Por:
José Manuel Elizondo Cuevas.
Quizá
pensarán que sólo se trata de narrar una vivencia personal, pero una vez que
terminen de leer se darán cuenta que no es únicamente eso, sino es una realidad
tan objetiva y cotidiana como ir de compras al supermercado. Sucede en
muchísimos centros turísticos de nuestra república, llámese Los Cabos,
Mazatlán, Manzanillo, La Riviera Maya y hasta nuestra famosa Riviera Nayarit.
Me estoy refiriendo a la discriminación.
El
asunto de la discriminación no es un tema nuevo, existe desde siempre y sin ser
pesimista creo que seguirá existiendo toda la vida. La discriminación es un
fenómeno que se da en muchos ámbitos de las sociedades modernas, pero en esta
ocasión me referiré solo a la que tiene relación con la esfera del turismo.
La
definición que nos da el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
para este término es la siguiente: Discriminar: "Dar trato de inferioridad
a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
Muy
claro resulta el concepto como para que sea necesario abundar en él, claro que
yo agregaría, antes del etcétera, el motivo económico, que en mi punto de vista
es quizá el factor más importante por el cual a muchas personas se les
discrimina.
Antes
de avanzar en este asunto, quiero comentarles que el tema se me ocurrió,
principalmente porque estoy en este momento en calidad de viajero, disfrutando
de unas merecidas vacaciones por la bella geografía de nuestra entidad, viendo
una bella noche desde el balcón en un acogedor recinto vacacional. El sitio es
muy agradable y está situado muy cerca de la tibia y tranquila playa de
Bucerías, en el Municipio de Bahía de Banderas. Excelentes instalaciones de un
estilo entre rústico y moderno a la vez, limpias, nuevas y espaciosas
habitaciones tipo suites completamente equipadas con todas las comodidades,
área de alberca y asador. Un lugar en el que se respira tranquilidad y un
ambiente familiar. Muy recomendable, verdaderamente encantador, el lugar se
llama "Marías Casa Galerías".
Regresando
al tema de la discriminación, les puedo comentar que he visto ese gesto de
fastidio en el rostro de muchos recepcionistas de centros nocturnos, hoteles,
discotecas, balnearios y aquí si van muchos etcéteras, cuando ven ante ellos al
grupo de mexicanos de "clase popular" que tratan de entrar a
cualquier sitio de esos. Uno de los casos muy típicos es el de las discotecas,
en el que generalmente el acceso está custodiado por un tipo de gran estatura,
corpulento y si es de expresión feroz pues mejor. Yo no sé quien le dio las
facultades supremas a esos patanes, como para decir "tú entras, tú te
esperas y tú no entras". Personalmente he podido constatar que quienes
suelen pasar sin ninguna dificultad son los chavos de buen aspecto,
refiriéndome con eso a su pelo, su ropa y accesorios que indican de manera
ostensible su capacidad económica, porque fuera de eso no demuestran ninguna
superioridad a las demás personas que se quedan inútilmente esperando la
oportunidad de divertirse en la discoteca que desean.
Me
pregunto, si no habrá ninguna autoridad capaz de hacerles ver a estas
"calcas piratas de Hitler" que están violando la carta magna de la
nación, específicamente el artículo primero, que en su último párrafo dice a la
letra; "queda prohibida toda
discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que
atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los
derechos y libertades de las personas". Créanme que en mis acercamientos a
las cuestiones jurídicas nunca había visto un texto más claro, más preciso en
sus conceptos como este que remata el citado artículo constitucional.
Pero
para que hacerse ilusiones con las autoridades, con los gobiernos, si son los
primeros que suelen realizar prácticas discriminatorias, aunque suene así de
raro.
Acaso
no es una forma de discriminación que las mejores playas del país estén sólo a
disposición de algunas personas (principalmente los extranjeros) y no de todos los habitantes de la nación que
en teoría debieran ser los dueños legítimos del patrimonio nacional. ¿Por qué
digo que esto es una práctica discriminatoria? Pues simplemente, porque al
privatizar las playas a favor de los hoteles de lujo, se ejerce la fuerza de la
segregación por razones de índole económica, o ¿Es factible pensar que una
persona que gana un salario mínimo podrá aspirar algún día a gastarse por lo
menos de 10 a 15 mil pesos para bañarse en aquella playita romántica en la que
alguna vez disfrutó unas vacaciones familiares? ¡Pues claro que no! A ese lugar, a esa playa solo tendrán
"derecho" los ricos, los que tengan capacidad de ahorro y los
extranjeros cuya moneda es propicia por su superioridad en el tipo de cambio. Ese
es un auténtico ejemplo de discriminación económica.
La
gente se queja, con toda razón, de que le privaticen cada vez más y más playas
y el gobierno responde en una actitud de suprema benevolencia con el programa
"Ventanas al Mar" mediante el cual le regatean un poco el control de
las playas a los empresarios turísticos nacionales e inversionistas extranjeros, y le ofrecen a
los habitantes y turistas locales un poco de lo que es suyo (y la gente dice
pues que bueno algo es algo). A mí esto se me figura como que si "tuvieras
que entrar a tu casa por la ventana".
En
fin mejor sigo disfrutando mis vacaciones en compañía de la hermosa familia,
suegros, cuñados, cuñadas, sobrinos, compadres, que nos visitan del Distrito
federal.
Reciban
un saludo afectuoso – los espero la próxima semana- comentarios y sugerencias
al correo: elizondojm@hotmail.com
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