SAÙL ARMANDO LLAMAS LÒPEZ
El prefijo “co” proviene del
vocablo latino, cuya connotación base es “con”. No necesariamente la Codependencia concierne
a la persona aferrada a un agresor, porque representa ese rol de “cómplice
inconsciente” de la enfermedad del otro. Descubre su concepto y todo lo que
implica ser dependiente en psicología.
¿Qué
es codependencia?
Es una patología psicológica en
que la persona está aferrada a su agresor verbal o físico, a un enfermo que
goza de su afecto y a cualquier objeto de valor que no pretende soltar en su
vida. Representa esa complicidad involuntaria que sufre el individuo que no
está dispuesto a renunciar a esa persona o cosa tan sencillo. Por ejemplo,
quienes vivan con un sujeto alcohólico y este no acepta que requiere de
atención, todos los que están a su alrededor son dependientes de él/ella por
fomentar el comportamiento sin hallar una salida concreta.
El codependiente siempre
mantendrá la ilusión que ese sujeto dependiente dejará el alcohol o las drogas
por cuenta propia. En su mundo turbado, pensará que todo estará bien y que cada
acción del agresor/consumidor no tendrá consecuencias en el futuro. La
codependencia hace que el sujeto que está alrededor de los dependientes asuma
una responsabilidad no correspondida de todos los actos que comete la persona
que tanto quiere, para que no pague por los errores causados, más bien, los
adjudica a su cuenta por pena, consideración o empatía.
Anteriormente, el término
codependiente significaba “habilitador”, cuya función es exactamente la misma:
atender las consecuencias del adicto para que no sufra en el proceso en que
está inconsciente debido a la ingesta de sustancias tóxicas o estupefacientes.
Generalmente siempre posee excusas en su repertorio verbal para salvaguardar
los intereses del enfermo.
En primera instancia, la
definición de codependencia surge gracias a los grupos de Alcohólicos Anónimos.
La esencia que originó el término resulta de la comprensión familiar o de
allegados en intentar a ayudar al enfermo, a tal grado de justificar su
conducta sin ofrecer vías alternas para salir adelante.
¿Quién
es codependiente?
El perfil de un codependiente
es fácil de identificar. En primer lugar, es un sujeto cuyos intereses
personales o profesionales pasan a un segundo plano para prestar atención a su
agresor o enfermo. Tiende a sacrificar dinero, sueños y tiempo para proteger al
dependiente; en la mayoría de los casos, sin éxito. Si en su núcleo
familiar hay más codependientes, la persona que elija como pareja será igual o
peor de lo vivido en el hogar, porque en su interior esconde problemas
afectivos y es vulnerable a los vicios.La alienación es constante en la vida
del codependiente, porque olvida por completo sus propios conflictos que
necesitan resolución para invertir su tiempo en rescatar a un enfermo que
tampoco desea ser sanado.
Si usted vive bajo el mismo
techo que un individuo que sucumbe ante las drogas, si usted olvida que a su
alrededor también hay tareas por ejercer, si usted justifica cada acción
reprochable de su pareja, familiar o amigo en problemas, usted es un ser
codependiente que debe ser rescatado al igual que el vicioso. A veces, tomar
atribuciones conlleva a olvidar las responsabilidades individuales en quien
evidentemente no lo merece hasta no comprender que requiere asistencia
psicológica.
Parejas, padres, hijos, amigos,
colegas académicos o empresariales, cada uno de ellos está propenso de padecer
codependencia, sin excepciones. Para ir más lejos, en la Terapia de pareja puede
darse el escenario que los pacientes se apeguen a tal grado de los
especialistas que no quieren alejarse de su consultorio para seguir tratando el
problema por el agrado de seguir viendo al terapeuta; aunque no tenga motivos
aparentes para frecuentar el lugar.
Signos
y síntomas.
Pensar excesivamente en el
bienestar del otro, hasta desplazar sus propias necesidades en un segundo
plano. Responsabilizarse por actos que el sujeto no cometió, con la intención
de proteger al dependiente. Cumplir con su deber más de lo habitual. Es la
tendencia de hacer más de lo que está en su capacidad por ayudar al otro. Son
muy susceptibles cuando el dependiente margina su labor de rescate. Esto ocurre
cuando sus esfuerzos no son valorados, mucho menos compensados.
En las relaciones conyugales,
el codependiente hará todo lo que esté a su alcance para permanecer al lado de
su pareja, a pesar de los maltratos. Inconscientemente no desea abandonarlo/a,
conociendo todos sus defectos. Constantemente busca el reconocimiento del
enfermo. Su mundo gira en torno a ese amor insano y necedad de rescatar a
alguien en problemas. Posee una compulsión de controlar todo a su alrededor,
incluso personas, para proteger al dependiente.
Falta de autoestima y de confianza en sí mismo.
La identificación de los
sentimientos propios y del dependiente es confuso.
Temen ser abandonados por sus
dependientes.
Enojo constante. Viven una
montaña rusa de sentimientos encontrados.
No poseen confianza para tomar
decisiones. La incertidumbre embarga su conciencia.
Tendencias protectoras. Además
de buscar el reconocimiento, adoptan el rol de protectores en forma desmedida.
Confusiones, una vida enredada
y poca capacidad de priorizar sus necesidades.
No están aptos de recibir
críticas constructivas, porque las ven como ofensa en su rol de protector. No
entienden de razones, más allá de su afán de cuidar al enfermo.
Rigidez, sentimiento compulsivo
por controlar todo a su alrededor.
Cada opinión emitida es una
premisa de tener la razón en todo lo relacionado con el dependiente.
Resentimiento ante el mundo,
por no hacer más de lo debido para salvar a su protegido. Cuando atraviesa una
depresión, suele aislarse de todo y de todos.
No disfruta los momentos
felices y empeora con los episodios tristes.
Causas.
Nadie escapa de la
codependencia, porque en todos los hogares alguno podría estar protegiendo a
otro que anda en malos pasos o afronta una adicción considerable. La primera
causa probable es el crecimiento o desarrollo del individuo dentro de una
familia disfuncional, sin unión, con intereses divididos y desde luego, con
falta de motivación o afecto para ser mejores. Si uno o dos sujetos en un mismo
núcleo familiar son dependientes a las drogas y el alcohol, para separar un
poco a ambos, quien esté en medio de ellos tendrá la responsabilidad de
salvarlos con sus propias armas; ahí inicia la codependencia.
Un antecedente a la
codependencia es la negligencia de los padres hacia los hijos, porque si bien
es cierto que ordenan una serie de tareas, los hijos están bajo la
responsabilidad de cumplir con las expectativas de ellos, olvidándose de sus
sueños o metas.
Cubrir todas las necesidades de
los padres está bien, pero al volverse un método exigible y con poca
compensación, como lo establece la Teoría de Carl Rogers, o
recompensa, se convierte en un suplicio para los hijos. Ellos al considerar que
la opinión de sus padres es autoritaria (hecho positivo en cuanto al respeto)
olvidan que también deben realizar actividades por su cuenta para crecer.
Es hora de poner en contexto
más ejemplos relacionados. Un hijo que crece en el seno de una familia cuyo
padre es adicto a las drogas y la madre al alcohol. En principio, este
personaje pretende cubrir las necesidades de sus padres en su afán de
rescatarlos en el abismo en que están sumergidos. El hijo inconscientemente es
codependiente de sus padres, porque asume todas sus responsabilidades en pro de
experimentar su aprobación, aunque muchas veces no ocurre, porque los
progenitores en lugar de compensar, reprenden a este hijo por entrometerse en
sus vicios. La orfandad es otra causa, cuando no prevalece la armonía familiar
en ausencia de padre o madre, un divorcio o entre hermanos por la lucha de
poder, algo que la Teoría de Alfred Adler hace
bastante énfasis con el orden de nacimiento. Mientras la familia carezca de
autoridad, los hermanos adopten funciones inadecuadas o entre varios existan
conflictos, quien esté en la posición neutral, defensora de los bandos y
buscando responsabilidades donde no existen, es un hijo codependiente. Estos
inconvenientes si están en un primer plano, pero el círculo vicioso de
dependencia no permiten dilucidar que tales problemas requieren de soluciones
inmediatas. Es común que las familias problemáticas no acepten que lo son, por
eso, el miembro codependiente suele reprimir sus sentimientos a tal grado de no
provocar un nuevo altercado en que los bandos divididos se enfrenten. Las
víctimas lamentables de estos hechos son los niños, que al momento de ser
adultos seguirán de cerca su patrón, al hallar una pareja agresiva, adicta o
con trastornos psicológicos evidentes.
Tratamiento
de la codependencia:
Psicoterapia.
Terapia grupal, individual o de
pareja son las primeras recomendaciones ofrecidas en este artículo para superar
la codependencia de manera eficaz. Los terapeutas harán entender a sus
pacientes que no es correcto compensar en exceso a los adictos, asumir responsabilidades
ajenas o tomar el papel de superhéroe rescatador. La intención de ser
superhéroe es muy positiva, pero eso conlleva a abandonar los intereses
personales para enfocarse de forma exclusiva en la problemática del enfermo o
dependiente. Otro mecanismo que tendrán los especialistas es trabajar en base
de la autoestima del codependiente. Afirmará que el amor propio está antes que
todo (afirmación) y que el dependiente tendrá el deber de reconocer su problema
para iniciar un recorrido fructífero hacia la recuperación.
Para referir con nombre y
apellido de estas terapias específicas, la primera a considerar es la terapia
sistémica breve, posteriormente cognitivo-conductual y counseling. Dicho esto,
es pertinente mencionar las cualidades principales en cada una de ellas como
tratamiento ideal para abandonar la codependencia:
Mejorar el cuidado de sí. El
síntoma más notorio de codependencia es la renuncia a las metas propias para
preservar el bienestar del dependiente. Establecer límites. Es oportuno dejar
en claro hasta qué punto es ideal tomar atribuciones ajenas y encargarse de los
cabos sueltos propios. Estas terapias conducen a la autosuficiencia, para que
cada decisión, responsabilidad o deseo por cumplir, sea el mejor para todos, no
solo para el dependiente.
Diferenciar entre apoyar y
reparar. Apoyar a un adicto significa sentarse a su lado a escuchar todos sus
problemas, hasta llegar a la conclusión que requiere ayuda inmediata. Nadie
puede ejercer el rescate si el afectado no está consciente del problema que
padece y cómo abordarlo. Salir adelante es una tarea titánica para el
dependiente, pero indispensable para replantear su vida. Reaprender a ayudar.
El codependiente debe aceptar una realidad bastante dura, que por más afán en
ayudar a esa persona, no verá resultados inmediatos si el dependiente no da el
primer paso que es reconocer su problema. En otras palabras, la mejor ayuda es
“no ayudar” con entrometerse o asumir responsabilidades que el tercero debe
tomar.
Aprender de patrones de
familia. La educación más implícita que es observable en el núcleo familiar es
tan favorable como las mismas terapias. Si los padres no están en capacidad de
resolver sus inconvenientes por los canales regulares correspondientes,
lamentablemente los hijos heredarán la codependencia de ellos. A lo largo de
sus vidas, ese círculo vicioso, esa codependencia generacional no tendrá fin si
en tales hogares prevalecen los malos efectos con vicios y actitudes negativas.
Terapia
psicológica.
Las intenciones de la terapia
en codependencia es hacer entender a los sujetos el hecho de compensar en
exceso conductas o actitudes insanas de los que padecen adicción o enfermedad,
el porqué de una preocupación desmedida hasta el punto de olvidar por completo
sus proyectos de vida. A continuación, algunos consejos para afrontar la
codependencia.
Primeros
pasos.
La primera tarea que los
codependientes deben asimilar es dejar a un lado la negación y aceptar que por
igual al enfermo, también padece de un problema serio que requiere atención
inmediata. La ventaja de ello es que las personas si están claras de su
codependencia, pero no lo asumen en el sentido de salir adelante y romper con
este círculo vicioso tan dañino y flagelado al mismo tiempo.
La negación es una etapa en la
que el codependiente aleja el sufrimiento, dolor o inquietud que padezca su ser
querido; a él/ella que defiende con vehemencia, así esté inmerso/a en múltiples
dilemas. No es sano estar rodeados de sujetos codependientes, sino de otros
individuos que provean relaciones seguras y hagan entender que el amor propio
es tan importante como la querencia por ese ser querido que está en el abismo.
Afrontar
problemas no resueltos de la infancia.
El examen introspectivo es
bastante favorable y al mismo tiempo conciliador para romper de tajo con la
negación. Dentro de la historia familiar existieron diversos factores que
inducen a la codependencia en uno o varios de sus miembros que es pertinente
visualizar a tiempo. Un rasgo característico es la atención de los problemas al
establecer una desconexión emocional con sus propósitos de vida para
involucrarse de lleno en la vida de otros que están en aprietos por adicciones
o una enfermedad crónica.
El paciente tendrá sentimiento
de culpabilidad por proteger excesivamente a su familia y al no recibir
compensación a cambio, experimenta el doble de culpa, por no cumplir con las
expectativas. Este paradigma tiende a cambiar cuando en terapia psicológica los
pacientes abren su corazón contando cada inquietud vivida en la infancia o si
sufrió de negligencia por parte de sus padres.
Desprenderse
de involucramientos malsanos.
Desprenderse un poco de esa
persona que con afán pretenden ayudar es otro paso importante para abandonar la
codependencia. Si el escenario es más compulsivo de lo esperado, con más razón
es pertinente marcar un límite con él/ella para replantear los proyectos
personales. El terapeuta indica que el codependiente no necesita de una
separación carnal con su dependiente, sino entender que su obsesión hacia
él/ella mediante la ayuda es malsano, al igual que el apego considerable.
Soltar es más sano de lo que
parece, aunque por esto no debe entenderse como una renuncia total al
dependiente. Es un modo de marcar pauta para ocuparse en las labores
individuales sin pensar a cada instante en rescatar, ayudar o apoyar. Tal y
como ha sido expuesto en este post, la mejor ayuda es “no ayudar” algunas
veces, hasta que la persona afectada dé sus primeros pasos hacia un cambio
real.
Esta actitud debe manejarse con
cautela, para que no represente indiferencia, una acción negligente o retirar
el apoyo por completo a alguien que lo necesita. Lo ideal es invertir tiempo y
energía para recuperar el terreno perdido en alguna actividad pendiente o
retomar un oficio que por codependencia quedó relegado. Antes de reparar el
daño del dependiente, la persona debe autoevaluarse y observar qué tanto daño
se ha hecho.
Un ejemplo para poner en
contexto este punto es permanecer al margen cuando el esposo o esposa está a
punto de perder su trabajo por su actitud. Aunque lo pierda, lo idóneo es no
involucrarse demasiado o peor aún, interceder para justificar su forma de ser
ante el jefe para el que labora, como cualquier abogado en defensa de su
cliente, pero sin defensa sustentable. Tampoco es saludable apoyar económicamente
a alguien que ha perdido parte de su capital en un mal negocio o apostando en
los casinos. De preferencia, esta persona debe sufrir las consecuencias por sus
malas inversiones y recuperar el dinero por su cuenta, sin facilitar un
préstamo para fomentar este tipo de comportamiento hasta que ese sujeto no
aprende la lección.
Enfrentar la realidad es
bastante duro, pero solapar que el dependiente siga con su círculo vicioso al
asumir sus responsabilidades es mucho peor.
Las consecuencias son medibles
y si algo está haciendo mal, es preciso que lo compruebe en carne propia, hasta
que llegue el momento de confirmar que en efecto necesita ayuda urgente para
superar su padecimiento.
Mejorar
el cuidado de sí mismo (y el de los demás también).
Un buen indicio que una persona
está superando la codependencia es afrontar las preocupaciones propias como una
prioridad inmediata por atender. Los sentimientos y metas individuales cuentan
muchísimo en la construcción de la autoestima, además de la valía para
desempeñar oficios que antes no podía hacer en su empeño protector del
dependiente.
No todo está en las manos del
codependiente. Es válido que aconseje a su ser querido para que afronte el
problema desde la raíz, pero más allá de eso no puede hacer nada hasta que no
toque fondo o asimile la culpabilidad de su proceder. Por lógica, cuidar a
alguien que está en total desamparo es una gran idea, con consejos o
sugerencias que este individuo tome en cuenta para mejorar su presente y pensar
a mediano plazo en trabajar todas sus falencias.
Manifestar una preocupación
extrema por esa persona que ama no hará que su presente sea provisorio de un
mejoramiento. Al contrario, al legitimar cada conducta errónea del dependiente,
nunca verá sus errores y por tanto, su actitud permanecerá igual que todos los
días, sin probar las consecuencias de sus actos. Caerse es necesario para
entender que el problema está allí y que bajo ningún concepto el codependiente
quiere verlo sufrir, pero es el único modo de escarmentar.
Desarrollar esta necesidad de
apoyar o proteger responde a otro momento más importante: la carencia de
protección en la infancia que desea compensar con el dependiente. De recibir un
elogio, el protector sentirá un gran alivio, pero al mismo tiempo aumenta su
responsabilidad con él/ella y olvida las propias.
Ahora bien, en caso de sufrir
un rechazo o demérito del afectado, conducirá a una depresión, hasta
intensificar esa persecución de lograr el reconocimiento de su ser amado en
conflicto. La codependencia es de dos: un codependiente y el ser que tanto
quiere. Ambos poseen conflictos que arrastran desde la infancia y no han
resuelto por falta de voluntad o de tiempo. Hay que prestar atención a eventos
pasados para entender el porqué de proteger con vehemencia, el porqué no soltar
un poco a esa persona para que asimile su realidad.
Por último, es necesario
recordar que los dependientes no tienen margen de libertad entre decidir por el
alcohol y salir adelante, hasta que no supere la negación. En caso de los codependientes
tienen medio terreno ganado, siempre y cuando acepten que ayudar más de la
cuenta trae más problemas que soluciones.
Examinar el pasado para ahondar
en los motivos que llevaron la codependencia es el remedio para atender con
ayuda de un terapeuta estas tendencias que convirtieron a esos sujetos en
esclavos de proteger a sus seres queridos, pero quedando en desamparo a la vez.
Codependencia, síntomas y tratamiento.
La codependencia emocional es una relación de
apego afectivo exagerado que normalmente ocurre en las parejas, pero que
también puede darse entre amigos y familiares.
OTRA
DEFINICIÓN DE CODEPENDENCIA.
La codependencia es una condición psicológica
en la cual la persona afectada establece en sus relaciones afectivas un apego excesivo a alguien.
El codependiente siempre pone los deseos del otro en primer plano, sacrificando
drásticamente sus voluntades y olvidándose de sus propios intereses. Esta
dedicación extrema afecta las responsabilidades cotidianas, causa daños a las
otras relaciones y, además, tiene un impacto muy negativo en la vida
profesional del codependiente. Para que la codependencia exista es necesario no solo el
codependiente sino también otra persona, la cual necesita y aprecia esta
dedicación exclusiva. Como hay un dominador y un dominado, no raro la
codependencia resulta en abuso
emocional y físico.
“Aunque sea más común en las relaciones de
pareja, la codependencia puede existir entre amigos y incluso entre miembros
familiares.
Síntomas de la codependencia
Los síntomas de la codependencia son
conductuales y psicológicos, entre los cuales se destacan:
Solo se encuentra feliz cuando está haciendo
algo por la otra persona. Es incapaz de trazar planos que no envuelvan el otro.
No tiene identidad y ni tampoco intereses propios.
Baja autoestima. La falta de amor
propio hace con que estas personas se sientan inferiores y intenten compensar
esta percepción a través de la subordinación respecto al otro.
Sensación de vacío y tristeza cuando no está
con la otra persona. Nada tiene gracia. No consigue relajarse y disfrutar de
otras actividades cuando está solo.
Permanece en la relación mismo cuando el otro
le hace daño. Ignora sus propios valores para satisfacer la voluntad de la otra
persona. Además, se observa una enorme dificultad en decir no.
Necesidad constante de aprobación, siendo que
la única opinión que importa es la de la pareja. El apego es tan obsesivo que
no soporta la idea del término de la relación. El codependiente siente pánico
incluso cuando se separa del otro por un rato. En estas ocasiones, necesita
constantemente saber dónde y con quién está su persona, lo que está haciendo,
etc.
Círculo social muy reducido porque todo el
tiempo que tiene disponible es dedicado a la pareja.
Idealización del otro, que es visto como
alguien perfecto. Las virtudes son enaltecidas y los defectos minimizados.
Tratamiento
para la codependencia.
El primer paso para tratar la codependencia
es reconocer que necesitas ayuda y querer
cambiar de vida. También es fundamental: Empezar poco a poco a
encontrar tus propios intereses. Descubra hobbies y actividades que te gustan.
Al principio puedes dedicar poco tiempo a estas actividades y ir aumentando la
frecuencia cuando sentirse más a gusto. Retomar el contacto con amigos y
familiares. Estas personas pueden hacerte compañía, ayudarte a descubrir tus
cualidades y a equilibrar mejor las esferas de tu vida.
Tener en mente que el tratamiento exigirá
esfuerzo y compromiso. Conquistar la individualidad y el amor propio exigirá
todo un cambio de mentalidad que lleva tiempo. Hay que tener paciencia para no
desistir. Estar preparado para la ruptura de
la relación puesto que ni siempre la otra persona que está acostumbrada a tener
todas sus voluntades atendidas va a comprender este cambio de postura.
Si ves que no consigue salir solo de este
ciclo, no dude en buscar ayuda de un psicólogo especializado en
codependencia.
En muchos casos, el apoyo de un profesional de la psicología es determinante
para dejar de ser codependiente.
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Gracias a Periodismo Nayarita, su labor cultural.
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