes y ganan millonadas, mientras a un tenor lírico local, que ya realizó gira por España, con una estupenda y educada voz para la ópera le regateamos la compra de un boleto de cien pesos para ir a escucharlo al Teatro del Pueblo. Muchos trofeos y diplomas para el fútbol y pocos reconocimientos públicos a los escritores. En fin, hay muchos casos de esa naturaleza, en todos lados, y eso, me sigue pareciendo un escenario muy triste.

El suceso que sirve de fondo a este artículo, la sentida desaparición del estimado «Venado», Bernardo Macías Mora su nombre legal, me dejó como reflexión que nunca debes dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, porque a veces suele pasar que simplemente no hay un mañana. De ahí que sentí, hoy más que nunca, la necesidad de redoblar esfuerzos en mis proyectos pendientes, en resolver problemas que se han quedado en el cajón de los después, en ordenar las pocas cosas de mi patrimonio material, pero sobre todo en disfrutar y consolidar los valores más importantes de mi vida, mis afectos. Es aquí donde revaloro la esencia de mi vida, el significado de la verdadera trascendencia, el sembrar el amor en la tierra fecunda de los corazones cercanos y no tan lejanos. En cultivar el amor por sobre todas las cosas, reiterar a mi amada el hermoso sentimiento que me inspira y reconquistarla cada día de los que me queden de vida como si fuera la primera vez. Darles a mis hijos, además de mi inmenso amor por ellos, las señales claras para que entiendan de que trata la ciencia de la vida y se doctoren en la búsqueda de la felicidad verdadera.

En fin, el temor se convirtió en ansiedad, en premura y en claridad. No hay manera de escapar de la muerte, eso es lo único seguro del mundo, pero las formas tan repentinas hacen más dolorosa la pérdida y más si, como dije anteriormente, tienes en mente muchas cosas que hacer y llega, con funesta contundencia, la muerte inoportuna.

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C. 

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