Por
Helen Hernández Hormilla
La
Habana, agosto (SEMlac).- Las experiencias eróticas de una joven lesbiana en
las calles habaneras de inicios de los noventa sirven a la narradora cubana
Jacqueline Herranz Brooks (1966) para revelar la homofobia que han debido
soportar las personas no heterosexuales en la isla caribeña.
En
su más reciente título Mujeres sin trama (Nueva York, 2011), Herranz Brooks
relata las distintas relaciones de Victoria Herrera, la protagonista, con
amantes conocidas durante un año en el cual vive "en la calle", luego
de que su madre la expulsara de la casa por su orientación sexual.
Llevar
a la literatura la vida de personajes marginados por la sociedad es una de las
intenciones de esta autora, residente en Nueva York, Estados Unidos, desde
1999, según comentó en una tertulia realizada en La Habana junto a su colega
cubano-americana Sonia Rivera Valdés (1937).
El
encuentro, realizado en la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres
Cubanas, sirvió para actualizar a lectoras y lectores de la isla sobre la
producción narrativa de ambas escritoras, pertenecientes a distintas
generaciones, pero con obras vinculadas por el tratamiento desprejuiciado de la
sexualidad.
Herranz
Brooks comenzó publicando el cuento "Intromisión abrupta de esos dos
personajes", ganador del premio de la revista cubana Revolución y Cultura
en 1997 y reproducido en varias antologías.
La
totalidad de su obra ha sido publicada fuera de Cuba e incluye la colección de
poemas Liquiddays (Argentina, 1997), Escenas para turistas (Estados Unidos,
2003) y Mujeres sin trama (Estados Unidos, 2011).
Las
vivencias personales son el punto de partida de sus historias, que enmarca en
la llamada literatura de auto ficción y lésbica.
"He
ido adquiriendo conciencia sobre qué es escribir sobre uno mismo porque soy
siempre el sujeto de mi literatura, aunque no se trata de un testimonio sino de
ficción a partir de sucesos reales", comentó.
"Me interesa que las vidas marginales ganen lugar en la literatura para que personas que se parezcan a mí, tradicionalmente excluidas, se sientan representadas", agregó.
"Me interesa que las vidas marginales ganen lugar en la literatura para que personas que se parezcan a mí, tradicionalmente excluidas, se sientan representadas", agregó.
La
novela, de la cual leyó algunos capítulos durante la velada en la capital
cubana, describe de manera explícita el sexo entre mujeres y recorre lugares de
encuentro lésbico en La Habana de los noventa, como bares, cines y parques.
Esa
arqueología de sitios para el cruce sexual entre mujeres resulta una de las
ganancias de la obra, al decir del historiador cubano Julio César González
Pagés.
En
su opinión, este tipo de comportamientos casi siempre se investiga para los
hombres gay, pero se ignora lo que sucede con las mujeres homosexuales que se
encuentran para tener sexo en lugares públicos, porque aún persisten tabúes al
respecto.
Herranz
Brooks añadió que le interesa romper los esquemas de lo que resulta sexualmente
atractivo, pues por lo general la literatura apela a la imagen de las mujeres
según cánones de belleza tradicionales.
Lo mismo sucede con los lugares donde sus personajes tienen sexo, que pueden ser derrumbes, espacios públicos y con poca privacidad.
Sucesos y personas que transgreden las normas de la sexualidad tradicional son también frecuentes en los libros de Sonia Rivera Valdés, ganadora del premio Casa de las Américas en 1997 con el libro Historias prohibidas de Marta Veneranda (La Habana 1997, 2010), al que siguieron Historia de mujeres grandes y chiquitas (Nueva York, 2003) y la novela Rosas de Abolengo (La Habana, 2012).
Esta última rescata del primer libro de Rivera a la psicóloga Marta Veneranda, quien esta vez escucha la historia prohibida de Lázara Alcántara, una mujer argentino-cubana que emigró a Nueva York.
La búsqueda de la felicidad y el amor por la protagonista llevan a la autora a adentrarse en el complejo tema de la identidad, las consecuencias de la emigración en la familia cubana y la legítima diversidad de comportamientos sexuales.
Lo mismo sucede con los lugares donde sus personajes tienen sexo, que pueden ser derrumbes, espacios públicos y con poca privacidad.
Sucesos y personas que transgreden las normas de la sexualidad tradicional son también frecuentes en los libros de Sonia Rivera Valdés, ganadora del premio Casa de las Américas en 1997 con el libro Historias prohibidas de Marta Veneranda (La Habana 1997, 2010), al que siguieron Historia de mujeres grandes y chiquitas (Nueva York, 2003) y la novela Rosas de Abolengo (La Habana, 2012).
Esta última rescata del primer libro de Rivera a la psicóloga Marta Veneranda, quien esta vez escucha la historia prohibida de Lázara Alcántara, una mujer argentino-cubana que emigró a Nueva York.
La búsqueda de la felicidad y el amor por la protagonista llevan a la autora a adentrarse en el complejo tema de la identidad, las consecuencias de la emigración en la familia cubana y la legítima diversidad de comportamientos sexuales.
Para
Rivera, la libertad es el tema que engarza toda su obra, sobre todo en el
ámbito sexual. "Hablo tanto de la sexualidad porque es un aspecto
fundamental en los seres humanos, pero tiene mucha represión y tabúes",
reveló.
"No
creo que haya sexualidades reprimidas o diferentes, porque hay muchas maneras
de disfrutarla y entre dos personas adultas cualquier comportamiento está permitido",
consideró la escritora.
Su
personaje, por ejemplo, gusta tanto de mujeres como de hombres y termina
encontrando el amor en una relación heterosexual donde la penetración no es
importante.
"Quería
desmitificar el culto al pene que existe en nuestras sociedades", reveló.
Si
bien la mayor parte de sus libros no han sido escritos en la isla, tanto Rivera
como Herranz Brooks se conectan con las tendencias de la literatura femenina
contemporánea del país, que ha experimentado un auge en las dos últimas
décadas.
Varias autoras cubanas apuestan por el
tratamiento de conflictos sexuales poco abordados en la prosa femenina y por la
representación de mujeres que desbordan las normas de lo socialmente asignado a
su género.
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