JOSÉ
MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita
Tepic,
Nay; nov 4, 2013.- Estamos iniciando el penúltimo de los meses y
siento como si ya de plano se hubiera acabado el año 2013. No sé si será por
los múltiples festejos que existen, por las vacaciones que generalmente nos
tomamos en diciembre o por ambas cosas, pero a mí me da la impresión que esta
parte del año se “va como agua”.
Se puede decir que la
mayoría de las veces tengo la sensación de que se acerca una temporada feliz,
de logros y cosechas personales, no sé si sea porque invariablemente la llegada
del aguinaldo me remite a una idea de bonanza y bienestar, lo cual no siempre
es acertado, sobre todo si en el balance entre los ingresos decembrinos y las
múltiples deudas no quedas muy bien parado.
Quizá una de las razones
que más estimula la tendencia a sentir algo de felicidad es la cuestión
familiar, ya que la posibilidad de reunirte con la familia que no ves durante
gran parte del año, siempre es una hermosa expectativa. Así que más allá de que
mi balance financiero personal no salga tan positivo el fin de año, intentaré
por todos los medios abonar a mi estado de bienestar mediante el disfrute de
los detalles inmateriales que nos brinda la época.
Cavilaba sobre esas
situaciones cuando me detuve un poco y pensé: - Si los que hemos cobrado con
regularidad nuestras quincenas y otros ingresos, estamos de “mírame y no me
tientes”- me pregunto cómo estarán los compañeros que han sido víctimas de los
atropellos laborales de sus irresponsables patrones (léase presidentes
municipales tracaleros y cínicos) que les han escatimados sus salarios y otras
percepciones. Mi preocupación aumenta precisamente porque se acerca esa etapa
difícil en la que la mayoría de los ayuntamientos se declararan incompetentes
(eso lo sabemos de sobra) para pagar de manera oportuna a sus trabajadores,
bueno al menos a los sindicalizados porque seguramente que a los que forman
parte de su equipo allegado (gabinete y demás achichincles) nunca les han
faltado su sueldo y sus compensaciones.
Espero que esta vez ya
no suceda lo que viene ocurriendo en varios municipios y principalmente en
Tepic, porque los ánimos se siguen calentando y una nueva jugarreta de ese tipo
podría hacer las veces de catalizador y detonar una situación grave. El
ambiente social se torna cada vez más “caliente” por más que respiremos “tranquilidad”
desde hace dos años. No se necesita ser tan observador para notar que si bien
es cierto que los gobiernos, federal y estatal, han tenido algunos aciertos,
existe inconformidad en varios sectores de la población.
Hay muchas razones
para pensar que los ciudadanos no estamos muy contentos que digamos, sólo basta
recordar los golpes propinados al sindicalismo mexicano con la reforma laboral,
la persecución magisterial, la manipulación para empujar, pese a las múltiples
protestas, la reforma energética sin consulta ciudadana y ahora un nuevo
atentado mediante la ominosa carga tributaria a los contribuyentes de siempre.
Más impuestos, más
carga, más sacrificios para las clases baja y media (lo que queda de ella)
aumento en los productos básicos, aumentos progresivos en la gasolina, el
diesel, el gas, los medicamentos y cuanta cosa se le ocurra. No se necesita
leer el periódico “El Economista” o algún boletín económico para enterarse de esos
aumentos, basta con mirar la cara de angustia y desesperación de cualquier ama
de casa cuando busca sin éxito, en su bolsillo dinero suficiente para comprar
una ración mínima de alimento para su familia. La situación se torna más grave
si notamos que además de que los ingresos familiares son sumamente escasos, el
poder adquisitivo de nuestro peso está cada vez peor.
Algunos intelectuales
y académicos enviaron un documento al senado mediante el cual se manifiestan a
favor de la reforma hacendaria haciendo un análisis de ésta y señalan, entre
otras cosas, que “la edificación del Estado democrático que requiere México
pasa inevitablemente por una sólida hacienda pública que, al gastar, ponga
prioridad en el crecimiento económico y la redistribución” aseveración con la
que estoy teóricamente de acuerdo, pero precisamente el problema siempre ha
sido que éstos personajes de la “clase política” se gastan el dinero del pueblo
en el crecimiento económico pero de sus fortunas personales y sí se
“redistribuyen”, pero las tajadas entre ellos. Tampoco tomaron en cuenta, al
menos no lo mencionaron, que debe considerarse también como estrategia en la
casi aprobada reforma, la ampliación de
la base de contribuyentes. (Sugiero a estos intelectuales y académicos pregunten
a “la raza” si esto es cierto o no).
Desde mi punto de
vista, la sociedad mexicana experimenta una ostensible sensación de hartazgo
ante una situación que cada vez se torna más difícil. No sólo son los efectos
letales de un sistema económico que sigue favoreciendo la injusta distribución
de la riqueza nacional y sus resultados directos como la desigualdad patente y
creciente entre los insultantes privilegios de una casta minoritaria y la
insoportable y lastimosa responsabilidad que la clase trabajadora lleva en sus
hombros.
No intento dar clases
de economía, ni pretendo explicar teorías económicas sustentadas en la lucha de
clases, aunque resulta evidente que ésta
sigue presente y muy viva en este punto de la historia. Lamentablemente veo a
la injusticia deambulando por doquier, volteo al campo y ahí está. Me asomo en
las zonas urbanas y ahí está, también en los pueblos de las costas y en la
sierra. El número de pobres aumenta cada año a pesar de las cruzadas contra el
hambre y otras “oportunidades”, los partidos políticos se han apropiado de las
sociedades actuales, son sus líderes y asociados quienes deciden de antemano quiénes
ocuparán las candidaturas a elección popular y son estos “honrosos encargos” el
billete de lotería que cambiará la vida del suertudo político, que sacrificará
su tiempo y su familia para servir al pueblo. (Ajá).
MIEMBRO ACTIVO
FRECONAY, A.C- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com
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