Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Noviembre 26, 2014
Sucede que en este país hace 40 años
descubrimos que los agravios contra las mujeres, violentadas física o
psicológicamente, asesinadas por ser mujeres, fue un descubrimiento al que le
pusimos nombre: patriarcado.
El patriarcado solo se sostiene en el
autoritarismo. Sus expresiones se hallan en la vida de relación cotidiana, en
la pareja, en la casa, en los hogares, sin duda. Pero sus efectos van mucho más
allá, es la historia de la guerra y el poder: están en el sistema de
jerarquías, en el gobierno y en los diferentes niveles del Estado; en donde,
cada vez más, se pospone la democracia y la justicia, tras varios siglos de
discursos y análisis. Ahí estamos las mujeres.
Un sistema jerárquico y autoritario que
no entiende que la violencia contra las mujeres y contra quienes no tienen
poder, es un sistema con las más variadas acciones que afecta la vida de
relación entre las personas, la democracia y todos los gobiernos. Es ahí, en
ese núcleo de poder donde la violencia es un mecanismo para que sobreviva el
estado de cosas.
De ahí proviene el mal entendimiento.
¿Por qué habríamos de sorprendernos de que se use la violencia para combatir lo
que violenta al sistema? Al sistema lo violenta la movilización de las y los
ciudadanos pidiendo cuentas; al sistema lo violenta que haya quienes denuncian
la corrupción, la injusticia, el estado de debilidad de quienes deben impartir
justicia; lo violenta que no se le obedezca y no se respete a las instituciones
que le dan vida y justifica sus horrores; al Estado y sus gobiernos los
violenta quienes no se venden por tres mendrugos y quienes lo
cuestionan porque piensan.
La marcha de 20 de noviembre es en sí
misma, por su expresión, por quienes se reunieron espontáneamente,
organizadamente o simplemente, para decir que no soportan que a cada tramo de
su vida nadie escuche que se ha llegado a un límite. Encabezado por las madres
y los padres, con participantes, como muchos y muchas, que en el camino de la
injusticia hemos perdido a nuestros seres queridos, sin que nadie nos responda.
Es muy peligroso para el gobierno no
saber ver ni saber oír. Es peligroso que se vuelva a prácticas usadas antaño,
crear un ambiente que produzca miedo, que contribuya a poner una cortina de
humo sobre la verdadera protesta. Los testaferros del sistema solamente ven a
los aguerridos, desesperados, que reaccionan con una violencia
proporcionalmente desigual a la que se ha venido soportando por la población.
Los autodenominados anarquistas, son un pequeño grupo localizado, ¿Por qué
entonces tanta alharaca? Seguramente para tapar la verdadera violencia
cotidiana que la ciudadanía sufre, vive, soporta diariamente.
Los asesores del presidente de la
República le están mintiendo. El tema es que urge una reforma del Estado, por
una parte, para rearmar las reglas de convivencia, como propone ahora
Cuauhtémoc Cárdenas, que no tiene más armadura que su propia vida y su calidad
moral; lo mismo que hizo antes denodadamente Porfirio Muñoz Ledo; otros piden
la reforma del Estado de Derecho, eso incluye a sus amigos, que tienen
micrófono para distraer; algunos más se revelan con distintas manifestaciones,
cartas, quejas, demandas, marchas, gritos y hasta esa terrible equivocación juvenil
de los petardos.
Estamos en una situación muy complicada.
No es tan simple como dice el Secretario de Gobernación, ni tiene sentido
hablar de paz en medio de las diatribas y las mentiras; ni se trata de defender
al gobierno apabullado con tanto problema heredado de los múltiples gobiernos
de los últimos 70 años; ni se trata de pensar que es necesario “matar” a los
violentos o encarcelarlos, se trata de entender qué está pasando. Volver a
cerrar la válvula de escape es simplemente posponer lo que ya nadie puede
parar.
Los asesores ¿entenderán? Por ejemplo
qué significa la revolución de las comunicaciones; sabrán medir, mapear,
analizar los efectos de las reformas y quiénes se sienten afectados;
sabrán qué significa para las mujeres tener un hijo, verlo crecer, mirar
como aprende a comer, como da sus primeros pasos, ¿entenderán que el tema no se
resuelve con promesas, detenciones sin explicación? Entenderán los egresados de
Harvard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts y del ITESO,
¿entenderán algo? los opinadores que no saben la fuerza que una sola madre
puede tener para mantener su protesta porque su hijo o hija ha desaparecido.
Además de su falta de entendimiento,
tampoco saben historia. Es verdad que La Madre, de Gorki es una novela fundada
en un proceso que no entendió el Zar de Rusia, y que no entendió Porfirio Díaz,
ni entendieron los dictadores de América Latina; no entienden cuál es la
liga vital entre una madre y sus hijos, no por subordinada y utilizada
situación explotada por los intereses del sistema, sino la madre que como
las madres de Plaza de Mayo, pueden protestar cada jueves durante años, con la
herida abierta. A ellas no les conformó nada, absolutamente nada ¿sabrán
eso en Bucareli?
Recuerdo que las abogadas intelectuales
buscaron para las madres de las asesinadas en Cd. Juárez la reparación del
daño: ¿reparación? Y hasta le pusieron una cantidad y un culpable: debía
pagarlo el Estado o el Gobierno, nada de ello fue suficiente para Marisela
Escobedo, que al final fue asesinada porque quería saber si la justicia era
posible y el autor del asesinato de su hija iba a pagar. Y quién en medio de
tanta bulla recuerda a Margarita Santizo, quien
durante cinco años buscaba a su hijo, Esteban Morales, un policía
federal desaparecido en Michoacán, ella se presentó en un féretro a recordar a
las autoridades que su última voluntad era reclamarlo frente a Gobernación. Su
cuerpo estuvo ahí, nadie hizo la historia precisa, pero ella nunca pudo
perdonar.
Se han preguntado los asesores si es
posible olvidar. A qué le tiran, a lo de siempre e histórico: que el movimiento
amainará en unas cuantas semanas, que la protesta se diluirá, que no haya
bronca, que la gente no protestará toda la vida y menos si se la llena de miedo
y le presentan directamente a los anarquistas.
De buena fuente estoy enterada, sí hay
grupos enviados a aumentar la gresca y el enojo, como aquellos que se
confundían con los estudiantes en 1968. ¿Quién y por qué están ahí?
Sencillamente porque andan buscando a los culpables, los malos, los violentos,
los que efectivamente se equivocan y apoyan al sistema a tener un culpable,
pero que finalmente son la expresión del hartazgo, la frustración y la
desesperación que se agolpa en el pecho. No entienden que eso no convence a
miles.
Por qué, me pregunto, sólo un cronista
que yo conozco, ha destacado el tamaño fenomenal de la protesta, su
capacidad de tolerancia y su esperanza pacífica, pero entera y mayúscula. De
qué habló la marcha, de que la gente está harta, que ha dejado de creer
en las patrañas, vengan de donde vengan. Y ahí están devastados e insufribles
los políticos armando orquesta y concierto con el discurso oficial. Y muchos
que se conocían como de izquierda. Los “violentos”, sirven para
apoyar el olvido, y ahí está el foco, y ¿lo demás?.
México era uno antes de Ayotzinapa (en
Náhuatl: río de calabacitas) y después será otro. Ayotzinapa, una
población del Estado mexicano de Guerrero, conurbada con la ciudad de Tixtla de
Guerrero, cabecera del municipio del mismo nombre y sede de la Escuela
Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. El lugar que se volverá imborrable, donde se
concentra el odio a la juventud, el deseo de que no exista la pobreza, ni el
abandono de más de 12 millones de indígenas mexicanos y mexicanas; el sitio que
recuerda que no hay progreso, reformas ni modernidad porque se puede matar de
esa manera, desaparecer de esa otra, mantener como si nada la impunidad, dejar
un reguero de cenizas en un río, o tenerlos por secuestrados a quienes algunos
voceros de siempre pretenden formarles una historia miserable como la que ellos
tienen.
El sistema quiere borrar del mapa a
quienes protestan desde que Guerrero, sus montañas y su atraso, ha sido cuna de
la guerrilla y cuna de la dignidad que cientos, miles, millones de mexicanos y
mexicanas han olvidado con tal de un mendrugo porque el hambre, el
consumismo y la desventura son parte, dicen, de la condición humana.
Las mujeres tampoco podemos olvidar a
las asesinadas sin justicia, ni nos cabe en el alma explicación alguna que no
tenga que ver con la voluntad de justicia; no nos convencen, los sabemos
históricamente capaces de cualquier cosa para evitar por autoritarismo ser
cuestionados. México empieza a ser tierra de nadie, donde cualquier fuego nuevo
puede ser el comienzo de otra vida, lo verdaderamente grave será que no podamos
evitar otro y otro y otro baño de sangre, contra el que se reveló Antígona.
www.almomento.mx/
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Noviembre 19, 2014
Con un Nudo en la Garganta
En los años sesenta, mi generación
levantada primero en un conjunto de huelgas obreras y luego en el Movimiento
Estudiantil Democrático de 1968, vivía la convicción de que agentes judiciales,
llamados de “la secreta”, se confundían como estudiantes en las manifestaciones
y eran enviados por los grupos en contradicción dentro del poder.
¿Cuál poder? El que amasaban secretarios
de Estado, empresarios, caciques de toda clase. Hacía gala lo acumulado contra
un supuesto amasijo de pobres o militantes identificados como enemigos del
sistema como establecía el Plan Marshall: en suma el comunismo que podría
comerse a la niñez y arrasar con todas las libertades y convicciones del
capitalismo liberal, de los individuos. Hoy han pasado 25 años desde la caída
del Muro de Berlín y todo indicaba que ya nadie jamás podría atentar contra el
sistema.
Mucho tiempo supimos que tal vez
vivíamos las maldades de una estrategia desde “arriba” para poder identificar a
quienes querían derrocar al gobierno. Fue el tiempo de la represión
“selectiva”, del hartazgo contra todas las formas del autoritarismo. De la
violencia sexual con dedicatoria. Hoy sabemos que la violencia contra las
mujeres está en todas partes sin justicia.
Las universidades, el politécnico y la
juventud, se decía, eran el blanco de esa lucha por el poder. Y esa juventud
-yo incluida- era idealista, con valores y militante sin temores; así nos
lanzamos por las más intrincadas veredas y experimentos, en busca de un mundo
mejor, democrático, socialista, amplio y equilibrado.
La guerrilla, el feminismo, la protesta,
las huelgas de hambre, fueron el signo de esos tiempos y la respuesta fue la
guerra sucia, desatada en las zonas urbanas y rurales, en las montañas de
Guerrero, entre otras. Así, la búsqueda de las y los desaparecidos se convirtió
en un rostro femenino, de madres que encabezó doña Rosario Ibarra de Piedra.
Las “doñas” como les llamamos, quienes apostaron con su entereza y valentía a
una justicia siempre pospuesta; sus luchas transcurrieron al mismo
tiempo que nosotras, feministas, le poníamos hechos y nombre a la
discriminación, a la violencia y a la desigualdad femenina, en un ambiente
de machos, muy machos, de la montaña a los despachos de ministros.
Hoy, hay mucha historia que contar,
muchos y muchas caídas, encarcelamientos y heridas profundas. Pero esa historia
también está llena de esperanza y creaciones muy diversas de la canción de
protesta al teatro callejero; de la denuncia a la construcción de proyectos.
Del sentimiento de exclusión al cuerpo académico de género. De ahí surgieron y
se aclararon las traídas y llevadas políticas públicas; de los escombros
brotaron enormes contingentes renovados hasta la inauguración del sistema de
partidos y la famosa transición a la democracia.
Nadie, hasta entonces, se ocultaba tras
una capucha. Íbamos tras un sueño. Llenamos nuestra cabeza de sabias palabras,
de héroes reales y guerrilleros asesinados como Ernesto “Ché” Guevara; leíamos
a Marx, a Mandel, a Revueltas, a Lenin, a Trosky, a Sartre, a Simone de
Beauvoir, a Kate Millett, a Carla Lonzi y escupimos sobre Hegel.
Fue así como decretamos la muerte de la
Revolución Mexicana y aceptamos el análisis de todos los Arnoldos Córdova de la
época. Por eso Susana Vidales y Antonieta Rascón nos sorprendieron con sus
indagaciones sobre las feministas de la Revolución Mexicana y nos topamos sin
querer con las liberales con las que coincidimos en la demanda del aborto legal,
el voto real y la libre opción sexual.
Pero nunca, nunca, justificamos la
violencia como un mecanismo para lograr nuestra libertad. Por eso la crisis que
hoy vivimos después de las miles, quizá 60 mil, ejecuciones del calderonismo;
las más de 22 mil desapariciones reconocidas oficialmente y el feminicidio como
el fenómeno más inhóspito de nuestro transcurrir como humanas. Nuestra
herida es tan profunda que hoy tras admitirla, es necesario
desenredarla.
Por eso no queríamos esa, la violencia,
así fuera simulada y aparentemente admisible, de los primeros anuncios del
nuevo zapatismo; nunca imaginamos que la transición a la democracia dejara
tanta sangre en el camino y menos pensamos en toparnos en cada recodo del
camino con los criminales del narcotráfico y la estrategia para enfrentarlos.
Por eso esta crisis es tan irracional y
confusa. Tan triste porque otra vez ahí están la esposa de un policía, la madre
de un estudiante, la compañera de un militante por defender su tierra; ahí
están las mujeres en su lucha por la igualdad y los girones de llanto y
desesperación porque nadie atina como componer, enderezar la ausencia
sistemática del estado de derecho arrasado por la irracionalidad y nos asombra
la incapacidad del aparato para enfrentar a los delincuentes de todas las
clases y niveles que se han tomado nuestra casa.
Ahí están las cuentas: explosivo es
querer construir un camino, una presa, una reforma en la educación, un plan
futuro para crecer. Algo sucedió muy terrible, a pesar de todas las identificaciones
posibles que dan cuerpo a los Derechos Humanos estampados en los primeros
párrafos de la Constitución.
Hay una enorme masa que no cree en nada.
Es urgente hacerse cargo, sin parafernalia. Urge reconocer que ahí está el
acumulado que se ve como una olla exprés a punto de explotar y lanzar a todo lo
alto los frijoles sobre el techo de nuestras cocinas.
Imposible aceptar, admitir los horrores
que esconde Ayotzinapa, los pendientes de Acteal, las violaciones no resueltas
de Atenco, las tzetzales violadas en Altamirano, Chiapas, todos los escenarios
semejantes a Aguas Blancas, los pendientes de las asesinadas en Ciudad Juárez,
la lista enorme de periodistas caídos y las más de 500 agresiones a
informadores e informadoras sólo este año; en fin, ahí están los
rescoldos de la guerrilla, que no aceptamos, pero que es realmente existente y
vive como una marca de la injusticia milenaria.
La crisis de hoy es distinta. Sí hubo,
claro, asaltos y secuestros, procesos que llamamos de expropiación sin afectar
a terceros. Las mujeres fuimos conformando un cuerpo de conocimientos y
respuestas a lo que identificamos claramente como la opresión de las mujeres;
le pusimos nombre correcto a la desigualdad, ahora llamada de género,
tímidamente fuimos adentrándonos en las coordenadas de la violencia contra las
mujeres e identificamos autoritarismo con desigualdad e injusticia contra la
mitad de la población, toda y contra las y los excluidos del campo y la ciudad
Ahí está la crisis a un solo tiempo de
gobernabilidad, de credibilidad, de una economía devastada y los millones de
mexicanos y mexicanas marginados y expulsados de un bienestar inaccesible y
quimérico.
Ya no podemos gritar que es mejor hacer
el amor que la guerra, ni podemos impunemente ocultar lo que nos acosa y nos determina.
No creo en la solución que se busca en las alturas del poder y en cambio me da
mucha rabia que ese camino que se abrió en los años sesenta haya caído en el
fango y la simulación. Vean nada más a los partidos de izquierda, de derecha,
al PRI.
Hoy tenemos que admitir que en esta
tierra la vida no vale nada, ni de las mil 800 asesinadas al año, en mayoría a
manos de sus queridos esposos, amantes, ex maridos y machos, y los 43 jóvenes
normalistas cuya vida se deshizo en un instante bajo fuego y el fango, porque
simplemente no hay un mecanismo de rendición de cuentas ni una cadena de
justicia y se nos fue de las manos la ilusión por la democracia.
Vuelvo a oír horrorizada a los
pregoneros de siempre, anticomunistas e insulsos; a ver como se transcurre sin
profundizar, a comentaristas carentes de capacidad analítica y a
esos encapuchados que queman la puerta Mariana del Palacio Nacional
y otro montón de edificios cuya acción podría justificar lo que se conoce como
uso legítimo de la fuerza. Un dintel hacia el precipicio. ¡Cuidado¡ que
nosotras lo sufriremos y los estamos viviendo en otra latitud y profundidad
como se ha demostrado al desmontar los horrores de la guerra, en cualquier
lugar.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Octubre 7, 2014
¡Que Responda la Secretaría de Salud! Cáncer de Mama
Las cifras de la Secretaría de Salud son contundentes. En 2013
murieron cinco mil 600 mujeres por cáncer de mama, es decir en promedio 15 cada
día. Se trata de la primera causa de muerte en las mujeres mexicanas y
significa que ocho mujeres de cada cien mil en el próximo tiempo tendrán cáncer
de mama. 18 mil nuevos casos fueron detectados el año pasado. La incidencia,
declararon las autoridades, va en aumento.
El 19 de octubre se ha designado como el día mundial de lucha
contra este uno de los dos cánceres femeninos que se llevan a las mujeres en
edades productivas. Por ello desde el 1 de octubre edificios, palacios,
monumentos y sedes parlamentarias, en un acto simbólico se iluminaron con luces
rosas. Eso durará todo el mes y se trata de sensibilizar sobre el problema.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que unas 400 mil
mujeres mueren al año en todo el mundo por el cáncer de mama. La mayoría de las
muertes ocurren en los países de ingresos bajos y medios, donde la mayoría de
las mujeres se diagnostican en estadios avanzados debido a la falta de
sensibilización sobre la detección precoz. Pero hay que reconocer que existen
obstáculos al acceso a los servicios de salud y, en el caso de México, escasez
de mastógrafos, aparatos fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento.
¿Eso qué significa? Veamos: Las tasas de supervivencia del cáncer
mamario varían mucho en todo el mundo, desde el 80 por ciento o más en América
del Norte, Suecia y Japón, pasando por un 60 por ciento aproximadamente en los
países de ingresos medios, hasta cifras inferiores al 40 por ciento en los
países de ingresos bajos. Se le reconoce como un problema de salud pública,
pero no se invierte en mastógrafos y las campañas mediáticas no tienen un
reflejo directo en las mujeres.
La bajas tasas de supervivencia observadas en los países poco
desarrollados, explica la OMS, se debe principalmente a la falta de programas
de detección precoz, que hace que un alto porcentaje de mujeres acudan en busca
de atención médica con la enfermedad ya muy avanzada, debido a la falta de
servicios adecuados para el diagnóstico y tratamiento, no sobreviven.
Toda la campaña, sin embargo, está centrada en nuestros
democráticos medios de comunicación, en la capacidad de las mujeres para
hacerse un auto examen y acudir al médico cuando encuentran una bolita en sus
senos, algún tejido acumulado, una molestia, algo. Y cuando van a sus exámenes,
suponiendo que se hayan detectado alguna de estas cuestiones, las atienden tardíamente;
insisto no hay suficientes mastógrafos. Y me pregunto por qué este descuido,
por qué esta indiferencia, porque en octubre, el octavo mes según el calendario
gregoriano y las lunas románticas, se hace tanta alharaca y no existen medios,
grupos, mecanismos, acciones, para tomar cuentas a la Secretaría de Salud y a
las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social y qué pasa con los
hospitales de los estados de la República. Las muertes son evitables, no
tendría que multiplicarse esta desgracia.
De acuerdo con las declaraciones al comenzar octubre, la
Secretaría de Salud dijo que en 2012 la incidencia del cáncer de mama era de
17.1 por cada 100 mil mujeres y que en 2013 aumentó al 17.5 por ciento. ¿Esto
es solo responsabilidad de las mujeres? Esto es lo que realmente preocupa.
De acuerdo a un reporte del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS) se subutiliza el equipo para detectar cáncer de mama (CaMa), a pesar de
que este mal es la primera causa de muerte por tumores malignos en las mexicanas;
en algunos casos hay mastógrafos que llevan hasta tres años sin usarse, porque
están descompuestos y porque falta personal capacitado que realice las
mamografías.
Encontré que en el Estado de Hidalgo, la delegación del IMSS no
realizó mamografías de 2006 a 2008, debido a que el único mastógrafo con el que
contaban “se encontraba descompuesto”. En esta entidad mueren 8.1 hidalguenses
por cada 100 mil mujeres de 25 años y más. Ellas forman parte de las cinco mil
600 mexicanas de esa edad que murieron por esa enfermedad en 2013. Veracruz,
los sabemos por los estudios, tiene el segundo como hace años, en esta grave
incidencia. Si se sabe, porque no se actúa.
Se trata de un problema de salud pública, que como la mayoría de
las muertes de mujeres se puede evitar si hay una detección oportuna. Informes
oficiales confirman, lo acaban de hacer el 1 de octubre, el 90 por ciento de
los casos se detecta en etapas tardías. Además, en promedio, las mujeres con
cáncer de mama son diagnosticadas a los 58 años de edad, cuando pudieron tener
los primeros síntomas a los 43, según el Centro Nacional de Equidad de
Género y Salud Reproductiva.
Pero hay más. Pese al crítico panorama, el IMSS no prioriza
la detección de este cáncer mediante la aplicación de mamografías. Muestra de
ello es que en la delegación poniente del Estado de México, de los 10
mastógrafos con los que cuenta, cinco no funcionan porque tres de éstos están
descompuestos y dos no operan por falta de personal capacitado para realizar el
estudio. ¿Hoy? No sabemos. Los aparatos que funcionan en ese lugar eran
operados por cuatro médicos radiólogos en 2011, quienes entre 2005 a 2010
tomaron 36 mil 362 mamografías a las mexiquenses derechohabientes.
Nada nos hace pensar que las cosas cambiaron, sobre todo si los
datos de 2013 hablan de un aumento. ¿Por qué nos dejan a las mujeres la
responsabilidad? Además de las luces color de rosa que hoy iluminan los
edificios; la campaña de medios que insiste, reitera, manifiesta que las
mujeres deben auto cuidarse, lo que debía hacerse es una real
campaña en los hospitales, casa por casa, clínica por clínica, suficiente
inversión y dinero, prioridad y no demagogia. Nos llenamos los ojos y las
cabezas de promesas con el famoso, olvidado e inoperante programa del Seguro
Popular, por ejemplo. Necesitamos mastógrafos en todo el país.
De acuerdo con los estudios el cáncer de mama tiene incidencia
especialmente en los estados del centro, el norte y los cercanos al Golfo de
México, según el diagnóstico. Había que ir más allá que ponerse un bonito lazo
rosa. Urge una cruzada de información fidedigna, ahora que estrenamos y
festejamos la paridad política de 50 por ciento mujeres y 50 por ciento
hombres, ahora que nos aseguran que la tercera línea estratégica del Plan Nacional
de Desarrollo es generar una cultura de igualdad; ahora que las mujeres valemos
tanto, según los discursos y brillantes anuncios de avance.
Cuando encontré las informaciones referidas, en fuentes serias,
diversas y en testimonios, me acordé que hace unos 20 años, una red de salud en
el Distrito Federal, detectó que el otro cáncer femenino, el cérvico uterino,
que significa el 10 por ciento de las muertes en mujeres productivas. Entonces
teníamos la convicción de que iba en aumento, descubrimos que miles y miles de
pruebas clínicas, no se habían estudiado por falta de reactivos, especialmente
en los estados del sur, como Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
Evidentemente sucede que no hay voluntad política y que si las
mujeres acuden al examen llamado Papanicolaou, no hay forma de diagnosticar el
cáncer cérvico uterino, tampoco hay aparatos. Y cuando ya está en proceso el
mal, entonces hay que tener un servicio que se llama citología de base líquida
que confirma el problema, luego hay que tener una clínica de displasia donde
con un colposcopio se ayuda. Cada clínica (un aparato en realidad) cuesta un
millón de pesos, nada, si se compara con el significado de las mujeres que
mueren por cáncer cervico uterino. Esta una segunda preocupación.
Me temo que a pesar de las presiones de grupos de mujeres de
aquella época, de los programas y los anuncios, hoy nos encontraremos con
sorpresas muy desagradables, por ejemplo en el Distrito Federal y seguro en
aquellas entidades donde es claro que los gobernadores desviaron los recursos
para salud.
Hacer conciencia es fundamental, ponernos el lazo rosa, pero
también pedir cuentas es lo importante. No puede haber un México en paz, en
tanto la indiferencia nos rodea y vemos con tranquilidad tanta desgracia.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Septiembre 29, 2014
Conocí a
Raúl Álvarez Garín la noche que el ejército tomó las instalaciones de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el 18 de septiembre de 1968. Entonces
el Comité Nacional de Huelga se instaló en la Escuela de Físico Matemáticas de
Zacatenco, en el Poli. La calle de Montevideo estaba llena de tanques;
sesionamos los representantes de escuela rápidamente en un auditorio. Raúl,
entre otros, dirigía la asamblea.
Durante
las siguientes décadas coincidimos muchas veces. Su tesón, su convicción
democrática, su tarea para no olvidar la masacre del 2 de octubre, su
activismo, su desempeño cuando fue diputando intentando detener las reformas a
la ley del Seguro Social para evitar la desaparición de los fondos solidarios
para pensionar a los trabajadores; su permanente creatividad que lo llevó a
editar Corre la Voz y su carácter hicieron posible crear un lazo permanente de
comunicación.
Él,
significó nuestra memoria. Su lucha centrada porque se hiciera justicia a
quienes cayeron el 2 de octubre fue lección permanente. Como otros líderes o
dirigentes estudiantiles del 68, Raúl Álvarez Garín fue el heraldo para no
olvidar, para no permitir que el olvido y la injusticia nos
manchara. En la Plaza de Tlatelolco hay una estela con 38 nombres, de jóvenes
hombres y mujeres que el 2 de octubre perdieron la vida. Nunca sabremos
realmente de que tamaño fue la pérdida.
El no
se adocenó, no se incrustó en los espacios de poder; crítico y con frecuencia
decidido en todo lo que hizo, nos llevó también a discusiones y
contradicciones. Él militante, yo observadora de la realidad desde mi
periodismo, también nos unió en el aprendizaje humano y profundo. Teórico y
práctico.
Con la
desaparición de Raúl, el integrante de Punto Crítico, pienso que se va
lentamente mi generación. Esa que rompió muchos cercos de invisibilidad. Con él
no pude compartir mis preocupaciones por la emancipación de las mujeres, pero
si otras muchas cosas importantes en este trayecto entrecortado de los derechos
para las mayorías. Y eso tiene un valor indeleble y sustantivo.
México
es diferente. En la plaza de Tlatelolco, en las paredes de Lecumberri, en los
caminos minados por la sangre de unas y otros en estos 46 años, se
ha marcado y reanimado la lucha del pueblo por las libertades y la justicia.
Hoy un movimiento de estudiantes politécnicos le están haciendo un
homenaje a los raúles de todos los tiempos, a las mujeres que desde 1929 fueron
presencia, que con su participación consiguieron la libertad de cátedra y la
posibilidad de conseguir que la educación mexicana pudiera construir ciudadanía
e identidad para el progreso y la paz. Todavía a ellas no se las reconoce.
Todavía se lucha por una educación para el conocimiento, completa,
científica y democrática.
De Raúl
hablé hace muy pocos días a mi nieta de 9 años y a mi nieto de 7. Seguramente
los ecos de esa conversación llegaron a Raúl que ya estaba en el hospital.
Increíble, les conté cuando frente a mi casa tomamos café, en el Parque de las
Américas. Mi nieta y mi nieto me preguntaron qué significado tenía la Plaza de
Tlatelolco, qué era una huelga estudiantil, por qué el movimiento fue masacrado
y por qué no podemos olvidar aquel momento en que circunstancialmente yo
también participé.
Hay
miles de páginas escritas sobre Tlatelolco. Ya nadie puede agregar más. Lo
cierto es que Álvarez Garín, como la Tita y la Nacha; como las madres que antes
y hoy buscan a sus hijos e hijas; nos tiene que remitir desgraciadamente a esa
etapa que se llamó Guerra Sucia, la guerrilla que se bifurcó por el país; las
promesas democráticas imposibles en nuestro sistema económico. Pero él, como
otros cientos de hombres y mujeres, existen para recordarnos, todos los días,
que vale la pena estar frente a las injusticias sin miramientos, sin doblarnos,
sin adocenarnos y sin descanso.
De 1968
a la fecha hay que lamentar los asesinatos encaminados a cientos de dirigentes,
hombres y mujeres, que han luchado por la tierra urbana y rural; por los
salarios y los derechos de las y los trabajadores; por las libertades
democráticas de expresión y participación; por la infinita y permanente demanda
de los derechos humanos de las mujeres; por el voto bien contado; por una
educación democrática y plural; por el cese de la violencia y a las detenciones
extrajudiciales; por la humanización de las cárceles; por la aparición de las y
los desparecidos; por el cumplimiento del debido proceso; por el cese de la
violencia contra las mujeres; por el derecho al aborto; por la plenitud de la
vida.
Luchadores
y luchadoras que han perdido a una de las personalidades más fantásticas y
aleccionadoras que nos han dejado una huella en el corazón y la fuerza para
conquistar, como decía Rosario Castellanos, otra manera de vivir, otra forma de
ser, otro camino que recorrer, donde seamos iguales, libres y felices.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Septiembre 24, 2014
En 2015, en la renovación de autoridades
de 17 entidades del país, cinco mil 897 mujeres podrían estar en las listas
electorales de todo tipo, en diputaciones estatales y federales, en mil 15
ayuntamientos y, probablemente, varias candidatas a las nueve gubernaturas que
estarán en juego. La idea de compartir el poder con las mujeres ya está
haciendo estragos en la cabeza de los políticos hombres, que se mueren de
miedo.
Sin duda la Senadora de Nuevo León,
Cristina Díaz, podría ser la candidata puntera del PRI a la gubernatura de un estado
de la República de gran poder económico y desarrollo del capital; el lugar
donde los hombres han dominado toda la historia.
Ella es la actual dirigente nacional de
la CNOP y cuenta con muchas simpatías. Actualmente ninguna mujer gobierna una
entidad de la República. Puede haber otras, desde luego, pero Cristina tiene el
apoyo de las mujeres y de su partido.
Y lo del miedo viene a cuento por lo que
sucedió en Aguascalientes el pasado 15 de septiembre. El gobernador priista de
la entidad, Carlos Lozano de la Torre, la noche del famoso “grito” del
aniversario de la Independencia, al nombrar a quienes nos dieron
patria espetó, ¡Viva Josefina Ortiz de Domínguez!; en lugar de
Josefa, una pifia que tuvo repercusiones inmediatas en las redes sociales.
Algo que parecería un chiste es grave. Muestra cómo en la cabeza de los
dirigentes políticos de este país, las mujeres no importan, ni siquiera las
históricas.
Desde el tercer año de primaria las y
los mexicanos la conocemos. Sabemos de ella, de María Josefa Crescencia Ortiz
Téllez-Girón, conocida como Josefa Ortiz de Domínguez o como La Corregidora,
insurgente de la Independencia y esposa del corregidor de Querétaro que nació
en Irapuato, Guanajuato, el 8 de septiembre de 1768 y murió en
la Ciudad de México el 2 de marzo de 1829.
A lo largo de la historia de México
decenas, cientos, tal vez miles de mujeres han contribuido a la construcción
social de nuestro país. Sus rostros, sus nombres, su filiación, su pueblo, sus
contribuciones concretas, se han olvidado. ¿Pero doña Josefa? La figura
infantil que todas y todos llevamos dentro por el taconazo de aviso sobre la
famosa infiltración de un traidor, esa circunstancia que hizo adelantar las
acciones de rebelión contra los españoles. Esta mujer cuya biografía se ha ido
construyendo a través del tiempo, se le olvidó al señor gobernador.
Así se han olvidado otras muchas. Casi
nadie sabe dónde y menos cuándo nació doña Leona Vicario; pocas personas, sobre
todo las que no son historiadoras conocen la importancia que tuvo en Yucatán
doña Rita Cetina, creadora de las escuelas y la revista La Siempre Viva; en
ninguna escuela nos han explicado el papel de estratega militar de doña Mariana
Rodríguez del Toro de Lazarín y Lazo de la Vega; o cuando se hizo prisionera
durante la guerra de Independencia a doña María Ricarda Rosales o en
qué momento se hizo presente la combatiente doña Guadalupe Rangel.
Se entiende que olvidadas por los
hombres que escribieron la historia, las que he nombrado y otras muchas como
doña Dolores Jiménez y Muro o la sufragista Hermila Galindo, no las conocen los
gobernadores, ahora aterrados porque en 2015 la Ley obligará a promover a los
puestos de elección a un mínimo de 50 por ciento de mujeres y tal vez en la
cabeza de Lozano de la Torre operó lo que llaman en psicología
como negación.
Yo creo que el gobernador pensó más
bien en María Josefina Rosa Tascher de la Pagerie, la esposa de Napoleón
Bonaparte, primera emperatriz del primer Imperio Francés, quien en 1810
estaba viva y actuante, ya que murió en 1814, cuando
aún estábamos en la lucha armada de la independencia.La famosa
Josefina.
2015
Es natural. Aunque claro en
Aguascalientes no habrá elecciones. Las cosas evidencian que después de 61
años, desde que las mexicanas obtuvimos el derecho al voto (17 de octubre de
1953), se ha decretado la paridad y eso significa compartir el poder al 50 por
ciento. En Aguascalientes nunca una mujer ha sido elegida senadora. Cosa
curiosa.
Las elecciones de 2015 son un tema de
preocupación. No obstante lo de Nuevo León, por obra y gracia de la priista
María Elena Chapa, se está poniendo a la cabeza de la previsión que habrá de
hacerse para que los partidos políticos cumplan con la Reforma Política, donde
además de la paridad, habrá candidaturas independientes.
Algo sumamente importante y será la
primera prueba de esta nueva situación lo que suceda en julio en
que habrá elecciones en Coahuila – que históricamente se niega en la
práctica a dar lugares las mujeres- o Nayarit tierra de machos. En
ambas entidades se elegirán a 25 y 30 diputados locales, respectivamente y más
de 20 ayuntamientos nayaritas. Importante porque todas las cuentas indican que
es en el poder local donde mayor resistencia hay para la participación
femenina.
De los casi 2 mil 500 municipios del
país, el poder de las mujeres en esas comunidades no ha logrado remontar el
siete por ciento. Si fuera posible y real en 2015 habría al menos 500 mujeres
con posibilidades. Eso depende de cómo jerarquicen los partidos políticos. Por
ello la previsión en Nuevo León es fundamental.
En Nuevo León se estima que
para las elecciones del año entrante estarían participando 25 candidatas a
Presidentas Municipales; 39 a Síndicas; 151 a Regidoras; seis a diputadas
federales, y 13 a diputadas locales, todas ellas con sus respectivas
suplentes-, según marca, la histórica sentencia del 30 de
noviembre 2012, donde el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación obligó a los partidos a cumplir con la cuota del 40 por ciento y a
que las fórmulas electorales fueran del mismo sexo.
El caso es simple, hoy la participación
política de las mujeres es un hecho que hay que apuntalar. En Nuevo León hace
unos días los dirigentes de los partidos políticos prometieron cumplir con la
ley sobre paridad de género para el 2015, luego de reconocer que se trata de
una conquista producto de muchos años de trabajo de las mujeres, que
representan ya el 52 por ciento de la población en México.
Y la Reforma Política, que el presidente
Enrique Peña Nieto impulsó, es el producto de un proceso de negociación de
mujeres de todos los partidos políticos, especialmente de las senadoras, para
que la Reforma Política contuviera la paridad. Ahora en esa reunión a la que me
refiero, la primera de un proceso de seis encuentros denominados Foro Nacional
de Análisis Político, reuniones todas citadas en Nuevo León, evidentemente es
una de las mayores movilizaciones en favor de Cristina Díaz.
En la primera reunión asistieron los
presidentes de cinco partidos políticos, entre ellos los
tres principales y ahí quedó dicho, sin ambigüedades que “El año
2015 será un parteaguas para el México del tercer milenio. La reciente reforma
político-electoral garantiza que -por primera vez-, las candidaturas a los
congresos sean para hombres y mujeres por igual”, como dijo Lorena Cruz
Sánchez, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres.
Agregó, como para pensar que el reto
para los partidos políticos será capitalizar el dividendo de género con
prácticas muy concretas, sin escatimar el reconocimiento y el apoyo a las
mujeres que han desarrollado carrera política, que han llevado mejoría a sus
comunidades o bien que están listas para aprovechar la primera oportunidad de
participar.
Y, finalmente para que no haya duda: “El
país necesita más mujeres en puestos de poder y de liderazgo, tanto en las
empresas como en los gabinetes de gobierno. Estoy convencida de que, sin
mujeres participando en el diseño y puesta en marcha de políticas públicas, no
podremos combatir la pobreza, la desigualdad ni la violencia en México”. Tan,
tan….a ver qué sucede.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Septiembre 16, 2014
No a la Tecnocracia de Género
Hace exactamente dos años, el lunes 17
Septiembre de 2012 escribí un texto que ahora reproduzco más abajo. Hoy, igual
que entonces, tuve tiempo para revisar y reflexionar. Casi nada de lo que
escribí entonces ha cambiado, excepto que los institutos de las mujeres
en lugar de talleres superficiales han iniciado seminarios, diplomados y
capacitación con profundidad. Horas sumadas que buscan realmente incidir en el
conocimiento, lo que convive con la superficialidad y prácticas lamentables, a
las que aquí, cuando Calderón todavía era presidente, evalué. ¿Preguntándome
por qué no avanza la cultura feminista y se encalla la tecnocracia de género?
Es importante siempre revisar el pasado.
Invito a leer lo que entonces dije y se parece al hoy, sin duda: “En los días
de asueto me puse a revisar y ordenar papeles y libros. De pronto me di cuenta
que en los últimos años se multiplicaron por docenas los diagnósticos,
estudios, guías de lenguaje, de liderazgo, de derechos humanos, sobre la
condición de las mujeres y muchos más.
“También surgieron toda clase de
iniciativas e instituciones nacionales, estatales y municipales. Se diría que
el país está cruzado por lo que se llaman políticas de género y acciones de,
por y para abordar la discriminación y la opresión de las mexicanas.
“Esta enorme producción, que en algunas
ocasiones se liga al anuncio y puesta en práctica de políticas públicas,
programas, campañas y modificaciones de ley, paradójicamente, no han conseguido
una mejoría real en la vida de las mujeres y conlleva una reacción de
resistencia constante en el mundo del patriarcado que nos acosa.
“Las estadísticas, los estudios de caso
que hacen las investigadoras, de todas las universidades e instituciones del
saber, muestran que no hemos logrado más que un avance lento en la construcción
de la igualdad, ahora signada por la ley.
“Arrastramos toda clase de calamidades.
Como la inamovible cifra de la muerte materna, entre otras causas, porque en 31
entidades del país el aborto sigue prohibido. Sólo en el Distrito Federal es
posible una interrupción voluntaria durante las primeras doce semanas de
gestación, lo que seguramente ha salvado muchas vidas. No es poco, pero es
insuficiente del todo.
“La violencia contra las mujeres, más
bien ha crecido, se puede probar. Y los actos de discriminación cotidiana son
inenarrables. Los cuellos de botella en los partidos políticos, la
indescriptible banalización de la condición femenina en los medios de
comunicación, así los textos de las maravillosas y democráticas redes sociales
rebasan a la inteligencia y vemos cómo día a día se reafirma la idea de que las
mujeres valen menos que los hombres. A menos que el espejismo no nos deje
saber.
“Esta parafernalia de palabras,
discursos, leyes y propuestas, curiosamente se ha dado en forma exponencial
durante los 12 años en que nos gobernó –bueno aún nos gobierna 2012- el Partido
Acción Nacional (PAN), el que ostenta a la derecha reconocida, la otra derecha
está en todas partes. Y es curioso porque con los conservadores una pensaría
que hay retrocesos nada más. Y los hay.
“De todo esto, dos cosas me preocupan,
cuando estamos en el dintel de un cambio de administración: uno, que la
política pública es pobre, que no se profundizó ni el interés ni la eficacia.
Que la llamada cultura feminista no existe para las masas y es escasa en las
élites. Que cientos de publicaciones son repetición inopinada de la
construcción de directrices internacionales. Algunas leyes son copia fiel de lo
elaborado por Naciones Unidas, lo que en sí mismo no es malo, pero se carece de
los claroscuros de nuestras realidades.
“Dos, se han invertido millones de pesos
en difundir y catequizar sobre lo que se conoce como “perspectiva de género”,
en todas las instituciones gubernamentales, cada secretaría, institución,
órgano de derechos humanos o contra la discriminación, han expandido un
discurso de lo que podríamos considerar como la difusión de una cultura de
género y feminista.
“¡Fantástico! La pregunta es ¿por qué no
hay mejores resultados? Y entonces me puse a leer y leer. Y me asaltó un enorme
desencanto. Además de que las ideas o palabras se repiten, como oraciones o
tablas de multiplicar, pero muy pocos conceptos, no encontré elaboración
teórica y prácticas de campo que me acercarán a la realidad de las mexicanas y,
por otro lado, la avalancha de “talleres”, “pláticas” y “seminarios” que se
hacen con el dinero de la nación, tienen como característica general la
superficialidad y lo que he llamado “tecnocracia de género”.
“No sé con exactitud cuántas
instituciones surgieron, pero muchos institutos estatales y municipales de las
mujeres están ahora en todas ciudades del país, casi siempre con pocos recursos
y muchas responsabilidades. Desde el centro, el Instituto Nacional -cuyo
nacimiento aplaudimos y queríamos- impone temas, campañas, como si los
problemas fueran idénticos; se han puesto en marcha mecanismos entre
clientelares y obscenos.
“Sólo apuntan a cumplir abultados
informes: miles de personas han pasado por talleres y reuniones, de tiempos
mínimos, sin altura de miras, sin formación en lo que las feministas
conceptuales definen como pedagogía feminista. Se trata de llenar formularios y
acumular números. Hay quien los define como “tortibonos”. Pero nada más.
“Hay diagnósticos millonarios, como uno
sobre feminicidio impulsado por la Secretaría de Gobernación, que todavía no
conocemos (que ahora 2014 ya conocemos). Se hizo un previo, al comienzo del
gobierno de Felipe Calderón, signado por nuestra máxima casa de estudios: la
UNAM, que desechó la “autoridad” y que complementaba el realizado por la Cámara
de Diputados entre 2005 y 2006. Hay un compendio hecho en la legislatura que
acaba de terminar, específicamente estadístico sobre la tremenda cifra de los
asesinatos de mujeres.
“Asusta que en este tema, el más grave
que nos rodea, haya como 300 publicaciones de todo tipo, programas, guías de
atención, cartillas, sin ir realmente al fondo.
“La doctora Irma Saucedo, encontré, es
la única que aporta nuevos conceptos prácticos para abordar la violencia contra
las mujeres y advierte, esta estudiosa del Colegio de México, de cómo la
superficialidad puede revictimizar a las mujeres que viven la violencia y
sugiere que mientras se hagan intervenciones irresponsables, no científicas,
los operadores de los programas no ayudan y con frecuencia destruyen cualquier
avance, que podrían hacer las tan llevadas y traídas instituciones y políticas
públicas.
“Entonces pensé: En lugar de tantos
discursos, palabras, publicaciones, expresiones superficiales, el gobierno
debía hacer una tirada millonaria de los dos tomos del Segundo Sexo de Simón de
Beauvoir; editar el voluminoso libro de Kate Millet sobre Política Sexual o
llevar a las preparatorias los ensayos de John Stuart Mill, y tantas otras
clásicas de la misma manera como se estudia a los clásicos para entender la
Teoría del Estado; entrenar a talleristas, conferencistas, escritoras u
opinantes en la verdadera ciencia feminista.
“Hay muchos más libros y posibilidades
infinitas, elaboraciones históricas fundamentales que hacen algunas feministas.
Ellas si que profundizan y veo, con horror, cómo libros y ensayos se quedan en
los almacenes con tirajes pírricos o en los estantes de las librerías, mientras
los clásicos escasean, no se reeditan y menudea la no reflexión, que sumada a
la exponencial revolución de las comunicaciones, como dicen los científicos,
vamos a un sendero donde no se reflexiona ni se discute, cómo sería una cruzada
de género para transformar las relaciones entre los hombres y las mujeres.
Sería una tarea del gobierno y si se quiere del Estado en su conjunto.
“Nada de eso. Por el contrario, se dan
recetarios, que a veces conducen a las mujeres y también a los hombres, a
senderos, por decir lo menos, inapropiados. Se habla con ligereza en todas las
tribunas, da horror el funcionariado cuando tiene espacios en la televisión.
“Me imagino a varias historiadoras, que
estudian y bien escriben, desesperadas por tanta ignorancia, entre quienes
tienen la obligación de hacer transversal la cuestión de género y cómo estos
personajes ayudan a una visión confusa y poco ilustrada.
“Dirán que exagero. Salvo algunas
organizaciones civiles que procuran la ilustración y hacen estudios
sustantivos, todo lo que se hace en la oficialidad es como para llorar, entre
otras cosas porque los panistas y otros gobiernos, echaron a la basura una
oportunidad preciosa.
“A eso agregamos el bajo nivel de
políticos y políticas, la inexistencia de gobernabilidad en buena parte del
territorio nacional, la violencia institucional como la gran maestra de nuestra
juventud, así como las propuestas legislativas, que se multiplican como
programas de cine, para pasar el examen de diputado, diputada, senador o
senadora (nota actual: las reformas de Peña Nieto si fueron eso y serán algo
más).
“Las responsables de los institutos de
las mujeres, jefas de programas, auténticas esforzadas por mitigar la condición
de las mujeres, han sido lanzadas sin instrumentos a la realidad de millones de
mujeres.
“Ellas, con buena voluntad, no atinan y
como no se transforman ni cambian su mirada del mundo, reafirman las peores
circunstancias de las mujeres, las revictimizan, funcionan como soporte de la
familia tradicional; huyen, no por mala onda, sino por ignorancia, de los temas
de la diversidad sexual y se santiguan frente al matrimonio entre personas del
mismo sexo, hablan en voz baja sobre la prostitución, no reconocen la variedad
de las familias, no se conmueven de fondo por prácticas como la esterilización
de las indígenas o la trata de niños y niñas, reafirman la discriminación y
profundizan la desigualdad.
“Habría que decir una cosa, en el
terreno oficial, no hablo de las feministas civiles y constructoras cotidianas
sino de las funcionarias (o de muchas funcionarias). Decir que ha sido en estos
años de panismo algo asombroso la tarea del Fondo de Cultura Económica que
editó a muchas escritoras, cuyos libros eran inaccesibles, se habían dejado de
editar. Consuelo Saízar hizo una labor estupenda. Pudimos leer, entre muchas, a
Elena Garro y contar por primera vez con dos volúmenes de la Vida Cotidiana en
México.
“Esto todo significa que el desencanto
puede ser mayor. Nada, absolutamente nada, nos hace pensar que el llamado nuevo
PRI, hará por las mexicanas algo distinto, sino como se dice, todo lo
contrario. Qué miedo”.
Dos años después ya no da miedo. Se
constata voluntad, cumplimiento inicial a la tercera línea del Plan Nacional de
Desarrollo, lo que falta es ciencia, conciencia y paciencia para derribar
obstáculos en todo el espectro, que sea capaz de hacer algo distinto al PAN.
Seguimos esperando. Esperaremos nuevos bríos y nuevas cosas. Que se dé fin a la
tecnocracia de género.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Agosto 18, 2014
En
México casi el 50 por ciento de quienes laboran en la tarea de informar son
mujeres. Estamos frente a la incorporación masiva de las mujeres en todos los
sectores de la actividad humana, un hecho que contrasta comparado con lo que
sucedía hace apenas 20 años. Hoy, la mitad de las periodistas son mujeres.
¿Avances? No necesariamente.
Según
los reportes de la Casa de los Derechos de Periodistas las mujeres vivimos los
mismos riesgos que nuestros compañeros, en el primer semestre de 2014, 52
informadoras a lo largo ancho del país han sufrido restricciones a su trabajo
profesional, amenazas, intimidaciones, agravios a su integridad personal y
persecución, aunado a advertencias telefónicas y a través de las redes
sociales.
Hace
unos días mientras Janeth Alva Villegas, reportera de la revista Contralínea
dormía en su departamento, recibió la “visita” de unos encapuchados que no
tenían otra razón más que atemorizarla; el 18 de agosto la periodista
veracruzana Hylcia Trujano, reportera del periódico El Portal y de grupo
radiofónico Oliva Radio, junto con su madre, fueron apuñaladas por dos sujetos
cuando presuntamente intentaban robar al interior de su casa en Xalapa,
Veracruz. Por suerte salvaron la vida.
Algunas
informadoras son repentinamente detenidas por policías, sin razón
aparente; en tanto, medios dirigidos por las periodistas son irrumpidos
por facinerosos, encapuchados o a las puertas de sus instalaciones se
encuentran con una bomba, que muchas veces explota. Ellas y sus trabajadoras
huyen. Así es como en algunos municipios de Hidalgo parecen muy
peligrosos; por no hablar de la angustia cotidiana que significa ser periodista
y mujer, y vivir y trabajar en Veracruz, Durango y Tamaulipas.
La
lista de agresiones contra hombres y mujeres llegó a 483, en el corte del
primer semestre de 2014, el pasado 31 de julio. Según los análisis de la Casa
de los Derechos de Periodistas, el 60 por ciento de estas agresiones
provienen de funcionarios públicos de todos los niveles. Todavía hay
compañeras, como Ana Lilia Pérez, que viven en el extranjero ante las amenazas
por la denuncia de corrupción de los panistas en Oceonografía, la célebre
empresa que se descubrió defraudó a Pemex.
La
peligrosidad del trabajo periodístico, tan bien contabilizado por numerosas
organizaciones civiles y bien documentado por organismos internacionales como
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no parece preocupar a las
autoridades.
El caso
sobresaliente, del que Janeth Alva Villegas es víctima, es el mismo que en los
últimos cuatro años ha sufrido la revista Contralínea -de acoso, demandas
civiles, judiciales, allanamientos a casas particulares y a sus instalaciones-,
una revista de periodismo de investigación que según las autoridades sólo tiene
un riesgo considerado “bajo”, ahora que se acostumbra medir el hambre, también
se miden así las violaciones a la libertad de expresión.
Lo que
ahora preocupa es que con la parafernalia de leyes de protección, respeto a las
fuentes de las y los periodistas, los mecanismos de protección por leyes
locales y federales; las mesas de trabajo múltiples para analizar los riesgos
de quienes aseguran que la población mexicana esté informada por lo visto no
funcionan.
Preocupa
más la demagogia, los golpes de pecho, las declaraciones irresponsables. El
funcionariado de la Secretaría de Gobernación no han explicado qué hacen con
los fondos para proteger a las y los informadores; el señor jefe de Gobierno,
Miguel Ángel Mancera, ha evitado cumplir con el compromiso de su antecesor de
abrir un Refugio en la Ciudad de México para las y los periodistas que huyen de
sus lugares de origen para encontrar protección, por ejemplo, en esta capital
de las libertades.
La
simulación es bárbara. Pero además, en tiempos de anuncios pomposos sobre la
política pública a favor de las mujeres, la crítica situación del feminicidio
que alcanza a las periodistas, obliga a repensar qué significa la igualdad y
las oportunidades, para las periodistas: no significa nada.
No
solamente somos mujeres en riesgo, muchas veces acosadas por nuestros maridos y
nuestros conocidos, sino porque usamos la pluma. La periodista Citlalli
López en Oaxaca ha sido intimidada por cubrir asuntos de la condición social de
las mujeres y por la participación política de esta. La intimidación que
recibió la reportera es resultado de la cobertura periodística alrededor del
caso de Elizabeth Sánchez González, quien obtuvo el fallo del Tribunal Estatal
Electoral del Poder Judicial de Oaxaca para ocupar el cargo de Síndica en el
Municipio de Tlacolula de Matamoros para el que había sido electa.
Es
claro que el riesgo es ser mujer. La violencia contra la tarea periodística ya
es un reflejo de la que se desatará por la reforma política que obliga a los
partidos políticos a presentar en sus listas electorales en las elecciones
federales de 2015 a 50 por ciento mujeres. Es decir la furia aumentará.
Según
el director de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de las Mujeres, Pablo
Navarrete, la reacción social, las medidas jurídicas y los trabajos de
protección a las mujeres, son los elementos generadores que han hecho aumentar
el feminicidio en el país. Las estadísticas señalan que en la actualidad son
asesinadas ocho mujeres todos los días. Navarrete lo atribuye también al
aumento de la denuncia organizada.
Lo que
sucede es que no ha habido una acción del Estado y de la sociedad para
enfrentar la violación a los derechos humanos. Lo que campea es una espiral de
violencia, de la que no únicamente nos podemos hacer cargo, contándola haciendo
estadísticas y dándonos golpes de pecho, frente a esa violencia lo que no hay
es justicia, el aparato judicial de este país está rebasado.
Los
innumerables y oprobiosos agravios a periodistas no tienen una respuesta
judicial, ministerios públicos, jueces, tribunales, ministros de la Corte, no
han podido frenar la espiral de esa violencia que enluta hogares, envía
mensajes de miedo, angustia e inseguridad. La omisión y la desvergüenza llegan
a niveles increíbles. A Contralínea las autoridades le responden que su riesgo
es bajo; a las denuncias cotidianas de feminicidio se responde con vaguedades y
no se actúa. Las peticiones de las organizaciones simplemente se eluden.
Me pregunto
que nos irá a decir el presidente Enrique Peña Nieto, ahora eufórico por el
record que significan sus reformas estructurales, hechas en 20 meses, cuando la
población mexicana, pobre, sin empleo, sigue viviendo esta tremenda realidad
violenta y sin justicia.
No sé
qué van a hacer los funcionarios, que se pavonean con planes y programas, con
discursos, cuando en lugar de contar las desgracias y hacer estadísticas
meticulosas, se diría de gran diagnóstico, decidan actuar. Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Agosto 7, 2014
El cambio social originado en la lucha
armada de 1910 en México, más allá de la discusión teórica-ideológica de si se
trató o no de una “verdadera” Revolución, fue un cambio real en más de un
sentido. Revelaciones incontrastables fueron la de un desarrollo irrepetible en
los campos de la libertad cultural y la toma de conciencia de miles de mujeres.
¿Dónde estaban ellas? Un recorrido
simple indica que estuvieron movilizadas en todos los frentes y elaboraron una
extensa y aleccionadora agenda para reivindicar sus derechos. Negar que esto
sucedió, jamás nos hubiera conducido a ganar los espacios y los derechos,
obtenidos y recibidos como una dádiva. Las mexicanas indudablemente dimos
nuestra cuota de sangre y energía en la construcción de un nuevo país.
Es verdad que buena parte de nuestros
derechos estuvieron en litigio constante, como lo están hoy, no obstante que
hemos esperado 127 años para que, sólo en el terreno electoral, seamos pensadas
como la mitad del mundo.
No es demagogia que vayamos a la elección
paritaria en 2015. Ni es demagogia que nuestro esfuerzo organizado, haya
conseguido inscribir la igualdad en muchos otros aspectos. El litigio seguirá,
sin duda no dejarán, los hombres digo, tan fácilmente espacios concentrados en
sus partidos y en la dirección del país, nos corresponden la mitad, las mujeres
somos más de la mitad del país.
Acabo de encontrar un libro, como
decenas de estudios y análisis que las teóricas e historiadoras feministas nos
han regalado, con datos incuestionables. El libro Mujeres: en el cambio
social en el siglo XX mexicano, editado por Siglo XXI y CIESAS de
Occidente, autoría de María Teresa Fernández.
Excelente texto para abordar los
derechos laborales que a propósito de los cambios jurídicos en materia
energética han generado tantos golpes de pecho. Fernández analiza la
trayectoria de cinco mujeres, ubicadas principalmente en Guadalajara. Pone en
su justo término la intervención y evolución de la vida política y de pensamiento
de estas mujeres. Todo interesantísimo, a la luz de la tremenda ignorancia que
saltará en los próximos meses por la paridad y los argumentos que ignoran
quienes descalifican la evolución social de los derechos.
Viene a cuento porque cuando leemos la
vida de María Arcelia Díaz y de Guadalupe Martínez, la primera obrera textil
que fundó en 1927 el Círculo Feminista de Occidente, y la segunda fundadora de
la CROM, se entiende lo que significó la construcción de los derechos obreros,
de hombres y mujeres, en este país; cómo se dieron los pasos, lentos,
ascendentes, elementales, para conseguir un marco jurídico y social que llevara
a equilibrar las relaciones de capital trabajo, algo elemental.
En 1910 se levantó el pueblo
porque la dictadura de Porfirio Díaz, el gran modernizador de la economía
mexicana, se olvidó de la reforma social, según el popular historiador Juan
Manuel Villalpando, por una parte, y cómo se construyó el sindicalismo
administrador de la fuerza de trabajo únicamente, como define el especialista
Enrique de la Garza Toledo. El nuevo andamiaje de la Ley Federal del Trabajo de
1931, era apenas un mecanismo de equilibrio entre la gran acumulación de la
riqueza y un reparto pálido de ésta. No sin sangre, no sin tremenda oposición.
La Revolución con su programa trató sólo
de reconocer que la fuerza obrera da servicio a toda la población. Siempre hubo
y hasta se habla de la “traición a la revolución”, un bloque opositor, una
generación de conservadores que buscaron eternizar el liberalismo extremo que
mantenía la explotación de miles y miles de obreras y obreros.
De ahí surgió eso que de la Garza Toledo
llama el contrato de trabajo de la Revolución Mexicana, que otorgó derechos,
efectivamente, privilegiando a la dirigencia, con un patriarcal sistema
jerarquizado. Sin duda, lo que litigó contra las y los obreros. El andamiaje
legal no fue parejo y no hizo justicia.
La vida de estas mujeres que
sorprendieron al mundo, muestra hasta donde se pervirtieron los derechos. Pero
eso no da lugar a que en pleno siglo XXI todavía haya voces que hablan igual
que los enemigos históricos de los derechos y el reconocimiento a la humanidad
de la clase obrera.
La discusión desatada por las reformas
petrolera y eléctrica han sacado a relucir hasta dónde el odio a los derechos
obreros hace hablar a unos sesudos analistas de los excesos, en lugar de
explicar que hay derechos en los contratos –por cierto el de Pemex fue
profundamente recortado en la época de Miguel de la Madrid- decía, cómo esos
contratos eran el resultado de una inmensa movilización para equilibrar,
mínimamente, el tema del capital trabajo.
¿Corrupción? La hubo; control obrero: lo
hay, no rendición de cuentas, por supuesto, pero eso nada tiene que ver con lo
que llama pasivo laboral, es decir, la pensión que se ganó a pulso y que ahora
parece ser una maldición.
¿Y qué hicieron antes los ahora
reformadores? Sencillo: mantener a raya a los y las obreras, privilegiar a los
dirigentes, pero eso no significa que no debamos pagar la pensión a miles que
han dejado vida y sangre en los campos petroleros, quien pusieron y
ponen en peligro su vida sistemáticamente en el tendido de las
líneas eléctricas en todo el país; hombres y mujeres que industrializaron esta
tierra amarga y compleja de ríos y montañas, de zonas apartadas, de inviernos
duros y calores extremos.
Nadie duda que con esta reforma
energética o sin reforma, Pemex enfrenta un serio problema en su sistema de
pensiones. Si bien cualquier irregularidad debe sancionarse, la razón principal
de dicha presión financiera no es la corrupción, sino el drástico cambio en el
perfil demográfico, lo que ha afectado a los sistemas de pensiones en el mundo.
Hace 50 años, cuando se modificó de
fondo del sistema de pensiones de PEMEX, por última vez, la esperanza de vida
en México era de 60 años. La edad de retiro se fijó en 55 años o bien el
derecho a una pensión después de 25 años de servicio. El sistema pagaba
pensiones durante periodos de alrededor de cinco años. El riesgo eléctrico,
significaba una muerte anticipada para los trabajadores. Pero ahora la
esperanza de vida es de 77 años, por lo que el pago de la pensión se eleva a
periodos de entre 20 y 30 años. Al parecer no hay sistema de pensiones que
aguante esta carga financiera. ¿Y quién la debe soportar? Pues quienes nos
hemos beneficiado de los servicios, no sin reconocer que pudo bien
administrarse.
En el pasado ya se modificaron los
sistemas de pensiones del IMSS y del ISSSTE. De ahí la necesidad de enfrentar
este acto de justicia de otra manera. Le llaman pasivo laboral de Pemex y de la
CFE, que no es otra cosa que un derecho.
Claro ahora con tres condicionantes: 1)
Someter los fondos de pensiones y jubilaciones de estas empresas a la
fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación; 2) Homologar los
parámetros para determinar las pensiones y jubilaciones con el ISSSTE, lo que
significa elevar la edad de retiro; y 3) modificar los contratos colectivos de
trabajo para financiar las pensiones de los trabajadores de nuevo ingreso con
base en cuentas individuales.
Este esquema no equivale a la creación
de un “pemexproa”, sino que el capitalismo aprovechará la reforma energética
para acordar una reforma integral al sistema de pensiones de Pemex y CFE. ¿Y
eso qué significa? Pues reducir el impacto fiscal frente al costo que el
gobierno tendría que asumir de no hacer nada. En la aprobación de esta fórmula
el gobierno absorberá un monto equivalente de entre 25 y 30 por ciento del
costo de las pensiones. ¿Es justo? Claro que no, pero sería peor si no se
hiciera. No puedo imaginar que nos retiren o reduzcan las pensiones. Por ahora
no queda de otra, aunque sea injusto.
Cuando se crearon para todas y todos los
trabajadores las pensiones individuales se redujo hasta en 28 por ciento ese
costo.
Me parece que el tratamiento aprobado
para los denominados pasivos laborales no significa un incremento de la deuda
pública de México porque al ser Pemex y CFE empresas cien por ciento públicas,
dichos derechos ya son parte de las obligaciones financieras del Estado
mexicano. De la elemental justicia laboral. ¿Hay otra salida? Si hay otra, pero
por ahora se trata de salvar el derecho, aunque parezca contradictorio. Y de un
plumazo, efectivamente, se podrían eliminar los privilegios, no de las y los
trabajadores sino de la dirigencia. Este es el reto y no la catilinaria de un
grupo conservador e ignorante. Las dirigentes se levantarán de su sepulto. Sin
duda, pero en el fondo, conservar el derecho es lo que importa.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Agosto 1, 2014
El 29 de julio el diario La Opinión de Los Ángeles difundió un
aturdidor video sobre la actividad de un grupo de mujeres que a instancias de doña
Leonila Romero, hoy llamada “La Abuela”, se organizaron hace 19 años para dar
un poco de lo que tenían en su familia a los migrantes que transitan por México
subidos en “La Bestia”.
Lo vi de casualidad, como se dice, navegando en internet. Me escalofrió
como hace dos décadas, la labor de Las Patronas, por pura humanidad, las ha
convertido en un núcleo de mujeres que con su práctica adquirieron conciencia y
responsabilidad ciudadana. Sin altisonancias, sin gastados discursos.
El breve pero sustancioso relato de Norma Romero, describe
perfectamente el problema: “primero nos conmovió que los muchachos que venían
en La Bestia, tenían hambre”. Hoy “sabemos que es un asunto profundo: la
búsqueda de trabajo, al que toda persona tiene derecho”, y también dijo como
fue su proceso individual pasando de dar sin recibir nada a cambio a comprender
que el drama de estos jóvenes, hoy es el drama de familias completas que huyen
de miserables condiciones de vida.
Y con orgullo y claridad explicó: hoy no somos estas
hermanas preocupadas por preparar unos “lonchecitos” de arroz y un poco de
tortillas y frijoles, sino 64 refugios en todo el país, para mitigar
momentáneamente una desgracia social, de México y Centroamérica, de un mundo
desigual. Nosotras que no habíamos hecho nada en la vida: “crecimos y estamos
dispuestas a luchar”.
Navegando encontré dos docenas de videos, cientos de notas y
reportajes sobre la labor de Las Patrona, “admiradas por su sensibilidad”
quienes anunciaron, hace dos décadas lo que hoy asusta y sorprende:
57 mil niños migrantes, mujeres, ancianos y bebés que se arriesgan
y buscan reunirse con familias en los Estados Unidos,huyen de
la violencia vivida en sus países, que buscan un cambio en su
vida. Que son objeto de abusos y vejaciones.
Las primeras experiencias de conmiseración en 1995, es hoy la
revelación de una tarea que hay que seguir haciendo ante la ausencia de los
gobiernos y la indiferencia de la sociedad.
Mujeres que luego de “servir” sin esperar, estuvieron llenas de
miedo porque no sabían que ayudar a los migrantes podía ser un delito, no
sabían nada del Instituto de Migración, ni de los abusos. Norma explica:
“empezamos a investigar, a leer las leyes, a preguntar de dónde venían y por
qué venían”, cuáles eran las consecuencias y cuánto era necesario no sólo
“atenderlos”, sino defenderlos.
Las Patronas, de la comunidad que lleva el nombre de Guadalupe la
Patrona, en las faldas montañosas de Amatlán de los Reyes, en el mero centro
veracruzano, herederas de aquellas mujeres de Río Blanco que detonaron el
proceso revolucionario de 1910, se han convertido, se dice, en un núcleo
ciudadano que ya sabe defender los derechos, los de ellas también.
“No somos un ejemplo servicial” reviran: “hicimos lo que teníamos
que hacer, porque nos enseñaron a ayudar”, pero eso es hoy totalmente
insuficiente.
Su tarea, nublada por el discurso y los sesudos análisis, las
denuncias discursivas y los “golpes de pecho” que chorrean tinta, hoy se sitúa
en otro espacio: documentar lo que ojos y cabezas oficiales no quisieron ver
durante días y noches lluviosas, el hambre y la persecución, el abandono y la
violencia.
Sí es como dicen las autoridades “una crisis de humanidad” que
nadie detuvo. En 1995 estaban solas. Hoy hasta les dieron un premio en la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos, pero no se ha resuelto su problema de hambre
y trabajo en sus países. Norma agrega a su relato: “un día vi a un joven de
Chiapas, y me di cuenta que tampoco hay trabajo en México y muchos de nuestros
hermanos sufren exactamente lo mismo”. Por eso “no me voy a detener”.
Los videos reflejan la sencillez, por no decir la escasez en que
la labor se sigue realizando, una cocina donde todavía hay una estufa de
carbón, donde los peroles desgastados sirven para producir toneladas de arroz,
como se recibe el pan frio de una importante cadena de tiendas y las tortillas
frías de maseca; las frutas abandonadas en las fincas, los trastos desgastados
pero limpios; las botellas de plástico recicladas que sirven hoy para contener
agua limpia y cuando se puede, de sabores.
A veces hay frijolitos calientes y nopalitos en salsa. Estas
mujeres producen montones de “lonches”: Norma explica nos dimos cuenta que no
bastaba la comida, había que organizar un refugio con catres y
elementales instrumentos de primeros auxilios, porque muchos tienen accidentes
y quedan mutilados y hay que “atenderlos”.
Una familia, 7 hermanas, una madre, Leonila, los niños hoy adultos
que han crecido en la solidaridad. Las Patronas veracruzanas, en el sentido
literal de defensoras y protectoras y no en el sentido de patronaje que manda,
dirige, explota a otros en un negocio, una comunidad o una fábrica.
Patronas que ya comprendieron que se trata de un conflicto social, económico,
político, y de urgente atención por quienes forman el Estado.
Estas mujeres perdieron el miedo. Reciben a tesistas, “que nos
estudian”, a creadores de imagen, periodistas, y toda clase de aprendices de
antropología, hoy dan talleres, reciben formación legal, practican la
solidaridad ciudadana y quieren contribuir a cambiar el mundo.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Junio 24, 2014
Violencia y Pobreza: un Rompecabezas
Los valles de Baja California
probablemente son una de las regiones más ricas y hermosas de nuestro país. Son
inmensos contenedores de riqueza agrícola y vitivinícola; el de Mexicali por el
algodón y el de Guadalupe por su variedad de uvas y olivas. San Quintín por su
producción agrícola. Nadie debía ser infeliz en esas tierras que solamente
visitó una vez Hernán Cortés y que durante los largos años de la independencia
y después de la Revolución se dejó aislada, casi desconocida.
Los cielos y los soles son apabullantes.
Especialmente porque los campos de cultivo, excepto el Valle de Mexicali, están
de cara al mar. Baja California es posible que haya sido inspiradora de la
imagen del Cuerno de la Abundancia que tantas expectativas dio a México durante
cientos de años.
Por eso no puedo entender la
desigualdad, esa a la que se refirió la semana pasada la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que nos ubicó como el cuarto país
en el mundo más desigual y contrastante. Solo desde esa vertiente del reparto
de los bienes no hay forma de entenderlo.
Hace muchos ayeres, cuando conocí a un
grupo de mujeres dedicadas a la comunicación en Mexicali, me pareció
sorprendente que una de ellas refiriera con toda seguridad que ahí, en Baja
California no había discriminación femenina, ni violencia contra las mujeres ni
abandono cívico y político.
Hoy Baja California tiene el tremendo
quinto lugar en violencia feminicida, en asesinato de mujeres. Y me duele el
alma cuando pienso en San Quintín y en los miles de hombres, mujeres y niños
que padecen las inclemencias de ese mal reparto de bienes materiales y
simbólicos, quienes trabajan jornadas extenuantes, que son los hermanos y
hermanas del sur; no entiendo el largo camino de los migrantes que se quedan
varados en Tijuana o en Mexicali, que engrosan día a día las fábricas,
maquiladoras de exportación, muchas veces sin derechos. Esa Tijuana heroica
donde se producen hasta arneses para la industria militar de Estados Unidos.
Esas calles tijuanenses polvorientas que
conviven con el mar y la festiva avenida Revolución, o los caminos del Valle de
Guadalupe de un verde que refresca, o los antiguos y modernos
centros de apuestas. Los lugares precisamente donde las mujeres son
intercambiadas y abusadas de forma cotidiana. Es la mítica frontera, donde
descubrimos en 2005, que era el lugar donde miles de mujeres no sólo dejaban
sus vidas en la maquiladora, sino que también las encontraban tiradas en los
campos, golpeadas, violadas, asesinadas.
El viernes último, en Mexicali,
terminaron un conjunto de foros “Por la Libertad de Expresión”, en los que se
analizaron los ingentes problemas de la maravillosa y pujante Baja California.
En otras palabras, los quehaceres y las miserias que la desigualdad, el
machismo, la exclusión y la impunidad van dejando como una herida más profunda
que la falla de San Andrés, esa que telúricamente atenta contra la integridad
de sus habitantes y sus ciudades.
El último foro tuvo como tema la
violencia feminicida: “Equidad y Feminicidios”, el asesinato de mujeres que
acosa y desgarra a nuestra inteligencia y la esperanza de la igualdad como una
ruta deseable.
Foros impulsados por un
conjunto de instituciones como el Congreso de Baja California, el Instituto de
Estudios Legislativos de Baja California, la Comisión de Derechos
Humanos del Noroeste, la organización Periodismo Negro, la Asociación de
Periodistas Universitarios, Bionero.org, Semanario El Cactus, Comunicadoras de
Mexicali, Fundalex y la Asociación Nacional de Estudiantes de Ciencia Política
y Administración Pública y a los cuales me invitaron para debatir y
reflexionar.
No es posible, dijeron muchas mujeres
participantes, que en Mexicali donde no ha dejado de gobernar el Partido Acción
Nacional por más de 18 años, no exista un instituto de las mujeres, no se ha
instalado el Consejo Estatal para la Prevención y Atención de la Violencia
y se busca menospreciar el problema de la violencia de género, como le
pasa a un sinfín de gobernadores y autoridades por todo el país.
Increíble, el lugar donde otrora se
levantó la bandera blanca de la total alfabetización, el mismo donde se han
erigido enormes empresas vitivinícolas exitosas, donde se derrama creatividad y
trabajo, cultura y literatura, el lugar de la esperanza para nuestros hermanos
del sur, está hoy en una situación de desigualdad. Recuerdo que sólo ahí he
visto mantas enormes colgadas de las fachadas de las empresas tijuanenses donde
casi a gritos piden personal y se exhiben las condiciones de trabajo
favorables.
Sí, la Baja California, el otro México
como le llama Ricardo Rafael, donde corrían los dólares y el vino mientras el
resto del país estaba en crisis en 1929; de donde salieron algunos de los
presidentes de México; el lugar dónde se eligió a la primera diputada federal,
Aurora Jiménez de Palacios en 1954, ahí discutimos en un espacio de
reconocimiento a las mujeres, una sala con sus retratos y biografías, que muestra
a sus lideresas históricas, en la que está la primera diputada, pero también
quién organizó el Asalto a las Tierras y una emblemática periodista.
¿Por qué negar que existe el asesinato
de mujeres? ¿por qué tanto temor a develar el carácter patriarcal y machista de
la acción feminicida? ¿por qué negar que estamos envueltos en una vorágine que
ninguna política o ley puede parar?
En la sala, una mujer de duro rostro y
palabras fuertes, nos contó cómo ha vivido la violencia de los hombres,
violencia cotidiana en su quehacer de prostituta y cómo organiza mujeres por
sus derechos.
En el Foro hablaron las diputadas y las
mujeres organizadas; se escuchó a las y los comunicadores de la falta de
espacio real para ejercer su derecho a decir, a investigar, a contar lo que
realmente está pasando.
Me duele ese otro México, porque ha
dejado de ser una quimera. Ahí estaban las y los diputados felices porque
avanzaron en la tipificación del delito de feminicidio y se reflexionó cómo eso
no significa nada, porque no hay instituciones que hagan posible hacer
justicia. Y no hay justicia, hay impunidad. Los datos aportados por un
funcionario del INMUJERES que fue invitado, señalan que todos los
días en este país donde se practica el estado de Derecho, son asesinadas 7.1
mujeres y que esa vergüenza cubre a todo el país.
Luego esos datos que acosan de los
organismos internacionales, en plena campaña contra el hambre,
porque somos con Turquía, Chile y Estados Unidos, los de mayor desigualdad.
México un país donde el 10 por ciento de las y los mexicanos concentra el 36.7
por ciento de la riqueza y ellos mismos el poder; mientras que otro 10 por
ciento apenas vive con el 1.2 de los recursos. Esto es la balanza tremenda de
nuestra realidad.
Los Foros llevarán nuevos aires para
legislar nuevas cosas, como una comisión de feminicidio que un día de estos se
va a formar; o una revisión a fondo para crear dispositivos de protección a
periodistas, sin embargo, nada hace posible convencer a quien gobierna que es
de ley y honradez usar los recursos federales para atender la violencia
contra las mujeres, no da cuentas, no da información, como me dijo el
Observatorio Ciudadano del Feminicidio, ni se consigue tampoco parar la
explotación laboral en el Valle de San Quintín.
Digamos que es lo que todos los días nos
afecta y lo que cotidianamente se quiere ocultar, como si callando se
resolvieran los problemas. Este flagelo está en las manos de todas y todos.
Habría que pararlo realmente, con medidas de fondo, sin discursos, para que un
día se pueda volver a gozar de las bellezas de los valles de Baja California;
las sierras de Chihuahua; los mares de Veracruz; los valles, montañas y mares
de Oaxaca; los cielos de Sinaloa, las caídas de agua de Chiapas y sus lagunas.
Los hermosos pueblos del Estado de México; la riqueza petrolera de Tamaulipas,
en fin de cada una de las riquezas de las entidades en que geográficamente se
divide México.
Es decir, volver a la felicidad que nos
contaron quienes nos antecedieron, esa del cuerno de la abundancia, de la revolución
social, del Estado de Derecho que nadie encuentra por ninguna parte. La que
puede hacer la diferencia para cegar, definitivamente, la discriminación y el
oprobio que vivimos las mexicanas.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Mayo 26, 2014
Por la Salud de las Mujeres
El 28 de mayo fue
proclamado como el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
Seguramente habrá algunas manifestaciones oficiales esta semana que comienza,
promesas y muchas estadísticas. Hay que afirmar de entrada que la
salud para millones de mexicanas es todavía un derecho por conquistar.
Un porcentaje
elevadísimo de mexicanas sufre graves problemas de salud. Hay carencias
alimenticias, falta de información preventiva y una pobreza insultante. De
acuerdo a datos oficiales publicados por INEGI, el 13.8 por ciento de las
mujeres con 20 años y más padece de cáncer de mama y 10.4 tiene cáncer
cérvico-uterino, éstas las dos primeras causas de muerte femenina; se considera
como un problema de salud pública la muerte por aborto y las enfermedades
asociadas a una interrupción del embarazo en clínicas clandestinas. Todavía el
8.6 por ciento de la razón de muerte materna es por aborto.
Si los cánceres
femeninos sigue siendo la causa más tremenda de la muerte de mujeres
productivas, la diabetes se las lleva en plenitud y se ubica en la tercera
causa de muerte en mujeres y el EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva es la
cuarta; la quinta la hipertensión arterial detonada por la obesidad, el
sedentarismo y la alimentación desproporcionada. Actualmente, 8.3 mujeres
mayores de 40 años sufren de hipertensión arterial y en un solo año fallecieron
8 mil 898 mujeres por esta enfermedad.
La sexta causa de
muerte entre las mexicanas, inopinada para las mujeres mayores de 50 años, la
enfermedad más común es la cardiopatía isquémica, producida cuando no hay un
correcto flujo sanguíneo por las arterias lo que genera un infarto. Este
padecimiento cobra la vida de una de cada tres mujeres mexicanas.
El panorama es
preocupante, por decir lo menos. Mientras la Iglesia Católica ha revivido la
antigua polémica contra la libre interrupción del embarazo a propósito de la
iniciativa que se discutirá en la segunda mitad de junio en el Congreso de
Guerrero, pretendiendo todavía engañarnos con sus artimañas. Y no sólo eso,
sino que en un país laico amenaza con declarar la ex comunión a quien ello
promueve, empezando por el gobernador Ángel Aguirre y a los hombres o mujeres
lo apoyan.
La semana pasada se
supo que en Nuevo León, el diputado Francisco Treviño Cabello, del Partido
Acción Nacional, presentó una iniciativa para garantizar la vida del feto, como
lo han hecho ya 18 estados de la República, cosa que se califica como una
violación flagrante a los derechos humanos de las mujeres, reconocidos en
nuestra Carta Magna.
Frente a las amenazas
y bravuconadas de los jerarcas eclesiales ya empiezan a surgir las protestas
desde el movimiento de mujeres y algunas funcionarias de los partidos
políticos. Beatriz Cosío Nava, una militante por los derechos de las mujeres
desde el Partido de la Revolución Democrática, llamó a los diputados de ese
partido en Nuevo León, para que no vayan a votar con priistas y panistas que ya
decidieron aprobar dicha iniciativa. Por algo será esta advertencia.
Lo cierto es que el
Programa para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, llamado
Proigualdad dice claramente algunas cosas, que extraigo del documento: que sólo
58 mujeres de cada 100 hombres tiene acceso a los servicios directos de salud;
que el 42.3 por ciento de las mujeres hablantes de lengua indígena no tienen
acceso a ningún servicio de salud.
Ese mismo documento
reconoce que el aborto representa la quinta causa de mortalidad materna y que
el 8.6 por ciento de los embarazos ocurridos entre 2004 y 2009 terminaron en un
aborto. Pero dice más: el 46.2 por ciento de los nacimientos en mujeres
productivas de 20 a 49 años terminan en cesáreas, es decir en un porcentaje
mucho más alto que las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud,
cesáreas que se incrementaron en los últimos 12 años hasta en un 50.3 por
ciento. Y que la fecundidad adolescente va en aumento.
¿Y eso por qué? Dice
el Proigualdad, que es un documento sobre el que se están haciendo o se harán
las políticas oficiales de género, que sólo el 20.9 por ciento de las unidades
de primer nivel de atención tienen servicio de anticonceptivos para las y los
adolescentes y que apenas el 50 por ciento de esas unidades cuentan con
personal para la promoción de la planificación familiar.
En otras palabras,
parece claro lo que sucedió en los gobiernos panistas ya que promovieron el
desabasto de los métodos anticonceptivos, o sea que los curas y el panismo que
está contra la ILE y los derechos de las mujeres generaron un desastre. El
documento agrega que este es un problema generalizado en el sistema de salud y
ello, como es el caso de Guerrero, es mucho más restringido para las mujeres
indígenas.
La prevención del
cáncer de mama y cérvico-uterino es elemental, sin embargo sólo un 15 por
ciento de las mujeres de 40 a 49 años y 26 por ciento de las de 50 a 69 acuden
a realizarse una mastografía. Mientras que menos de la mitad, 48.5 por ciento
de entre 25 a 64 años se hace la prueba de Papanicolaou. Otro desastre y un
verdadero retroceso. ¿De qué habla la Iglesia Católica? ¿De la vida?
Respecto a la
hipertensión arterial ésta afecta a una de cada tres mujeres, su prevalencia se
ha mantenido sin cambios entre 2006 y 2012, graves. No se sabe hoy,
si la Secretaría de Salud está haciendo algo al respecto. Me temo que no, ni de
esto ni de las seis gravísimas causas de muerte de las mexicanas, y el más
grave es que cientos de integrantes del funcionariado gubernamental se suman por
omisión o activamente a la ideología de los jerarcas de la iglesia.
También se reconoce
que hay problemas de depresión y de salud mental que afectan de manera
diferencial a hombres y mujeres: las mujeres sufren más depresiones que los
varones (14.4 versus 8.9 por ciento). Los estudios dicen que tres de cada
cuatro mujeres en México dicen estar estresadas todo el tiempo.
La carta que se
enviará al Congreso de Nuevo León, frente a ese diputado que lanzó la
iniciativa contando con el apoyo, al menos con la bancada priista, es
dura: “La sola presentación de esta iniciativa, que el citado diputado panista
pretende que todas y todos ustedes aprueben a la brevedad, nos remite a una
grave regresión a épocas en las que la cúpula clerical decidía y manipulaba,
como poder fáctico sin escrúpulos, el quehacer legislativo y el rumbo político
de la nación, por encima del interés ciudadano, en un ambiente donde
predominaba la ignorancia y carecía de promoción la verdad científica “.
El texto de la
protesta empezó a circular el sábado pasado señala que la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos define ya el carácter
laico de nuestra República y obliga a los gobiernos el cumplimiento
de los compromisos internacionales en materia de derechos humanos,
así como el llamado Consenso de Montevideo, aprobado el 15 de agosto de 2013
por representantes oficiales de 38 países miembros y asociados de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas, para
decretar leyes, normativas, estrategias y políticas públicas con el objeto de
eliminar las causas prevenibles de morbilidad y mortalidad materna, así como
medidas para prevenir y evitar el aborto inseguro.
Quienes firman la
protesta llaman a diputadas y diputados que integran el Congreso del
Estado de Nuevo León, de las diversas bancadas partidistas, para que respeten
el marco del Estado Laico que rige en México, garantizado en el Artículo
40 de nuestra Carta Magna y, en consecuencia les piden que rechacen la
iniciativa.
Habría que recordar,
como dice la maestra Beatriz Cosío, que la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (SCJN) durante la discusión sobre la Constitucionalidad de la
interrupción legal del embarazo señaló: "que si bien el legislador debe de
proteger la vida en gestación no puede afectar desproporcionadamente los
derechos de la mujer". Y que: "no es constitucionalmente admisible
que el legislador con la finalidad de proteger la vida en gestación, sacrifique
en forma absoluta los derechos fundamentales de la mujer embarazada
considerándola entonces como un mero instrumento de la vida en gestación".
La Interrupción Legal
del Embarazo (ILE) en el Distrito Federal, de acuerdo a las estadísticas
oficiales, en aproximadamente 120 mil procedimientos realizados desde 2007 a la
fecha casi el 70 por ciento se ha realizado con medicación. Ni una sola mujer
ha muerto y lo que ha sucedido es que se han salvado muchas vidas. Habrá que
esperar. Lo inaudito es que se haya reabierto la vieja polémica sobre el
derecho a la verdadera vida, la de millones de mujeres.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Mayo 19, 2014
No a la Violencia Contra las Mujeres
Todas las mañanas me levanto deseando no encontrar una tragedia en la
puerta. Deseando no leer una noticia desastrosa, ni encontrarme con una estadística
que me quite la alegría y la felicidad. Me miro al espejo y deseo que el tiempo
venga como una borrasca y me lleve colgada de un planeta que me haga no mirar
la tierra.
Nada es tan terrible como los datos y las descripciones de la violencia
contra las mujeres. En menos de una semana, durante el mes de mayo, donde
una debiera solo tener flores, Sandra Luz Hernández fue asesinada
en Sinaloa por buscar a su hijo y convertirse en activista; en
Tabasco una niña de 12 años se declaró grave después de ser violada,
golpeada y abandonada; en la ciudad de México apareció una campaña
oficial para promover la lactancia materna con imágenes estereotipadas de las
mujeres.
En esos mismos días las mujeres y los hombres se horrorizaron
mundialmente por el secuestro de las niñas de Nigeria, que ahora aparecen en la
televisión ya rezando o leyendo el Corán, ataviadas de velos negros.
Y también he conocido, escrito y leído lo que sucede en la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), donde la ilusión me hizo
confiar en un defensor de derechos humanos, Enrique González Ruiz, cuyo caso me
apena tanto como a muchas, porque es presa de su condición masculina, atávica y
abusiva sin consciencia, que se ha atrevido, con tal de defenderse, a poner en
riesgo la vida de Clemencia Correa, al acusarla de ser agente policiaca de
Colombia, mujer de la que abusó y hostigó este hombre. Y
horroriza que en la UACM y entre gente muy decente, se haya
levantado una campaña de linchamiento contra las denunciantes.
Los hombres y su cultura, los gobernantes y los líderes, todos y algunas
mujeres, no quieren, como yo misma no quiero, hacerse cargo de lo que significa
la violencia contra las mujeres y cuán poco hemos avanzado, qué esfuerzo
enfrentarla y que coraje hacerlo y bien.
El día 14 me quise figurar que no escucharía nada más sobre los
terribles acontecimientos. Quería escuchar adelantos, como se anunció el 20
aniversario de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra las Mujeres, conocida como Belém do Pará.
Y nada, ahí tuvo que ratificarse, por parte de los gobiernos, que ahora
sí van a cumplir con la Convención, mientras las cifras de asesinadas,
violadas, hostigadas sexualmente, traficadas con fines de explotación sexual
son el pan cotidiano. Como si nada se hubiera hecho, como si nada se hubiera
dicho, como si nada se hubiera estudiado.
Hubo momentos, en un enorme espacio que preparó el gobierno de Hidalgo,
haciendo notar que ahora si en México hay en los altos niveles decisión de
entrarle al problema. Decía hubo momentos tremendos, como cuando mirando un
video se le corrieron las lágrimas a una alta funcionaria pública; o cuando se
escuchó tronar un discurso de una congresista mexicana que sin verse a sí misma,
era tan violenta, cómo llamaba a reivindicar a las guerreras que construyeron
la Belén do Pará.
Momentos de enojo y reflexión. Y todo este escenario, el del aniversario
de la Belém do Pará, lo de las niñas de Nigeria, la convicción de que apenas
bordeamos el principio, ha generado varias cosas que hay que anotar para
ponerlas en el espejo en la mañana, para no olvidarlas, para llevarlas en la
bolsa y en la boca, para que se metan en el cuerpo y no dejen salir a los
demonios.
Una movilización global para conseguir una Ley Mundial que impida la
violencia contra las mujeres. Se lo piden al presidente de los Estados Unidos,
no sé por qué, pero suena bien. Ya la discuten los senadores esta
iniciativa de más de cien organizaciones civiles.
Que en agosto habrá sido firmada la hermana gemela de Belém do Pará,
para Europa, conocida como Convenio de Estambul, sobre la violencia familiar y
sexual.
Que el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera,
presionado por la protesta, retiró la campaña estereotipada donde Maribel
Guardia decía: no le des la espalda, dale pecho, ella toda contorneada y bella,
semidesnuda.
Y finalmente, nada más faltaba, la palabra empeñada del gobernador de
Hidalgo, Francisco Olvera Ruiz, quien dijo que dará atención integral
a la violencia contra las mujeres y trabajará por su igualdad sustantiva. Se
dirá que es bien fácil prometer, lo sorprendente es que el político hidalguense
que tiene que lidiar con una de las entidades más pobres del país, dijo: que me
exijan cuentas. Perfecto, ya se sabe, ahora a darle seguimiento.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Abril 22, 2014
Benita Galeana: Abril de Primavera
Voltear a vernos en
abril, que no sé por qué me gusta tanto, es en todo caso hilar fino, no
olvidar. Abril nos obliga a recordar que está en su punto la primavera y
ver cómo se abren las flores y se llenan los verdes de colores. Abril es para
las mujeres de este siglo varias cosas. Enseñanza, libertad del cuerpo, mujeres
tomando conciencia. Muertes y nacimientos, señeros, sustantivos.
El 22 de abril
nació Lenin, pero ese día también nacieron movimientos políticos y obreros en
muchas partes del mundo; el 17 de abril nació Sor Juana Inés de la Cruz y en la
misma fecha varios siglos después murió la inquebrantable activista, luchadora,
autónoma y militante Benita Galeana, quien jamás se rindió y como Sor Juana usó
la palabra, la oratoria, el discurso como recurso sustantivo en el proceso
democrático y de transformación social.
Es para Benita este
abril en que cumplimos siete años del derecho a la interrupción legal del
embarazo en la capital del país, en el Distrito Federal. Abril de las lunas
rojas y los temblores inesperados, es también un mes especial porque hay una
línea de esperanza en eso de la justicia para las mujeres violentadas: dicen que
por fin en Guanajuato podrá declararse la alerta de género.
Pero Benita
Galeana cerró sus ojos ese 17 de abril de 1995, hace 19 años, firme y
entera. Unos días antes de su embolia estaba presta a denunciar la
nueva andanada económica contra los pobres. Ella fundadora del sindicato de
Correos, activista, convencida, fiel a sus ideas, tenía en su piel y en su
espíritu esa convicción sin barreras de que vale la pena luchar por la justicia
y contra quienes producen la desigualdad y el hambre.
Benita fue mucho
más que una base militante del comunismo de los años 30 y 40 del siglo XX, fue,
tomen nota, la primera mujer mexicana del siglo pasado que dio testimonio de su
vida y su experiencia en una autobiografía sin pantalla, hablando de
su paso por la vida de la infancia a la juventud (Benita, primera edición 1940,
segunda editorial Extemporáneos en 1974).
Ella es quizá el
antecedente más lejano en nuestra memoria, de mujeres que se atreven a contar
su historia y hablar de sí mismas, de su cuerpo violentado por
palizas infinitas y repetidas durante su infancia; hablar de su cuerpo
como uno que le permitió abrirse un camino en la capital del país, saberse
fuerte, capaz, hablar de la fuerza de su cuerpo para plantar una bandera
de huelga en lo alto de un edificio.
Benita Galeana,
además, puede considerarse como un heraldo de la libertad de hablar, de decir,
de expresarse, de esa del artículo 19 de la Carta Universal de los Derechos
Humanos, tan mencionada y aclamada estos días. En su autobiografía todo
nos explicó, todo lo relató y nos dijo cómo en su vida usó su voz y sus
palabras como elementos fundamentales ante las masas, cómo fue que sacó de
su alma la fuerza para convencer y llamar a la revolución y a la justicia. Cómo
fue que desarrolló una rebeldía sustantiva, esa que la hizo transcurrir hasta
sus 88 años con una fuerza crítica sin atadura: ella sí autónoma, enamorada de
la palabra y enamorada de la vida.
Por eso recordar a
Benita Galeana, muerta el mismo día que el premio nobel Gabriel García
Márquez me parece fundamental. Benita pudo ser un personaje de Macondo, ella de
San Jerónimo, Guerrero tropical, habladora y descriptora de ideas y
paisajes, ella 58 veces detenida y enviada a la cárcel, capaz de
bailar en un cabaret ondeando sus caderas y lanzando al
cielo sus trenzas, como los personajes de García Márquez, capaz de
transitar por la ciudad de México, entre trolebuses y calles oscuras
repartiendo El Machete, órgano de difusión del Partido Comunista
en los años 40, esos de persecución a los comunistas, del
asesinato entre facciones como el de Trotsky en México, de la fundación del hoy
PRI armonizando más de cien agrupaciones políticas de todos los signos; ella
confiada en el estalinismo, fue plural, crítica, incorregible se diría.
Devota del general
Lázaro Cárdenas, fue siempre la misma que desde temprano reaccionó en
contra de quien quisiera tocarla y usarla sexualmente. Aunque el gusto por los
hombres le acompañara hasta la muerte. Su vitalidad tenía que ver con su
apertura al amor, al sexo, a la aventura, al no tener miedo y adorar su vida,
al mismo nivel que adorar su máquina de escribir, cuando la descubrió como
instrumento de la palabra.
Tal vez por ello
Benita Galeana al final, ya en los años 80, decidió apoyar las luchas
feministas, aquellas que le fueron indiferentes cuando se formó el Frente Único
Pro Derechos de la Mujer (1935), pero como era disciplinada, comunista, amiga
de Consuelo Uranga y de Cuca García, seguramente estuvo en algunas asambleas
del Frente. Pero nada más. En cambio en los 80 fue candidata y diputada
suplente de la ex comunista, ex gobernadora y hoy diputada Amalia
García Medina.
Y hablando de
abril, de Benita y esas mujeres históricas, precisamente María Refugio (Cuca)
García Martínez nació en Taretan, Michoacán, un 2 de abril de 1889,
profesora, feminista, sufragista y activista mexicana en pro de los derechos de
las mujeres.
Efectivamente abril
es un mes asombroso, siempre lo pensé y ahora averiguo que significa apertura,
festividad, frescura, vigor, lozanía. Nada que ver con las catilinarias
políticas y es también nombre propio de muchas mujeres en el mundo.
Un 10 de abril de
1789 nació Leona Vicario, la independentista y primera periodista mexicana; el
día 15 de 1452 nació el genio Leonardo da Vinci, el 17 de 1695 nació la
insumisa sor Juana Inés de la Cruz y el 19 de 1861, Benito Juárez decretó la
Ley de Instrucción Pública para México, dando forma y fondo a nuestro herido
laicismo.
Abril, el primer
mes del calendario francés hasta 1564, tenía que ver con ese sol de primavera
que anuncia vigor y recomienzo. Que anuncia apertura y camino. Por algo nació
el 23 de abril de 1564 William Shakespeare, una de las figuras más célebres de
la literatura universal que nos llevó a hilar fino sobre las relaciones
familiares y puso el dedo en la llaga sobre la libre opción sexual. El 22 de
abril de 1870 nació Vladímir Ilich Ulyanov, Lenin, el operador de la Revolución
soviética.
Vaya mes, ¡qué
historia! En abril el 10 de 1919 fue asesinado por traición el héroe del
campesinado mexicano Emiliano Zapata, del mismo modo que el 15 de abril de 1865
fue muerto a mansalva Abraham Lincoln, el presidente de Estados Unidos que se
opuso a la esclavitud humana. También un 18 de abril murió el científico Albert
Einstein, quien dijera un día que es más difícil destruir un prejuicio que
desbaratar el átomo, y un día 19 murió Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura
en 1990. Por algo será, me digo.
Festivo puede
resultar que en 1945, el 28 de abril fue asesinado el dictador Benito Mussolini
y apenas dos días después se suicidó junto a Eva Braun el otro fascista, Adolfo
Hitler.
Terminaré las
efemérides, que no por sencillas, sean simples o vacías, recordando que
este mes ya no será más que memoria infinita. Un hecho sin precedentes es que
en abril, en la República Dominicana de 1965, un nutrido grupo de mujeres
participaron en la guerra civil que desató la invasión de Estados Unidos en ese
territorio y derrocó al presidente Juan Bosch. Existe un libro emblemático y
testimonial de aquella lucha, escrito por la periodista Margarita Cordero, que
he querido recordar por el siempre significado histórico de cómo las mujeres
protagonizan los procesos democráticos y alentadores.
Abril viene de
aprilis como le llamaron los antiguos romanos o del verbo aperire que
significa abrir la tierra, las flores, dejar entrar al sol o bien puede venir
de aphoros que significa espuma a través de la forma de aphrilis, parecido a
aphrodite, palabra griega que lleva dentro la palabra espuma y significa
Afrodita, la misma diosa que los romanos llamaron Venus, o sea el amor en
primavera, para sembrar los caminos de otro modo de vivir, de esperanza, un
abril que empieza a pasar y se va, como todos los abriles de cada año. Penélope
y el tejido del tiempo.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Marzo 25, 2014
Trabajo de Mujeres: Quinta Parte del PIB
“Tata” Marx es implacable. La economía,
sostén fundamental de la organización social es invencible y
definitiva. El trabajo de las mujeres significa casi la quinta parte del
Producto Interno Bruto (PIB). Y no me refiero al que hacemos las mujeres en la
vida pública o productiva. Sino el que realizamos las mujeres en
casa. El que hacemos del otro lado de la línea de ensamble, el que
realizamos calladamente, como si no nos quedara remedio, el que nadie reconoce.
Ese trabajo que Isabel Larguía definió como
trabajo invisible hace casi 50 años. El de la doble jornada, el que nos tocó
por ser mujeres y casi nadie atina a considerar humano y noble. ¿Quién siendo
mujer no ha tendido camas o ha lavado trastes? ¿Quién siendo mujer no ha
barrido? Pero lo peor ¿Quién siendo mujer no le ha tocado cuidar a su madre, a
su padre por enfermedad o a otro familiar por discapacidad?
Tareas que no se consideran importantes que se ven como destino para
las mujeres, pero que corresponden al Estado, a la sociedad, a todo mundo.
Hoy esas labores están en las cuentas
satélites y la ONU les llamó economía del cuidado, la que responde al bienestar
para cada persona. Cuidado proporcionado por una tercera persona, casi siempre
mujer, trabajo no pagado y sí fuente abundante de discriminación.
La semana que pasó, INEGI nos ilustró
de cuánto significa ese trabajo para la economía nacional.
Reflexiono sobre algunas cuestiones porque se nos sigue viendo como víctimas en
muchas situaciones, se nos vuelve vulnerables, pero nadie atina a ver cómo
contribuimos al bienestar de la sociedad, cómo somos el colchón del sistema,
cómo quizá gracias a la llamada “pomposamente” economía del cuidado, la
sociedad puede funcionar.
Vean nada más: el valor de este trabajo,
siempre horrible, eso de limpiar la cola de los recién nacidos y dar de comer
en la boca a los enfermos es nada menos que de tres mil 61 billones de pesos,
lo que representó el 19.7 por ciento del PIB en México, durante 2012.
La mayor parte de las labores domésticas y de
cuidados las realizaron las mujeres, con el 78.3 por ciento del tiempo que los
hogares destinaron a estas actividades, que corresponde, a su vez, al 76.1 por
ciento si se habla en términos del valor económico.
En 2012, los resultados en cifras netas per
cápita, mostraron que cada persona contribuyó en promedio con el equivalente a
27 mil 700 pesos anuales por sus labores domésticas y de cuidados. Al
desagregar este valor según el sexo de quien realizó estas actividades, se
observó que el trabajo de las mujeres tuvo un valor equivalente a 40 mil
800 pesos, mientras que la aportación de los hombres fue de 13 mil 200 pesos
durante el mismo año.
INEGI muestra que las más pobres aportan más
tiempo y trabajo. Dice que al observar el valor del trabajo doméstico y de
cuidados por quintil de hogar según el ingreso corriente, las mujeres del
quintil I (con menores ingresos) contribuyeron con 43 mil 300 pesos en promedio
al año; mientras que aquellas que pertenecen al quintil V (con mayores
ingresos) lo hicieron con el equivalente a 37 mil 600 pesos en el mismo
periodo. Por su parte, la contribución de los hombres para los mismos quintiles
(I y V) fue de 13 mil 200 y 12 mil 200 pesos, respectivamente.
Los valores atribuidos a este trabajo, se
comparan con lo que podría cobrarse si se hicieran dentro de la lógica del
mercado.
Esta cuenta que hace el INEGI, por
recomendaciones internacionales, se llaman “Cuenta satélite del trabajo no
remunerado de los hogares de México, 2012”, debería mostrarnos lo
que esta sociedad se beneficia con las labores que se realizan dentro de los
hogares o familias, y que se extiende a muchas actividades sociales. Por
ejemplo, quienes realizan principalmente la tarea de la recolección de recursos
de la Cruz Roja u otra asociaciones de beneficencia, trabajo gratuito que se ha
institucionalizado y que por supuesto realizan mujeres. Trabajo que
produce servicios indiscutibles, cubre necesidades básicas, incluida la
ternura, la paciencia, la eficacia…que ahorra y da satisfacciones para
bienestar de la población.
Las cuentas de INEGI forman parte del Sistema
de Cuentas Nacionales de México (SCNM) y contribuye a la difusión y
fortalecimiento de la información estadística con enfoque de género dentro del
marco de la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica.
Lo interesante es que nunca nos damos cuenta,
porque consideramos que las mujeres nacieron para lavar y planchar, para pensar
poco y para sacrificarse por su familia, cuando hace falta. Entonces se las
recibe en el mundo de lo público, incluso se las aplaude. “Ya vieron a doña
Evita, que hasta hace pozole los domingos y es la madre de mi amigo que saco
adelante a siete hijos y todos, hasta la mujercita, fueron a la escuela”.
Ideas que se repiten, se viven, se sienten como naturales.
Durante 2012, el valor económico del trabajo
no remunerado doméstico y de cuidados (a precios corrientes) fue de 3.061
billones de pesos que, como se mencionó anteriormente, equivale al 19.7 por
ciento del PIB; de dicha participación las mujeres aportaron 15 puntos y los
hombres 4.7. En términos reales dicho valor registró un crecimiento anual de
0.76 por ciento (a precios constantes).
Con relación al PIB a precios corrientes, la
actividad de proporcionar “cuidados y apoyo” a los integrantes del hogar
representó el 6.6 por ciento del PIB; le siguió la alimentación con 4.6
por ciento; la limpieza y el mantenimiento a la vivienda, 3.1 por ciento;
compras y administración del hogar, 2.6 por ciento; limpieza y cuidado de la
ropa y calzado, 1.7 por ciento, y ayudar a otros hogares y trabajo voluntario,
con 1.1 por ciento.
Para el año del estudio, la población que
realizó trabajo no remunerado doméstico y de cuidados estuvo conformada
por 52.8 por ciento de mujeres y 47.2 por ciento de hombres. Las
mujeres aportaron el 78.3 puntos porcentuales de las horas destinadas a esa
tareas en el hogar, que equivale al 76.1 por ciento si se habla en términos de
valor económico.
Mientras suponemos que las mujeres están
hechas para eso, INEGI proporciona una comparación sorprendente: el valor
generado por el trabajo no remunerado -doméstico y de cuidados de los
hogares en 2012-, fue superior al registrado por algunas actividades
económicas como la industria manufacturera, el comercio y los servicios
inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles de manera
individual, las cuales registraron una participación de 17.3 por ciento, 15.2 y
11.4 por ciento, respectivamente en el PIB.
He estado en reuniones donde los hombres se
burlan de las mujeres y dicen, “ya me voy, tengo que dar de comer”, les parece
absurdo, de ahí las reticencias que hay en muchas empresas para dar trabajo a
las mujeres. Ellas deben “cuidar a su familia”, me da risa. La verdad es que
ello no es valorado y costaría lo que nadie puede pagar en tiempos de crisis.
El tiempo dedicado
en “Alimentación” representa el mayor número de horas que las
mujeres destinan en el hogar con 33.5 por ciento, y su valor es de 23.2 por
ciento de esa quinta parte del PIB nacional. La “Limpieza
y mantenimiento a la vivienda” significó el 22.1 por ciento, con
15.8 por ciento del valor económico, y lo que se conoce como tiempo dedicado a
“Cuidados y apoyo” fue del 18.9 puntos porcentuales y generó la mayor cantidad
de valor económico contribuyendo con el 33.6 por ciento del valor.
Se trata del cuidado y apoyo a enfermos, a
recabar fondos para una escuela, pintar aulas, ir a visitar a quienes están en
la cárcel, dar ánimo a las vecinas, llevar consejos y caricias a las madres de
los desaparecidos, contribuir con limosnas en las iglesias ¿Lo habían pensado?
Acciones que ayudan a que el sistema no quiebre. Esas voluntarias en las
guarderías de adultos mayores, las mismas que van a las escuelas a “ayudar”, en
lugar que se encargue el gobierno. Insisto: trabajo invisible.
Las personas religiosas les dan bendiciones;
los dizque socialistas reconocimientos y discursos, el gobierno las ama, son
las equilibradoras del hogar, las que reciben sin chistar a los borrachos el
fin de semana y cuidan que sus hijos no pierdan a estos padres; las que se
callan en la fila de las tortillas, las que agachan la cabeza en la fila del
hospital porque no hay fichas para todas y hasta dentro de 15 días hay que
volver con el chamaco lleno de lombrices en la panza. Esas mujeres que hacen
guardia en las madrugadas para conseguir el ingreso de sus hijos o hijas a la
primaria.
INEGI aporta más datos. Al considerar
el lugar de residencia, las personas que habitan en las áreas rurales aportaron
un mayor valor económico por sus labores domésticas y de cuidados, con relación
a las que viven en áreas urbanas. En 2012, las mujeres en hogares rurales
generaron en promedio un valor económico de 47 mil 600 y los hombres de 12
mil 100 pesos; mientras que en los hogares urbanos las mujeres aportaron
un valor de 39 mil 100 y los hombres de 13 mil 400 pesos.
Cuando este valor se visualiza por nivel de
escolaridad, las mujeres que tienen algún grado de educación media superior en
promedio aportaron 39 mil 300 pesos al año y los hombres que cuentan con el
mismo grado de estudios generaron 14 mil 600 pesos. Por su parte, las
mujeres que no cuentan con instrucción o con primaria incompleta en promedio
contribuyeron con 38 mil 700 pesos, y los hombres con el mismo nivel de
instrucción lo hicieron con 12 mil 000 pesos.
El valor económico del trabajo doméstico y de
cuidados, en función de la relación de parentesco, mostró que las mujeres
cónyuges generaron más que los hombres, alcanzando un monto de 55 mil 600 pesos
anuales. Además, las mujeres que habitan en hogares nucleares con presencia de
menores de seis años aportaron en promedio 57 mil 200 pesos, mientras que las
que viven en hogares que no cuentan con niños menores de seis años el monto fue
de 32 mil 700 pesos. Esto significa que no se salva ninguna. Con hijos o sin
ellos y con marido aumenta el trabajo.
Finalmente, se observa que en 2012, las
mujeres que no hablan alguna lengua indígena realizaron menos horas que
aquellas que sí la hablan una lengua, en promedio éstas últimas generaron
el equivalente a 46 mil 200 pesos anuales. Esto significa que aportan más
las mujeres indígenas, increíble.
El estudio de INEGI muestra, además, cómo es
la carga total de trabajo de la economía, tiempo que las
personas destinan a las principales actividades, considerando tanto el
trabajo de mercado como el no remunerado. En 2012, las mujeres tuvieron la
mayor carga del trabajo con dos mil 520 millones de horas a la semana frente a
dos mil 158 millones de horas de los hombres; es decir, por cada 10 horas
de trabajo de las mujeres, los hombres realizan 8.6 horas.
Así, las mujeres destinaron el 65.2 por
ciento de su tiempo de trabajo total y solo 3.3 de cada 10 horas al
trabajo de mercado. En contraste, los hombres se orientan al trabajo de
mercado y a la producción de bienes de autoconsumo con el 76.2 y 2.7 por
ciento, respectivamente, de su trabajo total, destinando sólo 2.1 de
cada 10 horas a las labores domésticas y de cuidados.
Desde hace muchos años el movimiento
feminista empujó la posibilidad de estas mediciones, ilustrativas de cómo las
diferencias entre hombres y mujeres, relacionadas con la vida cotidiana, sí se
pueden medir, elaborar y mostrar. Este estudio de INEGI y sus resultados se
puede conocer ahora gracias a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo
(ENUT).
Y esto tiene consecuencias. Las mujeres
mexicanas están muy cansadas, una consecuencia son mayores gastos en el sistema
de salud por enfermedades crónicas, originadas por esta doble carga; las mismas
que no se animan a participar en política o las que prefieren destinar mucho
tiempo a las otras personas y muy poco para ellas.
Es decir, el sistema que reparte de esta forma
la carga de apoyo y ayuda a la población, acaba reproduciendo la injusticia y
justificando la discriminación. Por ejemplo, los partidos políticos dicen que
las mujeres no quieren candidaturas y cuando las quieren les recriminan. La
derecha las hace responsables de romper sus hogares por trabajar fuera de sus
casas.
¡Pamplinas!
Con estas cuentas, el Estado debería actuar.
No es imaginación o sueño de verano pensar que el profesorado y los medios de
comunicación debían contribuir a que los hombres cambien, a que niños y niñas
aprendan a realizar parte de estas tareas y que el gobierno asuma el cuidado de
los enfermos, de las personas con discapacidad y fortaleza el sistema de salud
en todo sentido.
Hoy vivimos sin protestar. En los hospitales
se obliga a “familiares” a cuidar a los enfermos, tarea que como ya vimos hacen
las mujeres; en el sistema educativo, hace tiempo que dicen que “los
papas” deben estar al lado del proceso de aprendizaje de las criaturas. Ambos
sistemas privatizados porque ha abrogado la obligación del Estado. Y no ha
cambiado: a las mujeres les toca, dice la costumbre.
Hoy nos toca protestar y cambiar esta
situación, tan bien estudiada y claramente explicada por INEGI.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Marzo 17, 2014
En Oaxaca, lo Incomprensible
Hace unos días que el Congreso de Oaxaca
optó por desaparecer los poderes en el municipio de San José Cosolapa. Con 29
votos a favor y nueve en contra, los diputados depusieron a la alcaldesa
Carmina Álvarez García, quien obtuvo la presidencia a través de Movimiento
Ciudadano. La alcaldesa denunció la intención del cacicazgo de deponerla, de
alterar la decisión del pueblo y en un proceso en el que demostró que ganó.
Carmina Álvarez quien a pesar de todos los esfuerzos jurídicos no
contó con el apoyo y la legalidad necesarios.
No es la primera. Oaxaca se distingue
por tener una lista de mujeres indígenas y no indígenas que son detenidas en su
paso por la política. Es un machismo extraño, que pasa por temas de
corrupción e ilegalidad en esa entidad.
Ahora es claro que las mayores
dificultades para que las mujeres accedan al poder están en aquellos municipios
de usos y costumbres y donde el cacicazgo de algún tipo se apodera de los
recursos y el alma de los habitantes. En San José Cosalapa están
claramente identificados los intereses caciquiles, de un antiguo PRI.
Imposible que otra cosa suceda. Es
Oaxaca un sitio donde es reiterada la falta de una política democrática, no
importa que aparentemente gobiernen en plural diferentes partidos políticos. La
situación peligrosa para la vida y el desarrollo de las mujeres es
casi general. En 6 meses nueve mujeres han tenido que parir a las puertas de un
hospital, en un jardín, en la calle, en un taxi, es el colmo. Los homicidios
contra mujeres y la sospecha creciente de trata, sobre todo en la costa
oaxaqueña debían preocupar al gobernador Gabino Cué, pero por lo visto no.
No importa tampoco al Congreso Local y falta mucha fuerza en los grupos civiles
de mujeres, que según el momento, la época o los intereses,
apoyan al gobierno.
Hoy esta situación supone fortalecer a
grupos civiles y democráticos, de ninguna otra parte que desde los mismos
grupos civiles y democráticos, para desenmascarar al gobierno de Gabino Cué.
Claro, me dirán, hay muchas denuncias, marchas, cuentas hechas por grupos sobre
muertas, violadas, perseguidas. Hay otros esfuerzos, incluso el de
convencer al gobierno de promover y creer realmente en el avance de las
mujeres. Y no sólo eso, dinero desde la federación para detener crímenes e
injusticias. Pero todo hace evidente que el gobierno de Oaxaca, es un
gobierno del siglo XVIII, además de inútil y represor. Es bien
claro.
Esta es una encrucijada para los
próximos tiempos, porque necesitamos grupos de mujeres capaces de protestar con
energía, sin antecedentes que las hagan ver como manipulables o como socias
temporales.
Me sorprende que esto suceda en Oaxaca,
cuando fue ahí, hace algunos años, donde parecía fantástico que se hubieran
hecho las mejores armonizaciones de leyes; donde se reconoció como adelanto
legislar sobre usos y costumbres, tras el levantamiento en Chiapas; donde
parecía que crecía la postura ciudadana de avanzada, al decidir por gobiernos
plurales y, finalmente, tras una larga crisis llegó la alternancia.
Pensamos que tal alternancia era parte
de la transición a la democracia. Bien, nos hemos equivocado muchas veces con
los partidos distintos al PRI, nos hemos equivocado al no juzgar a fondo
acontecimientos y coyunturas. Nos equivocamos con alianzas sin principios.
Nos hemos equivocado tanto
que nos pesa tener muertos, encarcelados y perseguidos por culpa de esas
equivocaciones. Hoy muchas mujeres han sido humilladas por supuestos
gobiernos de transición y otras se han equivocado al tomar alianzas que
fortalecen el patriarcado. Veremos que sigue.
Evidentemente no es así. El caciquismo
antiguo, de los viejos dueños de tierras; el de la sección 22, que ha dejado en
el abandono a miles de niños y niñas indígenas y su estructura corrupta; el
Congreso mayoritariamente priista y un gobernador débil, sin autoridad moral o
ideológica, deja a esta tierra de Benito Juárez, el prócer de la Reforma y cuyo
natalicio es un aniversario fundamental para el país y día recordado en todas
las Américas, nos/ me deja un mal sabor.
Ahí en Oaxaca hubo la segunda imprenta,
después del Distrito Federal y las revistas de mujeres más
antiguas, tras las primeras en los años de 1826 , sin embargo parece
un golpe a la inteligencia suponer que hay un gobernador blandengue, manejado
por los líderes magisteriales que tienen en sus manos el mando fundamental que
es la formación de las nuevas generaciones; es inaudito que no tenga ese
gobierno una sola capacidad para detener el homicidio y la violencia contra las
mujeres; que en sus narices funcione el negocio de la trata en sus costas; que
en sus tierras se maltrate y persiga a migrantes y que tenga que ser la tierra
de Oaxaca donde las mujeres indígenas y no indígenas se enfrenten a un machismo
trasnochado que nada tiene que ver con la modernidad.
Es inaudito que haya tanto atraso luego
de tan brillante historia. Vaya hasta el hecho de que haya nacido ahí Porfirio
Díaz, lo que hizo que el estado tuviera progresos aún en lo que identificamos
como dictadura; que haya sido ejemplo de poetas e historiadoras y músicos
magníficos y que una mujer, Juana Catarina Romero, haya sido una mujer
emprendedora, comerciante interoceánica y con gran influencia en la política
local, todo se contradice con una realidad lacerante, triste, donde no parece
haber visos de democracia y adelanto.
No es por ser tierra indígenas, por
supuesto que no, ni porque haya poco dinero y se ubiquen algunos municipios de
alta marginalidad, tampoco, sino por esta ceguera gubernamental. Alguien me
había dicho que los poderes debían desaparecer en el Estado y no en ese rincón
donde impunemente ha apoyado desde el Congreso al caciquismo y no a la
legalidad. Es una lástima.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Marzo 10, 2014
8 de Marzo: Queremos el fin de la Supremacía de los Hombres
El mensaje fue bien
claro. Las senadoras enviaron a toda la república un mensaje cifrado al otorgar
a la antropóloga feminista Marcela Lagarde y de los Ríos el
reconocimiento Elvia Carrillo Puerto, en su primera emisión. Las
mujeres que hacen cambios son feministas y socialistas. Han sido ellas,
nosotras, las constructoras sí, de teoría, pero como Elvia, llamadas a
organizar a los grandes contingentes de mujeres, hoy asunto tan disminuido.
Otro mensaje: es
hora de hablar claramente de cómo estamos mujeres y hombres en la sociedad y
actuar en consecuencia. Yo creo que es urgente que todos los gobiernos, todos
los y las políticas, todas las instancias oficiales que se denominan para el
adelanto de las mujeres, se hagan cargo: no hay futuro para este país mientras
continúe la exclusión de las mujeres, la violencia contra las mujeres, la
discriminación, la corrupción, la misoginia, el doble discurso y una cultura
que mantiene la supremacía de los hombres en todos los espacios y todos los
procesos.
Se trata de poner
“en el más alto nivel”, como diría la senadora Diva Gastélum, dirigente de las
mujeres del partido en el poder, los entramados que detienen el progreso y el
desarrollo y reconocer que las mujeres están en todos los espacios y
contribuyen con su trabajo y su vida al futuro del país. Sin hablar como se
dice, de dientes para afuera.
Cuando miré la
tribuna, esa de toda la República, donde estaban los señores del poder, incluso
el representante del presidente Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong,
Secretario de Gobernación, me pareció que el mensaje era y es: “dejemos de
jugar” a la democracia y pongamos voluntad política, recursos económicos,
hagamos de las leyes algo real, sustantivo, de práctica cotidiana, que será lo
único que realmente valore a las mujeres. Casi podríamos señalar que
necesitamos una revolución.
Marcela Lagarde
definió con toda claridad el país que queremos las mujeres. Lo hizo con fuerza
y firmeza, como lo que ella es: maestra, pedagoga, militante, convencida
socialista y feminista. Sin ambages.
La copio. Nada
puede agregarse. “Es la hora de decirlo, no sólo debemos cambiar las mujeres,
requerimos que los hombres cambien sustancialmente, que cambie nuestra cultura
con la eliminación de esta enajenante discriminación de género… La problemática
de la desigualdad forma parte de los grandes problemas nacionales.
“¿Qué país
necesitamos para saciar el hambre y erradicar la pobreza, para eliminar la
mortalidad materna y el embarazo adolescente, el contagio del VIH, la alarmante
extensión del papiloma ente las adolescentes y las jóvenes.
“¿Qué país para que
adolescentes jóvenes y marginadas no sean insultadas y maltratadas al hacerlas
parir en el baño o en el patio o afuera de la clínica que debería albergarlas o
para que no se mueran más de una docena de criaturas al nacer en un solo
hospital en un estado de nuestro país.
“La
respuesta…construir un país solidario; solidario con las mujeres…con las niñas,
las adolescentes, las mujeres de mediana edad, de tercera edad, las viejas, las
ancianas.
“Un país que pueda
reconocer y valorar la condición humana de las mujeres, no es (pedir) mucho, un
país en que su gente sea capaz de sentir empatía y movilizarse por la calidad
de vida de las mujeres, en el que las instituciones de justicia hagan
justicia…Fin a la impunidad, (agregó) tal como dijimos al tipificar el
feminicidio y lo sostenemos.
“¿Qué país para que
las periodistas y las defensoras de derechos humanos no sean acosadas,
hostigadas, incluso asesinadas, víctimas de feminicidio en el ejercicio de su
trabajo.
También es urgente
para el país que se cumplan compromisos internacionales, toda vez
que un país democrático debía cumplir las recomendaciones
de la CEDAW, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de Amnistía
Internacional, de otros organismos y, desde luego, de todas las redes civiles
de mujeres y feministas que damos vida a la defensa de los derechos humanos de
las mujeres en nuestra tierra.
“En el país que
anhelamos, parece una perogrullada, pero la justicia debe ser justa, a tiempo,
sin dilación, sin equivocaciones, sin omisiones, sin colusión, sin negligencia,
sin corrupción.
“En la valoración,
este país tendrá, como un principio, la valoración de la diversidad por parte
de la sociedad y del Estado, que deben ser capaces de igualar a los diferentes
y de lograr el respeto a la diversidad.
“Las mujeres
indígenas y sus pueblos y comunidades deben ser reconocidos y respetados en su
dignidad y derechos; en igualdad y con libertad, como deben serlo las mujeres
lesbianas, las mujeres bisexuales, las mujeres transexuales y las mujeres
transgénero y cualquier otra categoría de género que se nos antoje inventar,
hasta las heterosexuales también; las mujeres enfermas, las mujeres con
discapacidades varias, todas nosotras y nuestras familias que podamos vivir
investidas de derechos y en convivencia democrática.
Pidió al Estado
“dejar de ser parte del problema, para ser parte de las soluciones…queremos que
prevalezcan en el Estado y se fortalezcan las tendencias democráticas y de
bienestar social, al eliminar estructuras sexistas, clasistas, racistas,
discriminatorias y violentas, para dar paso a una sociedad solidaria y a un
Estado democratizado, un Estado reformado para el Siglo XXI, transparente.
“Queremos un Estado
transparente, compuesto por instituciones efectivas, profesionales, honorables
y confiables que superen la ilegalidad y haga prevalecer el estado de derecho
en nuestro país.
“Queremos una
sociedad que por fin pueda vivir en paz y desplegar una cultura de paz…un país,
un mundo global de cooperación solidaria, todo ello basado en ese desarrollo
comprometido por lo sostenible con el planeta, pero por lo sustentable con la
gente, con las personas que estamos en ese planeta.
“Una sociedad que
pueda comprometerse con lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de 1948 que estipula en su parágrafo 28: Toda persona tiene derecho a que se
establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades
proclamados en esta declaración se hagan plenamente efectivos. Es un derecho
humano donde se creen… condiciones para la vida”.
El recinto del Senado
de la República, símbolo de la unión, retumbó. Lagarde, con 36 años en la
academia, que ha recorrido el país dando enseñanzas a las mujeres, que ha
estado con las que recuperaron su espacio tras las dictaduras de Centro
América, que va como heraldo a nutrirse con las mujeres de Europa. La
constructora de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia,
parecía pedir a cada senador y senadora, a cada invitada de la administración
pública, de las organizaciones de mujeres, de la diplomacia, de manera sutil,
argumentada, que ya dejen de hablar nada más. Porque como recordó el 7 de marzo
en Yucatán, Lorena Cruz Sánchez, presidenta del Instituto Nacional de las
Mujeres, los gobernadores han recibido entre 2008 y 2014, 20 veces más recursos
para parar la violencia. Yo pregunto ¿y qué hacen?
Puso sólo unos
cuantos ejemplos de la estulticia. Evangelina Ascencio, indígena violada y
asesinada por un puño de soldados, que según el ex presidente Felipe Calderón
murió de gastritis y el caso ahora está en la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos; les dijo a las y los senadores que hay mujeres en México
amenazadas por exigir sus derechos, por participar en política, por ser
defensoras de mujeres víctimas de violencia. Habló de Yakiri que por defenderse
fue a dar a la cárcel y ahora le están cobrando una multa de 420 mil pesos,
porque no la exculparon sino que se usó la figura de exceso de defensa propia,
porque no se reconoce su derecho a no ser violada.
A lo largo del
discurso, en el recinto, que si hubiera buen periodismo sabríamos que se hizo
el acto más importante del 8 de marzo, Lagarde reconoció que hay
cambios, “pero éstos siempre (son) parciales, siempre intermitentes y frágiles
(para las) mujeres de franjas sociales populares. Indígenas, campesinas,
obreras con salarios disminuidos.
Dio cátedra. Como
lo hace siempre cuando explicó a los legisladoras y a las legisladoras
que la mayor parte de las mexicanas vive en pobreza, como quiera que
se mida, con altos grados de marginación, explotación y violencia, e hizo notar
que esas mujeres siguen siendo únicas responsables del trabajo
doméstico, sumado al trabajo público, casi siempre informal con la mitad del
pago que se hace a los hombres, sin derechos sociales, con grandes cargas familiares
de cuidado. Tal como lo hizo notar INEGI este año.
Apreció que no hay
sin visos de que eso cambie, “a menos de que haya voluntad política por el
empoderamiento de las mujeres”. Llamó a plantear el fin de la doble jornada de
trabajo y la ampliación de lo público en el soporte de los cuidados. Es decir
que se haga cargo el Estado y se dejen de repetir esas frases de que las
mujeres son grandiosas porque son el soporte de las familias.
Consideró que los
derechos sexuales y reproductivos deben ocupar un lugar central y sin
restricción…“la libertad sexual también, el amor libre, desde luego, de
pensamiento, libertad de creencias, libertad de afiliación política, libertad
de participación; libertad de comunicación, libertad de tránsito en este país;
libertad horaria para las mujeres que no podemos salir después de las ocho de
la noche de nuestra casa.
Lagarde hizo gala
de sus conocimientos, como diciendo a todas las mujeres que sin ellos no
podemos ir a ninguna parte. Habló de la filósofa española María Zambrano, que
situó la posibilidad humana sólo en ser persona; de Molina Enríquez que explicó
los grandes problemas nacionales, para señalar que la exclusión y la violencia
contra las mujeres es un problema nacional.
Y, por supuesto,
habló de Elvia Carrillo Puerto, recordó que sus anhelos políticos y los de sus
contemporáneas, allá en los años 20 del Socialismo del Sureste,
en movimientos feministas en los que participó la llamada
Monja Roja, fue partidista, socialista, feminista, y pidió el acceso de las
mujeres a la educación; a la educación sexual, al control de la natalidad, a la
libertad sexual, al amor libre. Y esas mujeres
pidieron trabajo digno y participación política: “Nosotras
también somos sufragistas, seguimos luchando por el derecho pleno al sufragio”.
Este no es un
premio común, con la voz de la maestra Lagarde, en el Senado quedó bien claro.
No se puede poner impunemente en la tercera línea del Plan Nacional de
Desarrollo, el impulso a la comprensión de todos estos problemas, con una
perspectiva de justicia a las mujeres y luego seguir pensando que las cosas
pueden cambiar por decreto. Se trata como está en boga señalar de una igualdad
sustantiva, real, en la vida cotidiana. No más demagogia concluyo yo.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Marzo 3, 2014
Ahora que se conmemorará el 104
aniversario del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, y que se
dirán tantos discursos, no entiendo porque no volteamos a nuestra propia
historia. Que yo recuerde jamás se ha hecho este importante recordatorio en el
lugar geográfico, donde pudiéramos decir nació el movimiento más señero y
avanzado de las mexicanas: Yucatán.
Cuando los presidentes de la
República quieren hacer un anuncio sobre alguna política o cambio jurídico para
las mexicanas, llaman a cientos de mujeres a una ceremonia formal, opaca, sin
chiste, donde todas esas mujeres le aplauden. Generalmente en algún salón
de la casa presidencial de Los Pinos.
Yucatán, en cambio, encierra las voces y
los ecos de esas mujeres que se levantaron por sus derechos en 1916 durante los
Congresos Feministas; ahí donde nació en 1922 la demanda que hoy llamamos
derechos sexuales y reproductivos, por la distribución de anticonceptivos, por
la libre decisión de mantener o interrumpir un embarazo y por la educación
sexual para la infancia y la adolescencia.
En Yucatán, donde nació la primera liga
de mujeres campesinas denominada Rita Cetina Gutiérrez, en homenaje a esa maestra,
nacida en Yucatán que creó la sociedad científica y literaria “La Siempre Viva”
y dirigió una revista del mismo nombre.
En Yucatán, del Instituto Literario
para Niñas, que se considerada la escuela para mujeres más importante de su
época (1846). Ahí en 1923, no puede olvidarse, el pueblo eligió con voto
secreto a Elvia Carrillo Puerto como la primera diputada local de la historia
del país, Elvia Carrillo la misma que creó esa liga de mujeres campesinas.
También fue en Yucatán donde se eligió a
la primera regidora del país, la profesora Rosa Torre G, también en 1923. Ahí
donde nació el movimiento sufragista de las mujeres y, en 1922,
precisamente cuando las mujeres demandaban los derechos sexuales y
reproductivos, el gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto (1922-1924)
envió al congreso la primera iniciativa para otorgar el voto ciudadano a las
mujeres.
Por eso Yucatán es el crisol de los
derechos ciudadanos, económicos, sociales y culturales para las mujeres. Ahora
que ya es ley la paridad, el 50/50 para las listas electorales en virtud de la
Reforma Política, sería muy bueno que ahí se hiciera la ceremonia del 8 de
marzo, puesto que el año pasado se cumplieron los 60 años del voto femenino y
el 2015 se probará en las urnas la paridad.
No estaría mal que ahí, en Yucatán, en
ese pueblo de tantas lides, donde vieron la primera luz, como en primavera,
mujeres emblemáticas de un largo listado. Donde sería bueno recordar a las
mujeres indígenas que asombraron la pequeñez de curas y conquistadores por su
forma de vestir. A los conquistadores les llamó la atención desde un
principio esa costumbre de las naturales; las mujeres fueron calificadas de
deshonestas por andar desnudas de la cintura para arriba. Ellas a quienes les
pusieron encima el hipil como mandato para ir a lavar al río.
De ahí venimos con nuestra demanda de
ser personas. Ahí en Yucatán le reviramos al conocido como prohombre de la
cultura, José Vasconcelos que acabó imponiendo el Día de la Madre, por la
rebelión de las socialistas de los círculos rojos de reflexión que pedían sus
derechos.
Hasta Yucatán llegó Hermila Galindo en
1916, como heraldo del constitucionalismo. Hoy, de acuerdo con los informes
oficiales, en Yucatán se registra la estadística más baja en violencia contra
las mujeres.
No obstante, Yucatán con una buena parte
del sureste mexicano ha olvidado su origen, anida la pobreza y la ignorancia,
todavía es grande la diferencia entre indígenas y blancos. Tiene como herida la
guerra de castas y los frescos del Palacio de Gobierno recuerdan las imágenes
de tan cruel historia.
Yucatán es la única entidad del país
donde ha habido dos gobernadoras, entre las apenas seis de nuestra historia.
Dulce María Sauri (1991-1994), quién también se convirtió en la dirigente
nacional del PRI, e Ivonne Ortega (2007-2012).
De esos aires sureños donde anida tanta
historia y tanta marginación, de ahí tendría que venir la reflexión 2014 del
Día Internacional de la Mujer, para revisar la agenda, tan parecida y distinta,
a la que hoy tenemos en México: educación, salario igual a trabajo igual, cese
a la violencia contra las mujeres -que cobra a diario vidas y el futuro para
miles de mexicanas-, hacer real la igualdad para mujeres y hombres, el más
grande de los pendientes y desde donde se construyen la discriminación, el
feminicidio, el rechazo y la exclusión.
Yucatán del que se enamoró Alma Reed. El
estado mítico que un día quiso separarse de México, por la decepción política y
social. Desde donde marchan todos los días cientos de yucatecas en busca de una
mejor opción de trabajo y de vida. Y me acabo de enterar por un estudio del
INEGI, el lugar de origen de una mayoría de trabajadoras domésticas a quienes
la modernidad les quiere cobrar impuestos.
En fin. Un sitio de playas, paisajes,
caminos. Hermoso y doloroso cuando una ve convertidas las añejas casas de los
dueños de los campos de henequén, construidas con la sangre de las indígenas,
convertidas en hoteles exclusivos para el gran turismo. Un pueblo desde el cual
podría anunciarse y luego cumplirse un verdadero y profundo programa de cambio
cultural, de justicia para las mujeres; ahí la cuna del día de la madre, por
represión, se podría dar respuesta a las madres de las y los desaparecidos en
esta guerra que inició Felipe Calderón, y su estela de desgracias donde nace
nuestra indignación cotidiana.
Sería bueno que se hable fuerte y
profundo desde el sitio Yucateco, y de paso podremos recordar que marzo es
emblemático, porque el día 5, se cumplen 144 años del nacimiento de Rosa
Luxemburgo, una de las promotoras del histórico Segundo Congreso Internacional
de Mujeres Socialistas espacio que vio nacer la celebración del 8 de marzo y
donde arrancó la larga faena de las sufragistas del mundo entero.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Febrero 25, 2014
Aludiendo a un hermoso y vital libro de Anna Gavalda,
cuyo relato reúne alegría, ternura, nostalgia y humor, La Sal de la Vida se ha
convertido en una frase elocuente de que no todo es tragedia. Aunque tragedia
sea que informes de INEGI documenten que aumentó el desempleo; que se parta el
corazón cuando se hace la dolorosa evaluación de la desigualdad y cuando
estamos todos los días frente a hechos hirientes.
La Sal de la Vida debiera convertirse en convocatoria a
renovar la confianza de que otro mundo es posible. El domingo 23 estuve en una
sala repleta de jóvenes de preparatoria, expectantes y con el ánimo del
conocimiento, tan de bajo perfil en nuestros días.
Se trataba de una de tantas actividades de la Feria
Internacional del Libro de Minería, una charla inopinada donde se ofrecía un
relato para saber qué hacemos las periodistas a lo largo de la historia.
Plática organizada por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal. La
conferencia, el intercambio, los viví como ubicados en ese perímetro de la
esperanza, sólo posible si ponemos una pizca de sal en cada tramo de la
existencia. Si acaso todavía tenemos la decisión de vivir con alegría.
Pero la verdadera sal con que me preparo para los
múltiples discursos y evaluaciones que oiremos estos días a propósito del Día
Internacional de la Mujer el próximo 8 de marzo, la viví entre dunas, montañas
de sal dispuestas para el mercado internacional y una comunidad de hombres y
mujeres quienes durante 60 años han conseguido una asombrosa hazaña ambiental:
sólo necesitan agua de mar, viento y sol y ya está. Es la sal de la vida.
La sal de la vida es también una página de Facebook cuyo
subtítulo reza: trabajo compartido, semejante a la empresa productora de
todas las sales inimaginables donde hace seis décadas nació ESSA o Exportadora
de Sal, una empresa paraestatal mexicana (su socia es Mitsubishi, de
dinero japonés) ubicada en Guerrero Negro, lugar privilegiado que
contiene la salina más grande del mundo en el paralelo 28 de Baja
California, exactamente en la división entre el norte y el sur de la península
y donde conviven más de mil 400 personas y sus familias. Ellos y ellas trabajan
en una singular faena oponiendo creatividad a la biósfera del Vizcaíno y los
antiguos salitres naturales.
Ahí, donde el esfuerzo y el tesón tiene rostro, fuerza y
cara masculinas, desde el principio de su historia, pero… existe una decisión
sorprendente de hacer de la faena cotidiana, una que consiga la igualdad como
sistema de trabajo, y dónde, como reza una inmensa manta colocada a la entrada
de la tienda de ESSA para las familias trabajadoras: la violencia contra las
mujeres es inaceptable.
En ESSA, su recién desempacado director se llama Jorge
Humberto López Portillo Besave, y es él quien firma la manta que reconoce que
la violencia contra las mujeres no puede operar en una comunidad que se asume
espectacular, productiva y fuente de riqueza y trabajo.
Como empresa creó un código de ética, que declara
“brindar igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en su desarrollo
integral” y tiene el compromiso de ejercer la no discriminación y prevenir la
violencia laboral y el hostigamiento sexual.
Claro, no se hizo el universo en un día. Su obstáculo: la
tremenda idea y cultura machista que no acaba de entender que la violencia, la
discriminación y el mal trato a las y los diferentes conspira contra la
productividad, la democracia y la competencia industrial. De esa que hemos oído
hablar tanto y tan seguido en los últimos tiempos. Claro, hay una decisión
administrativa y gerencial que ha colocado a ESSA entre las empresas
certificadas por la Secretaría de Economía y la de Trabajo, por su declaración
ética, que podría alcanzarse, relativa a la igualdad de género.
ESSA exportó en 2013, ocho millones de toneladas de sal
con un duro trabajo bajo los cielos nublados de un desierto lleno de dunas de
arena; en un espacio de 55 mil kilómetros, (el mismo del Distrito Federal) en
medio de la nada, lejos del mundanal ruido del consumismo y las innumerables
noticias de cómo, a qué hora, de qué forma y con quién o quiénes fue detenido
el Chapo Guzmán.
En el inmenso espacio de la cosecha de sal, de sus
tractores, de las barcazas que apenas hacen un guiño alterando a la reserva de
la biósfera para arrancar esos granos blancos que van a la mesa, sin duda, pero
que tiene una multitud de usos industriales, en ese inmenso sol/cielo/sal, el
11 por ciento de quien trabaja, son mujeres. Concentradas en la administración,
el empaque de sal de mesa y como personal de limpieza, porque no ha llegado la
tecnología de apretar un botón y lograr desde lejos que operen los inmensos
tractores o las barcazas que llevan, cada una, 120 mil toneladas de sal, no
obstante algunas, pocas e importantes han llegado a ocho de los 62 altos
puestos, químicas en la producción y obreras en las necesidades de
mantenimiento. Hay quien se asombra porque una mujer puede cambiar una llanta
del tractor de hasta tres o cuatro metros de circunferencia.
La empresa tiene en su haber de años, varios sindicatos,
contratos y un sin número de personas con quien se puede compartir, hablar y
disfrutar; directivos que se abren a cualquier interrogante y mujeres
ejecutivas. Guerrero Negro es una comunidad territorial y política
que pertenece al municipio de Mulegé. Me topé con muchas mujeres, trabajadoras
y familiares de los operarios que ya no hacen tortillas de harina como en el
pasado y viven o padecen el norteño machismo.
Lo que reina, a pesar de las relaciones
tradicionales, y dígase lo que se diga, es una paz alucinante, que está
cubierta de aire puro y un mar abierto donde cada año puede apreciarse,
también, la llegada de las ballenas que ocupan nuestro pacífico norte para
aparearse y dar a luz. El espectáculo –muy conocido- se vuelve sorprendente,
cuando se camina por un brazo de mar hasta 15 kilómetros adentro, porque se las
puede apreciar y tocar. Los salineros les hablan, han tejido historias míticas
y las esperan, como quién espera la visita familiar y afectiva.
La limpieza de la sal se hace con un sistema que se
construyó ahí mismo, hace lustros. Luego, limpia y escogida, sale al mundo a
través del puerto de Isla de Cedros, con esa sal que quita dolores de cabeza a
las poblaciones del norte cuando nieva, porque la sal aminora los efectos
invernales y de tormentas de nieve.
La sal en verdaderas pirámides blancas, navega en barcos
inmensos que llevan la producción a los sitios más inesperados e impensados. Es
como la imagen del esfuerzo en los antiguos caminos recorridos para hacer
comercio inventados por los fenicios.
Se la piensa, a esta Sal de la Vida, inscrita en la
historia de aquella película sobre la vida de un joven griego criado en
Estambul, que tenía un abuelo filósofo culinario que le enseña que tanto la
comida como la vida necesitan esa pizca de sal para aportar ese toque de sabor
que ambas, comida y vida, requieren. El personaje, llamado Fanis, con el tiempo
se convierte en un excelente cocinero que emplea sus habilidades culinarias
para darle sabor a las vidas de todos quienes le rodean.
Guerrero Negro, ese lugar ignoto del que habla Ricardo
Raphael en su libro El Otro México, nos reta a realizar la evaluación de
todas las hazañas de mexicanos y mexicanas, hundidos hoy en la desconfianza y
el horror hacia el futuro. Hagamos este alto, para imaginar que no todo es
tremendo y que a pesar de la impunidad y la injusticia de todos los días,
podemos ponerle a la vida una pizca de sal.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Febrero 17, 2014
No hay Reformas sin Derechos Humanos
Este
lunes Salil Shetty secretario general de Amnistía Internacional (AI) como
cabeza de una misión de “alto nivel”, se entrevistará con el presidente
Enrique Peña Nieto, para entregarle sus opiniones sobre el estado que guardan
los Derechos Humanos en México. El señor Shetty habría dicho en Saltillo,
Coahuila, que no puede hablarse de Reformas Estructurales si no hay respeto a
los derechos humanos.
La
misión tiene especial preocupación por las violaciones a los derechos de las y
los migrantes, sobre la desaparición de personas y la violencia contra las
mujeres. Asuntos profusamente investigados, a tal grado que contamos con el
detalle de dónde y cómo suceden atrocidades en espacios territoriales
concretos; sabemos, incluso, qué ciudades o delegaciones políticas significan
grave peligro para las mujeres, periodistas, defensores y defensoras de derechos
humanos. Pero todo ello no ha significado casi nada, reina la impunidad y no
sabemos nada congruente sobre las acciones de justicia.
La
misión de “alto nivel” de AI ocurre precisamente un mes antes de que se cumpla
el plazo para que México informe al Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas (ONU) sobre cuántas y cuáles de las 188 recomendaciones que ese
organismo hizo a México en su segundo Examen Periódico Universal (EPU), que
presentó el miércoles 23 de octubre de 2013 en Ginebra, Suiza, y nadie
sabe si México ya respondió o no. Por lo
que la visita de AI es estratégica. ¿Qué irá a responder el gobierno?
Para
nadie es una novedad, dolorosa y tremenda, sobre la crisis que vivimos en
materia de Derechos Humanos. Lacerantes todos los datos. Se han detenido,
torturado y desaparecido -según AI-, a 83 mil migrantes, es insoportable pensar
en más de 26 mil desapariciones para no hablar de las más de tres mil
mujeres asesinadas cada año y los números de trata de niñas y mujeres con
fines de esclavitud sexual.
El
gobierno de Peña Nieto está en aprietos. México es un país que ya no engaña a
nadie. Las leyes, las medidas de protección, por ejemplo, a periodistas no han
servido para nada, mientras que en estados como Veracruz, se hace evidente que
las y los periodistas no pueden trabajar y son perseguidos, e incluso
asesinados, mientras que se apuntala al gobernador, amigo del presidente de la
República.
Igual
sucede con situaciones explícitas y conocidas como la trata de mujeres en
Tlaxcala, Jalisco y las Lomas de Chapultepec, donde los datos e investigaciones
están hechas y no se actúa. ¿Qué pueden responder gobernadores, procuradores de
justicia y la flamante policía federal? El autoritarismo y el patriarcado,
bien, llenos de buena salud. Y hay quien duda de los testimonios de mujeres y
niñas.
Este
14 de febrero, durante el baile de la movilización femenina en la Alameda
Central, para llamar la atención sobre la violencia contra las mujeres y lanzar
el mensaje de que todavía pensamos en la utopía de relaciones amables y
satisfactorias, reveló o más bien ratificó, datos incontrovertibles. Son
crecientes y sostenidas las cifras de asesinatos femeninos, cada vez más
crueles en los estados de México, Chihuahua, Guerrero, Guanajuato, Michoacán,
Oaxaca, Sinaloa, Chiapas y Sonora.
La
Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel concluyó, en un informe, que por el
crecimiento del feminicidio entre 2006 y 2012, la situación en México había
alcanzado la calificación de “crisis preocupante”.
El
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio contabilizó, en los últimos
cuatro años, tres mil 139 feminicidios en 13 entidades de México, sin
considerar los datos de Chihuahua, donde creció la tasa a pesar del operativo
contra el crimen.
Amnistía
Internacional registró dos mil asesinatos de mujeres en un solo año, un
promedio de seis por día, ya que entre 2008 y 2009 aumentaron los homicidios
femeninos 69 por ciento en relación con años anteriores.
El
número de asesinatos contra mujeres en estados como Chihuahua es 15 veces más
alto que el promedio mundial, por ejemplo, y en todo el país se cometen 6.4
asesinados de mujeres por día, de los cuales 95 por ciento quedan en la
impunidad, mientras que 10 estados las cifras registran tasas de crecimiento
sostenidos de asesinatos de género.
Según
cifras de las Procuradurías, han desaparecido en los últimos cuatro años 3 mil
149 mujeres en nueve estados de la República, en edades que oscilan entre los
10 y 17 años de edad.
Si
hablamos de las víctimas de violencia sexual y trata de personas, la
maestra Teresa Ulloa, directora de la Coalición Regional contra el
Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC),
afirma que el crimen de desapariciones llega a 20 mil
personas al año, o sea 16 víctimas por cada 100 mil habitantes.
Y
si hablamos de violencia sexual en un solo año, Amnistía Internacional detectó
alrededor de siete mil violaciones, de las cuales en sólo cinco por ciento ha
sido ingresado en la cárcel. Y hasta 2012 la Cámara de Diputados habló de 15
mil violaciones denunciadas.
Pero
la cifra negra es espeluznante, se habla de 112 mil violaciones cada año. Es,
además, alto el porcentaje de mujeres violadas que resultan embarazadas, como
lo indica el Informe Nacional sobre Violencia y la Salud en México realizado
por Ipas Salud, organización civil, que señala que entre siete y 26 de cada
cien violaciones provocan un embarazo.
En
la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres, del Instituto Nacional
de Salud Pública, se reflejó que el 7.6 por ciento reportó abuso sexual en la
infancia, y son los familiares agresores en un 13.7 por ciento del total de
mujeres que fueron violadas cuando eran menores de 10 años, mientras que el 65
por ciento, lo fue entre los 10 y los 20 años de edad, según esa encuesta.
El
agravamiento de la violencia contra las mujeres periodistas y defensoras de los
derechos humanos es funesto. Sólo entre los años 2002 y 2010 fueron asesinadas
10 periodistas en México, y entre diciembre de 2010 y noviembre de 2012 fueron
asesinadas 15 defensoras de derechos humanos, la mayoría de ellas en los
estados de Chihuahua y Guerrero, según denuncia de la organización
internacional Asociadas por lo Justo (JASS).
El
secretario general de AI llegó a México el día 15 y además de escuchar a
personas migrantes, víctimas de tortura y a sus familiares, también se reunirá
con integrantes del Congreso. AI abrirá una nueva oficina en México y
seguramente su análisis de la situación, nos va a retar a volver los ojos a
nuevos referentes valóricos de la convivencia humana, porque las cifras son
superiores a las historias de países en guerra o sometidos por alguna
dictadura, como las conocidas en la historia.
En
el Examen Universal de Naciones Unidas llamó la atención la observación de
Holanda en cuanto a la legislación de algunos estados de la República en los
que se protege la vida desde la concepción, lo que ha influido en la dificultad
de las mujeres para poder recurrir al aborto en caso de violación y otras
causas. Feminicdios indirectos, puesto que muchas muren en el intento.
Es
también alarmante que según ONU hay un aumento de casos de tortura, efectos
negativos de la desigualdad social, el abuso del fuero militar y la
indiferencia al combate a la corrupción.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Febrero 14, 2014
Una Palabra Tras Otra
Se
acabaron las palabras. Gregorio Jiménez de la Cruz, veracruzano, periodista, en
un día de febrero, simplemente fue hallado muerto, luego de 72 horas desde que
fue secuestrado. Ninguna petición, ningún reclamo, nada fue suficiente. Es el
décimo periodista asesinado en Veracruz.
Su
secuestro lo conocimos mientras intentábamos, en un Seminario, hablar de cómo
prevenir la violencia y qué podrían hacer los medios de comunicación para
abonar a este deseo. No. La violencia sigue rebasando al Estado. Se la ve por
todas partes, es insoportable y atestigua un modo de vivir en el que se premia
el autoritarismo, el machismo y el sometimiento del más fuerte. La violencia
abarca todo el espacio de lo que se llama convivencia.
La
violencia se yergue entre quienes simplemente informan. No podemos no informar,
es la realidad y punto, dirían en ese seminario el subdirector de la Revista
Proceso, Salvador Corro y Alejandro Páez Varela, director de contenidos de
SinEmbargo. Mientras Arturo Guerrero, columnista del diario El Colombiano,
relataba cómo sí podríamos cambiar las palabras, las fotografías, difundir algunos
esfuerzos que previenen la violencia. Pero también dijo que es imposible no
informar.
Y
ahí, también recordamos cómo en Veracruz han segado la vida de algunas
periodistas mujeres, porque ahora ellas, nosotras compartimos en todos los
medios todos los peligros de la cobertura informativa, a lo largo y ancho del
país.
Parece
un despropósito que propusiéramos acciones preventivas y lenguajes amables,
precisamente, el día en que Goyo fue secuestrado, y es Goyo como quienes lo
conocieron le decían cariñosamente un ejemplo de una contradicción dolorosa y
perene. Ese día en que fue inopinadamente secuestrado por un grupo de
encapuchados. Y es contradicción porque hace mucho tiempo que pensamos que los
medios debían analizar a fondo el significado de la violencia contra las
mujeres para prevenirla.
Pero.
¿Cómo abonar a una mejor convivencia? Si sólo por informar se mata, se
persigue, se hostiga, se detiene, se elimina, se presiona, se amenaza. Esto es,
se manda el mensaje de autocensura, poniendo cara a cara el sentido profundo de
la profesión: “buscar y decir la verdad” o dicho de otra forma, el periodismo
es el sustento de la libertad de expresión, el camino para atestiguar los
hechos, esa maravillosa profesión que es contar las cosas y difundirlas.
Es
verdad, sabemos, que la multiplicación de las imágenes sangrientas y
desastrosas, las de mujeres mutiladas o tremendamente golpeadas, secuestradas y
dolientes, pueden naturalizar la violencia. Es verdad, pero no hallamos la
correcta frontera entre el mensaje amable y la realidad. La realidad nos
sofoca, nos doblega.
Hay
algo peor que la realidad que las y los periodistas describimos. Es la
convicción de que junto a ella está la impunidad. Y cómo la impunidad es
resultado de otra realidad que no puede callarse, se llama corrupción en el
llamado aparato de justicia que es incapaz de hallar a quienes desde hace
más de 10 años asesinan periodistas, hombres y mujeres, en el territorio
nacional.
Crece
la lista de muertes y atropellos; parece interminable, socaba día a día nuestra
confianza. ¿Cómo hacer que las relaciones sociales, las cotidianas, las
de trabajo se vuelvan amables?
Tuve
un sueño. No, no lo tuve. Simplemente me acordé. Están ahí, detenidos, un grupo
de jóvenes de ambos sexos, en lo que las autoridades llaman bandas de
delincuentes/secuestradores. Los veo cotidianamente en la televisión. Y eso, no
sueño, recordatorio, son los jóvenes que están viviendo el resultado de un
largo proceso de desmantelamiento del sistema educativo nacional; los hijos e
hijas de un crimen social: la ideología del sistema.
En
México la guerra sucia de los años 70 estuvo acompañada de un adoctrinamiento
gigante: el anticomunismo, la pérdida de referentes valóricos, el civismo, el
cinismo de la política nacional, el premio sistemático a quienes violan la ley,
el fraseo de que en México todo se puede, el tráfico de influencias, la
convicción de que a no apresaran a los potentados, las cárceles llenas de
pobres, la identificación del mal en quienes piden reparto de la riqueza, malos
los que organizan un sindicato independiente, malos los dirigentes campesinos
(en 1980 fueron identificados los asesinatos de 500). Malas las mujeres que no
obedecen y se oponen a su discriminación.
Y
que más. El sistema político nacional, al que el Premio Nobel, Mario Vargas
Llosa, le llamó la dictadura perfecta. O sea, esa realidad que reza: quien se
mueve se muere. El sistema político donde reina la impunidad y la impericia; el
mismo que fomentó el consumo en lugar de la razón y la inteligencia.
¿Quién
puede parar el holocausto? Goyo apareció muerto, en una fosa común. ¿Nadie se
percató? ¿Quiénes lo llevaron ahí? ¿Sabe algo el procurador de Veracruz?
¿Sirven para algo las medidas de protección a periodistas de una docena de
leyes de papel?
La
comentocracia se desgarra las vestiduras. Se llena de dudas y justifica los
medios. La comentocracia en la pantalla chica nos abruma con sus teorías
y sus relatos fuera de la realidad. La realidad sigue acosando a todo acto de
inteligencia. ¿Cómo explican estos comentaristas educados en universidades
extranjeras o colegios grandilocuentes, la vida violenta en la que
transcurrimos días, noches, interminables etapas? Y estos comentaristas
llaman democracia a la realidad.
Por
qué a Goyo y a decenas de periodistas, a miles de mujeres que forman esa otra
lista insoportable del feminicidio, a las más de 15 mil denuncias por violación
sexual; a las miles de niñas, mujeres y menores que trafican desde un pueblo
identificado en Tlaxcala, nadie hasta ahora ha podido hacerles justicia. ¿Y
entonces qué?
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Enero 9, 2014
Patricia Mercado, Secretaria del Trabajo en el DF
En el Distrito Federal las
mujeres somos el 45 por ciento de la fuerza de trabajo, de la creación de
riqueza; responsables del 58 por ciento del ingreso familiar, las que
vivimos un permanente doble esfuerzo porque en la vida cotidiana, somos
las mujeres, las todavía encargadas únicas por asignación social e
histórica del cuidado de otras y otros, de la infancia, de las
personas mayores y/o enfermas.
Las mujeres somos también las
que realizamos las tareas menos reconocidas y las más mal pagadas frente a los
hombres y en la capital del país todavía recibimos remuneraciones hasta 14
por ciento menores que los hombres. Estamos en esas labores precarias y todavía
sin suficientes instrumentos para enfrentar todos los trabajos, lo que nos
coloca, sistemáticamente, en un escalón social y económico abajo.
Evidentemente enfrentar esta
realidad requiere de un propósito y una decisión de gobierno sin cristalizar en
el país, pero tampoco en el Distrito Federal. Se ha dejado atrás el compromiso
de las políticas públicas que observen la urgente necesidad de la igualdad y
los mismos derechos; de la participación equitativa en todos los terrenos. No se
veía hasta hace tres días ninguna intención para buscar dicho equilibrio.
Por ello es quizá tan
trascendente que haya sido nombrada en la Secretaría de Trabajo y Fomento del
Empleo del Distrito Federal, Patricia Mercado Castro, que si bien hizo estudios
de Economía en la UNAM, como dice el boletín del gobierno, Patricia Mercado
viene del corazón de la lucha obrera, con una perspectiva comprometida con las
mujeres, es decir, con esa parte de la humanidad que todavía muchas personas
piensan que no merecen.
El jefe de gobierno, Miguel
Mancera, ha tomado una decisión sorpresiva, porque no habrá un cambio
sustantivo si las mujeres no reciben justicia salarial, de reconocimiento e
igualdad, en una ciudad que ha sido crisol de los derechos femeninos y por
tanto ejemplo de la búsqueda de la democracia y la igualdad, para mujeres y
hombres. La designación de Patricia Mercado es mucho más que un guiño. Es
decirnos que ahora sí habrá políticas públicas reales para este sector de
la población femenina: las trabajadoras, una mayoría de ellas madres, con
problemas de exclusión social, profesionistas, comerciantes, emprendedoras,
creadoras de riqueza, inteligencias desperdiciadas...
¿Y es qué somos dogmáticas?
Para nada. El valor del trabajo y la productividad, del trabajo decente, de la
comprensión de las pérdidas que significa la muerte materna, el aborto en malas
condiciones, la humillación y la violencia contra las mujeres, va todo junto y
en eso la nueva titular es experta. Ahora probará cuánto puede desarrollar lo
que ha sostenido durante más de dos décadas, porque nunca dejó de hacer
política.
Luego de ser impulsora de dos
partidos políticos con la convicción de que “los políticos de siempre” no
entendían la aportación de las mujeres; de ser la candidata presidencial más
votada hasta 2006; hostigada una y otra vez por los hombres que fueron
convidados a estas experiencias en el juego de la política real, en 2007,
sostuvo: “Estoy convencida que es posible hacer política desde otro lugar: el
de la vida cotidiana, el de la ciudadanía que ve violados sus derechos, que se
siente impotente ante la ineficacia de los gobiernos, ante la impunidad de los
delincuentes, ante el fraude educativo, ante la imposibilidad de salir de la
pobreza, ante la discriminación”.
Militante desde muy
joven en el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores, originaria
de Obregón, Sonora, feminista, impulsora con otras muchas mujeres de muchas
iniciativas a favor de una democracia incluyente, ejerciendo esa otra política
desde las mujeres y con las mujeres, probó una y otra vez, que el diálogo y las
alianzas son elementos supremos de la democracia. Todavía en octubre, durante
el Encuentro Nacional Feminista, sin renunciar jamás a la estrategia que nos
hemos dado las mujeres, veía en esos valores el camino a la igualdad sustantiva
donde las leyes a favor de la mitad del mundo, sean una realidad cotidiana.
Acababa de anunciarse la paridad en el sistema electoral federal.
¿Cómo? Trabajando juntas las
mujeres. Durante los años posteriores a su candidatura presidencial, desde el
partido socialdemócrata, se fue a propiciar el liderazgo femenino. Debe haber
caminado por todo el país, dando elementos a muchas mujeres para participar en
política, sobre la base del principio rector de la economía y el trabajo, que
fueron las dos coordenadas de la estrategia del proyecto SUMA, una iniciativa
para el fortalecimiento político y económico de las mujeres, que
encabezó: las mujeres con poder, sí, pero electoral y productivo.
La conocí hace varias décadas
en un encuentro de mujeres trabajadoras. Ella desempeñaba una labor estratégica
en la empresa Dina-Renault (ya desaparecida), porque entonces se vivían las
postrimerías de la economía mexicana en ascenso, se anunciaban cambios en los
procesos productivos y el declive de las organizaciones tradicionales de las y
los trabajadores.
Se entrenó en esas lides,
desde una postura feminista. Luego participó en las primeras acciones que desde
esta capital progresista, llamaron la atención sobre el duro y difícil trabajo
de las mujeres en las empresas maquiladoras de exportación, allá en el norte
del país. Ahí nació MUTUAC, cuyo nombre público fue Mujeres en Acción Sindical.
Más tarde, fue una de las
activistas que impulsó el primer sindicato no “charro” de las trabajadoras de
la confección. Las costureras, quienes sufrían niveles de explotación
inadmisibles encontraron un halo de esperanza y se organizaron, demandaron
y pusieron un olvidado y fantástico ejemplo a su clase. Ahí estaba Patricia
Mercado, al pie de fábrica, en las negociaciones laborales de un puñado de
empresarios mediocres y tramposos que no querían indemnizar a quienes, por
efectos del terremoto de 1985, se habían quedado a la intemperie.
Luego con muchas otras, entre
ellas la hoy diputada Elena Tapia, participó en la creación de una de las
primeras asociaciones políticas nacionales con perspectiva de género, se diría
hoy, llamada Diversa. Trabajó en la fase más difícil de Grupo de Información en
Reproducción Elegida (GIRE) desde donde se consiguió, tras mucho trabajo y
alianzas, el derecho a la interrupción legal del embarazo en el Distrito
Federal. Su ficha curricular es muy amplia, su desempeño nacional e
internacional también; su experiencia en la construcción del feminismo mexicano
buscando lo posible, lo que se puede contar, inmenso.
Sus principales cualidades: el
diálogo, la búsqueda de la democracia y las reformas, su oposición al dogma, al
no se puede, le ha conferido reconocimientos y rechazos. Está en el dintel de
una nueva historia. Miguel Mancera dio en el clavo.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Diciembre 16, 2013
Michelle Bachelet Jefa de Estado
Dos hechos cambiaron el curso oprobioso que durante
siglos colocó a la mitad del mundo, a las mujeres, en un verdadero apartheid y
segregación por sexo: el voto universal femenino en Nueva Zelanda en 1893 y la
elección en 1960 de la primera jefa de Estado, Siramavo Bandaranaike en Sri
Lanka.
Han pasado exactamente 53 años desde el ascenso de
Bandaranaike, y en esos años, tras la segunda guerra mundial y la Declaración
Universal de los Derechos humanos, todavía la ciudadanía femenina está puesta a
debate y menudean las restricciones a su participación política. A pesar de
ello, en cinco décadas las mujeres han sido jefas de estado, parlamentarias,
alcaldesas y responsables de ministerios y embajadas. Millones acuden a
votar en cada elección en sus países.
Este domingo Michelle Bachelet se convirtió en las urnas
(con 62.2 por ciento de los sufragios) en la primera mujer reelecta para la
presidencia en Chile. América Latina en 2014 tendrá cuatro jefas de Estado, las
otras tres son: Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina y
Laura Chinchilla en Costa Rica. Dilma Rousseff y Michelle Bachelet son
socialistas.
Se sabe que un gran vuelco es imposible. Para Chile esta
es una oportunidad de hacer a un lado los residuos del pinochetismo: cambiar la
constitución, reconocer y ampliar los derechos de las y los trabajadores y
desarrollar una política a favor de la igualdad entre mujeres y hombres que
enarboló la socialista Bachelet desde Naciones Unidas, entre 2010 y 2012.
Su reto es desarrollar una nueva reforma educativa,
democrática e incluyente, un pendiente que dejó muy mal sabor de boca durante
su anterior gestión.
No se sabe hasta dónde tendrá la voluntad política para
cumplir la agenda de género, la misma que promocionó y demando de todos los gobiernos
durante su responsabilidad en ONUMujeres.
Ninguna política, jefa de estado, ha tenido como ella
tanta información sobre la condición social de las mujeres en el mundo. Nadie
como ella ha podido constatar todas las formas de exclusión y discriminación
femenina; sus discursos en ONU Mujeres, suaves pero firmes, llamaron una y otra
vez a los gobiernos para hacer de la igualdad en las leyes una igualdad real en
la vida cotidiana.
Recordar ello, significa, una esperanza para las chilenas
y un decálogo ejemplar para los gobiernos del mundo. ¿Será posible?
Desde la ONU de la tarea para eliminar la violencia
contra las mujeres, Bachelet reconoció sistemáticamente que “aunque la igualdad
entre las mujeres y los hombres está garantizada en las Constituciones de 139
países y territorios, con demasiada frecuencia a las mujeres se les niega el
acceso expedito a la justicia y a la protección contra los abusos. Esto no se
origina por desconocimiento sino por una falta de inversión y de voluntad
política de respetar las necesidades de las mujeres y de proteger sus derechos
fundamentales.”
Sus compromisos electorales, sus dichos en plena campaña
la comprometen a romper un círculo vicioso donde la concertación impidió
desmantelar la funesta historia del pinochetismo. El 28 de octubre último
Bachelet se manifestó partidaria de la “despenalización de la interrupción
voluntaria del embarazo” pero sólo en tres casos: peligro de la vida de la
madre, violación o inviabilidad del feto”, ya que en Chile el aborto está
totalmente penalizado. También, propuso promover el matrimonio igualitario y
ofreció, que tras un “debate abierto y participativo” enviar un proyecto de
ley. Ojalá su nueva mayoría la apoye.
Y como todas las primeras magistraturas tendrá que
mejorar la vida de las y los ciudadanos de cara a la situación económica. Ella
ha dicho claramente (febrero 2011): “Las evaluaciones hechas en 134 países por
el Foro Económico Mundial, que hace el seguimiento del desempeño en materia de
igualdad de género, indican que hay una correlación evidente entre el progreso
en materia de género y el PIB per cápita. Asimismo, un estudio reciente mostró
que las compañías de la lista Fortune, en 500 que tienen la mayor cantidad de
mujeres en sus juntas directivas eran 53 por ciento más lucrativas que las que
tenían menos mujeres en sus juntas directivas” y estudios semejantes señalan
que la primera magistratura en manos de las mujeres, aceleran el progreso
social y la justicia.
Partidaria de acrecentar lo que se conoce como masa
crítica femenina, en los espacios de toma de decisiones, también se esperaría
una reforma electoral que abra nuevos espacios de participación política para
las mujeres. Ella ha recomendado sistemáticamente, que las mujeres deben estar
en todos los espacios, ser expertas en todos los temas, abrir debates, crear
leyes y acciones que den a las mujeres nuevos elementos para su avance.
Propiciar la masa crítica femenina.
No obstante que los datos mundiales siguen siendo
exiguos.
•Sólo un 20,9 por ciento de las y los parlamentarios
nacionales eran mujeres al 1 de julio de 2013, lo que significa que la
proporción de mujeres parlamentarias ha aumentado muy lentamente desde 1995,
cuando se situaba en un 11,6 por ciento.
•En junio de 2013, 8 mujeres eran Jefas de Estado y
habían 14 Jefas de Gobierno.
•En mayo de 2012, Ruanda era el país del mundo con mayor
número de parlamentarias (un 56,3 por ciento de los escaños de la cámara baja).
•A escala mundial, en julio de 2013, había 37 Estados
donde las mujeres representaban menos de 10 por ciento del total de las y los
parlamentarios en cámaras individuales o cámaras bajas.
•Sigue existiendo diferencias importantes en los
porcentajes promedio de parlamentarias según las regiones, entre unas cámaras y
otras y entre las cámaras altas y bajas. Al 31 de mayo de 2012 se registraba
los porcentajes siguientes: África subsahariana, 19,7 por ciento; Oriente Medio
y África del Norte, 13 por ciento; Asia, 17,9 por ciento; región del Pacífico,
14,9 por ciento; Américas, 22,8 por ciento; países nórdicos, 42 por ciento; y
Europa, excluidos los países nórdicos, 21,1 por ciento.
•En enero de 2012, sólo un 17 por ciento de los cargos
ministeriales estaban ocupados por mujeres; la mayoría de ellas se ocupaba de
los sectores sociales, como la educación y la salud
•La representación de las mujeres en los gobiernos
locales ha influido favorablemente. Una investigación sobre los panchayats
(consejos locales) de la India puso de relieve que el número de proyectos de
abastecimiento de agua potable en zonas en los que dichos consejos están
liderados por mujeres era un 62 por ciento mayor que en el caso de aquellas
cuyos consejos están liderados por hombres. En Noruega se encontró una relación
de causalidad directa entre la presencia de mujeres en los consejos municipales
y la cobertura del cuidado infantil.
•En general, se considera que la “masa crítica” con
respecto a la representación de las mujeres se sitúa en el 30 por ciento. En
julio de 2013, 35 países, de los cuales nueve se encuentran en el continente
africano, habían alcanzado dicho porcentaje de referencia. De esos 35 países,
29 habían aplicado algún tipo de cuota, lo que incentivó el aumento de la
participación política de las mujeres.
•A diferencia de lo que suele suponerse, la presencia de
un mayor número de mujeres en la política no está correlacionada con niveles
más bajos de corrupción. Lo que se observa, más bien, es la existencia de una
correlación entre los sistemas políticos democráticos y transparentes y unos
niveles de corrupción reducida; y ambos elementos crean a su vez un entorno
propicio para un incremento de la participación de las mujeres.
En hora buena para Chile, para sus mujeres y sus niñas.
El futuro es promisorio.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Diciembre 9, 2013
El Año de las Reformas Exigibles
Los
balances sobre el desempeño del primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto,
son diversos, relativos y muy críticos. No podría una decir que tenía
esperanzas de una revolución. Lo que toca a las mujeres me llama la atención,
por diversas razones. Es decir, para reflexionar y tomar nota. Yo diría que
estamos frente a hechos y leyes que son exigibles y ofrecen un enorme campo de
acción.
La
situación y condición de las mexicanas es tremenda. Las cifras que el gobierno
ofreció al comienzo de la administración no sorprenden. Ratifican. La violencia
contra las mujeres se duplicó; creció hasta 400 por ciento en el noreste del
país; el hambre alimentaria es una realidad lacerante ligada a la condición
subordinada de todas las mujeres, pero especialmente de las más pobres; la
discriminación, significa que muchas mujeres aún tienen que pedir toda clase de
permisos, hasta para votar; la desigualdad en materia de representación
política obliga a un cambio profundo, donde urge derribar el machismo en los
partidos políticos, entre los caciques locales y en la vida diaria. Hay una
resistencia fundamental en los órganos de poder político.
La
ratificación de que se crearon poderes gigantescos en los gobiernos estatales,
de la cuestión electoral al manejo de los recursos para la Educación, la
indiferencia ante la violencia contra las mujeres, y la pérdida de control
gubernamental y de Estado, ha sido delineada y admitida. Los conflictos han
dado lugar a muy diversos reconocimientos. Claro, me dirán, y a las tímidas
acciones.
La
corrupción, el desaseo del trato a los medios de comunicación, la continuada
violencia contra los medios es también un dato oficial, y del gobierno de Peña
Nieto también provino la certeza de que no era posible mantener el duopolio
comunicativo.
Ello,
dicho así, sólo para plantear que la vuelta del PRI al poder, ha significado
toda clase de debates. La apuesta del Pacto por México no aguantó los 12 meses.
Se trataba de una apuesta de cogobierno que ya hizo agua. Pero lo que hubo
fueron reformas, dos de ellas sustantivas: la de comunicaciones y con todo y
las críticas, la de Educación, ambas largamente esperadas, deseadas.
Otras
importantes, pero apenas iniciales.
Yo
destacaría una de gran importancia para las mujeres, si se la sabe leer y
exigir. La tercera línea del Plan Nacional de Desarrollo, para transversalizar
la perspectiva de género en toda la administración pública es una novedad
reivindicativa. Significa que ningún servidor público, secretario, director de
algún órgano desconcentrado o descentralizado, presidente municipal o político,
puede hoy evadir su responsabilidad, puesto que sólo así los derechos de las
mujeres podrían hacerse efectivos.
Yo
no creo en el bendito y aclamado presidencialismo. Pero si el gobierno federal
se compromete a esto, entonces tendría que desaparecer la simulación: los
tallercitos de tres horas para educar en género a los funcionarios; los presupuestos
pírricos para enfrentar el tamaño del problema de la violencia contra las
mujeres; la falta de “armonización” de las leyes y mecanismos de evaluación
transparentes, que nos digan dónde está el dinero y los obstáculos. Donde se
halla el control, porque hay secretarios de Estado que todavía hablan
eufemísticamente de la desigualdad. Ya es hora señores funcionarios y señores
gobernadores. Hay situaciones inaceptables en los órganos de promoción de los
derechos de las mujeres en los municipios.
Y
resulta que el 26 de noviembre en Tlapa, Guerrero, Peña Nieto dijo ¡ya basta¡ a
la vergüenza de la violencia de género. Y ahí llamó a los gobernadores a
entrarle a un problema que han querido menospreciar, al que no le ponen interés
y mantienen la complicidad y la impunidad. Toca ahora ver si Peña Nieto indica,
promueve, hace, que las recomendaciones internacionales se cumplan. Hay
temor que los centros de justicia se conviertan en enclaves de la burocracia o
nueva simulación. ¿Dónde está la estrategia en los tribunales? ¿En los
ministerios públicos? ¿En los medios de comunicación?
También
es un indicativo de respuesta a la sociedad civil, el cambio en el Reglamento
de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia, referido a la
declaratoria de la Alerta de Género y aunque ha parecido limitada, obtusa y
discordante, lo cierto es que ahora definirán la posibilidad de la Alerta, un
grupo de expertas, por estado, municipio o región. No debíamos sólo
defenestrarla sino exigirla. Esto es, con el nuevo ordenamiento, probar, llevar
las demandas de alerta y reconocer que las expertas son las que ha definido la
academia, las organizaciones de mujeres y las feministas. Es decir, habría que
mandar todas las demandas y ver qué pasa.
Lo
mismo hay que analizar cómo se hará el reparto de los nuevos presupuestos.
Antes que decir que no pasa nada, ver hasta donde dan los compromisos. Y es que
con la cruzada contra el hambre, se quiere tapar el tema de las desigualdades
de género. Habría que echar un buen ojo en cada discurso y cada reforma.
Ponerse al día, demandar con conocimiento de causa y en su caso, entonces
defenestrar.
Yo
digo que la reforma de mayor calado es la del artículo 6º. y 7º.
Constitucionales donde se releva la importancia de trasmitir en los medios de
comunicación información de calidad, plural y donde se habla de ofrecer canales
radioeléctricos para la sociedad. Nos estamos tardando.
Y
la otra, la que propone el 50/50 en la representación política de las mujeres.
No se sabe dónde quedó. No he visto, no he conseguido saber si ello se
intentó poner en la reforma política que ya está cocinada. No vi
manifestaciones femeninas pidiendo que eso lo hagan todos los gobernadores,
todos los diputados, todos los asambleístas, no me he dado cuenta si las diputadas
y militantes ya lo discutieron con sus partidos políticos.
Yo
creo que el aire reformador, considerando que hay cosas que no pasarán,
pensando que la cuestión del petróleo nos convoca a la rebelión, no debiera
echar, como siempre, a un lado los posibles avances de los derechos de las
mujeres o el plan de exigencia organizado. Ahora resulta que efectivamente hay
más voces oficiales sobre la urgencia de la igualdad sustantiva, de hecho, que
en el movimiento social de las mujeres. Salvo reconocibles excepciones. Eso sin
contar con las reformas Constitucionales sobre los Derechos Humanos que habría
de exigir.
Sí.
Peña Nieto no ha podido quedar bien con nadie. Pero también es cierto que en su
circunstancia, sabedor que no tiene todas con él, que el conflicto se siembra y
expande por todas partes debido a la desconfianza bien ganada, da un espacio de
coyuntura para que nos cumpla, para que realmente él mismo se ponga a estudiar
género; para que no sea una suma de ilusiones el Programa de Igualdad ni quede
sin eco el tema del plan de prevención, atención y erradicación de la violencia
contra las mujeres. En el tablero del ajedrez, todas las piezas cuentan. ¿Dónde
está la movilización?
Durante
mucho tiempo hemos estado esperando. Sabemos del engaño sistemático y la
simulación gubernamental. Pero si no podemos movilizar a millones de mujeres,
que se quedan entretejidas en la disputa del poder, que pone en primer plano lo
que los hombres siempre dicen, la política de altura, la que tiene que ver con las
“grandes” decisiones, “la riqueza de la nación”, y ¿las mujeres? Ellas, miles
ahora en las calles contra la Reforma Educativa y la privatización del
petróleo. Me pregunto porque no hay miles demandando la igualdad sustantiva,
verificando el presupuesto, señalando dónde –nuevamente hasta el cansancio-
están los enclaves de la violencia y el asesinato contra las mujeres. Ya es
tiempo.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Noviembre 12, 2013
La
actual administración de Enrique Peña Nieto que cumplirá un año el próximo 1 de
diciembre, tiene grandes dificultades y un horizonte inseguro. Primero porque
tiene problemas de credibilidad en una inmensa gama de la ciudadanía mexicana;
porque el problema de la violencia no puede enfrentarse con reformas e
instrumentos o medidas en lo inmediato y porque vivimos una profunda
desigualdad social y económica.
Además
de esos tres factores, el gobierno de Peña Nieto no tiene alternativas viables
para responder cabalmente a la insatisfacción de los grupos de poder como
los empresarios, los antiguos políticos, la iglesia y a los grupos
económicos regionales, encima, tiene sobre sí la mirada internacional, cada día
más exigente.
El
caso del asesinato hace 15 años de la ciudadana holandesa Lester van Nicrop, ha
planteado hace unos días una especie de examen por parte de la embajada de los
Países Bajos. El embajador Dolf Hogewoning citó en su residencia a líderes
de organizaciones no gubernamentales, funcionariado público y representantes de
partidos políticos, para señalar que es necesario asesorar a México para
enfrentar la violencia feminicida contra las mexicanas y sostuvo que el caso de
Hester, que tiene 15 años, debe resolverse.
Aunque
el embajador de Holanda pintó al tema de colaboración y sostenida preocupación,
ya que nos informó de paso que su país aporta económicamente al Observatorio
Nacional del Feminicidio, realmente está hablando de que la preocupación de
muchos gobiernos estriba en el grado de impunidad que existe en nuestro
país; de la incapacidad en los procesos de investigación y la falla y
corrupción policiacas. Menudo asunto. Si a ello agregamos las más de 176
recomendaciones que sobre la violación a los derechos de la población han
hecho a México los organismos internacionales de Derechos Humanos, y cómo se nos
está juzgando en los foros de Naciones Unidas.
Al
tema del asesinato de mujeres y la incapacidad del Gobierno, habría que añadir
las desapariciones de mujeres en México, que sumaron unas ocho mil durante el
pasado sexenio. Y según el Centro de Investigación y Capacitación “Propuesta
Cívica”, solamente este año en el Estado de México más de 145 mujeres han
desaparecido, sobre todo en municipios orientales como Valle de Chalco,
Chimalhuacán y Ecatepec.
En
Chihuahua, según datos del gobierno de ese estado, en lo que va de 2013, han
sido reportadas 126 desapariciones de mujeres y, de 2008 a 2013, 49 asesinatos
han sido tipificados con la figura de “feminicidio”. Es decir, el tema es
alarmante y lamentable.
Hace
seis años que se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia que define la violencia feminicida y reconoce legalmente la
violencia contra las mujeres y aunque varias entidades han tipificado el
feminicidio como delito, nada de todo esto significa algo para detener la
desgracia.
Mirado
así, a unos días del primer año de gobierno, las cosas no tienen futuro ni
esperanza. Y los esfuerzos del grupo gobernante por cogobernar con la
oposición, empiezan a diluirse en la medida en que la reforma energética crispa
a los sectores liberales y nacionalistas; respecto de la Reforma Educativa, en
los hechos está obstaculizada por una inmensa masa magisterial con razón o por
ignorancia; también se ha levantado una gran oposición a las reformas fiscales
y hace agua la estrategia de diálogo sin consenso que no convence a
los extremos de la crítica social.
En
medio de todo ello, hay una enorme dificultad para poner en práctica la quinta
línea de acción del Plan Nacional de Desarrollo, que es transversalizar la
perspectiva de género en los tres órdenes de gobierno y en toda la
administración pública.
Ello
es así, porque la política del gobierno actual, se enfrenta a una herencia
demoledora: durante el foxismo y el calderonismo se puso en práctica lo que yo
llamo la tecnocracia de género, una suerte de hacer sin hacer, de intentar
promover la comprensión de la desigualdad entre hombres y mujeres, sin
realmente ir al fondo del problema. Una manera de obtener recursos
internacionales sin verdaderamente intentar mejorar el conflicto entre los
géneros.
Muchas
acciones en el calderonismo se diseñaron en contra de los principios básicos
que podrían haber animado esta política. Por eso hoy gobiernos como el de
Holanda, pueden demandar a Peña Nieto que actúe frente a la violencia contra
las mujeres, sabiendo que tampoco su grupo está realmente interesado en mejorar
las relaciones entre hombres y mujeres. Menos tomarlo en serio como una línea
de acción gubernamental realmente trascendente.
Con
motivo del 25 de noviembre, en que millones de mujeres en todo el mundo se
levantan contra la violencia de género y la impunidad, se lanzó, sin
repercusiones mayores, la consulta nacional para enderezar la política pública
que pudiera mitigar las violaciones sexuales, el hostigamiento y el homicidio
contra las mujeres. El programa nacional contra la violencia de género.
Hay
una especie de letargo, de falta de sensibilidad, de oídos sordos y falta de
credibilidad. La imposible aplicación de la alerta de género, la inexistencia
de una comunicación acertada para explicar ahí que pasa exactamente, cómo es
que la ley no se puede aplicar, cómo es que los gobiernos de los estados, esos
que se han erguido como grandes cacicazgos y enclaves de la corrupción, ni leen
ni conocen y menos van a aplicar la ley, nos van a explicar que hicieron con
los recursos para la prevención y atención a la violencia de género.
El
embrollo de este gobierno es muy grande. Cómo volver a la gobernabilidad, cómo
hacer que los gobernadores rindan cuentas. Es el mismo caso de la reforma
educativa, que instalada en la Constitución, no puede operar, si los
gobernadores no dicen qué hicieron tantos años con el dinero que se les
trasladó mediante la descentralización educativa, si no sabemos bien cuántos
maestros hay y cuántas escuelas funcionan y cómo.
Es
lo mismo. Nadie sabe cómo funcionan los mecanismos de prevención de la
violencia, las fiscalías de género, las personas que las operan, si vemos como
hubo y hay una simulación en su capacitación, en su formación, en sus
responsabilidades. No hay, que yo sepa y lo he buscado, una evaluación de estas
acciones.
Probablemente
la consulta para enderezar esa política, lanzada por el Instituto Nacional de
las Mujeres, busca y sería interesante, hacer esa evaluación fundamental,
que va más allá de los diagnósticos continuados que hacen diversas
instituciones, sobre el tamaño del fenómeno.
Pero
qué pasa. Alguien tendría que demandar que se explique qué pasó. En democracia,
como nos dicen y nos reiteran, tendrían que pedirse cuentas. Felipe Calderón
tendría que decir por qué en lugar de disminuir aumentó la violencia contra las
mujeres; qué hicieron las instituciones al respecto, cómo se gastó el dinero en
las dependencias de Gobernación, de la Procuraduría General de la República, de
las agencias especializadas en delitos sexuales, en los tribunales y entre las
y los jueces.
Alguien
tendría que evaluar si se aplicaron y cómo los recursos cuantiosos etiquetados
en la Cámaras para la operación de los institutos y secretarías de la mujer en
diversas entidades del país, donde crecieron y se multiplicaron las
burocracias.
Y
es probable que ello esté en el horizonte de las propuestas y preocupaciones
institucionales del gobierno federal. Pero lo cierto es que no parecen cercanas
las respuestas y no parece haber una masa crítica ciudadana que lo exija, que
vaya más allá de las inercias instituidas en los años de gobiernos panistas,
esos años de grandes reformas y leyes para mitigar la desigualdad entre hombres
y mujeres. Un asunto que debiera ser el eje de este próximo 25 de noviembre,
para dejar de mentir, de desviar, de simular.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Noviembre 4, 2013
176 Recomendaciones a México por la Violencia
No se puede callar.
No es posible obviar la situación. Ya nada puede alentarnos. La violencia es
irrefrenable, tenemos años gritando. Tal vez mal. Probablemente no hemos podido
crear una verdadera masa crítica. Tal vez nos hemos acostumbrado a protestar
sin accionar.
Tenemos decenas de
denuncias internacionales en trámite; nos enfrentamos a un sistema que no hace
justicia a nadie y trata de ocultar lo que sucede. No es posible entenderlo y
es posible que nuestros gritos un día se escuchen. Sólo en 2013 tres
periodistas asesinados, tres desaparecidos, más de 90 agresiones. Al menos tres
casos emblemáticos en Sonora, Guanajuato y Morelos de feminicidio; violaciones
y hostigamiento sexual que se acumulan en los archivos de las procuradurías.
Lo peor es que en
estos días los gobiernos, apoyados por sociedad civil, crean nuevas
disposiciones legales. Como en los últimos 14 años, para luego ser desatendidas,
violadas y de sólo papel mojado. ¿Para qué? Y tampoco sirven de nada las
fiscalías o los mecanismos de protección, porque cínicamente, las autoridades
dicen no hay dinero para hacerlas eficaces. Igual ineficaz ha resultado la
Alerta de Género.
La violencia y la
violación a los derechos humanos está documentada claramente, los datos y las
declaraciones serán motivo que en noviembre da mucho que decir y habrá muchos
nuevos y mentirosos discursos. Hay en la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) 20 recomendaciones para atender la violencia feminicida ¿Y qué?
El Examen Periódico
Universal (EPU) de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas,
reprobó a México. La información señala que el país tiene 176 recomendaciones
que lo condenan y es claro que en materia de derechos humanos, somos un país
imposible. Todo ello cae en la indiferencia.
Según el abogado
Rodolfo Domínguez, del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, los
casos de violencia feminicida, del hostigamiento al asesinato están
argumentadas, hay volúmenes inmensos de pruebas y contundencia en los
testimonios, pero ello sólo ha conseguido que el gobierno busque salidas
inaceptables, de la impunidad cotidiana a una respuesta sistemática que busca
ocultar y minimizar el problema.
De los datos
disponibles y publicados, de 2007 a junio de 2012, se perpetraron cuatro mil
112 homicidios contra las mujeres, sólo en 13 entidades. Amnistía Internacional
asegura que en 10 entidades la situación es muy preocupante. En los últimos
años se ha pedido que se active la Alerta de Género en 11 estados, pero en
todos los casos se desechó.
Los relatos de
los asesinatos no se pueden expresar, por su carácter inadmisible y sus
características monstruosas. Los detalles hablan de tortura y acciones
indescriptibles. En Guanajuato, las cosas han llegado al colmo, tanto que el
Instituto Nacional de las Mujeres pidió al gobierno panista de esa entidad que
resolviera y dejar de afirmar que no se trata de homicidios, sino de
accidentes o enfermedades incurables. Nadie parece oír nada.
Informes de la Cámara
de Diputados señalan: en 2010, se registraron en México dos mil 335 muertes
femeninas con presunción de homicidio, es decir, 6.4 al día. Esta cifra muestra
que respecto de los últimos 25 años, 2010 fue el más violento para las mujeres.
Las entidades que
para 2010 concentraron el mayor número de asesinatos violentos contra las
mujeres son Chihuahua (567), Estado de México (270), Distrito Federal (142),
Guerrero (115), Baja California (112) y Sinaloa (107).
Entre 1985 y 2010 el
acumulado de muertes femeninas con presunción de homicidio fue de 36 mil 606.
Un tribunal feminista que en Jalisco analizó un feminicidio, una desaparición
forzada, condenó al Estado, pero muy pocos medios lo publicaron.
La Comisión Nacional
para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, dependiente de la
Secretaría de Gobernación sostiene que entre 2001 y 2010 ocurrieron 14 mil 991
muertes por homicidio en mujeres: el 39.38 por ciento de estos decesos (5 mil
900) datan del periodo 2008- 2010; la tasa de homicidios dolosos de mujeres
para 2010 fue de 4.5 por cada 100 mil mujeres. Esta cantidad superó el promedio
global reportado para el Continente Americano, que fue de cuatro e implicó un
retroceso de 14 años para el país que desde 1996 no reportaba tasas similares.
Imposible continuar
con datos y más datos.
Podemos poner algunos
rostros a esta maldición: El asesinato de Priscila Carolina Hernández Guerra,
de 21 años, ocurrido el 1 de julio pasado en un hotel de Bahía de Kino, en
Hermosillo, Sonora, será estudiado el próximo martes por los magistrados de la
Suprema Corte de Justicia de Sonora. La joven fue asesinada por Singh Siddhart,
un hindú de 26 años, quien la torturó con una espátula, con sierra, un tenedor
y un abrelatas por más de una hora, después la estranguló y a pesar de que
confesó su crimen, un juez no encontró los elementos necesarios para
consignarlo por homicidio calificado con brutal ferocidad, alevosía y ventaja.
Se trata del Juez IV penal, Mario Alberto Granados.
Como si fuera una
burla en Sonora el pasado 23 de octubre las comisiones de Justicia y Derechos
Humanos y Asuntos de Equidad y Género del Congreso local aprobaron el proyecto
de dictamen para reformar el Código Penal de esa entidad a fin de incluir el
asesinato por causas de género. Y en Chiapas se anuncia algo similar ¿Y
para qué?, si la Constitución es muy clara, pero nadie parece leerla.
Los relatos indican
que tipificar el feminicidio ha servido para minimizar el problema. Un caso
emblemático es el de Oaxaca, donde el relato de la sociedad civil grita y
grita. Hay casos inadmisibles en todo el país. Y no hay respuestas, los
gobiernos desestiman las peticiones de la Alerta de Género, que está en la ley,
pero que nadie la respeta. Todo comenzó en 2010 en el Estado de México que
gobernaba entonces el presidente Enrique Peña Nieto. Sólo el informativo Sin
Embargo hace investigación buscando la verdad.
En Morelos donde la
contabilidad de 2000 a 2013 indica 533 asesinatos, el gobierno perredista,
encabezado por Graco Ramírez, considera que no hay tal. Por eso la Comisión
Independiente de los Derechos Humanos llevó el caso a la CIDH y ha usado miles
de recursos mediáticos, sin que obtenga respuesta.
A estas alturas se ha
olvidado las violaciones de elementos del Ejército en Chiapas, de tres indias
Tzeltales en 1994. Y está pendiente la justicia en la región Loxicha en Oaxaca.
En Chiapas el gobierno verde reconoce 97 asesinatos recientes, 38 solo en 2013;
en Jalisco la cuenta va en 98, sólo en este gobierno, que en el caso es del
PRI.
En el Noveno
Encuentro Nacional Feminista, celebrado en Guadalajara, Jalisco, la abogada
María Guadalupe Ramos dijo que ante la negativa de las autoridades estatales a
tipificar como feminicidio el crimen de una catedrática, llevarían el caso ante
el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la
Mujer (CLADEM), Jalisco, para que este lo presente ante la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), este martes.
Hay audiencia de esa
corte. Se darán nuevas recomendaciones, otra vez todo dios se lamentará.
Mientras en noviembre, puesto que el 25 se conmemora el Día de la No Violencia
Contra las Mujeres, servirá para nuevas lamentaciones. Pero de resultados nada.
Es posible que sea
necesario reactivar la masa crítica, como nos dijo a periodistas Carmen
Aristegui, que pidió ética y no olvidar. Tal vez un día, movilizarse
realmente contra estos crímenes de lesa humanidad hará la diferencia. No
podemos callarnos, está bien, lo grave es que no actuamos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
OCTUBRE 28, 2013
Contrastes del Encuentro Feminista
Cientos de mujeres en Guadalajara, Jalisco. En un hotel
de cinco estrellas enorme y con todos los servicios. Empoderadas y campantes,
caminaron de un salón a otro durante tres días, discutiendo el futuro de México
con las mujeres en el centro. Casi nada indica que se tratara de las antiguas,
de las de la tercera ola que comenzaron como contestatarias.
Mujeres indígenas que venden sus productos y duermen en
el suelo, venidas de las montañas y zonas de refugio del occidente del país;
una orquesta maravillosa de Santa María Tlahuitoltepec con jóvenes de 10 años a
21, orquesta llamada Mujeres del Viento
Florido, que estremece nuestros sentidos, ellas si empoderadas por el arte;
jóvenes rebeldes y contestatarias, más preocupadas por la consigna que por el
feminismo, en fin, una diáspora tan enorme, que en los 80 hubiéramos dicho: no
es feminismo, es movimiento amplio de mujeres.
Acudieron mujeres de organizaciones sociales, alumnas de
estudios de género, estudiantes de todas las universidades, trabajadoras y
dirigentes de los institutos de las mujeres y otras instituciones oficiales y
particulares. Mujeres mayores recién llegadas al feminismo.
Lo que más me llamó la atención es que la palabra,
feminismo, no ahuyentó a nadie, más bien convocó a cientos de mujeres que por
jóvenes, muy jóvenes quieren saber por qué su cuerpo está encapsulado por el
poder y mujeres de mediana edad que no se asustan con la denominación de
feministas y quieren saber de qué se trata.
Todas confluyen en una cuestión fundamental: reconocer
que a pesar de todo, los años, las leyes, los discursos, los miles y miles de
conversatorios, talleres y seminarios sobre la condición social de las mujeres,
aún se vive discriminación, injusticia y
sobre todo violencia, esa que se práctica dentro de la casa y aquella que
ejerce el patriarcado, en todos los espacios.
Llama la atención que a estas cientos de mujeres de todo
el país, no las limita nada. Dentro de la reunión usan y ejercen su libertad.
Bailan, se reúnen en la piscina a discutir su autocuidado, disfrutan y se sorprenden de lo que muchas
personas dan por sentado: que las mujeres caminan por un espacio seguro y al
éxito. Nada de eso.
También en este encuentro, el Noveno desde que en los
años 80 se reunieron en Acapulco, reveló que estamos, otra vez, en dos grandes
y abultadas corrientes. Las empoderadas, sus organizaciones no gubernamentales,
sus proyectos que ya no tienen necesidad de discutir nada ni de encontrarse y
esas miles de mujeres levantadas en pueblos y comunidades; que organizan
asociaciones sociales y se preocupan al mismo tiempo por su pueblo, el hambre y
todo lo que propagandizan los hombres, pero empiezan a verse a sí mismas.
En ese comienzo muchas quedarán por el camino, otras no.
Vi, ahí a las mujeres del sindicato de costureras que en 1985 sólo buscaban
mejorar su trabajo y ahora encabezan una organización o un grupo de conciencia
feminista.
Dirían las expertas: es que ya cundió la cultura
feminista y es imposible que las mujeres, al menos esas, politizadas,
organizadas, rebeldes, no sepan que tienen derechos. A veces no lo saben con
certeza, no han leído ni reflexionado, pero tienen la piel sensible y saben que
algo anda mal. Ahí, en Guadalajara estuvieron. Son esa masa inmensa que se ha
ido multiplicando con los años.
Lo que preocupa, en todo caso, es que de ellas, tan
diversas, una nueva fuerza necesita convicciones y un piso básico de
conocimientos, inquietudes y claridad. El feminismo atenta contra las
instituciones patriarcales; no se refiere sólo a temas o asuntos, sino que
propone otro tipo de sociedad, con otras coordenadas y nuevos principios. Donde
es verdad que se pelea por el respeto a los Derechos Humanos, pero no se queda
ahí, busca las libertades fundamentales y amplias de las mujeres; pone en jaque
a la familia tradicional y patriarcal; sospecha que la esclavitud de las mujeres comienza con el matrimonio y
ha hecho crítica profunda a lo que se llama amor romántico; pone en crisis la
maternidad tradicional que no se reduce al pago de alimentos, y no es sólo autoestima, es recuperación de
la libertad.
Bueno todo ese titipuchal de transformaciones traíamos en
la bolsa las de los años 70. Lo traen un montón de jóvenes universitarias y
contestatarias -por suerte-, pero hay muchas mujeres que se confunden entre sí
mismas y como siempre, las penalidades de otras y otros; los pescadores, el
abuso de las compañías mineras en campos y desiertos; los presos de todas las
luchas, sus esposos, hijos, maridos, pero también integrantes de sus
organizaciones, donde ellas son excluidas en la práctica.
Es este el nudo, el principal nudo para construir una
fuerza. A nosotras, las de antes, que fuimos descubriendo la subordinación
femenina, nuestra fuerza venía de ahí, del cuerpo y la urgencia de nuestra
libertad. Venía del significado de un sistema de poderes jerarquizado. Algunas
por eso están conformes con avances sustantivos; otras sospechan de sus
límites; algunas mas no creen en nada de eso. Y como en una rueca permanente,
hay que volver al principio, cuando una escucha, mil veces repetidos, los temas
sociales de siempre, la injusticia y el mal gobierno, sin las mujeres en el
centro. Y vuelta a empezar. Nadie está en contra de la defensa de todas y de
todos, pero la cosa es dónde estamos nosotras, nuestra vida.
El Noveno Encuentro Nacional Feminista ha dejado este
hecho al descubierto. Hoy no se habla de nuestro cuerpo sino como protegerlo de
la inseguridad social, pero no de la
inseguridad de todos los días, de esa que se vive en el noviazgo, en la pareja
juvenil; ya no se habla de la carga injusta de los hijos e hijas; ni de la libertad y la autonomía, sino de la
pobreza extrema, cierta y lacerante, pero donde las mujeres se quedan
hambreadas por dar a sus hijos; no se habla de la emancipación milenaria de la
opresión, sino de la injusticia y la violencia que nos oscurece al mundo, pero
donde no se ve ahí, en el centro, especialmente a las mujeres; hoy se victimiza
demasiado, por cierto, sin duda, de la desigualdad social, pero a un lado está
la desigualdad profunda entre hombres y mujeres.
Eso preocupa. Quizá porque ha rebasado la desgracia
nacional y ahora lo que urge, más que nuestros derechos, es horadar al sistema.
Quizá, pero urge conectar con el sistema patriarcal al feminicidio y no
solamente con el mal gobierno. La pobreza al patriarcado y no sólo a lo que
conocemos y decimos como sistema; a la subordinación con la corrupción, aún
dentro del propio movimiento; al desconocimiento milenario con el tema de la
clase, donde las mujeres somos las más pobres, no sólo por la cuestión
económica, sino por la exclusión patriarcal.
De eso se trata. Si no son los asuntos de cada una, en su
pueblo y su espacio, pudiéramos construir una fuerza, nacida, otra vez, de la
rebeldía.
saraloveralopez@gmail.com
Por la vida y la libertad de las mujeres
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
OCTUBRE 16, 2013
La Paridad: un Anhelo Democrático
Un
principio básico de la democracia es la participación y los derechos políticos
de todas las personas. Así lo estableció la ONU desde 1945. Hoy, vemos que el
reconocimiento de la igualdad de mujeres y hombres en los asuntos públicos, es
tardía e insuficiente. De acuerdo con todos los estudios y análisis, son las
dirigencias partidarias las que han puesto obstáculos a las mujeres, a pesar de
que ellas son el sustento de sus partidos.
Hoy, como
ayer, resulta que el Ejecutivo de la Nación, con motivo del 60 aniversario del
voto ciudadano para las mujeres, anunció una iniciativa que obligará a los
partidos políticos a elaborar sus listas electorales con 50 por ciento de
hombres y 50 por ciento mujeres: se llama paridad.
Así
sucedió cuando los ejecutivos avalaron las candidaturas municipales en Yucatán
y San Luis Potosí y cuando el presidente Lázaro Cárdenas envió en 1937 la
iniciativa para que las mujeres pudieran votar. Entonces quedó frenada por el
miedo pensado de que las mujeres votarían en contra del partido oficial.
Lo mismo pasó con Miguel Alemán quien propuso y se modificó el artículo 115
Constitucional para que las mujeres tuvieran el voto municipal en 1947; en 1953
un puñado de mujeres empujó la reforma que nos dio el voto, éste que celebra
sus 60 años, su tercera edad.
No es
extraño que esto suceda con Peña Nieto. La iniciativa para reformar el
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) ya
se había consensado por las 44 senadoras de la República, tras un paquete de
iniciativas varias que empezaron a conformarse el año pasado, por el grupo
plural de mujeres quienes, como siempre, fueron las primeras en poner el dedo
en la llaga: no puede hablarse del adelanto de las mujeres si éstas no pueden
ejercer sus derechos y están impedidas para ocupar espacios donde se toman las
decisiones.
La pura
medida electoral contiene un mandato para que las fórmulas electorales sean de
un mismo sexo y que los partidos cumplan sus estatutos y destinen el dos por
ciento de sus recursos para capacitar a mujeres en liderazgo.
De este
modo el presidente Enrique Peña Nieto simplemente se sumó. En hora buena. Es
posible que de este modo los partidos políticos recapaciten, porque
sistemáticamente le han dado la vuelta al asunto, desde hace más de 20 años en
que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue el primero en incluir en
sus documentos básicos que al menos 20 por ciento de sus candidaturas serían de
mujeres y que haría lo mismo con los puestos en la dirección y operación
partidaria. Hubo grandes resistencias y menudearon las anécdotas de burla y
escarnio. No cumplieron. Siempre hay que denunciarlos para que cumplan
parcialmente.
Fue largo
el camino, sobre todo si consideramos que las mujeres pidieron participar en la
cosa pública y en los destinos de la nación desde 1824 en Zacatecas y que
durante 129 años estuvieron peleando por estar en los puestos, por tomar
decisiones, por hacerse corresponsables de las acciones gubernamentales. El
feminismo de los años 70 habló de no entrarle, entonces las nuevas
feministas estaban ocupadas en el desarrollo personal e interno, pero poco
a poco una tendencia feminista vio las ventajas de poder actuar dentro del
sistema, con todo y sus limitaciones.
Pero la
ciudadanía, que Carol Pateman considera incompleta, a pesar del sufragismo, lo
es en tanto que el contexto donde se desarrollan las mujeres -de exclusión,
discriminación y violencia-, en la práctica les impide ejercer derechos
escritos, mismos que no se ponen en la práctica y encuentran escollos
sistemáticos ; no ir a la escuela, ser pobres y cargadas de responsabilidades,
inhabilita en la práctica la posibilidad de ser realmente ciudadanas.
Y es este
el asunto. Muy bien, tendremos el 50 por ciento de posibilidades de ir a los
órganos del Congreso, ello empujará por lógica que el gobierno cumpla en sus
órganos administrativos, ahora muy tristes y omisos; que haya cada año
posibilidad de tener gobernadoras –ahora ninguna y en toda la historia sólo
seis-; que muchas más mujeres lleguen a los congresos locales –si se llegara a
aprobar en lo estatal como se prevé suceda en lo federal-, y que haya muchas
más mujeres orgullosas de poner sus ideas en la cosa pública.
Pero qué
pasa: que hay pobreza alimentaria, que las mujeres no tienen garantizado el
derecho a la salud, que miles y miles de mujeres se debaten en la vida
cotidiana para garantizar el desarrollo de sus familias, sus comunidades y su
vida que el Estado no garantiza ni protege. Entonces la iniciativa es plausible,
pero totalmente insuficiente si lo demás no se materializa.
Peña
Nieto, el reformador, se ha comprometido, según el Plan Nacional de Desarrollo,
a usar toda la fuerza del estado para que se propicie, en los hechos, la
igualdad de mujeres y hombres; ha mandatado que todas las instituciones
promuevan esta igualdad, pero no hay suficientes recursos, a las resistencias
patriarcales se suma la impericia; los espacios para promover la igualdad se
convierten en espacios políticos; las responsables llegan a esos espacios sin
conocer de fondo no sólo el tema de género, sino el sentido de justicia
para las mujeres, el contenido de la discriminación y sus consecuencias.
Si la
iniciativa tuviera éxito, porque todavía habrá que lidiar con la
indiferencia y superficialidad de los políticos y partidos representados en el
Congreso de la Unión, estaría completando un paquete de derechos, de la
Constitución a un montón de leyes específicas ya existentes, que debieran
día a día, en la vida real promoverse, respetarse y aplicarse y ese es el
otro gran tema. No se cumple con las leyes en México, por más bonitos discursos
y buenas intenciones.
Sin
menospreciar la iniciativa, aún si se la copió a las mujeres, tenemos que
decir que no tendrá los efectos esperados si no se pone dinero, esfuerzo y
tarea para abatir la violencia contra las mujeres; si no hay un verdadero
cambio de mentalidad en cada mujer y en cada hombre para reconocer que las
mujeres somos seres humanos; si en los lugares como la escuela, la familia y
los medios de comunicación se sigue procurando una ideología de discriminación
contra las mujeres; si no hay justicia penal contra los agresores; si no opera
la reforma educativa; si no hay realmente una cruzada contra el hambre y se
sigue el camino de las dádivas, como ahora se ha visto en Guerrero. En fin, si
mantenemos sólo la simulación en todos lados y en todos los espacios.
Habría
que esperar esa revolución cultural que apuntale a las leyes y a los deseos.
Las feministas conscientes hemos cumplido sistemáticamente desde 1824, no hemos
dejado de hablar, proponer y empujar, los obstáculos están en otra parte, en
una sociedad que no cree en la libertad y la vida de las mujeres. Ahí tenemos
que actuar y un eje sustantivo somos los medios de comunicación, reproductores
sistemáticos de la ideología que somete y disminuye a las mujeres. Tarea
gigante. Hay que empezar en alguna parte. Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
SEPTIEMBRE 30, 2013
México: una Urdimbre de Problemas
Hace 60 años por fin las mujeres pudieron votar y ser votadas.
Seis décadas intensas de cambios profundos. México en los años 50 era un país de
posibilidades inmensas; tras la segunda guerra mundial iniciamos el camino del
desarrollo. Unas cuantas mujeres, entonces de lo que hoy conocemos como partido
oficial, reunieron las posibilidades para actuar, por fin, en el mundo de la
toma de decisiones.
Pocas, algunas, suficientes, ocuparon curules y lugares para
compartir ese anunciado desarrollo. No fue hasta 1964 que se hizo una pequeña
reforma política para que accedieran a las cámaras diputados y diputadas de
partido. Más tarde vinieron las reformas de 1977 que impulsó José López
Portillo; del 89 de Jesús Reyes Heroles, luego otras, hasta que accedimos a un
sistema de partidos y se independizó del gobierno el órgano
electoral.
La llegada de mujeres ha sido muy lenta, hasta los años 90 no se
elegían más allá de 12 por ciento. La revolución sumada de mujeres de partido y
mujeres del movimiento social y feminista fueron lentamente incursionando en ese
mundo de la política que sólo es de los hombres, sus reglas, sus escenarios, sus
proyectos. A partir de la crisis del 95, supimos que el país se fue hundiendo
lentamente, de su proceso estabilizador a ser el campeón de la
desigualdad.
Con la llegada de Acción Nacional al poder iniciamos un proceso
evidente de violencia institucional. Una herida profunda se vive en millones de
hogares de desaparecidas y desaparecidos; se evidenció la violación sistemática
de los derechos humanos; las muertes evitables aparecieron nítidamente, las
reglas y las leyes mostraron su inoperatividad. Las mujeres identificamos desde
1993 el prominente y lastimoso asunto de la violencia feminicida, sin retorno y
sin justicia.
Los sectores sociales, la protesta, el levantamiento de demandas
ha ido revelando esta construcción de ciudadanía, a veces desviada, con
frecuencia recurrente en la demanda de democracia y libertad; llena de escollos
y dificultades. Pero millones de mujeres viven en la ignorancia de sus derechos
y en la penumbra de la pobreza, y la desigualdad.
Hoy, cuando festejamos haber conseguido en 1953 el voto ciudadano,
tenemos que reconocer una urdimbre de avances jurídicos y una base de
desgracias, sistemáticas y acumuladas: las más pobres entre los pobres; sujetas
del proceso devastador de la violencia; víctimas de la estulticia urbana que ha
descubierto el agua, un sin número de atrocidades y corrupción. Casas
construidas en zonas de alto peligro, carreteras destruidas porque quién sabe
qué materiales usaron sin control, caminos que nunca se terminaron, comunidades
que se aislaron y hoy aparecen en las pantallas de televisión como enclaves
insultantes de un sistema inoperante hacia la justicia social y profundamente
exitoso en la acumulación de la riqueza para unos cuantos. País
atorado.
Las mujeres han ratificado su deseo de poder. Los grupos civiles
de mujeres han descubierto el diagnóstico de los pendientes: la muerte materna,
la que se levanta sobre nuestros cuerpos llenos de prohibiciones; el derecho a
interrumpir un embarazo siempre pospuesto; los sistemas patronales que nos
niegan el derecho al trabajo mientras exaltan la maternidad; labores
subordinadas y mal pagadas; diputadas y políticas a quienes se les obstruye su
crecimiento; partidos políticos de pacotilla violando la ley o las leyes
electorales.
Hasta ahora la entrada de las mujeres a la política ha sido
errática y engullida por el sistema antidemocrático. Y con todo insistimos, nos
revelamos y gritamos por la democracia, en un desierto abrazador, de difícil
entendimiento.
Los derechos o son derechos o son simplemente papel mojado.
Contamos con un cuerpo jurídico manco y cojo: las diputadas en los espacios
nacionales y locales se debaten entre las prácticas masculinas y
antidemocráticas y la propuesta feminista, social, abierta, también pospuesta y
con frecuencia estereotipada. Los grupos de interés con sus propias agendas han
creado una diáspora y una telaraña ininteligible. Es funcional al sistema la
desgracia de los partidos, los sindicatos y las grandes asociaciones, para dar
paso a ciudadanías restringidas a sus intereses particulares, con pequeños
grupos sin coordinación, sin programas nacionales, sin caminos
precisos.
Un gran desafio. Tal vez por ello es tan importante el proceso
emprendido para celebrar el IX Encuentro Nacional Feminista entre el 25 y 27 de
octubre en la ciudad de Guadalajara, donde el reto es desarrollar con capacidad
autocrítica un balance de nuestras acciones y la posibilidad de programar
juntas, de crear fuerza común, de encontrarnos, comunicarnos, actuar en forma
articulada ¿Qué sigue?.
Ahora alrededor de esta celebración estamos obligadas a un balance
objetivo, abarcador, donde no cabe la exclusión: ni es verdad que no hemos
avanzado en nada, ni es verdad que sí, que avanzamos promisoriamente. Tendremos
que analizar el yo feminista en un país devastado, sin justicia, donde son
heridas las vías del tren que traen de Centroamérica a miles de mujeres buscando
trabajo; las fronteras donde se abusa y usa a las mujeres en ese proceso
insultante de la trata; mirar con ojos serenos y críticos la construcción de
instituciones que no nos gustan, y que hemos demandando; la manera como se
legisla contra nuestros derechos y en favor de los mismos en un proceso
contradictorio y penoso.
¿Dónde estamos? En el espacio público de manera creciente. Somos
las mismas que enseñamos a los niños y los abandonamos por meses en las aulas,
sin que se sepa bien a bien por qué, mientras se hunde el Sistema Educativo
Nacional y los sindicatos y sus dirigentes corruptos. ¿Dónde está nuestra
palabra y nuestra acción transformadora? Tal como lo plantea la filosofía
feminista.
¿Cuáles son nuestros retos como ciudadanas con conciencia
feminista? En un tobogán de contradicciones en las que nos asombra el show de
una figura enajenante de la televisión, pero no hemos sido capaces de ir al
fondo de las nuevas leyes de telecomunicaciones y sólo deseamos usar a los
medios como instrumentos para nuestra propaganda o
visibilidad.
Es este un momento crucial, una oportunidad y un desafío para
reconstruir nuestra ética y nuestras acciones. Ser fieles correligionarias de
quienes han mandado y gobernado en México o recuperar nuestra ética y
constituirnos en una fuerza política, con una mirada de largo alcance, capaz de
analizar y cuantificar daños, pendientes, promesas, programas, fondos económicos
para salvar la vida material y simbólica de las Mexicanas. Nunca antes como en
este momento el país ha estado tan abierto y claro en sus contradicciones,
desigualdades, malas políticas y sin una sociedad consciente, porque la caída
del sistema educativo nacional significa eso, ciudadanía vacía y
triste.
Los frentes abiertos para impedir la gobernabilidad deja en la
lona a todas y todos los políticos del sistema; la etapa reformista se derrumba;
pero no hay que cerrar los ojos: las protestas están diciendo algo, algo
importante a quienes detentan el poder y a quienes se oponen al poder. En ambos
lados hay un machismo y una ginopia sobre lo que somos las mujeres, que ofrece
pocas posibilidades. Los intereses económicos globales hoy, otra vez, como hace
40 años, están demandando nuestros brazos para que se levanten. Ver con
claridad, nos ayudaría a crear un proyecto renovado de la política feminista.
Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
SEPTIEMBRE 9, 2013
La Igualdad en la Cancha Oficial
El
30 de agosto se publicó en el Diario de la Federación el Programa Nacional para
la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres
2013-2018 (PROIGUALDAD), instrumento rector para las acciones del gobierno
tendientes a conseguir la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres.
La
propuesta del gobierno federal, a través del Instituto Nacional de las Mujeres
(INMUJERES) es integral y prácticamente toca todos los problemas identificados
por el movimiento de mujeres y las instituciones, en los últimos años. En todos
propone políticas y acciones.
Sus
metas parecen inalcanzables o podrían considerarse, como sucede con otros
programas, ambiciosas pero poco creíbles.
A
la vuelta de 40 años de feminismo, de políticas y señalamientos internacionales
en el centro un problema básico es que la sociedad no ha cambiado. Que amplios
sectores siguen pensando que las mujeres valen menos que los hombres. Por tanto
se justifica la discriminación, no se la identifica y millones de mujeres viven
exclusión social y violencia; límites a sus derechos y violación a las leyes.
De ahí que igualdad sustantiva significa igualdad en la vida cotidiana, ya que
la ley o la norma no son suficiente, no se cumple o se le da la vuelta. Se
desconoce.
Llama
la atención que reconozca que a pesar de leyes y acciones, las mexicanas están
lejos de conseguir una vida digna, libre y sin violencia; una vida plena y con
oportunidades reales en los que, el programa, dice, va incidir sistemática y
profundamente. Es ley y compromiso.
El
documento plantea, por ejemplo, que sus líneas de acción, sus programas, lo que
diagnostica y propone debe ser de conocimiento y observancia obligada por todos
los órganos de la administración en sus tres niveles: federal, estatal y
municipal. Coincide con el Artículo 1º de la Constitución relativo a la
defensa, promoción y respeto a los derechos humanos de todas las personas.
Se
funda en las leyes de igualdad, por una vida sin violencia para las mujeres, la
de no discriminación y todos los tratados y compromisos firmados por el Estado
en los últimos 40 años. Normativas nacionales e internacionales.
Es,
tal como aparece el perfil del gobierno actual, una pieza fundamental en el
camino reformador. Se funda en una de las cinco líneas del Plan Nacional de
Desarrollo, (mandatado por la Constitución) y, por tanto, se puede exigir,
evaluar y observar antes de la fácil descalificación.
Es
verdad que llevarlo a cabo y con éxito tiene grandes dificultades. La primera
es el sistema económico, consustancialmente depredador de lo humano; la otra es
la desconfianza social al gobierno de Enrique Peña Nieto, ahora reflejada en
una multitud de protestas, movilizaciones y demandas ciudadanas.
Creo
que no es tiempo para la descalificación anticipada; otra dificultad,
central, es la incomprensión dentro de los órganos e instituciones oficiales y
de amplias capas de la población, para realmente concebir a las mujeres como
seres humanos, con derechos para construir otra sociedad. Hoy vivimos un
panorama devastador tras 12 años de desgobierno, la violencia creciente y
la inoperancia de la legalidad. Tal cual, todo ello contribuye a que las
cosas no avancen. Sin duda.
El
reto es derribar esos obstáculos y nadie puede suponer que es rápido, que
depende de una persona o un grupo; menos de la crítica sin bases sociales,
puesto que no tenemos realmente una organización social de mujeres que atempere
la desgracia; tampoco podemos pensar que se resuelve en los discursos cuya
plañidera actitud ignorante es si nombran o no a las mujeres.
Yo
creo que urge primero conocer el programa, analizar y vigilar con seriedad
y constancia. Lo que el programa dice y mandata, es absolutamente trascendente.
¿Quiénes tienen que hacerlo realidad? Primero los y las funcionarias; luego las
y los legisladores –propone una cruzada de armonización legal- y después las y
los ciudadanos. También los partidos políticos y lo que se llama sociedad
organizada.
Está
integrado por seis objetivos transversales –quiere decir para todas las
dependencias del gabinete y toda clase de órganos autónomos-; delinea 36
estrategias y 314 líneas de acción. Promete autoevaluarse y contiene 18
indicadores con metas para el 2018. O sea, un maravilloso repertorio para
observar, dar seguimiento y pedir cuentas.
El
mandato es claro: todas las dependencias de la Administración Pública Federal
deben incluir en sus programas la perspectiva de género y eso significa
identificar las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, los tipos
de violencia y de discriminación que viven las mujeres y las niñas en las
esferas familiar, escolar, laboral, comunitaria, social y política, e
identificar los obstáculos para el avance de las mujeres, las prácticas
excluyentes y discriminatorias, violentas, sexistas e irrespetuosas. Implica
también realizar acciones. Es decir, propone una revolución.
Proigualdad
va a necesitar voluntad política y profundidad. Una cosa que me llama
poderosamente la atención es su diagnóstico sobre los medios de comunicación.
Ahora las y los ciudadanos han elaborado, sin perspectiva de género propuestas
para las leyes reglamentarias de la reforma a los medios. Es decir, no tenemos
en la sociedad, ni en los grupos de interés, ni entre las y los especialistas o
los que así se llaman, la convicción de la que presumen. Para componer
este país se requiere incluir la igualdad entre mujeres y hombres, no hay
democracia ni propuesta, sin este componente social, de profunda comprensión.
Es
decir, una propuesta ciudadana con perspectiva de género debió entrar al tema
de los contenidos de los medios, más allá de la llamada de atención sobre la
publicidad. No existe un órgano oficial o civil que analice la programación, el
dicho de miles de personajes que se hacen de un micrófono, de centenares de
periodistas cuyo lenguaje y discurso vive sin ética de género y desarrolla
prácticas discriminatorias todos los días.
Las
acciones afirmativas a favor de mujeres y niñas son indispensables para
eliminar las desigualdades. Pero tienen que estar en la vida de relación
cotidiana, en la escuela, en los sindicatos, en las organizaciones, en los
medios, en la escuela, en los partidos políticos, en las empresas, en
todas partes. No basta con el propósito oficial. Y este es un gran reto, porque
vivimos todavía en el caos, en la desvergüenza y la corrupción. Pero, ojo, es
falso que no se puedan realizar acciones, mientras cambiamos el sistema. Hoy no
podemos posponer tareas urgentes, como disminuir la violencia como modo de
resolver problemas, por ejemplo, y eso pasa por nosotras y nosotros.
El
programa expone que las acciones positivas tendrán particular atención en
las mujeres indígenas, en las mujeres adolescentes y jóvenes, en las adultas
mayores, en las niñas y las mujeres discapacitadas, en las migrantes, en
las mujeres en condición de pobreza, en las jefas de familia; sin olvidar
a las que son afectadas por el cambio climático y los desastres naturales
y las reclusas, entre otras, grupos de mujeres que deben tomarse en cuenta
cuando se elaboren los programas sectoriales, institucionales, especiales
y regionales. Y agregaría en las instituciones y órganos de la sociedad civil.
¿Si no es así qué estaremos reclamando?
Entra
al fondo del asunto, reconoce que la cultura mexicana está permeada por
visiones sexistas y discriminatorias que violentan los derechos de las
mujeres y de las niñas, y han construido un modelo de masculinidad que exalta
el uso de la violencia y la discriminación. Los medios de comunicación
masiva con frecuencia reproducen esas visiones en perjuicio de las
mujeres, "naturalizando" la desigualdad de género. Ante
esta realidad, prensa, radio, televisión y las nuevas tecnologías tienen
un nuevo papel que desempeñar a favor de la igualdad entre mujeres y
hombres, el combate a la discriminación y la erradicación de la violencia.
¿Con qué instrumentos? Los que debieran formar parte de la segunda oleada que
reglamentará la nueva estructura de los medios.
Este
punto arriba descrito es para mí algo sustantivo. En la vida diaria, cada
mexicano y mexicana convalidan la discriminación y la violencia contra las
mujeres sostenidas por esos medios aberrantes. ¿Cómo cambiarlos?
Habría
que aprovechar este compromiso empezando ahora mismo. Y no es una postura
cristina o simple, mientras no exista una masa crítica que combata la
discriminación, no podemos esperar con visión subordinada que sean solamente el
gobierno y sus agentes quienes podrían hacer realidad tamaño programa. Se necesita
recuperar la humanidad del desbarajuste social a donde hemos llegado.
Por
lo pronto hay que dar la bienvenida al programa, conocerlo, diseccionarlo,
masificarlo. Esa es una tarea de información y difusión de gran alcance. Además
es un instrumento político y un medio permanente para pedir que camine. Pero
ojo, si no lo conocemos no podemos exigirlo. Al INMJERES le toca explicarlo y a
las autoridades de todas las dependencias tomarlo en serio. Si no sucede esto
como premisa, entonces podremos afirmar que se trata de un plan sin dientes.
Hoy tenemos casi 19 mil millones de pesos para desarrollar acciones, como se
dice, de género. Hay que ver en qué se pone y cómo, ayudará, pero tampoco es
suficiente.
Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
AGOSTO 26, 2013
La
desigualdad entre mujeres y hombres es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo.
Hace algunos meses en México se anunció que uno de los ejes rectores del Plan
Nacional de Desarrollo del gobierno de Enrique Peña Nieto es el de género, esto
es, que ese plan no podrá avanzar si no existen políticas inductivas, bien
planeadas, sin simulación, para conseguir que de una vez por todas, sean las
instancias rectoras del país, las que propicien, vía políticas públicas, la
igualdad sustantiva.
Según
la definición de Naciones Unidas y de expertas en el tema, como la prestigiada
Paz López, se trata de razonar y entender que no basta con la igualdad formal o
de derecho, como señalan en el país una docena de normas y leyes, sino que la
igualdad sea de hecho, que pueda medirse por sus resultados. Aclara esta
definición que no es suficiente con que las leyes, los planes, algunas
políticas públicas y algunas acciones, pretendan asegurar la igualdad entre
mujeres y hombres con contenidos muchas veces “neutrales” o discursivos, si en
la práctica cotidiana se trata a las mujeres con desigualdad, expresada en su
condición, en todos los rubros de la vida.
La
tarea es gigante. Con frecuencia confusa y los resultados son tremendos. Es la
desigualdad el signo de este país, que según el análisis de Porfirio Muñoz
Ledo, ahora encargado de la reforma política en el Distrito Federal, estamos
viviendo una situación extraviada, con una nación fragmentada que nos ha
dividido y desposeído de un consenso básico que nos permita avanzar. Un
escenario ausente de valores que prevalezcan en la conciencia ciudadana. Incluso
con barruntos de degradación interna.
Muñoz
Ledo es uno de esos raros especímenes que comprende claramente que no podría
accederse a la democracia sin la igualdad entre hombres y mujeres, postura de
toda su vida, en todas las épocas en que ha tenido poder, pero como cantidad de
personas, no ha conseguido comunicar esta emergencia, que en resultados es
descomunal: si sólo habláramos de violencia o si nos refiriéramos únicamente al
trato que recibimos las mujeres en nuestro día a día, se vería que no somos tratadas
como personas en igualdad, sino generalmente como excluidas y discriminadas.
Como no personas.
Estamos
en una crisis de Estado desde hace algunas décadas. Lo peor. Hemos perdido el
sentido ético del colectivismo. Hoy podríamos recuperar buena parte del
desperdicio humano – las mujeres- si nos sentamos a reflexionar en la necesidad
de hacer un cambio profundo, cada persona, cada comunidad, cada ciudad, en todo
el país, para propiciar el desarrollo de una nueva nación.
Hay
violencia contra las mujeres en su vida cotidiana, (7 de cada 10), pero
hay discriminación femenina cuando se acercan a las instituciones, cuando
pretenden hacer reales sus derechos, cuando participan en la vida pública,
cuando hablan, cuando se organizan y ahora, en todos los espacios de la vida
pública en los que aparecemos o concursamos o accedemos.
Es
por ello quizá muy trascendente el mensaje que nos envían, uno: el Plan
Nacional de Desarrollo, cuya posibilidad entrará en una primera evaluación el
próximo 1 de septiembre, en que Peña Nieto nos contará que ha hecho en estos
meses él y su equipo, a ver qué dice de la exclusión de las mujeres y también a
ver que dicen los legisladores que tienen tan abultada agenda y se
resisten a entender que por ley, y por decoro, ya es hora que consideren a las
mujeres como ciudadanas, estos no atinan a jerarquizar reformas y
políticas.
Una
segunda cuestión son esos resultados que dan las elecciones recientes, donde
las mujeres no obtuvieron los puestos de representación esperados, sobre todo en
las elecciones municipales. Y donde todavía alegan y ponen obstáculos a cumplir
con la ley y sus principios partidarios.
Y
una tercera será cómo se construye de manera efectiva y sustantiva el Plan
Nacional de Igualdad que está elaborando el Instituto Nacional de las Mujeres
(Inmujeres), el órgano rector de la política de género, fundado por la voluntad
de las feministas y con una ley general indicativa para todos los niveles del
Estado y todos los del gobierno. Lorena Cruz Sánchez, que preside esa institución
llamó a discutir el Plan, habrá que ver si estamos o no haciendo uso de ese
derecho a incluirnos positivamente. Por lo pronto en Inmujeres se desentraña la
mejor forma de enfrentar la violencia contra las mujeres, el principal
obstáculo para nuestro desarrollo.
El
mensaje es claro. Hay una preocupación global, si vemos a Naciones Unidas por
empujar sin simulaciones y palabras, a las mujeres para que lleguen a puestos
de poder y pongan en juego su experiencia, su capacidad, su imaginación, para
contribuir a resolver esta crisis económica global y nacional, que mantiene,
principalmente a las mujeres, en graves condiciones de pobreza, de
discriminación y lejos de una vida libre y feliz.
De
ahí la importancia de la nueva Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, la señora
Phumzile Mlambo-Ngcuka, de Sudáfrica. Ella dirigirá el trabajo de la ONU en
favor de la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Una mujer
política, que sabe los entresijos de cómo gobernar.
Su
hoja de vida es indiscutible: fue la primera mujer en ocupar el puesto de
Vicepresidenta de Sudáfrica de 2005 a 2008. Integrante del parlamento en 1994
con el cargo de Presidenta del Comité de Servicios Públicos. Viceministra
en el Departamento de Comercio e Industria (1996-1999), Ministra de Minerales y
Energía (1999-2005) y trabajó brevemente como Ministra interina de Artes,
Cultura, Ciencia y Tecnología en 2004. También ocupó el puesto de Coordinadora
de la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes (1984-1986) y fue la primera
Presidenta de la Organización de Mujeres de Natal, afiliada al Frente
Democrático Unido, cuando se fundó en diciembre de 1983.
Ella
es una exponente de la mujer moderna del mundo, una de quienes desean y pueden,
con capacidad y experiencia, estar en el frente político de un país, sabe todo
lo que una persona democrática y empoderada tiene que saber: creó la Fundación
Umlambo en 2008 para prestar apoyo a las escuelas de áreas desfavorecidas en
Sudáfrica mediante servicios de mentoría y asesoramiento para docentes y en
Malawi mediante mejoras escolares con socios locales.
Además,
para quien piensa que las mujeres no tienen esa carta de navegación que se
exige, tiene un Máster de Filosofía en Planificación y Políticas Educativas por
la Universidad de Ciudad del Cabo (2003) y una licenciatura en Educación por la
Universidad de Lesotho (1980). En 2003, se le otorgó un Doctorado Honorífico de
la Universidad de Western Cape. A sus 58 años, tendría que ser una aliada
en la reforma educativa de México y sus efectos en las niñas; en la economía de
nuestros países donde las mujeres somos relegadas; en la vida diaria de
millones de mujeres de los países pobres que mueren por asalto, por violencia
de pareja, por dar a luz, por falta de alimentos, por hambre todo lo cual nos
impide crecer y ejercer derechos. Esta es una buena noticia, se hizo cargo de
ONU mujeres el pasado 20 de agosto.
Ojalá
que en México y todas sus anunciadas reformas, las mujeres estuviéramos
realmente consideradas. Para eso, y ahora que está en su fase más estridente,
el cambio democrático de los medios de comunicación como dice la Constitución,
realmente y no formal, sino de hecho, estas reformas pudieran tocar tierra y
que los medios contribuyeran a la cultura de la igualdad y el respeto a las
mujeres. Claro, me dirán, es una utopía, yo creo que se puede. Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
AGOSTO 19, 2013
Las Mujeres y el Petróleo
Este lunes inicia el debate sobre la
industria petrolera y energética, considerada la madre de todas las batallas.
Cuauhtémoc Cárdenas, el líder de la izquierda nacionalista, presentará en el Monumento
a la Revolución la iniciativa energética del Partido de la Revolución
Democrática (PRD) para desatar la verdadera discusión.
¿Y las mujeres qué? ¿Cuánto sabemos de esta
discusión? Allá en los años treinta, una periodista, Elvira Vargas recorrió los
campos petroleros, e independientemente de los hechos que desataron la
expropiación, planteó cómo era la vida en esos campos, describió cómo los niños
estaban desnutridos y cómo las compañías extranjeras descuidaron el desarrollo
y la vida fructífera de las comunidades que crecían y se desarrollaban al
amparo de la explotación y la industria petrolera.
Estos reportajes seguramente calaron hondo en
el general Lázaro Cárdenas, quien tomó una decisión histórica en 1938, la
industria pasaría totalmente a manos del pueblo mexicano. 74 años después no
conocemos casi nada de lo que sucede en esos mismos campos; ni cómo las mujeres
enfrentan la exclusión y la discriminación, como amas de casa, como
trabajadoras, como implicadas en el tema. Ni el discurso oficial ni el de
oposición, ni la apresurada intención del partido de derecha, el de Acción
Nacional, nos hablan de la condición social de los campos petroleros.
Un reportaje del diario La Verdad del
Sureste, de Villahermosa Tabasco, relató el último 8 de marzo, que las mujeres
trabajadoras de Petróleos Mexicanos representan un sector altamente
discriminado y vulnerable dentro de la empresa y dentro del sindicato.
Por ejemplo, asegura que las mujeres no
pueden tener asensos en áreas de exclusivo manejo por el personal masculino y
nos cuenta que “solo encontramos laborando algunas mujeres en los complejos”.
Las mujeres que logran una plaza en estos complejos han llegado a demostrar sus
conocimientos y su eficacia, en muchas ocasiones llegan a superar a sus contrapartes.
Son oficinistas, tecnólogas, ingenieras.
Y en estos días, circuló un estudio de la
industria petrolera de los Estados Unidos que afirma que el número de mujeres
que trabaja en esta actividad representa casi la mitad de las nuevas vacantes
laborales con un perfil altamente calificado. Señala que en el primer trimestre
de 2013 se añadieron tres mil 900 puestos nuevos a la industria petrolera,
donde mil 800 plazas fueron ocupadas por mujeres.
Conforme la información difundida en el
portal de industrias petroleras "Rigzone", esa cifra equivale a casi
46 por ciento de las nuevas plazas y significa un fenómeno en las tendencias
laborales.
Aclara que muchos de los puestos ocupados no
están en las plataformas petroleras sino en las oficinas, como técnicas,
geólogas o ingenieras.
Menciona que las compañías de petróleo y gas
reclutan a las mujeres debido al lanzamiento de muchos objetivos internos de
representación de género entre los principales dirigentes. De acuerdo con datos
de dicho estudio, hasta el año pasado, 17 por ciento de los líderes de la
compañía son mujeres comparado con apenas 9 por ciento reportado 12 meses
antes. Es decir, que estamos implicadas, aunque en México no sabemos nada de
esto. Esta investigación periodística no da cuenta del entramado vital y
comunitario de las zonas petroleras y tampoco se desglosa cómo funciona el
sindicato.
De ahí la importancia de lo planteado, como
adelanto, del ingeniero Cárdenas quien además de considerar que no son
necesarios los cambios constitucionales, asegura una y otra vez que no tenemos
información sustanciada de la situación de PEMEX, ni de la probable ley
reglamentaria planteada en el anuncio del presidente Enrique Peña Nieto. Piensa
que por lo sabido hay una diferencia sustancial con quienes se oponen a la
Reforma.
Lo cierto es que estamos en dos esquinas sin
información, viviendo sólo una ola de propaganda, a favor y en contra. ¿Qué nos
significará a las mujeres? No sabemos, pero desde hace varios meses hemos sido
llamadas a defender la industria petrolera que funciona desde hace años como
eje regulador de la economía nacional. ¿Qué significa en la oferta del gobierno
crear miles de empleos? Sin tocar ni con el pétalo de una rosa a la corrupción
de administradores y sindicato; sin contarnos qué es lo que mueve a una
anunciada modernización.
No podemos avanzar sólo con el dogma.
Necesitamos una explicación sustanciada de las condiciones de la empresa. Por
un lado se habla de una quiebra técnica y por otra parte hacia afuera la
promoción del gobierno es que se trata de una industria boyante y atractiva.
¿Quién dice la verdad y quién miente?
Como en otras tantas cosas las mujeres no
podemos saberlo todo. Pero podríamos pedir información completa para
comprender, de lo contrario estaremos acorraladas. No es el caso de 1938.
Leyendo los discursos, el decreto de expropiación, la explicación del general
Cárdenas de los abusos de las compañías extranjeras, hicieron que el pueblo se
abarrotará en solidaridad. Las mujeres fueron al Palacio de Bellas Artes a
entregar sus anillos de boda, sus alhajas, sus gallinas para que el gobierno
pagara cualquier deuda exigida por las grandes empresas. Se involucraron.
Hoy cuál es nuestro papel. De Adelitas en
defensa de una frase o de interlocutoras. Qué bien se haría diciéndonos qué
pasa, para poder tomar una postura. No es deseable lanzarnos al vacío, porque
para quienes viven y sufren a esta industria, tendrían que contarnos que
significa vivir en el campo arrasado sistemáticamente por los campos
petroleros; cuántas familias campesinas viven esperando indemnizaciones y
respuestas. Dónde están los derechos de las trabajadoras, dónde los mitos que
impiden a las mujeres subir a una plataforma; cómo funcionan los enclaves de la
prostitución y la trata en los campos petroleros.
Muchas preguntas que habrían de solucionarse
en una verdadera reforma que enderece integralmente a esta industria y como, me
gustaría saber, se desarrollarán planes y programas para la generación de las
llamadas energías verdes, porque las narraciones del pueblo indígena de San
Dionisio del Mar en Oaxaca, revelan cómo se ha impuesto la energía eólica o
energía del viento, cimentada en intereses ajenos. O sea el tema es la corrupción
y esa, como dice Cárdenas, no se arregla con leyes, sino con acciones
responsabilidad del gobierno.
La propuesta del PRD parece interesante.
Aunque tampoco se mete con el sindicato, brazo ejecutor de una estela de
corruptelas. Según el ingeniero Cárdenas -todas las notas coinciden- la
iniciativa que conoceremos este lunes incluye ocho ejes temáticos para
modernizar a Pemex:
• Cambio en su régimen fiscal,
• Autonomía presupuestal,
• Autonomía de gestión,
• Fortalecer a la Secretaría de Energía y a la
Comisión Nacional de Hidrocarburos,
•Revisar tarifas, precios y subsidios de los
combustibles y la electricidad para garantizar acceso equitativo a la energía,
• Convertir el Fondo de Estabilización de
Ingresos Petroleros en un organismo financiero,
•Impulsar la investigación y el desarrollo
tecnológico,
• Transición energética, cuidado del medio
ambiente y desarrollo sustentable.
¿Eso qué significa? Un cambio de timón. Y la
de Peña Nieto, también, así de general, insistiendo en que es necesario el
capital privado y extranjero para generar el cambio en la industria.
Desgraciadamente seguimos sin saber qué es lo que se busca y cuál sería el
impacto en nuestra vida cotidiana.
Lo único verdaderamente cierto es que el país
no crece, que este año no hay desarrollo ni dinero, que seguramente aumentó el
desempleo y que la pobreza, tras 12 años de estulticia, aumentó y que la talla
de los mexicanos y mexicanas decreció. Que vamos en sentido contrario y que
asuntos fundamentales de los derechos de la ciudadanía esperan,
sistemáticamente, mientras se desgreña la clase política y millones de pesos se
invierten en el ring de los peleadores. ¿Y nosotras qué? Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
AGOSTO 12, 2013
El PRD y la Igualdad Sustantiva
La igualdad sustantiva es la igualdad de hecho o
material por oposición a la igualdad de derecho o formal. Supone la
modificación de las circunstancias que impiden a las personas el ejercicio
pleno de los derechos y el acceso a las oportunidades a través de medidas
estructurales, legales o de política pública.
Hasta ahora los sectores más avanzados del país se
han pronunciado por la igualdad sustantiva, la desgracia es que sólo lo hacen
en el discurso. Me imagino las tremendas discusiones en 1917, a la hora de
armar la constitución, donde muchos constituyentes pensaban, auténticamente,
cómo arreglar al país, pero se negaron a dar el voto ciudadano a las mujeres,
por omisos, torpes o simplemente por la costumbre que los avalaba.
¿Cuál es la diferencia? Han pasado casi cien años.
Entonces, allá en 1916 a instancias de Hermila Galindo, llamada la
primera congresista del país, parecía inminente que el nuevo pacto social
resolvería entonces los derechos ciudadanos de las mujeres, pero no fue así, el
tiempo fue corriendo y hasta 1953 se consiguió el voto ciudadano.
Mirar el tamaño de la resistencia machista es
increíble. Apenas hace un año para conseguir el 34 por ciento de mujeres
en el Congreso, hubo que recurrir a dos sentencias que serán históricas, del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) luego de una
presión sistemática de un grupo de mujeres plural que la empujó. Grave que solo
se cumplió parcialmente por los partidos políticos en las elecciones de
2012. Lo cierto es que hay esa obstinación increíble e insostenible, se
manifiesta sin repudio social.
Es clarísimo que los partidos políticos y sus
dirigencias son las responsables visibles que obstaculizan la participación
política de las mujeres. Están obligados, incluso y por ley, justo en el camino
de la igualdad sustantiva, a destinar el dos por ciento de sus prerrogativas a
empujar el liderazgo femenino. Nadie sabe qué hacen con ese dinero y el
Instituto Federal Electoral, que multa por todo y en todo a los partidos,
tampoco endereza las violaciones a la ley electoral en este sentido, no juzga
legalmente el cumplimiento estatutario. Me gustaría saber si en otros partidos
hay la paridad pregonada en sus documentos básicos, como el caso del PRI.
Ahora resulta que pasará a la historia María Beatriz
Cosío Nava, una militante del Partido de la Revolución Democrática que planteó
un incidente al TEPJF porque, sencillamente, su partido que en los estatutos
señala como una obligación la paridad, se resistió hasta el último momento
a cumplir, no digamos los estatutos, sino una sentencia del Tribunal que
debió haberse resuelto en un Consejo Nacional el pasado 8 de agosto a más
tardar.
Fue hasta el último momento que cumplió. Ya en el
último tramo de sus discusiones esta domingo. Ante el Consejo Nacional reunido
estos días, sólo escenificó otros asuntos, otras discusiones, su postura
en el Pacto Por México o el asunto de la anunciada reforma energética, pero de
la paridad, nada.
Beatriz Cosío, apoyada por un nutrido grupo de
mujeres del PRD, puso contra la pared el machismo en la dirigencia de su
partido. Se había dispuesto para acudir a instancias
internacionales porque no se vale que se burle así la ley. Pero nada, parece
ser importante para los hombres que dirigen en mayoría al PRD, como no les
importa el asesinato de mujeres, como no les importa la trata de mujeres con
fines de explotación sexual, ni se enteran del litigio sobre la urgencia de
parar la violencia contra las mujeres, en regiones que el PRD o sus aliados
gobiernan y donde ello sucede con una impunidad que asusta.
Lo cierto es que la Sala Superior del Tribunal
ordenó el 26 de junio al PRD convocar a su Consejo Nacional para incorporar
cuatro mujeres a la Comisión Política y seis al Secretariado Nacional; el
Consejo fue citado de manera informal en tres ocasiones y en ninguna de
ellas se concretaron los cambios.
A pesar de su resistencia absurda, de última hora,
la noche del domingo el Consejo Nacional del PRD acató la sentencia del TEPJF:
aprobó con 186 votos a favor, 1 en contra y 0 abstenciones los cuatro cambios
en la Comisión Política Nacional, así como cinco movimientos en el secretariado
Nacional. Para la Comisión Política, Dulce Romero Aquino sustituye a Enrique
Romero Aquino; Karen Quiroga Anguiano a Héctor Serrano; Guadalupe Acosta
Naranjo “cedió su cargo a Sonia Ibarra e Iván Texta deja su lugar a Rocío
García Melchor.
Eso nos obliga a señalar que vivimos en la peor de
las antidemocracias posibles. Los machos, no tienen otro adjetivo, ojo, se
alían para violar su propia ley. De ello la comentocracia que toma los espacios
de discusión política para amarrar navajas, para sorprenderse de hechos
denunciados sistemáticamente, ni siquiera ha tomado nota de la acción ciudadana
y valiente de María Beatriz Cosío Nava, una mujer, para quien la conozca, tiene
calidad personal y capacidad política suficientes, y no quiere el puesto,
quiere la ley. Hoy ya pasó a la historia.
Desde el 15 de julio el dirigente del PRD, Jesús
Zambrano, afirmó que se respetaría el estatuto. Lo cierto es que no había forma
de resolverlo, se escudó en el tema de los grupos, de las sectas, de que
al dejar los puestos unas mujeres, otras sectas, no la suya, conocida como de
los Chuchos, no llegaban a un acuerdo. Eso, me parece es el colmo.
En las redes de internet, hace muchos días que se
discutió el asunto. Una militante escribió: “¿Cómo puedo alardear, cuando
en mi partido se reproduce la cultura dominante y es evidente el atraso
democrático, el conservadurismo, la falta de democracia? ¿Cuándo en el país las
mujeres hemos vivido un profundo retroceso en derechos, no hemos tenido
capacidad para detener las reformas a la Constitución que continúan en las
entidades del país y protegen la vida desde la concepción y criminalizan a las
mujeres que abortan? ¿Cuándo hemos permanecido inactivas mientras aumenta la
violencia contra las mujeres? ¿Cuándo el movimiento feminista, tradicionalmente
identificado con la izquierda, nos cuestiona? ¿Cuándo no hemos llamado a las
mujeres de este país, a organizarse para que defiendan sus derechos, sus
libertades y su vida? ¿Cuándo no nos hemos comprometido a promover los derechos
de más de la mitad de la población?”.
Militante que se echa la culpa de lo que sucede
internamente en el PRD, éste que ofrecía un camino hacia la libertad de las
mujeres. Militante herida que refleja cómo los hombres se ríen de nosotras,
cuando no se puede negar la enorme batalla de las mujeres de izquierda desde
los primeros tiempos del Partido Comunista, allá por los años 20; no se les
puede negar a esas mujeres y sus antepasadas, los enormes esfuerzos por hacer
comprender a sus machos que se equivocan, que sin ellas su partido
desaparecería.
En la realidad el machismo es como un valladar
infranqueable. Habrá que ver con cuidado la procedencia de las nuevas
dirigentes, no vaya a ser que son incondicionales de sus grupos y puedan ser
las nuevas “juanitas”. Bien decían ya hace años las feministas prominentes de
México: el sitio intocable es la política, porque ahí, donde se discuten los
grandes problemas y se toman decisiones, no dejan pasar a las mujeres.
Hay un número desconocido, pero existe, de
militantes del PRD que han interpuesto inútilmente quejas a los órganos
internos en la postulación de candidatas; muchas han ganado estos recursos sin
la publicidad necesaria, por eso la campaña de información de Beatriz y
ahora su triunfo, es tan valiosa.
Debo decir que los machos aprovechan esta culpa de
las mujeres que se cuestionan a sí mismas, cuando creen que no hemos sido
capaces de organizar a las mujeres. Eso es cierto parcialmente, porque los
órganos y el aparto partidario impide dar pasos hacia delante de una manera
sutil, sistémica y orgánica. El litigio de Beatriz lo hizo evidente. Y
todavía no hay una masa gigante que hubiera podido tomar este fin de semana el
Consejo Nacional y exigir el cumplimiento de la resolución del Trife y, sin
embargo, también en las redes hubo muchos llamados a tomarse con calma este
proceso, que tal vez requiera una discusión más amplia, sin duda.
El PRD es omiso cuando se hacen las listas de candidaturas;
omiso cuando debía ponerse al frente de demandas sustantivas; omiso en su forma
de actuar patriarcal, porque parece más importante todo, sus arreglos en lo
oscurito o en lo clarito, para sostener un partido que está en proceso de
autodestrucción, habida cuenta de su incapacidad para hacer efectivos los
principios que le dieron vida y lleva en su nombre: la democracia.
La igualdad sustantiva entre mujeres y hombres,
significará en los próximos tiempos, una multitud de acciones legales –las
elecciones locales fueron un ejemplo, muy pocas mujeres lograron presidencias
municipales-; multitud de acciones políticas y organizativas. Es verdad que hay
un reto para las mujeres, pero lo verdaderamente importante es que se
reconozcan los derechos de las mujeres en todos los planos, debían conocer la
Constitución, cosa que para quienes desean gobernarnos no altera su vida.
En lo oscurito se burlan de las mujeres, hacen
trampa, dicen mentiras, le dan la vuelta a la rueca para no comprometerse,
viven en lo privado como los peores hombres y con frecuencia se mienten a sí
mismos. El PRD no tiene futuro, sin duda. Más de la mitad de su militancia está
constituida por mujeres; más de la mitad de los votos que logra son de mujeres,
pero incluir a nueve en su dirigencia, les molestó tanto que parece inaudito.
María Beatriz Cosío Nava es el nombre que quedará en
la memoria, cada vez que una intentona de no cumplir los estatutos sea
descubierta; ahora tiene el respeto y la solidaridad y el apoyo, de muchas
mujeres. Simplemente se logró que se cumpliera la ley, parace poco, costó
mucho. Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
AGOSTO 5, 2013
Un Movimiento Libre de Prejuicios y Sectarismos
Prejuicios
y sectarismos son dos palabras mágicas. Sin el pre-juicio de una situación no
habría discursos políticos y sin el sectarismo no habría políticos en México,
donde es la secta, la adhesión, el ismo desde el callismo hasta nuestros días
lo que da identidad a cada persona que se asimila o participa en un grupo
político, una tendencia o una movilización.
La
libre de prejuicios y sectarismos es la llamada para el 8 de septiembre
en la voz de Paco Ignacio Taibo II, secretario de Cultura de MORENA. Y
enseguida uno de los voceros de Andrés Manuel López Obrador descalifica a toda
persona que no quiera movilizarse. Entonces me acordé de las Adelitas y me reí
por dentro de la leyenda que te recetan en todos lados de que tus datos son
confidenciales.
Recordar
a las Adelitas y no esas combatientes, personajes vitales durante la fase más
dura de la Revolución Mexicana sino otras Adelitas que llamó a la calle Andrés
Manuel López Obrador hace algunos seis años, cuando Felipe Calderón presentó
una iniciativa de reformas para Pemex. ¿Dónde están? Cualquier estructura fuera
del designo del líder fracasa, no prospera. Si no se es lopezobradorista a
morir, no existe.
Lo
de la protección de datos me asusta muchísimo. Nadie es capaz de controlar la
invasión a la intimidad de las personas. A mi casa llama un seguro adicional de
un banco desconocido porque no soy clienta, lo mismo que la venta de paquetes
vacacionales y una voz profunda del delegado de Benito Juárez que me invita a
ver el arreglo de una calle o las magníficas obras de remodelación en los
parques. El colmo, no hay protección de nuestros datos, lo que hace pensar que
se usan para todo, incluso para votar en nuestro nombre. Es verdad.
Pero
ahora llaman y entra una grabación, ¿de quién creen? De Andrés Manuel López
Obrador para invitar a movilizarse contra la privatización de Pemex y el
aumento al IVA ¿Por qué tiene mi teléfono? ¿Cómo en domingo se mete hasta mi
mesa de noche para invitarme a una movilización sólo de su grupo, sectario y
prejuiciado? ¿Le dio el teléfono una amiga del PRD o una conocida de otro grupo?,
si él no quiere nada con el PRD, ¿Cómo se atreven a llamar a tu casa? con
grabación que no da oportunidad al diálogo.
Me
asusta que estos métodos autoritarios sean los que prevalezcan en México, en
todos los grupos políticos y partidos; me asusta que en una asamblea de masas
amorfa se pretenda construir un rechazo a algo que no está planteado como tal.
¿Por qué hasta ahora? Cuando hace 18 años que se elaboran contratos mano en
llave como se llamaban en la Compañía de Luz; por qué no enfrentar el tema
con mayor inteligencia y estrategia.
La
histórica ruptura con las compañías extranjeras que usufructuaban el petróleo
en 1938 fue totalmente justificada por el general Lázaro Cárdenas y su equipo.
En los campos petroleros privaba la injustica y el hambre; trabajaban los niños
y las niñas y había obreros en lista de raya, desnutridos, como describió en
esos años la periodista Elvira Vargas. Ahí donde las grandes empresas inglesas
construían su poderío, estaba la sangre de las y los mexicanos. 75 años después
México se distingue por su desigualdad, ahora, fuera de los campos petroleros,
niños y niñas mueren de desnutrición y en algunas dependencias gubernamentales
de entidades como Oaxaca hay listas de raya; las mujeres de más de 15 años
tienen el riesgo de ser objeto de la trata y todos los días seis mujeres son
asesinadas en algún lugar del país lo mismo en su casa que en espacios
públicos: sin contar las muertes por aborto, cáncer de mama, de cérvix o de
hambre.
El
grupo de AMLO se ha caracterizado por ignorar las demandas feministas y la
crisis planteada por la violencia contra las mujeres. Tenemos pruebas de su
visión machista de la política; su visión corta sobre la libertad de las
mujeres. Cuando fue jefe de gobierno en el Distrito Federal se negó a la
investigación que la Cámara de Diputados hizo para diagnosticar la violencia
feminicida, igual se negó Ulises Ruiz, el gobernador violento de triste
recuerdo. AMLO sólo ve a las mujeres como eso, como él las bautizó en la tarea
de oponerse a la privatización de Pemex: Adelitas, acompañantes, combatientes,
decididas, aunque no recuerden bien por qué, no sepan o no se les ocurra
preguntarle a su marido.
Pero
AMLO es algo más que macho común y corriente. Es maestro en estos temas: hizo
escuela en el PRD donde violan la ley y no cumplen con el porcentaje de
hombres y mujeres en la dirigencia; que decir de sus aliados visibles como René
Bejarano. Recuerdo que cuando fue jefe de gobierno Alejandro Encinas, inventó a
la “mata viejitas”, con tal de arreglar rápidamente el evidente y creciente
asesinato de mujeres en el Distrito Federal. Él también le cerró las puertas a
la investigación de la violencia feminicida.
Estos
son los hechos. Entonces, suponiendo que a mí también me disgustara que el
control de Pemex estuviera en manos extranjeras (porque en privadas ya está),
AMLO ¿buscaría que en la industria se hicieran cosas para las necesidades de
las mujeres, cómo por ejemplo telas baratas para reducir los costos de la industria
del vestir; algunos productos alimenticios de los que investiga el Instituto
Politécnico Nacional a partir del petróleo; cosméticos no trasnacionales para
las mexicanas y quienes se dedican al teatro y la cultura; el dinero,
suponiendo que desapareciera por arte de magia el sindicato, sería para mitigar
la pobreza alimentaria de miles de mujeres, o para abrir cuneros y salas de
parto para las mujeres que no pueden interrumpir un embarazo? Y éste
grupo, como hizo en el DF, sólo protegería a las mujeres de la tercera edad en
situación de prostitución o utilizará los dineros del petróleo para combatir la
trata.
Me
horroriza el tono, la forma, el gesto de la cara de AMLO, tal vez porque estos
días estoy leyendo un libro increíble y aleccionador: El Imperio Perdido de
José María Pérez Gay que murió apenas el 13 de mayo pasado, siendo asesor
de AMLO. Este libro narra una época fundamental para Europa, nos dice
cómo la inteligencia y la intelectualidad austríaca de la década de los
años 20 del siglo pasado, advirtió del nacimiento y crecimiento del
nazifacismo; cómo se manipuló a las masas, explica a Elías Caneti quien
en los años 40 escribió del poder y las masas; del contenido misógino de esta
tendencia hitleriana, fundada, en lo que Hermann Broch, analizado por Pérez
Gay, advirtió sobre la pérdida de la ética y los valores humanos en
Europa, cuando las mujeres son consideradas sólo cosas, adicional u objeto
sexual y se pueden avalar los asesinatos masivos.
Es
este el peligro de nuestro tiempo. Sin duda. Pero se me paran los pelos de
punta cuando en lugar de la democracia y la organización, se opta por una plaza
llena para un individuo y no hemos sido capaces de llenarla para acabar con el
asesinato de mujeres y la violencia que ha enlutado todas las casas, todos los
rincones, todos los espacios de este país. Para eso MORENA no tiene una
postura. Lástima.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
JULIO 22, 2013
Violencia Contra las Mujeres, sin Control
El
mayor signo de la desigualdad que viven las mujeres mexicanas es, sin duda,
cómo experimentan y sufren la violencia en todos los aspectos. Esa que nos
acosa nacionalmente y también afecta a toda la población. No obstante, por
enésima vez, el Sistema Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia, constituido por representantes del gobierno federal, las presidentas
de los institutos estatales de la mujer y presidido por el Instituto Nacional
de las Mujeres, dijo no a los organismos civiles que piden acuciosamente el
establecimiento de la alerta de género para el Estado de México.
Ello,
a pesar de los argumentos y las cifras. En el Estado de México en seis años mil
500 mujeres han sido asesinadas, 60 por ciento fueron halladas en la vía
pública y 40 por ciento dentro de sus hogares; el caso volvió a analizarse por
un mandato de los tribunales, ya que el Observatorio Ciudadano de la Violencia
Contra las Mujeres que preside Rodolfo Domínguez, se amparó contra la negativa
desde 2010.
El
contra argumento que hizo votar a 33 personas en contra de la Alerta, que
es obligada por la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia,
frente a la aceptación de sólo tres presidentas o secretarias de la
mujer, Tabasco, Oaxaca y Baja California, es que de 563 mujeres asesinadas,
sólo 115 podrían identificarse como feminicidio. El tipo penal por el que han
trabajado decenas de mujeres en los últimos tiempos.
Es
evidente que el tema de la Alerta se encuentra en un callejón sin salida.
Legaloide. La estructura de la Alerta, se dijo en esa reunión, está mal hecha.
Los requisitos para la Alerta, en un exceso de reglamentación que ha atacado a
las dirigentes y a las diputadas, ahora se ha convertido en la mejor manera de
negar una acción integral en determinado territorio donde las cifras son
alarmantes, pero no aplica el mecanismo.
Pienso
que este exceso de reglamentación en el que invierten tiempo y vida muchas
“expertas” y militantes si ha servido para hacer evidente que el asunto no
puede resolverse en una sociedad desigual, injusta, de graves problemas
democráticos y donde el tema de la justicia es preponderante de impunidad, a
todo lo largo y ancho de este país.
Me
llama la atención esta negativa, pero más me inquieta que no hay una estrategia
para entrarle al problema de una manera más inteligente. Es claro que nos acosa
la violencia contra las mujeres, tanto que la abogada Patricia Olamendi,
aseguró que la violencia en el Estado de México contra las mujeres se encuentra
fuera de control y ha alcanzado “niveles alarmantes”,
Ella,
integrante del Grupo de Trabajo del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas sobre los temas de discriminación hacia las mujeres y Coordinadora del
Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de la Organización de
Estados Americanos, mejor conocida como Belem Do Para, política en activo, sabe
lo que dice.
Y
argumentó: “…las cifras del INEGI no mienten: 55 por ciento de las mexiquenses
sufre violencia y éstas son las más altas en el país. Aunque el gobierno del
Estado de México emprendió desde 2010 —bajo presión política— diversas reformas
y acciones para atender las denuncias de violencia generalizada contra su
población femenina, como la creación de la ley estatal para erradicar la
violencia contra la mujer y una Fiscalía de Feminicidios, la realidad es que
estos avances no bajan a la población”.
Habló
en Toluca, el 18 de julio, mismo día que se negó establecer la Alerta de
Género, con sobrada responsabilidad y experiencia: “ las mujeres no son
atendidas en los ministerios públicos, además de que en la realidad ni jueces
ni autoridades ministeriales ejercen su facultad de brindarles las medidas
precautorias que recién se aprobaron en ley, pero que no operan en la
práctica.”
Lo
que dijo Olamendi me parece suficientemente claro. Es preciso que sean sus
propias palabras las que aclaren lo que sucede. Agregó: “La buena noticia para
el Estado de México es que ya cuenta con un excelente marco legal para las
mujeres, la mala noticia es que no se aplica; la buena noticia es que ya hay
una subprocuraduría para la atención de delitos contra la mujer, la mala
noticia es que si vas al ministerio público no te atienden”, luego llamó
directamente al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, para que acepte
la alerta de género.
Ello
se decía mientras la negativa era reiterada. Olamendi, que como digo sabe lo
que dice, señaló que lo de la Alerta: “está más politizada que la propia
solicitud que se hace desde 2010 por organizaciones de derechos humanos”.
Entre
los argumentos de las señoras que deben velar por la ley, por la paz, por el
cese de la violencia contra las mujeres, están más al lado de la burocracia.
Señalaron que “no hay violencia sistemática como lo define la Corte
Internacional: genocidio y crímenes de lesa humanidad”; y además, “ya existe
una Fiscalía Especializada” y encima las estadísticas, es decir, los hechos de
homicidio “sucedieron antes de que se tipificara el feminicidio”.
El
enredo puede ser peor. Ello obliga a marcar la retirada de ese engorro que es
infernal, arrastrar el lápiz por hacer y hacer leyes. Sobre la igualdad y la
mejor vida de las mujeres conté seis; de planes y programas ni hablar, millones
de pesos invertidos para cambiar el lenguaje y, sin embargo, lo que hasta ahora
no se ha logrado es cambiar la mentalidad de ministerios públicos y jueces.
Hace falta cambiar la estrategia; se necesita una verdadera y nacional
protesta, organizar a las mujeres para hacer efectivas leyes que ya existen,
que se multiplican en todo el país, que pocas personas conocen y pocas exigen;
hacen falta imaginación, entrega y menos alaraca. En muy pocas palabras
Patricia Olamendi ha puesto el dedo en la llaga.
Ojalá
que se tomarán en serio los hechos y que nos cimbraran de tal manera que se
elijan estrategias y no nuevas leyes. Veamos: en el Estado de México hay un
subregistro de los casos de violencia contra las mujeres de 91 por ciento, pues
según la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en
los Hogares (ENDIREH 2011), solo nueve casos de cada 100 se denuncian.
Los
resultados indican que 55 por ciento de las mexiquenses ha sufrido violencia,
46 por ciento trabaja y 43.7 por ciento no. La violencia alcanza todos los
ámbitos y se recrudece en las comunidades indígenas, de acuerdo a la
información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía e Informática
(INEGI).
Las
cifras de la ENDIREH 2011, explicadas por Jaime Arturo Vergara, representante
de INEGI en el Estado de México son contundentes: el tipo de violencia más
frecuente en esa entidad es la emocional, con un 82.4 por ciento; le sigue la
económica, con 53.5 por ciento; la física, con 16.5 por ciento, y la sexual se
encuentra en el último sitio, con 6.8 por ciento.
Lo
más grave, los “hechos” más frecuentes de violencia física que sufren las
mexiquenses son en primer lugar los “golpes con manos y objetos”, en 17 por
ciento; empujones y jalones de cabello, en segundo lugar con una incidencia de
16 por ciento; arrojarles objetos, 8.8 por ciento, y patearlas, seis por
ciento.
En
violencia sexual, 13.6 por ciento de las mujeres reportó ser forzada u obligada
a mantener relaciones sexuales; mientras que 3.9 por ciento reportó ser forzada
a realizar “cosas que no quieren” durante el acto sexual.
En
pleno siglo XXI, el 24.8 por ciento de las encuestadas dijo que su pareja les
prohíbe trabajar o estudiar; 21.4 por ciento reportó “tacañería” de sus parejas
para solventar algunos gastos, a pesar de tener los recursos; 13.2 por ciento
dijo que su pareja no aporta el gasto; en tanto que 16.1 por ciento acusó a su
pareja de gastárselo en otras cosas, mientras que 3.4 por ciento han sido
despojadas de objetos o bienes.
Las
mujeres que reportaron “violencia extrema”, en los 12 meses previos al
levantamiento de la encuesta, fueron el 14.5 por ciento, mientras que 12.8 por
ciento reportó “violencia extrema” a lo largo de toda su relación. En el caso
de las mujeres indígenas, 64.1 por ciento dijo vivir con violencia, mientras
que un 38.1 por ciento de todas las mujeres encuestadas reportó haber vivido
“violencia extrema” alguna vez.
Y
esto es lo más sorprendente, dirían en la comentocracia televisiva, vea usted
lo increíble. Sí para quien apenas se asoma a la desigualdad social mexicana.
Ahora
es cuando, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) llama a la
ciudadanía a presentar propuestas que permitan elaborar el Programa Nacional para
la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres 2013-2018.
El Programa, al que se llama a ponerle propuestas, servirá para trazar los
objetivos, las estrategias y las metas necesarias para que todas las personas
de nuestro país gocen de igualdad para desarrollarse en un marco de respeto a
los derechos humanos y libres de discriminación y violencia. Tan, tan… veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
JULIO 15, 2013
Antiguos Problemas: Difusión Masiva
En las
últimas semanas el consorcio Televisa ha “descubierto” con sorpresa y mucha
información de qué tamaño es la violencia contra las mujeres, en aspectos menos
dramáticos que el homicidio y tremendamente cotidianos como el abuso de pareja,
la trata con fines de prostitución y el contorno del desarrollo de estas
violencias.
Es lo
mismo que sucedió con el homicidio de mujeres en Ciudad Juárez, reportado por
Esther Chávez desde 1993 y que cobró gran difusión sólo y hasta cuando los
diarios de Estados Unidos lo reportaron. Después supimos, digo la opinión
pública, que el fenómeno del feminicidio es común, por desgracia, en nuestra
sociedad occidental, no sólo en todo el país sino en todo el mundo, con
diferencias de impacto, y características diversas: pero existe y muchas
mujeres pierden la vida todos los días a manos de un enemigo llamado
patriarcado, discriminación y el supuesto de que las mujeres valemos menos que
los hombres, no importa edad, condición social, clase o etnia.
Considerar
a las mujeres sólo como cuerpos intercambiables, sin derechos en la práctica
cotidiana de las relaciones sociales o de pareja; consideradas casi no humanas
en distintas comunidades, usado su cuerpo para vender en muchas campañas
publicitarias, vistas sólo como instrumentos del placer de los otros, es un
asunto largamente tratado, investigado y denunciado por las feministas. En la
época reciente, hace más de 30 años. Los medios masivos frecuentemente no lo
reportan y les ha importado poco, no es noticia, no se profundiza sobre sus
causas y menos ponen en discusión el carácter patriarcal de la sociedad
mexicana.
Elsa
Conde, quien fue diputada por el Partido Alternativa Social Demócrata, hace
poco más de seis años, realizó en 1994 por encargo de la recién fundada
entonces Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, un estudio sobre la
trata de mujeres que llegaban a la zona de la Merced en el primer cuadro de la
ciudad de México, descubrió cómo esto tenía que ver con los “usos y costumbres”
de un pueblo llamado Tenancingo, Tlaxcala. Es decir hace casi 20 años.
Hoy es
espectacular la conducta que ha puesto en escena el ex ministro de la Corte,
Genaro Góngora Pimentel, cuando allá por 1981 existió un grupo llamado Madres
Libertarias, que con abundante información planteó lo que sucedía entre las
parejas, donde los hijos son botín de guerra interna y la manera como los
juzgados familiares se asociaban con los hombres, ya sea para que se evadiera
la responsabilidad paterna para pagar alimentos en la separación o una horrenda
historia de cómo con el poder se hacían de la patria potestad de sus hijos, sólo
para “vengarse de sus parejas”, mayoritariamente mujeres.
¿Qué
quiero decir? Que los fenómenos de maltrato a las mujeres, uso y abuso de sus
cuerpos, para grandes o pequeñas industrias de prostitución han producido la
trata de personas una de las más crueles formas de esclavitud, en una época que
queremos pensar de avance democrático y científico. Que ese horror existe y no
hay mecanismos de justicia capaces de detenerlo. Ahora, cómo son los hombres
quienes se acercan a estos problemas, el asunto llega a la pantalla chica, con
un halo de estupor. Bienvenida esta difusión y planteamiento del problema. Ya
era hora.
Lo que
llama la atención, y hay que hacer hincapié, es que se presentan como casos
aislados. Pude ver como un periodista que logró colocar su investigación en la
Revista Nexos es presentado como el gran descubridor de la cadena de trata de
Tlaxcala al país, donde las jóvenes enganchadas de ninguna manera ejercen la
prostitución como un asunto de decisión personal sino porque han sido
engañadas, maltratadas y esclavizadas. Ahora también son exportadas
a Estados Unidos y es ahí donde se ha dado la voz de alarma, mientras que en
México, además de una Ley en proceso de operación (es de 2012), podría encarar
el problema. El tema es que en México nuestro signo es la impunidad.
Es
obvio que no podemos desestimar esta “toma de conciencia” que de pronto aparece
en la televisión monopólica, encargada sistemáticamente de reafirmar el papel
subordinado de las mujeres en sus imágenes y contenidos de la programación
cotidiana que llega hasta el más recóndito lugar de la República Mexicana.
Habría
que pedir a los sorprendidos integrantes de la comentocracia, como se llaman
así mismos, si serán capaces de quitar a sus informaciones el amarillismo y la
sorpresa, como si hubiera en este país un solo Góngora Pimentel, e ir, con
todas las herramientas con las que cuentan, a relatar este horror que sucede
tras cada puerta de muchos “hogares” en México; si serán capaces de quitar la
cara de sorpresa y el tono de victimización de las mujeres, algunas, unas
cuantas, que insinúan son una pequeña porción de la población femenina, para ir
más allá y como sabemos, realmente coadyuvar a mitigar el fenómeno de la
violencia contra las mujeres.
Poderosos
como son, podrían empujar, por ejemplo, la declaración de Alerta de Género en
lugares precisos donde la investigación feminista y de derechos humanos ha
mostrado hasta el cansancio que son lugares donde se ha rebasado cualquier
frontera de la violencia contra las mujeres, donde las asesinan sin justicia
cotidianamente; donde crecen las violaciones sexuales y la trata con fines de
prostitución.
Por
supuesto que hay que dar la bienvenida a sus sorpresas. Acaban de descubrir
estos horrores que frecuentemente denunciamos desde el quehacer feminista; los
observatorios de violencia, las decenas o centenas de grupos sociales mixtos y
de mujeres que documentan, día a día, estos horrores sin tener los espacios
deseados de difusión; las televisoras reciben decenas de invitaciones para
conocer los estudios de montones de académicas que van del análisis global al
estudio de casos: uno por ejemplo el de Atenco o el tema tremendo de las
mujeres desaparecidas y torturadas; los miles y miles de expedientes que no se
resuelven en los juzgados familiares y de tipo penal.
Correr
la cortina para que en el país esto tome forma, obligue a la responsabilidad y
al cumplimiento de nuestras leyes, sería un comienzo.
Vamos a
ver hasta donde son capaces de llegar, las fuentes existen, los casos todos son
para sorprendernos, la manera como se sigue pensando a las mujeres es nuestra
ofensa cotidiana. Pensemos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
JULIO 1, 2013
Alerta de Género en Morelos: Legislativo
Las y los diputados de la nación, de
diferentes entidades del país y distintos partidos políticos, no están sordos
ni son indiferentes. Esta semana la Comisión Permanente del Congreso aprobó un
punto de acuerdo para solicitar respetuosamente a la presidenta del Instituto
Nacional de las Mujeres (INMUJERES), en su calidad de Secretaria Ejecutiva del
Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres (SNPASEVCM) promueva la alerta de Género para el Estado de
Morelos.
El Sistema nació teóricamente por dar
a las mexicanas seguridad y buena vida, sin violencia.
La noticia muestra cómo se han usado
todos los recursos legales establecidos en la República para que simplemente se
cumpla con la ley. Según el Observatorio Nacional del Feminicidio, en México
cada año en promedio mil 800 mujeres son asesinadas y la impunidad es hasta del
90 por ciento.
Ello sucede aquí no en otro lugar, en
este país donde se anuncia que vivimos el mejor momento del Estado de Derecho.
Los asesinatos de mujeres no paran en todo el México, las cifras son
alucinantes. Si sólo consideramos los datos de Morelos, estamos hablando de más
de 400 homicidios; que hay 145 mujeres desaparecidas en el Estado de México,
que cerca de 925 asesinatos se han acumulado en esa entidad, de donde proviene
la actual administración federal. 164 casos se han documentado en Oaxaca y así,
la lista es enorme, desgraciadamente.
Hasta el cansancio se han fundamentado
los hechos, existen dos observatorios civiles que definen como muy grave la
situación para las mujeres en el país. Hace unos días la ONU reveló el tamaño
de la violencia en pareja, cosa que está preocupando a los probables socios
norteamericanos y europeos, socios para aliviar un poco la condición de hambre
y pobreza en México.
Lo que hay que decir es que no para el
asesinato de mujeres ni la demanda, ahora en la cancha del poder legislativo,
donde se han llegado a las mismas conclusiones que los organismos civiles.
También las comisiones de Equidad y Género de diversos congresos están activas,
sustentando que en el país los homicidios contra las mujeres nos dicen
claramente el estado de la democracia en México.
Exhortos a las autoridades desde el
legislativo del estado de Oaxaca en abril pasado señalan que debe encabezar
esta demanda la comisión para la Defensa de los Derechos Humanos del Pueblo de
Oaxaca; igual hicieron las legisladoras en el estado de Hidalgo y en su
momento los congresos de Veracruz y del Estado de México. ¿Qué sucede que
no hay oídos para respetar la división de poderes?, es decir para probar que
vivimos en un Estado de Derecho.
¿Cuál es el problema? Que al parecer
ningún gobierno quiere cumplir la ley. La negativa a dar curso a las alertas de
género tiene bases sustentadas, análisis de hechos, estadísticas,
fundamentación jurídica, acorde con el artículo primero de la Constitución.
¿Por qué las autoridades de la Secretaría de Gobernación se niegan? Esto es
como una interrogante que va lastimando la credibilidad para la ciudadanía. ¿No
que quieren quedarse en el poder? Digo los priistas.
En Morelos la situación es muy grave,
la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, A.C., ha tocado todas
las puertas. Ya construye un expediente que en breve será enviado, tras varias
cartas y solicitudes a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
la misma que deberá llamar a cuentas a los gobiernos estatales y federal. Esos
gobiernos tienen varias y diversas solicitudes para que realmente se haga lo
pertinente en los casos claros de zonas de alta peligrosidad para las mujeres. Se
ha exhortado al gobierno Federal, constantemente.
Organismos civiles, como las Libres en
Guanajuato, han documentado perfectamente su demanda, rechazada sin suficientes
argumentos y como en Morelos, se ha mapeado cada zona. El SNPASEVCM tiene como
Secretaria Ejecutiva a la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres,
Lorena Cruz, quien apenas el 20 de junio último, en Tlaxcala dijo: “El gobierno
federal y los gobiernos estatales deben mandar un mensaje claro a la sociedad,
ante delitos que la aquejan como la trata de personas: No toleraremos la
impunidad para quienes violen los derechos de las mujeres y atenten contra la
vida de ellas y de jovencitas”.
Se tratará sólo de palabras, me
pregunto, ella parecería interesada y podría desencadenar el procedimiento. Sin
embargo, la respuesta en Guanajuato, Estado de México, Hidalgo, Veracruz,
Oaxaca y Morelos es el mismo: que no hay razones suficientes para la alerta.
Quien lee esta semana Palabra de
Antígona deben saber que el asunto es sencillo, se trata de investigar si
quienes solicitan la Alerta tienen datos, si efectivamente en los lugares
señalados hay peligro sistemático para la vida de las mujeres y, si es así, las
autoridades deben intervenir, investigar y tomar medidas preventivas y
correctivas, que eso dice la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin
Violencia.
No encuentro razones para negarse.
¿Qué harán ahora que la Comisión Permanente lo está solicitando? El punto de
acuerdo incluye que la Procuraduría General de Justicia del Estado de Morelos
coadyuve en las investigaciones, que verifique los datos largamente
investigados que la Comisión civil ha realizado y verificado, datos de los
últimos 25 años verdaderos oprobios acumulados. Eso simplemente, por las 400
mujeres asesinadas y por la Ley.
Lo interesante de este punto de
acuerdo es que se ha puesto en evidencia la contradicción entre los gobiernos
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus legisladores. Su actuación
frente a gobiernos como el de Morelos, presidido por Graco Ramírez, del PRD y
en otros casos con gobiernos del Partido Acción Nacional.
El exhorto ha sido solicitado por la
Primera Comisión de Gobernación, Puntos Constitucionales y Justicia del Senado
de la República, que preside senadora panista María del Pilar Ortega,
convertida en congreso permanente y constituida por 15 senadores y diputados,
entre ellas seis priistas, cuatro panistas, tres perredistas, uno del Partido
del Trabajo y otro del Partido Verde Ecologista. Los y las priistas firman el
exhorto; un panista, el verde y uno del PRD no firmaron, es curioso. La segunda
en importancia en esa comisión es la senadora priista Cristina Díaz Salazar,
promovida en el PRI para un nuevo encargo en su partido. Es increíble que la
Secretaría de Gobernación, cuyo titular es emanado del PRI, se niegue.
Es importante ver el curso que esta
solicitud tendrá en próximos días. Será una gran lección ver cómo y de qué
manera el Ejecutivo se negará a desplegar las acciones necesarias para
prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, en
desfase absoluto de cara a las declaraciones pomposas de hacer transversal la
visión de género en el Plan Nacional de Desarrollo. O será nada más pura
demagogia.
Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
JUNIO 17, 2013
En
el centro de la ciudad de México las madres de Ciudad Juárez se han plantado
nuevamente. Hace 20 años que gracias a los artículos periodísticos fue denunciado
el feminicidio en Ciudad Juárez. Dos décadas después sabemos que en ese
municipio de la frontera norte hay 108 desaparecidas y que son las familias las
que investigan, las que están detrás de cada expediente, las que no se cansan.
Este
gravísimo fenómeno parece no importar gran cosa a los señores del poder. A ver,
estamos viviendo, como si fuera 1928, una etapa reformadora que se nos quiere
presentar amablemente tras largos 12 años de equivocaciones. Peor, el asesinato
sistemático de mujeres en el país parece no importar a nadie. El próximo día 21
de nueva cuenta se discutirá la alerta de género para el Estado de México y
parece que es más importante la política, el arreglo, que la realidad.
Esta
vez el plantón de madres de Ciudad Juárez está aquí para exigir al gobierno que
investigue, simplemente eso. Que de una vez por todas, el gobierno se ponga en
el lugar de las familias, que busque indicios, que haga su trabajo. Es como el
caso de la impunidad permanente respecto del homicidio de periodistas, hombres
y mujeres en todo el país. Nunca nadie sabe nada de quién o quiénes son los
culpables. En el caso de la desaparición de mujeres, de su asesinato, las
autoridades que no atinan qué decir sobre sus funcionarios corruptos, tampoco
saben cómo encarar el problema del feminicidio en el país y no obstante la
condena internacional, no dan resultados. Dan discursos.
Con
toda tranquilidad asumimos que en el centro de Ciudad Juárez opera una red de
trata de mujeres encabezada, dice la organización Nuestras Hijas de Regreso a
Casa, por una pandilla denominada como Los Aztecas, y presuntamente relacionada
con lo que se define como crimen organizado.
Las
madres atribuyen el fenómeno a “la embestida de la Operación Conjunta Chihuahua
–cuando el gobierno federal les incautó armas, personas y drogas- esa pandilla
empezó a traficar con jovencitas.”
No
es que se trate de algo nuevo. También nadie oye, ni escucha, ni pone atención
al tema de la traba de jovencitas, de niños y niñas. Se hacen oídos sordos a
cómo peligran las niñas y los niños, las adolescentes por este fenómeno ya
estudiado por las Naciones Unidas, que tiene una cifra de ganancias, dentro de
esa cosa que definen como crimen organizado en toda la orbe.
Se
trafica para explotación sexual y explotación laboral. Eso sucede en muchos
lugares del país, pero es en Ciudad Juárez donde no se quita el dedo del
renglón y según la activista María Luisa García Andrade, la desaparición de
mujeres en aquella frontera arreció en 2008, es decir hace cinco años, tienen el
seguimiento. ¿A quién le toca resolverlo? ¿Quién o quiénes, además de las
madres está detrás de las investigaciones? ¿Dónde están las comisiones de
equidad y género del Congreso? ¿Dónde se esconden los llamados abogados
democráticos? ¿Qué hacen las comisiones de Derechos Humanos? Estos verdaderos
elefantes blancos que comen y se desarrollan gracias a nuestros impuestos.
Las
madres explican que la desaparición de jovencitas en Ciudad Juárez
sucedió el mismo año en el que creció la ola de homicidios atribuidos
a la guerra del cartel de Juárez –para el que trabajan los Aztecas- contra el
de Sinaloa por el control del narcotráfico en esa ciudad, es decir, las madres
tienen la información, la viven. El tema es que no se las toma en serio, lo
cual es grave.
Es
el Juárez, herido de muerte, donde según García Andrade todo se inició en 2008
una ola sin precedentes de desapariciones de jovencitas, se ha documentado que
existe una lista, con nombres y apellidos, expedientes de 108 casos, sin que
haya ninguna respuesta de parte de las autoridades. Lo grave es que se crean
nuevas instancias que nos costarán y cada día aparece una nueva, de “expertos o
expertas” en seguridad ¿para qué?
La
impunidad parece ser el signo de estos tiempos, a pesar de los discursos, a
veces convincentes, de las autoridades del gobierno de Peña Nieto. La verdad es
que veo un nuevo problema. No hay de dónde tener expedientes ordenados, no
tienen antecedentes las autoridades o los ocultan; no pueden iniciar procesos y
diligencias, no obstante todas las evidencias que se ven y se explican a la
opinión pública.
Ese
es el caso de ex gobernadores que dejaron desmantelados los proyectos de
atención a la salud, que no sé cómo se califique. Dejar sin medicinas los
hospitales para la clase popular es como una operación de lesa humanidad. Ahora
van a ver cómo juzgan al nuevo ex gobernador acusado. Los otros ya huyeron y
nadie se acuerda de los documentos apócrifos de Coahuila; ni tampoco de las
atrocidades fraudulentas de Veracruz, menos de los hospitales vacíos en Oaxaca
y lo sucedido en Guerrero y Aguascalientes. Hay quien, en la pantalla de
televisión defiende al ex gobernador de Tabaco, quien escenifica el nuevo show.
Menos
van a reconocer que la falta de justicia permite que las jovencitas y muchos
niños y niñas son sujetos de la trata. No hay tiempo, hay que hablar más bien
de las instituciones.
Eso
me recuerda el estudio magnífico de Luis Javier Garrido, que estudió cómo se
formó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1929, sin democracia, juntando
los intereses de todos los caciques, argumentando que había que poner en paz al
país, no importaba en nada la justicia social por lo que habían muerto un
millón de hombres y mujeres durante la Revolución Mexicana. No, no se trataba
de eso sino de mantenerse y hacer crecer su poder.
Igual
ahora, en tiempos de discursos y reformas anunciadas. Los grandes asuntos no
tienen respuesta. Menos pueden ser caminos para la democracia y pareciera que
nos indican que tampoco es un tema de ética, sino de pragmatismo. Lo que
importa ahora es quiénes y cómo llegan a ocupar los puestos de poder. Vean si
no las discusiones radiadas o televisivas de esa nueva clase de opinadores y
opinadoras. Las asesinadas, las desaparecidas, las madres desesperadas están
ahí, en un rincón de la ciudad de México apenas percibidas por la opinión
pública.
Cuando
estas mujeres hablan. Dicen con claridad, dónde fueron vistas su hijas por
última vez, sencillo: el sector de la zona centro de Ciudad Juárez, territorio
considerado último reducto del otrora poderoso cartel local.
Las
madres explican su exigencia: que el gobierno federal atraiga los casos que
contienen indicios de participación del crimen organizado en lo que muy
probablemente es una red de trata de mujeres con base en el centro histórico
juarense.
“Es
un foco rojo, casi todas se han perdido ahí, y hemos dicho que se haga algo con
ese lugar del Centro, pero no han hecho nada (…) Ahí está la banda, ahí es
donde operan”, dijo una de las madres y aunque algunas personas se dan golpes
de pecho, todavía no conseguimos que realmente se parapeten y no se cansen,
frente a las instituciones que no dan respuestas.
Y
cuál es el relato. Al parecer las investigaciones periodísticas son muy claras.
Se trata de la trágica calle Javier Mina de Ciudad Juárez. Según la hipótesis
de García Andrade, eso coincide con una investigación periodística realizada
por El Diario de Chihuahua en 2012, sobre los casos de once víctimas, la cual
encontró que al menos siete pasaron o debían pasar por la misma calle del
centro de Ciudad Juárez antes de que se les perdiera la pista. ¿Por qué no se
hace algo?
La
descripción es precisa: la calle ubicada dos cuadras al sur de la Catedral –a
pocos metros de la frontera con Estados Unidos-, es la Francisco Javier Mina,
caracterizada por la presencia de prostíbulos y frecuente en los recorridos de
las jóvenes del poniente de Juárez, porque ahí se detienen los camiones
públicos que las conectan con el resto de la ciudad.
Ahí,
mostró la investigación periodística, entre 2008 y 2011 fueron vistas por
última vez María Guadalupe Pérez Montes, de 17 años; Cinthia Jocabeth
Castañeda, de 13; Perla Marisol Moreno, de 16; María de la Luz Hernández, de
18; Jessica Ivonne Padilla, de 16, y Nancy Iveth Navarro Muñoz, de 18 años.
Una
de ellas, María Guadalupe Pérez Montes, fue encontrada a inicios de 2012 junto
a los restos óseos de al menos otras once mujeres halladas en un descampado al
sur del Valle de Juárez conocido como “Arroyo del Navajo”, donde las madres
presumen podrían haberse encontrado más cadáveres.
Apenas
la semana pasada, la Fiscalía General del Estado le notificó a Bertha Alicia
García, de 46 años, que un par de restos craneales, también encontrados en el
Valle, correspondían con el perfil genético de su hija Brenda Berenice Castillo
García, reportada como desaparecida desde 2009.
Como
otras siete madres de mujeres víctimas, Bertha Alicia García integró el grupo
que decidió viajar a la Ciudad de México para exigir la investigación que no se
ha resuelto en aquella frontera.
“A
Berenice me la entregaron el miércoles de la semana pasada, dos pedazos (óseos)
es todo lo que hallaron”, dijo la mujer con tono de cansancio a los periodistas
del Distrito Federal y agregó: “Yo no estoy de acuerdo con lo que me dieron ni
confío para nada, por eso estoy pidiendo una segunda prueba”. Como otras
víctimas, Berenice tomó una unidad de transporte público para dirigirse a las
mismas cuadras aledañas a la Catedral en las que todo indica que se perdieron
varias de las otras jovencitas.
Las
madres están aquí desde el pasado lunes 10 de junio; se reunieron
ya con el titular de la Subprocuraduría Especializada en la
Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), Rodrigo Archundia, quien se
comprometió a resolver este martes si la federación atrae o no los casos.
Pernoctan en la calle, hacen mítines. Protestan, llaman la atención de los
transeúntes. Están solas, hace 20 años que oímos hablar de Ciudad Juárez, cuya
verdadera entereza son estas madres, que no se resignan.
Claro,
si se pidiera la Alerta de Género en Ciudad Juárez, también les dirían que no,
que no tienen los datos ni se ajustan al formulario, que en realidad es pura
percepción y un imaginario que no tiene relación con la realidad, como se ve ni
los nombres, ni las circunstancias, ni el sitio donde las jóvenes desaparecen
convencen a nadie. Es lo mismo, tampoco sabremos dónde están los ocho u 11
jóvenes secuestrados en un bar del Distrito Federal. Nadie sabe nada y nadie
parece ser capaz de atender lo importante, mientras como el general Calles, se
reparte el poder y los puestos. Las elecciones del 7 de julio, son el tema.
Veremos.
Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
JUNIO 11, 2013
Lecciones de Género: más de Tres mil Mujeres Candidatas
Una masa abundante nunca vista corre como caudal de agua
por caminos y pueblos en estos días. Se trata del proceso electoral en 14
entidades del país, del cual nos llegan apenas algunas noticias fijadas en las
discusiones del poder y entre el poder.
Esa masa, hervidero de ideas y palabras rebasa la
imaginación. Son las mujeres, finalmente, que como oleadas invaden, se mueven,
actúan, hablan, discursan y como resultado de un largo proceso han certificado
que es mentira que no quieran gobernar. Si quieren y lo muestran, precisamente
en los prolegómenos de la conmemoración del 60 aniversario del voto femenino
que se cumplirán el 17 de octubre próximo.
Dejemos atrás la formalidad y el busto o monumento
de alguna de las miles de sufragistas que develará en los
festejos el Senado de la República, cuya contribución a esta inmensa
participación femenina se traducirá en fórmulas idiomáticas: los derechos,
la paridad, el no a la violencia ni a la discriminación, así como la
urgencia de reiterar el discurso histórico que comenzó un día, a las afueras de
un simulacro de Congreso por la libertad en el año 1824, en Zacatecas,
donde las mujeres que escribían en la más antigua revista de mujeres: El
Abanico, pidieron votar y ser votadas.
Y es Zacatecas por esa tradición cimentada, aunque usted
no lo crea, gracias a la gubernatura femenina de la ex comunista y mujer de
izquierda llamada Amalia García, hoy las cosas anuncian una transformación
indiscutible. Ahí en Zacatecas se construirá estos días la olla más grande de
menciones y acciones por la libertad y los derechos de las mujeres.
¿Pueden imaginarlo? Tres mil 430 mujeres en campaña. Sólo
en Zacatecas, donde el Instituto Estatal Electoral, a cargo de Leticia Catalina
Soto, hizo a los partidos políticos cumplir con la ley; capacitó a cientos de
mujeres en lo que llamamos perspectiva de género y ha roto el primer dique.
Para el congreso local 44 por ciento de candidaturas locales, donde cada
propietaria tiene como suplente a otra mujer, y en las planillas municipales
muy pocas encabezan la planilla, sólo 22 mujeres de todos los partidos; en
contraposición 253 candidatas a las sindicaturas y sólo 20 hombres; y en
regidurías, jamás visto, se ha logrado casi la paridad: 48 por ciento.
Es ahí, en las planillas municipales, donde se ha
producido este caudal de mujeres que participarán sin duda, gane el partido que
gane, en los gobiernos locales.
Zacatecas para muestra de lo que ha sido desde que
comenzó 2013 es una cruzada efervescente. En los otros 13 estados donde habrá
elecciones los partidos políticos y sus dirigentes siguen discutiendo lugares y
aprobaciones. Sólo una elección gubernamental en Baja California. En general,
solo avances regulares.
La resistencia ha sido brutal, porque no en todas partes
se hizo lo de Zacatecas. En Chihuahua, por ejemplo, ha tenido que haber, como
en 2012 en las elecciones federales, una sentencia del Tribunal Electoral para
cumplir con la ley, ya sea electoral o aplicando los estatutos internos de cada
partido para conformar las candidaturas femeninas con 40 por ciento y no en
todos los niveles.
En Michoacán la lucha, me decía una dirigente, ha sido a
muerte e inútil. Cómo las leyes electorales no fueron modificadas, el avance es
casi nada para la participación de las mujeres. Las coaliciones admitidas entre
partidos muy dispares, arrinconaron a muchas aspirantes.
En Oaxaca de acuerdo con el Instituto Estatal Electoral y
de Participación Ciudadana dos coaliciones y cuatro partidos cumplieron con la
llamada cuota de género en las candidaturas por las diputaciones locales. De
esta forma, 60 mujeres buscan una de las 25 curules por la vía del voto
directo, frente a otros 90 varones. Mientras que por la vía de representación
proporcional compiten 142 mujeres, frente a 164 hombres, que buscan las 17
curules restantes. En total, 202 mujeres buscan ser diputadas locales. En
esa entidad también se elegirán autoridades en 153 municipios, las listas
definitivas de las planillas se darán a conocer esta semana, pero ellas
nuevamente serán las menos.
Los resultados son pálidos en Durango y Aguascalientes,
tal vez como cara del crisol que es México, desde antes de la independencia y
gracias a la creación ideológica que operó en la República que definió a las
mujeres sólo como “ángeles del hogar” y no obstante todas sus acciones las
preparó sólo para atender a las otras y a los otros.
Y no se ha podido romper el dique, especialmente en las
elecciones municipales, eso no obstante, la suma de iniciativas diversas y la
movilización. Las promotoras viajaron por todo el país. Apenas el jueves
último, en Michoacán, la representante de ONU Mujeres decía: “llamamos a los
tres órdenes de gobierno, a los partidos políticos, a los institutos
electorales y a toda la ciudadanía para sumar todos los esfuerzos y voluntades
para lograr la plena participación política y económica de las mujeres en
igualdad de condiciones”.
Se espera en Zacatecas, que durante las campañas, las
miles de mujeres participen por un puesto, pidiendo el voto, hagan lo que decía
un viejo político, esa escena didáctica y masiva que se incrusta en las
conciencias, con un discurso de género, hablando de los derechos de las
mujeres, de su problemática social y económica. Tal vez una repulsa a la
violencia contra las mujeres y la protesta por la poca efectividad de las
políticas públicas. Y lo harán también todas aquellas que en menor proporción,
han conseguido una candidatura en las 14 entidades del país, donde previamente
pelearon al interior de esos círculos cerrados de las dirigencias machistas e
insensibles.
Al parecer habría, en algunas entidades mayor apertura en
el Partido Revolucionario Institucional, ahora con la sartén por el mango, que
en los partidos de izquierda sumidos en sus competencias internas. No decimos
nada de Acción Nacional donde sólo ha habido demagogia sin resultados.
Por ejemplo, en Quintana Roo sólo se registraron como
propietarias 32 mujeres que equivalen al 34 por ciento y 61 hombres. En
candidaturas independientes de mayoría relativa 10 candidaturas de las cuales
sólo hay tres mujeres. Al final de 80 personas postuladas 29 son mujeres, el 36
por ciento, más del doble que en 2010, lo significativo es que no se sabe que
sucedió en los municipios.
Además no todos los partidos cumplieron con la cuota de
ley. El PAN llevará en Quintana Roo 43 por ciento de mujeres; el Partido del
Trabajo 40 por ciento y el Movimiento Ciudadano 47 por ciento. El PRI 43 por
ciento, y se desconoce qué pasó con el PRD, donde la discusión ha bateado a
montones de mujeres en todo el país.
Paralelamente y para festejar los 60 años del voto ya se
prepara un amplio programa de actividades en el Senado de la República y
orgullosamente la papelería del Instituto Federal Electoral lleva un sello recordando
ese acontecimiento que en tiempos del presidente Adolfo Ruíz Cortines se
hizo universal.
Un foro, un libro sobre las primeras senadores, una
muestra plástica, un sello postal, un boleto de lotería y la promoción de seis
iniciativas específicas , en el campo, en la economía y por supuesto
relevar a nivel nacional esto de la paridad.
En medio de toda esta algarabía que nos ocupará todo
junio, en que se desarrollarán las campañas, todavía no hay respuesta a dos
demandas urgentes: las alertas de género para parar la violencia y el cese a la
impunidad por los miles y miles de asuntos; de violencia contra las mujeres y
violaciones sexuales; la liberación de mujeres encarceladas por sospecha de
aborto; los despidos masivos de mujeres que están a la orden; los casos de
hostigamiento sucedidos en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, los
expedientes que se quieren enviar al archivo porque hombres con poder golpean a
sus parejas, novias, esposas, compañeras de trabajo.
Nos quedan tantos pendientes que sólo puede mitigarse la
angustia por este hecho increíble que sucede en Zacatecas. Tenemos que decirlo.
Veremos.
PRUEBA
DE FUEGO PARA EPN: LA Alerta de Género
Este
martes 21 se pondrá a prueba el gobierno de Enrique Peña Nieto en materia de
violencia contra las mujeres. Veremos si se mantiene o no la simulación oficial
con meras declaraciones sobre el respeto al Estado de Derecho. A ver qué
dicen los socios del Pacto por México y todas las más de 140 diputadas
federales tan entronas y comprometidas.
Vamos
a ver si en verdad el gobierno de Peña Nieto trabajará para erradicar el
maltrato a las mujeres, como declaró apenas el viernes Miguel Osorio Chong,
secretario de Gobernación. Veremos si ahora sí responden a las reiteradas
solicitudes para oír los reclamos y leer los documentos probatorios que la
sociedad civil tiene sobre el homicidio de mujeres por el único hecho de ser
mujeres.
A
ver si atienden a una Campaña por la Vida y la Libertad de las Mujeres en
Morelos que lanzó la Comisión Independiente de Derechos Humanos de esa entidad.
Es decir, a ver si no será necesario que nos vayamos unas cuantas mujeres a
huelga de hambre para que nos vean en toda la prensa internacional y entonces
sí actúen.
A
ver si ahora sí. Porque Osorio Chong ordenó atender a las madres de las
desaparecidas y ahora si se creó, dicen, una instancia eficiente para
buscarlas. Sabemos que en el caso de Chihuahua, se trata de feminicidio. A ver
cómo con tantas pruebas y datos pueden decir que no a instalar la Alerta de
Género en Guanajuato y Morelos. Para las aleras, hasta 2011, había 19 millones
de pesos. Que no nos vayan a decir que no hay cómo.
¿A
qué me refiero? A que el martes próximo tendrá que haber una resolución en
sesión extraordinaria sobre la alerta de género solicitada para Guanajuato, una
de las nueve que se han discutido en el Sistema Nacional para Prevenir,
Atender, Sancionar y Eliminar la Violencia contra las Mujeres que está
conformado por 11 instituciones del gobierno Federal, las 32 directoras o
secretarias de la mujer estatales y presidido por el Secretario de Gobernación
en turno. Ese día se reúne para definir la solicitud formal del grupo de Las
Libres que entregaron el 29 de abril y a ver si resuelven la solicitud de
Morelos que se hizo llegar a Los Pinos desde el 16 de abril, con copia a Graco
Ramírez, gobernador de Morelos, con hartas firmas y sustentos
documentados del tamaño del problema.
En
Morelos las cifras de homicidios de mujeres son escandalosas. Más de 400 en 12
años, 33 cada año, tres cada mes. Un problema que, se dice, atiende
Morelos. No es cierto. Los lugares peligrosos están estudiados, por si tienen
dudas en el Sistema Nacional, se trata de 25 municipios de los 33 de esa
entidad. Como Cuernavaca, Tepoztlán, Zacatepec, Yautepec, Cuautla, etc. Todo
ello le parece al gobierno de Morelos, del socialdemócrata Ramírez, algo
exagerado, supongo, porque su silencio es idéntico que el del gobierno panista
pasado, que del gobierno que antecedió a Peña Nieto, esos que, dicen los
progresistas, no entienden nada sobre la condición social de las mujeres. ¿Y
ellos sí?
En
Guanajuato, Las Libres han documentado 142 asesinatos de mujeres en apenas 42
meses, es decir tres mujeres cada mes. Exactamente lo mismo. Es una barbaridad.
Sólo entre enero y abril de este año fueron asesinadas 24 mujeres y se sabe con
exactitud, en 11 municipios. Se tienen reportes oficiales de la Procuraduría y
expedientes. O sea no tiene pretexto el Sistema, las señoras de los institutos
y las y los funcionarios federales, empezando por el Secretario de Gobernación
para decir que no.
Verónica
Cruz, la directora de Las Libres, ha pedido estar presente en la discusión del
martes y me dijo el sábado en Mexicali, donde nos encontramos, que es necesario
que se sepa que el martes deciden, que se sepa que ahí estarán los ojos
de muchas personas y que se sepa que hoy no tienen pretexto.
Mientras
que la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos ha apostado a esta
campaña donde se movilizan sindicatos, mujeres, medios con el objeto de obtener
una respuesta. 112 solicitudes para declarar la Alerta de Género en Morelos han
sido enviadas al presidente Enrique Peña Nieto y hay una respuesta
adiministrtiva la GR-2200021508-5, señalando que las solicitud ha sido turnada
a la Secretaría de Gobernación. A ver qué dice Chong al respecto.
Como
me explicó una joven abogada, es absurda la situación. Es inaceptable por
simuladora. Por una parte hay discursos, declaraciones, leyes que reconocen el
tamaño del problema, análisis, libros, investigaciones, conceptos, asumidos por
los gobiernos. Cifras, eso que tanto piden, todas las necesarias y
recomendaciones internacionales que no se cumplen, en ninguna parte.
Documentos
oficiales, el estudio pormenorizado de la Cámara de Diputados, de hace un año,
publicado por la Cámara, la ONU e INMUJERS; el informe de Gobernación,
detallado y escrito por la Comisión Nacional para Prevenir y
Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIN) que reconoció que en seis
años se duplicó el número de mujeres asesinadas y creció 400 por ciento sólo en
el noroeste del país, que describió el problema y estudió todo el país. Más los
datos estado por estado de la sociedad civil, los que tienen las procuradurías.
O sea, sí hay simulación, porque no se aplica la Ley. Hoy la Ley de Acceso de
las Mujeres a una Vida sin Violencia señala que debe declararse la Alerta de
Género, ante hechos documentados y reales. O sea a ver si se cumple con
el Estado de Derecho.
Racionalmente
no hay pretexto. Racionalmente no existe motivo alguno para seguir simulando.
Me contaron que ahora pretenden torcer la ley, argumentando que la vigente está
mal, que la van reformar y que luego atienden nada más y nada menos que el
asesinato de mujeres. ¿Sabe cómo cuántas? Digo por si no bastara una sola, pues
bien, cifras cercanas a las dos mil 800 al año, esto es siete mujeres
vitales, productivas mueren todos los días solamente en 14 entidades del
país a causa de la violencia de género. O sea, esto en un país civilizado ya
hubiera provocado una revolución.
Veremos.
Palabra de Antígona
MAYO 2, 2013.-
Los Límites de la Libertad de Expresión
El
6 de marzo pasado, hace casi dos meses, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación resolvió el amparo 2806/2012 condenando a quien usó las palabras
“maricón” y “puñal” en un periódico al considerarlas impertinentes,
discriminatorias, innecesarias, además de ofensivas y que no pueden ser
protegidas por el inalienable derecho fundamental a la libertad de expresión,
Artículo 6º Constitucional.
El
asunto causó revuelo entre “opinadores” y sesudos defensores de esa libertad
que palabras más palabras menos, han argumentado contra la Corte,
señalando que se ha equivocado.
El
caso, que según mi seguimiento desde el día que apareció la noticia, no
significó más que una discusión vertical que rápidamente desapareció de los
medios. Pero la polémica que en principio fue limitada, se ha mantenido en
forma ondulada y reiterada al grado que llegó a la pantalla de
televisión. La mayoría desestimando el fondo del asunto.
La
demanda: en 2010 el director del periódico Síntesis (Puebla, Tlaxcala e
Hidalgo), Armando Prida Huerta, se quejó ante un tribunal local de Puebla por
las expresiones publicadas en otro medio llamado Intolerancia, dirigido por
Enrique Quiroz Muñoz. Este último fue condenado a una multa, en Puebla, y luego
el caso llegó a la Suprema Corte, misma que resolvió el 6 de marzo a
favor del que se quejó, sentando un precedente calificado como histórico por el
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).
Por
primera vez el máximo tribunal entra, analiza y resuelve sobre la difusión del
lenguaje que usan los medios. Aunque se trate de un caso particular, ha sentado
un precedente sustantivo.
La
polémica: con frecuencia leí expresiones y argumentos, para mi insostenibles,
verdaderos “golpes de pecho”, asustadizos, señalando que este precedente
es grave para la libertad de expresión y argumentan con insistencia que no se
puede condenar el uso de palabras o un lenguaje que es parte del uso habitual
en una sociedad. Otros hablaron de la democracia liberal y permisiva. Uno más
que exageró diciendo que no podemos prohibir el insulto entre dos personas, sin
considerar que fue publicado.
Al
parecer está en la picota de los “intelectuales” la primera Sala de la Corte y
los ministros que votaron en mayoría a la resolución del ministro Arturo
Zaldívar.
¿Qué
preocupa? Que dos décadas después de la polémica internacional sobre el uso del
lenguaje discriminatorio, sexista, que fomenta el odio contra las y los
diferentes, contra las mujeres, parece haberse ido al fondo de un basurero. No
se entiende.
El
lenguaje, según la experticia, refleja claramente el modo de ver y pensar
de las personas, viene de un aprendizaje ideológico, no son palabras
inocuas sino que contienen un posicionamiento social frente a otras y otros,
frente a la condición y concepción de lo que somos las mujeres y los hombres,
refleja hasta qué punto hay resistencia a caminar hacia la igualdad.
¿Es
esto un problema de libertad de expresión? La polémica es importante y es
fundamental si queremos democratizar los medios de comunicación. La Corte
sostuvo que no eran las palabras sino el sentido de las mimas y, tratándose de
medios de comunicación, hay que reconocer que juegan un papel fundamental en la
formación de para propiciar la disminución, y, en última instancia, la
erradicación de discursos discriminatorios.
Entonces,
el papel de los medios es clave en la lucha contra los prejuicios, los
estereotipos y, por lo tanto, pueden contribuir a mejorar la igualdad en la
sociedad o a eternizar un modo de ver y actuar en consecuencia. Este es el
fondo de una resolución tan importante y además la primera en la historia
reciente de México.
El
llamado Hate Speech o discurso de odio es, al margen de la ley, la comunicación
que vilipendia a una persona o un grupo basado en la discriminación contra esa
persona o grupo. Y eso es exactamente lo que hizo el diario Intolerancia al
señalar a los colaboradores de Síntesis como “maricones” y “puñales”, más otras
expresiones ofensivas.
Las
mujeres hemos batallado con este asunto durante décadas. A nosotras, en
imágenes, palabras y escenas nos ofenden en miles y miles de informaciones,
comentarios, presentando cuerpos femeninos segmentados en la publicidad. Hasta
ahora no se han enderezado demandas formales ante las autoridades en este
sentido.
Tampoco
hemos logrado que las autoridades frente a su derecho de regular los medios
hayan puesto diques a esto que en nombre de libertad de expresión, los medios
fomentan: el odio a los homosexuales y a las mujeres.
Un
resultado de esta situación, aunque no el único, es el crecimiento documentado
de la violencia contra las mujeres y el aumento sistemático de los crímenes de
odio a lesbianas y homosexuales. El feminicidio insoportable es también
resultado de este modo de ver la vida, que tiene expresiones sistemáticas en
los medios. ¿Ahora nos van argumentar que son expresiones usuales de
nuestra sociedad? Seguramente.
Es
claro que países desarrollados, donde existe una amplia y sustentada libertad
de expresión, donde no suceden el hostigamiento y la persecución a periodistas
como en México, se ha prohibido el hate speech o discurso de odio, como
Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, por mencionar algunos. En cambio los
hombres mexicanos tranquilamente sostienen que lo signado por la Corte “es un
retroceso”.
Leí
incluso a intelectuales muy informados y sabios, acudiendo a los
filósofos como Ronald Dworkin, que “tenemos el derecho a
ridiculizar”. En una sociedad abierta nadie, por poderoso o débil que sea,
tiene el derecho a no ser insultado u ofendido. Solamente una comunidad que
permite la libre expresión del insulto “es democrática”.
El
colmo es que el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida
Ochoa, informó recientemente en Xalapa, Veracruz, que los intelectuales e
investigadores de la Academia interpondrán una queja ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN) por censurar las palabras "puto",
"maricón" y "puñal".
Esto
es se pueden usar hasta el infinito palabras que definen a las mujeres: puta,
vieja, incapacitada para la política, viejerío, arguende de mujeres,
bruja, tonta, inútil, descerebrada, buena, encamable, reata, cosa, histérica,
etcétera. Sin considerar las crónicas que ridiculizantes y sexistas.
Hay
antecedentes memorables y terribles. Por ejemplo, en una “una
investigación periodística”, publicada en dos planas del periódico
Noreste, entró inopinadamente en los terrenos de la vida privada de
la alcaldesa local, Elizabeth, a quien los editores llaman Beto.
El
“reportaje” dice: “Nacida en Xalapa, desde su adolescencia mostró una
preferencia sexual diferente la cual la apartó de la integración comunitaria.
La capital de rancia tradición y costumbres tan propias de la provincia, se
negó de siempre a los homosexuales y a las lesbianas (maricones y tortillas, se
les decía desde aquella época)”.
“Elizabeth
—continúa la nota— nunca tuvo el recato de esconder sentimientos, apetitos
sexuales y preferencias de género, lo cual la llevó a trabar una primera
relación de cuento de hadas, pero en versión gay”. ¿Qué decimos a eso?
Otro
caso sucedió en Mérida: ahí un candidato del PRI a una diputación
local tiene un altercado con un reportero del diario Debate por Yucatán,
durante la entrega de su constancia de mayoría. En revancha, el
periodista carga su pluma contra el diputado electo: “Vil y cobarde, cual
gamberro surgido de la miasma”, “desequilibrado y enfermo mental”, “enano
mental con pretensiones de pigmeo”. Y la última: “maricón”.
Por
tanto, la resolución del 6 de marzo, sobre una disputa entre directivos de
medios en Puebla, estableció durante una sesión pública que expresiones como
“maricón” y “puñal” y “puto” no están protegidas por la Constitución ni
por los tratados internacionales en materia de derechos humanos y por
tanto constituyen términos discriminatorios y forman parte de un discurso
“homofóbico”, pues se asume que la homosexualidad no es una opción sexual
válida, convalidando violaciones a derechos fundamentales.
El
tema merece un debate sobre el fondo de estos lenguajes que medios de toda clase
hacen sin miramientos contra las mujeres, contra las lesbianas y homosexuales y
contra las personas a quienes quieren señalar, ofender o denunciar. Recuerdo
hace siete años en el diario La Prensa (propiedad de la
Organización Editorial Mexicana) se publicó en primera plana la palabra
“Matajotos” para anunciar la captura de un secuestrador y asesino que escogía a
jóvenes homosexuales como blanco. Entonces organizaciones en defensa de la
diversidad sexual alzaron la voz y lograron el compromiso de los directivos de
usar un lenguaje respetuoso y libre de prejuicios. Conapred atestiguó y
aplaudió, tal como debe ser.
Me
preocupa que el asunto entre periodistas de Puebla, que dio origen a la
decisión de la Corte, haya pasado inadvertida para la sociedad, cuando hay un
acuerdo explícito de no discriminación en el artículo 1º de la Constitución;
cuando se ha luchado por la autorregulación de los medios y la implantación de
códigos de ética; cuando es evidente y preocupante que en México hay crímenes
de odio contra mujeres y homosexuales, cuando no ha sido posible una revolución
cultural que haga de los medios espacios de reflexión y análisis sobre la
desigualdad que permitirían ir cambiando a una sociedad que justifica, asume,
admite y promueve la burla y la ridiculización de muchas personas. Nadie en su
sano juicio diría que no podemos hablar y decir, denunciar y contravenir. Pero
eso es otra cosa.
Me
lastima profundamente la argumentación de la ONG defensora de periodistas,
Artículo 19, se haya unido a esta polémica entre hombres que pretende
justificar el uso de palabras, intenciones, a veces “reportajes” que justifican
estas acciones y ahondan la brecha clasista, sexista y de género. Incluso,
aquéllas que promueven expresiones sistemáticas de descalificación a la
lucha social.
Por
último, hay que reflexionar diciendo que frecuentemente los medios no usan
palabras abiertamente homofóbicas o discriminatorias de las mujeres,
sino que existe otro tipo de información, que no se ve o escucha
textualmente, es decir, ese sexismo y homofobia que está presente en el
diario acontecer de programas radiales, televisivos y en prensa escrita, que se
esconde detrás de líneas, en el lenguaje y las acciones, donde afloran las
actitudes y conceptos que no tienen la intención de ser ofensivos o
denigrantes, pero que, por ignorancia, machismo o falta de información
quienes están frente a la cámara, el micrófono o el teclado, resultan
ofensivos o distorsionadores de la condición sexual, de género y homosexual.
El
debate continúa, sólo entre caballeros. Valdría la pena que las feministas
dijeran algo al respecto.
Veremos.
Palabra de Antígona
ABRIL 29, 2013.-
Hablar
sin Riesgo
Entre
1983 y 2013, en México fueron asesinados 112 periodistas, 13 mujeres y 99
hombres; solamente en 2012 existe el reporte de 7 desaparecidos. La lista
de agravios, despidos y hostigamiento a la libertad de expresión supera
los mil casos.
En
los primeros cuatro meses de este año perdieron la vida:
Jaime Guadalupe Domínguez, en Chihuahua, el 3 de marzo; Alonso de la Colina, el
16 de abril, en Puebla, y el fotógrafo Daniel Alejandro Martínez este 24
de abril en Coahuila. Este domingo se cumplió un año del asesinato de la
periodista Veracruzana, Regina Martínez, sin que a nadie satisfaga el remedo de
investigación que se hizo sobre este crimen inaceptable.
Las
expresiones de indignación superan todos los cálculos. Recorcar que este 3 de
mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado oficialmente por la
Asamblea General de Naciones Unidas en 1993, hace exactamente 20 años,
nos obliga a señalar que esa proclamación por la libertad de circular ideas,
para difundir escritos, para opinar, no ha detenido a los detractores de todos
los tiempos que solamente pueden callar a periodistas matándolos.
Hoy
de cara a la increíble tasa de impunidad de los crímenes contra
periodistas, trabajadores de los medios y productores de medios sociales, la
ONU llama a todos los periodistas del mundo a que inicien una larga
jornada para poner en el centro del debate político el derecho a hablar sin
riesgo: por el ejercicio seguro de la libertad de expresión en todos los
medios.
La
situación es crítica, sobre todo en casos de conflictos armados. Pero es
asombroso que sin ese marco de conflicto armado o guerra declarada, en México
superemos las cifras de homicidios contra periodistas, como un signo de la
barbarie en que vivimos. Es tiempo de pararla. ¿Quién escucha?
La
Casa de los Derechos de Periodistas (CDP), uno de los sitios de defensa y
protección a comunicadores o comunicadoras en activo, que ha tenido que
sacar fuerzas para exiliar a más periodistas de los que la imaginación cubre,
está llamando la atención del gremio, pero principalmente de las
autoridades para que sean efectivas las medidas de protección y se deje de
simular. De nada sirven leyes y mecanismos de protección, si en la práctica las
y los periodistas no la tienen y viven miedo y riesgo cotidianos.
La
CDP ha concluido con las cifras disponibles que en 2012, el último
de la administración calderonista, 15 periodistas perdieron la vida, el 50
por ciento en los estados de Veracruz y Chihuahua. Y de
las más de 55 agresiones, 22 sucedieron en Oaxaca. O sea está muy claro el mapa
y los lugares donde debían actuar las autoridades. Ya es tiempo de obtener
respuestas de los gobiernos y de los congresos; de los mecanismos de protección
que parecen papel mojado. Se agota el tiempo de la protesta epistolar y la
conmiseración. ¿Entenderán los reformadores? ¿Podrán hacer algo? Se necesita
una acción realmente preventiva y de respeto a las libertades
fundamentales sustantivas y no demagógicas.
Lo
que sucede a periodistas y el tamaño de la violencia general, evidentemente es
resultado de la guerra desatada por los gobiernos panistas de Vicente Fox y
Felipe Calderón, 12 años de cifras impresionantes: 75 asesinatos de
periodistas. Un pálido reflejo de la violencia e impunidad que campea en
todo el país, que ha puesto en claro, que en muy poco tiempo se impuso lo
que el analista Eduardo Guerrero califica como “permiso para matar”, es decir,
se ha definido culturalmente en México, un proceso donde hay permiso para
agredir, violentar y matar. Es como un monstruo salvaje que salió de las
catacumbas para mostrar el más terrible de los rostros de una sociedad y una
nación en la cual el respeto a la vida no es más que una falacia y el estado de
derecho otra.
Las
demandas del gremio son elementales: que las autoridades hagan su trabajo,
investiguen, castiguen, prevengan, pongan un dique a esta espiral de violencia
que, además, afecta a otras miles de personas, familiares, ciudadanas y
ciudadanos, que se levanta como un huracán incontrolable. En abril 3
colegas fueron asesinados. Los peores años 2006, con 12 asesinatos, y 2008 con
cifra semejante.
México
ha sido llamado a cuentas por los organismos internacionales. La defensa de
periodistas, tal cual el caso del feminicidio con 38 mil mujeres asesinadas en
esos mismos años, nos hace uno de los países significativamente violentos e
impunes, donde no hay ley ni gobierno.
Ante
ello, la CDP ha lanzado una demanda específica para que el gobierno de
Enrique Peña Nieto muestre con hechos su deseo, su declaración de que en este
país debe reinar el Estado de Derecho. Que este gobierno y su diligente
Procuraduría General de la República haga algo y pronto. Detenga el asesinato,
las agresiones y cumpla con lo estipulado en la Constitución. Ya es tiempo.
Urge
poner en práctica, no sólo con recursos y discurso, la operación de las medidas
de protección. Que las autoridades no se salgan por la tangente, señalando que
esta situación es consecuencia del crimen organizado. Los análisis de
asesinatos y agresiones señalan que el 62 por ciento de los lamentables hechos
son atribuibles a funcionarios menores y mayores; a gobiernos estatales
simuladores y corruptos; a excesos de la fuerza pública y a intereses locales,
regionales o nacionales para quienes viven como incómodos el ejercicio de la
libertad de expresión, de imprenta y el derecho de opinar.
La
libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado
en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948
y las constituciones de los sistemas democráticos también lo consagran. De ahí
deriva la libertad de imprenta también llamada libertad de prensa.
El
derecho a la libertad de expresión es definido como un medio para la libre
difusión de las ideas, así fue concebido durante la etapa de la
Ilustración. Para filósofos como Montesquieu, Voltaire y Rousseau la
posibilidad del disenso fomenta el avance de las artes y las ciencias y la
auténtica participación política: la democracia.
La
libertad de opinar fue uno de los pilares de la Guerra de la Independencia de
los Estados Unidos (Primera Enmienda), de la Revolución Francesa y de la
Revolución Mexicana. Miles de perseguidos por sus ideas en la etapa porfirista
dejaron testimonio de estos hechos; miles de perseguidos en la guerra sucia de
los años 70 del siglo pasado igual. Hasta los magnicidios como el cometido
contra el periodista Manuel Buendía, un 30 de mayo de hace 29 años, y hoy
parece que fuera ayer. Nada cambia, todo permanece, dijera el filósofo, tirando
de sus cabellos, asombrado por la barbarie humana, en la época de los grandes
avances de la tecnología y la información horizontal. Ya es tiempo de poner
freno a la estulticia.
Palabra de Antígona
ABRIL 18, 2013.-
Insostenible Negar la Alerta de Género
La
Secretaría de Gobernación reconoció hace un par de meses que las agresiones
contra las mexicanas crecieron 400 por ciento y que lo más preocupante es que
los asesinatos son cada vez más crueles. En tanto la Organización de
Naciones Unidas en sus lacerantes críticas a México, por su inoperancia para
frenar la violencia contra las mujeres, sustentó que más de 800 mil mujeres y
niñas son víctimas de la explotación sexual y ratificó que sus
informes evidencian que en los últimos años fueron asesinadas al menos 38
mil jóvenes, adultas y niñas en México.
Los
datos estadísticos y circunstanciados son contundentes. Sin embargo,
gobernadores de todos los colores y sabores, las directoras de los institutos
de las mujeres y congresistas se niegan a avalar la declaratoria de la Alerta
de Violencia de Género que exige la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin
Violencia.
Estos
señores y señoras tienen argumentos insostenibles frente a la realidad: dicen
“es que se desprestigiará a mi estado” o bien “que no se cuenta con argumentos
y sustentos suficientes”; otras y otros también dicen que “hacemos todo lo
posible por evitar la violencia y las atendemos”.
El
caso es que en nueve entidades del país se ha levantado la demanda, con
datos y cifra, con argumentos diversos. En algunas entidades, incluso, de ha
solicitado hasta tres veces esta declaratoria: Guanajuato, Morelos y Nuevo
León. La respuesta es no. Este martes reiteran su demanda las mujeres de
Hidalgo y las de Oaxaca están documentando el asunto y pidiendo que actúe el
gobierno de Gabino Cué. No es poco pero reciben silencio.
¿Saben
por qué? Porque en este país de “Estado de Derecho” y “democrático” reconocer
que las mujeres están abandonadas a la suerte de usos y costumbres, de
indiferencia institucional, que son discriminadas y excluidas,
significaría reconocer que el Estado no funciona, que no hay justicia y que las
leyes, desde la Constitución hasta el más nimio reglamento, son puro papel.
La
Alerta de Violencia de Género está descrita, mandatada y legislada desde 2007,
en ese lapso se han hecho al menos seis solicitudes formales, tal como lo pide
la ley, procedentes del Estado de México, Guanajuato, Nuevo León, Morelos,
Hidalgo, Oaxaca y Veracruz, y se han presentado demandas no ajustadas a los
términos de la ley en Chiapas, Sinaloa y Veracruz. En todos los casos hay
detrás las cifras, los hechos, los diagnósticos y los argumentos.
En
Guanajuato, Nuevo León y Morelos la petición de ley se ha formulado hasta
tres veces en el último lustro. Los grupos de mujeres, de derechos
humanos de la sociedad civil, tal cual lo pide la ley, han sustanciado la
petición en estudios sin tacha, yo diría no solo suficientes sino contundentes.
En Oaxaca el seguimiento es pulcro y vasto; en Chiapas ni hablar y en Hidalgo
sustantivo. Pero nada, es una postura de no reconocimiento infundado y cínico.
Otro
argumento banal es que los mandatarios o congresos locales o los institutos
argumentan que la declaratoria la debe hacer la Federación, desconociendo los
términos de las leyes de acceso a una vida sin violencia locales que los hacen
corresponsables y fuera del Estado de Derecho, puesto que esas leyes obligan a
los gobiernos a tomar medidas eficaces y preventivas. En la práctica son
escurridizos y deshonestos.
Es
particularmente llamativo que en el Distrito Federal, Zacatecas y
Baja California Sur, la ley local establece el mecanismo estatal para hacer la
declaratoria de Alerta de Violencia de Género sin recurrir a la
federación. Eso que podría quitar el argumento de muchos gobiernos no ha sido
posible introducirlo en otras entidades ¿por qué? Porque los flamantes
legisladores son ignorante, timoratos y misóginos. Mucha distracción ha sido
que se haya enderezado una corriente para “tipificar el feminicidio”, evadiendo
todo lo demás. Esa tipificación ha operado en contrario y ha permitido un
argumento más para minimizar el tamaño del problema.
También,
como algunos supuestos analistas dicen respecto de la violencia contra la
profesión periodística, que sí, que hay más y más mujeres asesinadas
y agraviadas, pero que eso se debe al crimen organizado, como si eso los
justificara.
Agregue
usted que padecemos como una aberración sistemática la enfermedad
legaloide y de constante reglamentación. Desde 2012 la senadora Angélica de la
Peña, en punto de acuerdo, solicitó a la Secretaría de Gobernación un informe
puntual de lo que pasa y por qué se niega a declarar las alertas de género, sin
que sepamos hasta ahora qué respondió esa dependencia tan ágil y certera con
respecto del conflicto que vivimos de la violencia generalizada.
Debíamos
preguntar ¿Y las mujeres qué? ¿No son ciudadanas, no pagan impuestos, no
trabajan para mejorar los índices productivos, no colaboran en la marcha del
país, son minusválidas, menores de edad, adicionales, incapaces o sea no son
humanas?
Bastaría
que las autoridades, todas, de todos los niveles, en todos los encargos, de
todas las entidades, cumplieran con el artículo primero de la
Constitución Mexicana. ¿Para qué tantas y diversas leyes? Ninguna se cumple y
los llamados desde la tribuna del Congreso caen el vacío. No hay manera de
cambiar mentalidades, costumbres y reticencias. La misoginia, prima hermana del
autoritarismo o el patriarcado brilla en todas partes, en cuerpos de hombres y
en cuerpos de mujeres. Las muertas, asesinadas, golpeadas, torturadas,
arrojadas a las cunetas de las carreteras, acuchilladas, asfixiadas, ahorcadas,
baleadas, vejadas y maltratadas, que esperen un momentito, luego que
modifiquemos las ley, vemos.
Ahora
tenemos ya en la mano la flamante nueva Ley de Víctimas, que también dice cosas
igualitas que la Ley de Acceso, pero no pasa nada. Desde 2007 es obligación
gubernamental construir una base de datos, establecer un sistema nacional
que dé certeza sobre el problema, tomar medidas preventivas, vigilar a
los medios de comunicación para que no re-victimice a las personas afectadas,
crear un fondo de reparación del daño, establecer medidas cautelares, informar
debidamente a la sociedad, agilizar las estadísticas de las procuradurías,
entre otras muchas cosas. Veremos.
Palabra de Antígona
ABRIL 4, 2013.-
¿Por Qué un Seguro Para Jefas de Familia?
A Elena Dovala+
Las decisiones de Estado a favor de las mujeres, a pesar
de todos los discursos sobre los derechos de las mujeres y su autonomía,
caen con una frecuencia que alucina, en decisiones asistenciales y no de
promoción y desarrollo sino para que se cumpla su destino principal de
cuidadoras de su prole o familia.
Con estas decisiones se reafirma la situación subordinada
y dependiente de la mitad de la población y la reacción de los sectores
críticos de mujeres siempre es lenta y poco efectiva cuando la hay. No
encontré ninguna crítica a este programa, pero diré tampoco ningún aplauso.
Y preocupa porque sabemos de qué se trata.
En la época de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), en
nombre de la solidaridad con las mujeres, se otorgaron recursos a las más
pobres para que los niños fueran a la escuela y fueran atendidos por servicios
de salud y alimentación, por cierto, el 17 de abril es la Jornada
Internacional de los Movimientos Campesinos.
Como parte de este programa, ellas tenían su obligación
para ir al “control” o sea los puestos médicos para recibir educación y
servicios de anticoncepción. Urgía cumplir la meta de menos de dos hijos por
mujer en función de los acuerdos con los bancos internacionales que se dedican
a financiar “el desarrollo”.
Este dinero se convirtió, según estudios posteriores, en
la rebatinga directa en las familias campesinas siempre sin recursos –sobre
todo donde había padre, el hombre de la casa- y, por tanto, en esos años creció
sistemáticamente la violencia de pareja. Los estudios los realizaron diversas
instituciones públicas y privadas, las que demostraron que aquellas jornadas de
solidaridad finalmente reafirmaron el papel subordinado de las mujeres y éstas
quedaron sujetas a nuevos riesgos, el de la violencia sobre todo y el del
despojo de sus recursos.
Ahora el anuncio de un Seguro de Vida para las jefas de
familia, dentro de la Cruzada contra el Hambre,
presentado con bombos y platillos el pasado 14 de marzo, deja claro que
se apoya a mujeres que se hacen cargo directamente de sus hijos, pensando
en la familia, siempre en este sentido.
Serán beneficiarias, según los datos oficiales, 1.7
millones de mujeres, aproximadamente 22 por ciento de 7 millones de
jefas de familia, es decir, mujeres que se hacen cargo completamente de la
manutención de sus familias, si hemos de creer en las estadísticas del
Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
¿Y qué significa este seguro? Que en caso de
que alguna de estas mujeres “falte” sus hijos no quedarán a la
intemperie. Lo que no está mal. Entonces es un seguro para los
niños y las niñas y no para las mujeres. Y sería correcto que nos
digan la verdad y no manipulen diciendo que con esta acción se favorece a las
mujeres, cuando se beneficia su condición de madres futuro.
Es un programa que operará el Sistema para
Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que de acuerdo a la tradición
preside la esposa del presidente en turno y generalmente funciona como un
órgano asistencial y de reafirmación de la familia, concebida en forma
tradicional, pensando que necesariamente ha de estar formada
idealmente con padre, madre e hijitos.
Reafirmo que es claro que no se trata de recursos -400
millones depositados en instituciones financieras- que provean el
progreso y autonomía de las mujeres, sino un recurso utilizable si las
mujeres mueren y para que aseguren el futuro de su prole. Esto es una
visión que ratifica el papel tradicional de las mujeres, hoy beneficiarias del
Estado, considerando que su vida y su eterno destino es cuidar de su familia.
Lo que hacen es enviarnos un mensaje que irá en este sentido y no en
otro.
Por eso es engañosa y manipulada la
explicación del presidente Enrique Peña Nieto cuando dijo: "Esta es
una acción de justicia social. Es una acción ética del Estado mexicano el
asegurar que quienes están en mayor rezago social y menos tienen, tengan un
mínimo de ingreso y mínimo de bienestar". ¿Cuándo se muera la madre?
Lo que no hallo por ninguna parte es dónde un seguro
utilizable para el caso de que desaparezca la madre que se hace cargo de la
familia, impacta a la productividad del país. Más bien entiendo que impacta el
desarrollo del sector financiero, porque detentar y administrar 400 millones de
pesos no es despreciable para ese sector.
Peña Nieto en este anuncio también dijo: “este seguro va
más allá de ser un programa estrictamente asistencial, porque hoy buscamos y
estaremos reorientando el esfuerzo del Estado mexicano, a través de los
distintos programas sociales, para alentar la productividad entre los
mexicanos, y no sólo garantizar mínimos de bienestar para quienes menos
tienen”, al informar que los recursos irán primero a las zonas rurales, más
rezagadas y luego, en otro momento, a las zonas urbanas.
Son recursos para que los niños y niñas, eventualmente
desamparados, sin su madre puedan, supongo yo, ir a la escuela, comer,
desarrollarse y prepararse para que en algún momento puedan incorporarse a
procesos de productividad, dentro de algunos años. El Estado los protegerá
hasta los 23 años. La información disponible lo explica y se asume que es un
asunto de “justicia social”, para futuras generaciones.
Durante mucho tiempo, desde los primeros diagnósticos
sobre la condición de las mujeres, sabemos que éstas necesitan programas
directos para su desarrollo, considerando varias cosas: la discriminación, la
falta de oportunidades laborales justas; la posibilidad de compartir las tareas
de cuidado a los demás; la necesaria e importante posibilidad de adquirir
habilidades para su propia vida, reconocimiento a sus aportaciones a la
economía nacional y en los últimos tiempos sabemos que además necesitan
justicia y no impunidad frente al tamaño de la violencia contra ellas.
En acuerdo a los compromisos del gobierno de Peña
Nieto de incluir con visión de género éstas necesidades, el anuncio de este seguro,
pareciera que se ha iniciado un proceso en sentido contrario a las promesas de
campaña y a las declaraciones de emprender acciones que realmente desplieguen
procesos para el desarrollo y la seguridad de las mujeres, para su vida.
Urgen acciones, una cruzada sí contra el hambre, donde la
pobreza alimentaria de millones de mujeres sea realmente un tema de gran
preocupación. Por ejemplo, la muerte materna, en miles y miles de mujeres tiene
que ver con esa pobreza, además de la falta de programas de salud
integrales, de promoción de campañas durante el embarazo y de la
construcción de hospitales en las regiones más pobres, con personal,
instrumentos y medicinas.
Y para abril en que el movimiento campesino retoma, como
cada año, sus demandas, las mujeres del campo necesitan créditos, apoyo
técnico para sus siembras; programas efectivos de comercialización,
tierras, de modo que no tengan que migrar cada año hacia las zonas de mayor
productividad de productos agrícolas donde se emplean en condiciones miserables
como en el Valle de San Quintín, en Baja California. Y sus hijos también
requieren oportunidades y no como en ese Valle, donde reiteradamente se ha
denunciado el trabajo infantil en condiciones degradantes, para no hablar de
los campos de Sinaloa o del Bajío.
Es muy importante que la Cruzada contra el Hambre y todos
los anuncios que en tan poco tiempo hemos oído del nuevo gobierno, sean
realmente modernos y abarcadores, porque estamos cumpliendo casi 40 años desde
que la igualdad entre hombres y mujeres se inscribió en la Constitución.
Veremos.
Palabra de Antígona
MARZO 20, 2013.-
Las Telecomunicaciones
La reforma que se discute en
la Cámara de Diputados para construir un nuevo cuerpo normativo a las
telecomunicaciones es una oportunidad para darle una visión de género,
más allá de la queja recurrente de que no fuimos tomadas en cuenta. Podrían
hoy, si supiéramos cómo, incluir propuestas fundadas en diagnósticos
científicos y bien cimentados.
Hasta ahora sólo acompañará la
discusión el sentido común y una actitud reactiva, sabiendo que los medios
reproducen viejos esquemas sobre lo que somos los hombres y las mujeres. Serán
peticiones generales, porque no se sabe cómo se construye el producto, por qué
vías aparece ni podemos hacer un mapa de intereses que no sean la vulgaridad
muy conocida: los monopolios. ¿Y qué más? El lenguaje excluyente ¿y qué más?.
Nada sabemos de la
distribución del acceso a las nuevas tecnologías ni de las leyes que desde hace
años regulan el otorgamiento de concesiones, ni de cómo los grupos que
controlan y funcionan los más de 50 canales regionales; tampoco podemos
argumentar sobre el carácter y visión de esos concesionarios.
La crítica feminista muy
desarrollada en el mundo respecto de los medios, en México no ha significado
una preocupación ordenada, profunda y científica desde el movimiento
feminista. El tema tratado superficialmente se ha reducido a criticar
esporádicamente el lenguaje sexista y la invisibilidad de las mujeres en los
productos y contenidos de los medios.
Paralelamente se desarrolló
una tendencia también limitada y sin conocimiento de causa, respecto del
uso instrumental de los medios. O sea estrategias para la búsqueda de espacios
de difusión para las acciones feministas, para la difusión de sus programas,
sin participar en las discusiones de la tenencia de los medios, su regulación y
normatividad que comenzó en 1977 en forma sistemática, dominada por grupos y
asociaciones poco sensibles a lo que hoy conocemos como visión de género.
No existe un acumulado de
conocimientos del entramado muy especializado respecto al papel político de las
concesiones de radio y televisión; la cuestión del sistema radioeléctrico no ha
importado. No contamos con un diagnóstico desde la perspectiva feminista de la
concentración de los medios y los daños que podría ocasionar a la mitad de la
población. No tenemos un observatorio científico sobre el tratamiento mediático
de la condición femenina.
Los estudios de contenido, por
ejemplo de las telenovelas, la publicidad, son escasos y antiguos. Ni siquiera
contamos con un panorama de cómo y desde qué óptica los concesionarios de los
medios definen a sus auditorios a partir de la concepción de lo que es ser
hombre y ser mujer. Los estudios feministas tampoco han entrado con su visión a
revisar qué ha significado el desarrollo de las nuevas tecnologías. En suma la
nueva reforma encuentra a las mujeres sin instrumentos científicos de
discusión.
Pensar en incluir la demanda
de un lenguaje inclusivo, o demandar mayor visibilidad, no alcanza para el
análisis que se necesita. Hoy las y los legisladores acordarán un cambio
trascendente sin que sepamos de qué se trata. ¿Qué significa para las mujeres
la competencia y la descentralización? ¿Cuántas mujeres son dueñas de medios?
¿Cuáles son las reglas de operación de la televisión pública o estatal? ¿Cómo
operará la propuesta del Instituto Federal de Telecomunicaciones?, por
ejemplo. Lo común es pedir que haya igual número de hombres y de mujeres
en su operación.
Todo ello a pesar de que hace
al menos 22 años distintas iniciativas han trabajado en la formación de redes
de periodistas para que se hagan sensibles a la condición de las mujeres. No se
conoce cuándo o dónde las feministas hayan establecido mesas de trabajo al
respecto. En sus reuniones y congresos, el tema jamás ha sido considerado, y
hace muy poco tiempo desde la academia se han hecho intentos iniciales.
Por ende no hay intervención
feminista en la construcción de mensaje de publicidad, cuál es el catálogo de
escritoras y escritores de series de televisión, cuáles son y cómo se
construyen las imágenes femeninas. Cómo se forma al personal que produce la
programación de un medio.
En 1995, durante la Cuarta
Conferencia Mundial de la Mujer, feministas de otros lares, discutieron a fondo
el contenido y proyección de una sección llamada Capítulo J, que ya previó
desde entonces la brecha digital entre mujeres y hombres, y delineó
estrategias, incluso de carácter legislativo, para reordenar la normativa que
urgía ante los rápidos cambios que derivarían en el uso de voz y datos, vía las
carreteras de la información que van de la computadora al teléfono celular,
donde, por supuesto, circulan ideas, mensajes, lenguaje e imágenes sexistas,
discriminatorias y excluyentes para la mitad de la población.
La discusión que determinará
el rumbo de las telecomunicaciones es crucial. Los nuevos instrumentos de la
comunicación ya forman parte de la revolución educativa en el mundo. Ahí no
estamos con nuestra palabra nacional e informada. La carencia de referentes
es muy grave. No sabemos casi nada. Sólo hay un estudio muy trascendente, hecho
por Gabriela Delgado y Rosario Novoa sobre la telesecundaria; el seguimiento
del contenido de telenovelas, ya antiguo, realizado por Guillermo Orozco de la
Universidad de Guadalajara y algunas escasas y esporádicas reacciones al
desmedido uso del cuerpo de las mujeres para la publicidad, inconexos y sin
diagnósticos.
Este tremendo descuido nos
coloca en las márgenes de estas importantes discusiones. No tenemos datos
duros, muestras científicas, catálogos de contenidos que pudiéramos mostrar en
la discusión de la manera en que el discurso mediático refuerza el papel
tradicional de mujeres y hombres. Ni tenemos propuestas globales para enfrentar
el contenido de la reforma en telecomunicaciones. Esta desgracia será elocuente
en los resultados por venir, que según todos los indicios, entre hombres,
operarán el nuevo reparto, pero no podemos construir la crítica urgente, más
allá de la queja, la descalificación sin conocimiento y esa sí, nuestra ansia
porque los medios, sabemos, no hacen justicia a las mujeres.
Los datos duros permitirían
sustentar la recomendación que hizo recientemente el comité de la CEDAW, es
decir, el comité internacional que busca hacer efectiva en todo el mundo la
Convención contra todas las formas de discriminación contra la mujer, ese
comité recomendó “que México aplique una estrategia global que incluya
iniciativas de prevención en las que participen los medios de comunicación y
programas de educación pública destinados a modificar las actitudes sociales,
culturales y tradicionales que se hallan en el origen de la violencia contra la
mujer y que la perpetúan”, ¿cómo se puede demostrar esto?, sólo con que se
incluya la frase visión de género. Me temo que es muy elemental.
Otra cosa sería mostrar un
catálogo analítico que pudiera dar luces para hacer esta recomendación algo
viable y sustentado. No lo tenemos.
Esta situación coloca a las
mujeres en una condición de marginalidad autoimpuesta en el período más
importante de los cambios que ya se han prefigurado por un conjunto de personas
expertas, asociaciones y legisladores que están por aprobar una reforma de
“gran calado”.
En otros países, como Chile,
por ejemplo, las mujeres feministas han estado en las mesas de trabajo de cada
una de las reformas, visiones y análisis del significado del cambio tecnológico
en los instrumentos de los medios de comunicación.
La demanda de equidad o
igualdad a secas me parece, no trascenderá en esta discusión que ya está
aquí y ahora. Preparar reservas para evitar la violencia y la discriminación
contra las mujeres en los medios, es una frase vacía. Por ejemplo se excluyó
del estudio del feminicidio en 2005, el análisis de cómo los medios trataban el
problema. No tenemos ese referente elaborado por investigadoras en 10 entidades
del país. Y lamentablemente este desconocimiento se nos cobrará ahora. Las
campañas realizadas no tienen un estudio de impacto, por tanto tampoco sabemos
cómo mostrar la tremenda ayuda que los medios podrían aportar para mitigar la
discriminación femenina.
Pero nunca es tarde para
comenzar. Con autocrítica podríamos hacerlo.
Veremos.
Palabra de Antígona
FEBRERO 12, 2013.-
Las Viudas y Peña Nieto
Cada vez que lo recuerdo es como
si algo se me atorara en el alma. Es por desasosiego y tristeza, y
principalmente por indignación coagulada, tanto que no tiene salida. Tras
cada víctima asesinada de distintas maneras, a causa de la desigualdad y la
injusticia, siempre hay una madre o una esposa, que como las Mujeres del Alba
de Carlos Montemayor se las prefigura “entregadas” y “sufrientes”, sin
capacidad para levantarse y protestar, sin la entereza de La Madre de Máximo
Gorki que decidió luchar contra el sistema tras el asesinato de su hijo.
En Coahuila, en la región
carbonífera la tragedia es cotidiana. Otra historia seria si hubiera
medidas de seguridad y decencia, pero no las hay, el resultado es que cada
tercer casa hay una viuda, en los últimos seis años han muerto 213 mineros.
Esas viudas un día dijeron !basta¡ y sus voces se esparcieron por el
país, por el mundo.
Todo comenzó el 19 de febrero de
2006, cuando explotó la mina 8 Pasta de Conchos, propiedad de las trasnacional
Industrial Minera México (IMM), donde murieron 65 trabajadores. Ese año, según
el diario Zócalo de Coahuila, fue un año atroz, murieron 112 mineros. Antes en
1969 en la tragedia de Barroterán, más de 150 mineros perdieron la vida y
cada año desde 1889 es lo mismo, como si se tratara de un destino, como cuando
se afirma que la desigualdad entre los hombres y las mujeres es algo “natural”
y que a las mujeres no les toca sino “llorar”.
Pues no. Esta vez había que dejar
en claro que las muertes de mineros, algunos menores de edad, que trabajan como
en el siglo XIX, entre explotaciones salvajes que se llaman pocitos, donde para
nada existe una mina como tal y que los gobiernos panistas federales, priistas
locales, han dejado pasar, han convalidado, han aplaudido y sostenido, pocitos,
dice el periodista Arturo Rodríguez que llegan a 72 en la región y que trabajan
ilegalmente con la complacencia de las autoridades.
Y esas mujeres, esas familias de
Pasta de Conchos documentaron la realidad. Pero todavía no consiguieron ni el
rescate de los cuerpos de los mineros, ni el cambio legislativo para ordenar la
explotación, ni la movilización necesaria de las conciencias y de la gente que
todo lo olvida y siete años después con motivo de un nuevo aniversario vuelven
a aparecer las demandas y se reformulan las denuncias, las peticiones.
La realidad es que las cosas no
han cambiado. A siete años, lo que se considera un “avance” fue la
publicación de la Norma Oficial Mexicana 032-2009-STPS, que establece el equipo
y las condiciones para trabajar en las minas. Norma violada
sistemáticamente. Papel mojado. Lo otro es una iniciativa de ley para
establecer una Comisión Nacional Reguladora de la Industria del Carbón que
duerme el sueño de los justos en el Senado de la República.
Las viudas, las familias apoyadas
únicamente por la organización llamada Familia Pasta de Conchos y el Centro de
Reflexión y Acción Laboral (CEREAL), así como la pastoral del obispado de
Saltillo, han puesto cuerpo y alma para documentar cómo en la zona se
viola la ley, se hace caso omiso de inspecciones (85 mandatadas de las que no
se hizo ni la mitad) y han aguantado la embestida de las empresas y los
gobiernos Federal y Estatal. Incluso algunos de quienes ostentan su representación
han sido amenazados y perseguidos.
Y la respuesta del gobierno actual
ha sido enviar como delegado de la Secretaría del Trabajo en Coahuila a
José Francisco Fuentes Reyna, ex apoderado jurídico de la empresa
Industria Minera México, quien se apresuró a señalar que el caso de Pasta de
Conchos estaba cerrado y dijo alegremente que las viudas y las familias
habían recibido todo el apoyo económico necesario. El hombre fue destituido
casi inmediatamente. Alguien, ya saben, dirá o escribirá “¡qué sensibilidad¡”.
Y discurrirán sobre las bondades de la vuelta del viejo partido de Estado a la
presidencia de la República.
Lo cierto es que se puede dudar.
Qué es lo que hará realmente el gobierno de Peña Nieto, el Senado y
la Ley Pendiente, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social que tiene todo
el expediente, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Cámara de
Diputados que también tiene un expediente completo, los organismos
internacionales que tienen la denuncia hace al menos cinco años, etcétera.
Y pienso, no es difícil
adivinarlo. Nada o una docena de discursos y un nuevo proceso de
simulación. Mesas de negociación para entretener a quienes protestan, promesas
y anuncios de nuevas leyes o documentos.
Es obvia la equivocación, el
desconocimiento o la complicidad. La primera entrada al conflicto del nuevo
gobierno fue reveladora ¿cómo enviar al enemigo a enfrentar el problema?
A ese señor ex apoderado jurídico de la empresa responsable.
Ahora la organización Familia
Pasta de Conchos citó al presidente de la República a que se presente este 19
de febrero en el memorial que cada año se hace en las afueras de la
empresa IMM en el Distrito Federal; lo citaron para que le diga a las familias
de los mineros fallecidos y nos diga a la sociedad ¿cómo es posible que en
México se explote el carbón como en el siglo XIX? Y cómo a pesar de todo se
siguen dando concesiones y canonjías a empresarios grandes y pequeños y que
este gobierno se entere que no se han rescatado los cuerpos y que siguen muriendo
cada año muchos mineros por las mismas razones: inseguridad laboral, voracidad
empresarial.
De lo que recuerdo de la región
Carbonífera, de esa región gris llena de hollín, donde las mujeres vieron
durante años pasar el tiempo azoradas y sin destino, es que hay hoy
muchas mujeres y muchos hombres que no se arredran, viudas que no aceptan la
injusticia, familias decididas a continuar sus demandas y apostar lo que
esté a su alcance para que las cosas sean de otra manera, a pesar de todos los
obstáculos.
Hay, como en Ciudad Juárez o
Atenco, suficientes libros, documentos, cronologías, documentales y
testimoniales de la desgracia. Es tiempo de que haya resultados. Peña
Nieto y su equipo tienen la palabra. Veremos.
P.D. Durante la Feria del Libro de Minería (UNAM), este
mes, se exhibirá el documental Viudas del Carbón, mujeres sin nombre, dirigido
por Rosario Novoa. Esperen el programa, se trata de las voces de 4 generaciones
de viudas.
Palabra de Antígona
FEBRERO 5, 2013.-
La
amistad cura a las mujeres
Para
las Violetas y las Diezcomunicación
Este
febrero decidí olvidarme de la política. De las discusiones que empezaron ya en
la Cámara de Diputados. De la explosión en el edificio administrativo de PEMEX.
Olvidarme de las reformas en puerta y del discurso que este 5 de febrero dará
el grupo de poder a propósito del aniversario de la Constitución de 1917.
Me
lleno de esperanza y pienso que es un mes en el que se celebra el día del amor
y la amistad y siempre tengo la necesidad del alma para agradecer a la
vida tener muchas amigas, de esas de verdad.
Desecho
el concepto teórico llamado sororidad. Me molesta que se use como fórmula de
saludo o despido, el sororalmente, el sóricamente sin sentir nada, el deseo
sororal, en lugar de quedo de usted atentamente…No me dice nada y en el fondo,
según la definición académica y feminista, la sororidad es una propuesta
pragmática para construir alianzas, que se realiza por intereses, todos
adecuados y fantásticos, pero no tiene que ver con la amistad.
Varios
estudios de un par de universidades de los Estados Unidos han llegado a la
conclusión de que la amistad entre mujeres es un elemento fundamental para
enfrentar nuestra condición de subordinadas en un mundo donde todo se conjuga
en masculino. Entre mujeres la amistad produce bienestar y ayuda al desarrollo
personal y colectivo. Impacta en positivo a la salud y ayuda a fortalecer nuestra
identidad transformadora. Es como la piedra filosofal.
Eso
me encanta. Porque ahora haciendo cuentas me percaté de que he perdido a
muchas amigas en el tiempo. Como se pierden afectos irremediablemente a causa
de la muerte siempre sorpresiva, porque algunas amigas están enfermas,
porque otras adquirieron ese terrible mal del cáncer que las desapareció,
porque otras se fueron a realizar su vida, porque el tiempo nos separó
irremediablemente y porque otras no supieron cómo enfrentar su soledad y
se alejaron. Algunas fueron presas de la terrible competencia.
Y
así me he dado cuenta del privilegio de la amistad. Tener un
círculo de amigas, compartir, hablar, restañar nuestra identidad, confiar,
sentir afecto, amor, disposición y cariño, es como haber encontrado un tesoro
inagotable para continuar en la vida, a pesar de tantas desgracias,
desencuentros, ansiedades diversas y pérdidas irreparables.
Hace
algunos años las feministas nos encontramos en esos círculos, que en muchos
casos se convirtieron en una urdimbre de amor y respeto, de amistad. Por
fortuna conocí lo que llamamos hace tres décadas el pequeño grupo.
Desde ahí compartíamos nuestras vidas y armábamos estrategias de sobrevivencia,
de acción política, de crear fuerza. Las “expertas” dicen que así nació el
feminismo, contra viento y marea y contra todas las ideas y mitos de que entre
mujeres no puede haber cariño, solidaridad y finalmente amistad. Hoy hemos
demostrado cómo el encuentro entre mujeres, ha sido el eje fundamental para
enfrentar al patriarcado.
Esos
estudios de los que hablo descubrieron que las amigas contribuyen al
fortalecimiento de la identidad y protección de nuestro futuro. Esta relación
especial entre mujeres se manifiesta tanto en el ámbito familiar como en el de
la amistad de otras mujeres, que puede realmente ser una relación sincera.
La
doctora Laura Doria, cuya especialidad es la naturopatía, tiene un artículo súper
interesante al respecto. Ella dice que las amigas constituyen un remanso en
medio del mundo real lleno de tempestades y obstáculos. Las amigas nos ayudan a
llenar los vacíos emocionales de nuestras relaciones con los hombres y nos
ayudan a recordar quienes somos realmente. Después de 50 años de
investigaciones, asegura, se identificó que existen sustancias químicas
producidas por el cerebro que ayudan a crear y mantener lazos de amistad entre
las mujeres y que pueden ser transmitidos a distancia.
Los
investigadores, hombres en su mayoría, se sorprendieron con los resultados de
los estudios. Cuando la hormona OXITOCINA es liberada como parte de la reacción
de las mujeres frente al estrés, ellas sienten la necesidad de proteger a sus
hijos y de agruparse con otras mujeres; cuando pasa eso, se produce una
cantidad aún mayor de oxitocina, que reduce el estrés más agudo y provoca un
efecto calmante y curativo.
Esta
facultad es usada por las mujeres adelantándose a acontecimientos venideros,
como por ejemplo la necesidad de reunir amigas antes de descubrir que se
tiene un cáncer, del que ya se está empezando el proceso de curación
espontánea, o mujeres que viendo en tv un desastre humano en otro lugar del
mundo liberan oxitocina en dosis mayores para “curar” a su entorno familiar o
de relaciones inmediatas del estrés, del dolor o de otras situaciones adversas,
(jaquecas, dolores musculares, hernias, acidez de estómago, etc).
Después
de repetidos estudios, se demostró que los lazos emocionales existentes entre
las mujeres que son amigas verdaderas y leales, contribuyen a una reducción de
riesgos de enfermedades ligadas a la presión arterial y colesterol. Se cree que
ésta puede ser una de las razones de que las mujeres vivan generalmente más que
los hombres.
Las
mujeres que no establecen relaciones de amistad con otras mujeres, no
muestran los mismos resultados en su salud. Así que tener amigas ayuda tanto a
las mujeres, como a los hombres no solamente a vivir más, sino también a vivir
mejor.
Hasta
ahí la doctora. Lo cierto es que esos estudios señalan que cuantas más amigas
tenga una mujer, mayor es la probabilidad de que llegue a vieja sin problemas
físicos, lo que la lleva a experimentar una vida plena y saludable. Eso es
exactamente lo que yo vivo.
Encontré
un artículo escrito por Martha Patricia Moreno en la Revista Salud y Mujer en
noviembre de 2010. Ella psicóloga holística sostiene que la amistad entre
mujeres se asemeja a un círculo, donde todas estamos a la misma distancia,
donde todas “nos vemos” y nos reconocemos unas a otras, donde compartimos desde
la igualdad. Y este es otro de los temas. No puede haber amistad entre mujeres
si en lugar de un círculo, nos colocamos en la esfera masculina de las
jerarquías. Si condicionamos la relación a los parámetros que aprendimos en el
mundo de los hombres.
Martha
Patricia Moreno sostiene que cuando las mujeres se unen y se comprometen
mutuamente a formar parte de un círculo de amigas, están creando un crisol de
transformación para sí mismas y un vehículo que propicia el cambio colectivo.
Sin
embargo, para que esto ocurra no basta con ser mujeres, dado que muchas de
ellas no confían en otras al verlas como rivales ante los hombres, porque
piensan que es una competencia que les quita oportunidades, o bien porque
piensan que el género femenino es inferior. Eso también sucede, pero se usa en
la ideología dominante para convencernos que no existe la amistad entre
mujeres.
Ester
vínculo entre amigas es un poder invisible. Los círculos de amigas
sobre las mujeres que los componen es extraordinario puesto que permite la
autoestima, el éxito y el desarrollo del talento, que tiene que ver con el
hecho de que nos hayan escuchado y valorado, amado por lo que somos, animado y
apoyado para que llevemos a cabo aquello que nos creíamos incapaces de hacer.
Y
poco reflexionamos sobre esto. Yo que tengo tantas y tan buenas amigas, soy
multimillonaria y tengo una vitalidad que asusta. Seguro otras mujeres estarán
de acuerdo conmigo. Las mujeres creamos este hilo de confianza supremo que nos
aporta la fuerza para resistir ante la colectividad, todos los embates y las
desgracias de nuestro tiempo. Nos da una fuerza extraordinaria para seguir
adelante, para hacernos viejas juntas y mantener una conversación creativa.
Así
podemos ponernos a tejer, que no es más que la acción de unir diferentes hilos
de muchos y distintos colores. Mis amigas son increíbles, no todas son
periodistas, no todas compartimos la misma generación, pero encontrarnos
en un contacto duradero, aún en la distancia y en haceres bifurcados, nos ha
dado muchísimo.
Es
bueno saber que desde tiempos inmemoriales las mujeres se reunían para
trabajar, pero sobre todo para sentirse acompañadas y contarse en intimidad sus
aciertos y desaciertos, y por supuesto como sería el ideal de madres a hijas,
recibir consejos y muy diversos apoyos. Para contarse secretos y
deshilvanar dificultades. Celebraban la recolección de cosechas y bailaban,
cantaban, celebraban la vida.
La
explicación de estos estudios señala la enorme diferencia entre mujeres y
hombres. Estas nos reunimos para hablar, los hombres se reúnen para hacer. La
amistad entre mujeres disminuye el estrés. La famosa oxitocina hace que las
mujeres sientan claramente cómo la confianza entre ellas ayuda a “ocúpate y
confraterniza”, en lugar de la adrenalina que entre los hombres produce una
actitud: “huye y lucha”.
En
febrero quiero poner este acento, en medio de crisis recurrentes en México, en
medio del temor que nos acosa, de la indignación que nos produce la injusticia;
del asedio contra nuestros derechos. Tener amigas cura, cura de muchas maneras.
Mantener a nuestras amigas es todo un reto, significa despojarnos de esas
pequeñas y constantes mezquindades que nos produce un sistema jerárquico, de
control o que nos envía directamente a la caldera de las vanidades.
Alicia
Engler, al comentar el estudio de la Universidad de California en Los Ángeles
(UCLA), define finalmente que la oxitocina, es una sustancia que amortigua
la reacción de pelear y escapar, y a las mujeres las motiva a reunirse
con mujeres.
Otras
investigaciones demostraron que la amistad femenina reduce el nivel de
colesterol, la presión arterial alta y las afecciones cardíacas. Un segundo
estudio asegura que entre “más amistades tenían las mujeres, menores eran
sus probabilidades de desarrollar impedimentos al envejecer y más posibilidades
tenían de disfrutar de la vida”. Y se concluyó que “no tener amistades cercanas
o confidentes es tan dañino para la salud como el consumo de tabaco o el
sobrepeso. “Las personas que están solas tienen más riesgo de deprimirse y
enfermarse que las que tienen amigas, vínculos o círculos sociales.
Finalmente,
creo que estamos inmersas en una cultura donde predomina la envidia que
niega al otro, la competencia, la lucha por conseguir éxito, que nos impone la
necesidad de hacer muchas cosas generando estrés y dolor y dejando de lado
aquello que nos produce verdadero bienestar. En otro momento vale la pena
hablar del amor.
Realmente
es maravillosa la amistad. Y si nos ayuda a ser felices, cuanto mejor. Feliz,
adelantado, 14 de febrero.
Palabra de Antígona
ENERO 23, 2013.-
Atropellos
e Indefinición en el Gobierno del DF
¿Quién
puede exigir resultados? Si sólo los nuevos gobiernos de la República, algunos
estados y el Distrito Federal tienen apenas 50 días en el poder. Lo que si
podemos es observar algunas inclinaciones, supuestos, anuncios, decisiones…y
hay casos verdaderamente graves.
Hace
casi cinco años el gobierno del Distrito Federal inició una aventura. Muy trascendente.
La posibilidad de que los ciudadanos de la capital del país contaran con una
televisora ciudadana y eficaz. Un medio de comunicación capaz de contar cosas,
de evaluar situaciones, de ampliar los derechos de la libre expresión y un
espacio de conocimiento y cultura.
Era
una locura. ¿Cómo empezar? Hace muchos años, tal vez más de 20, en el Distrito
Federal había una radiodifusora que por razones poco explicables se perdió.
Cuando se planeó la construcción del Canal 22 de televisión, recuerden que se llama
Televisión Metropolitana S.A. de C.V., se pensó como un medio para la
capital y su región metropolitana. Las decisiones políticas la llevaron a ser
lo que hoy es: una televisión cultural patrocinada por el gobierno de la
República y dependiente de CONACULTA. Nada que ver con su origen, pero un
espacio sin duda de excelencia.
Los
capitalinos tuvimos que recorrer un largo camino para solicitar a las
autoridades de Comunicaciones un canal para la ciudad. El permiso o concesión a
contrapelo de la lucha por espacios entre empresarios televisivos. Algo muy
difícil si consideramos que el gobierno federal estaba en manos de Acción
Nacional y en el DF, desde 1997, un gobierno perredista, de izquierda, con un
proyecto democrático y ciudadano. Fue ese gobierno, en tiempos de Cuauhtémoc
Cárdenas el que comenzó a abrir espacios ciudadanos y de libertad que se han
desarrollado por 15 años.
Pero
la locura y aventura de iniciar una televisión, por internet, fue eso.
Prefigurar un medio para comunicarnos en el Distrito Federal, para ser
algún día una televisión abierta. Esa locura estuvo llena de obstáculos,
intereses externos que contribuían a sus dificultades y falta de voluntad
política para llevarlo a cabo hasta sus últimas consecuencias.
El
Gobierno de Marcelo Ebrard dio el banderazo. Había que empezar haciendo y
tramitando. Así nació Capital 21, el Sistema de Radio y Televisión Digital del
Gobierno del Distrito Federal por internet. Surgiría también La Capitalina, una
radio, igualmente por internet. Con todo y a pesar de todo, pensando en
construir algo viable y sostenible.
Comenzó
sin presupuesto. Contó con el entusiasmo de la Dirección de Comunicación Social
y la Dirección a cargo de Héctor Cervera, quien prestó, por así decirlo,
instalaciones, un equipo sencillo y buscó por los medios modernos su trasmisión
por internet; se construyeron y deconstruyeron diversas propuestas de
programación, secuencia, cobertura de acontecimientos y un par de noticieros
diarios.
Sin
presupuesto, Cervera y un grupo de técnicos y periodistas entusiastas, se
produjeron varias series, programas de acontecimientos y entrevistas
dentro de una barra conocida como periodística; trasmisión de productos
de la sociedad civil y de algunas compañías. Pronto ingresó al proyecto de presupuesto
el rubro de Capital 21, y con ello después de algún tiempo, se empezó a pagar
al personal. A veces el pago llegaba a la mitad del año. Se jalaban –como se
dice- recursos de diversos sitios, hubo hasta propuestas dislocadas, como la
que un día nos ofreció la actual Secretaria de Desarrollo Social, Rosa Isela
Rodríguez, tanto como la colaboración en especie del Consejo Ciudadano y otros
muchos cooperantes.
El
grupo encargado por Ebrard comenzó los trámites oficiales para obtener el
permiso de una señal. Eso duró mucho tiempo. No parecía sencillo. Cuando se
obtuvo hace como dos años, empezaron otros trámites, la colocación de la antena
en un cerro, y eso significó conseguir la anuencia de ejidatarios o dueños de
la tierra para contar con ese pedacito indispensable. Y conseguir el
financiamiento para la antena misma.
En
los corrillos interesados se llegó a decir que Capital 21 no existía.
Hubo quien se ufanó, sin fundamente, de ser el director de un proyecto que
decía inexistente. Pero ahí estábamos, amarrando, textualmente, hilitos
de toda clase para producir, armar una videoteca, entrenar personal con muy
poca paga, inventar los sets, muebles prestados, traídos de las casas de los
funcionarios del canal, de los conductores de varios programas, etcétera.
A
Capital 21, a través de sus espacios, llegaron toda clase de personajes varones
y mujeres. Las y los conductores, profesionales de la televisión o el
periodismo le daban vida. En tiempos de gran audacia, casi sin recursos,
incluso periodísticamente fueron cubiertos, como se dice, o grabados miles de
acontecimientos. A veces se lograban algunas cosas espectaculares, como ir a
cubrir reuniones de mujeres en el extranjero, sin que nadie reconociera o
apoyara decididamente el proyecto/aventura.
Nunca
se inauguró oficialmente. Era una lástima. Una televisión pude ser una gran
pantalla de participación ciudadana. Algunos reportajes fueron en los espacios
capitalinos o en el extranjero y cotidianamente Capital 21 dio apoyo
sistemático a proyectos gubernamentales y a promociones del mismísimo jefe del
gobierno, como cuando él viajaba y desde Capital 21 se facturaban las imágenes
que luego se retrasmitían en las televisoras comerciales. Etcétera.
Hubo
en este tiempo dos sedes. La casa de Cervera en Coyoacán, casi tres años, y
luego un “espacio prestado” en el Centro Cultural Futurama, administrado por la
Delegación Gustavo A. Madero. Teníamos lo más elemental. El servicio de
maquillaje era una mesa improvisada; los sets se armaron con tablas repintadas;
se usaba mucha imagen de YouTube o películas y materiales de la sociedad civil.
Programas
como Periodistas, Todas las Voces, Diálogos entre Mujeres, Plaza de Armas,
Después de la Letra la Palabra, Jóvenes, 21noticias y otros 40 más, se fueron
construyendo con ganas y cooperación. En 2012 incluso se instaló un consejo
ciudadano para analizar contenidos y dar caminos. Se tuvieron que contratar
empresas para tener al menos tres cámaras y un estudio. Un par de otras cámaras
para los noticiarios y entrevistas especiales. Se conformó una idea de
comunicación libre, a pesar de que tuvo limitaciones tanto técnicas como
de contenido y de producción.
Lo
que hubo ahí siempre fue espacio, libertad de expresión y un proyecto que
fue lentamente abandonado por el gobierno. En los últimos años el pírrico
presupuesto fue disminuyendo. El nuevo jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera,
conoció el asunto. Pero nada, este año el presupuesto fue nuevamente
disminuido.
Se
sabe, aunque nada es oficial, que hay nueva dirección, a cargo de Marcela Gómez
Zalce, quien durante los últimos años fue jefa de la oficina de Marcelo Ebrard.
Desde el 30 de noviembre se hizo cargo, una semana antes del cambio de
gobierno, pero no ha sido presentada.
¿Pero
qué pasa? Que esta funcionaria nunca se reunió hasta hoy con ese grupo de
trabajadores y trabajadoras que construyeron la televisora. Esos que en la
aventura se lanzaron a cooperar en un proyecto ambicioso que no tuvo nunca el
apoyo requerido y sin más, las y los trabajadores viven la angustia, natural,
de su futuro laboral; que están dispuestos a continuar con nueva dirección,
pero que no son invitados al, si lo hay, nuevo proyecto. Es decir hay una
indefinición total y sin explicación alguna.
La
omisión es fenomenal. Lo peor es que las y los trabajadores contribuyeron,
cargaron escritorios y cajas, para a la instalación de una nueva sede; esto es
no hubo recursos ni para el cambio. La nueva sede se encuentra en el
centro histórico. En cambio, las y los trabajadores son llamados a
explicar qué hacen, cómo lo hacen, pero sin contrato, algunos, muchos
productores, sólo les han pedido sus datos y por todo reciben un mensaje: es
probable que les llamen. Hace más de 20 días que la programación se repite. Se
hacen castings para jóvenes muy jóvenes, se entiende, sólo de imagen. Decenas
han acudido, imaginen que hay miles de desempleados en este ramo, por supuesto.
Como
en los viejos tiempos del PRI, cuando sucede un cambio de gobierno, a todos los
directivos se les pide una renuncia. Aquí ni renuncia ni nada. Silencio
absoluto. Lo que contrasta con lo que sucede en el gobierno de Enrique Peña
Nieto.
En
Canal 11, hubo un cambio, perfecto. Nueva directora, pero ¿Qué creen? El día
del cambio se trasmitió un resumen de los avances del Canal 11 en los 12 años
panistas, reconociendo que fue premiado y obtuvo gran independencia económica.
El cambio fue terso y respetuoso, nadie ha sido despedido aún y las y los
trabajadores tranquilos. Eso en el gobierno del antiguo régimen, que con
frecuencia consideramos como autoritario.
En
el Distrito Federal, el gobierno considerado democrático y socialmente
progresista, nada. No hay política pública de un medio conseguido casi con
sangre, ni respeto a sus trabajadores y trabajadoras. Una nebulosa de proyecto,
ya que la señora Gómez Zalce, de casi nula experiencia en televisión, además de
venir del despacho de Marcelo Ebrard, tiene como carta de presentación su
experiencia en organizar espectáculos ya que trabajó en OCESA, una empresa
subsidiaria de Televisa, que organiza teatro, conciertos y toda clase de
centros de entretenimiento.
Es
claro que el proyecto se ha desdibujado y no existen indicios de cuál será la
política del gobierno del Distrito Federal para este caso, como otros,
igualmente nebulosos como el del Instituto de las Mujeres; la política de
Derechos Humanos y la que tiene que ver con la ciudadanía.
Lamentablemente
tampoco parecen importantes para el nuevo gobierno los derechos de las y los
trabajadores en tiempos de cambios administrativos y compromisos ciudadanos.
Habrá que observar y dar seguimiento a tamaño asunto. Mientras tanto esperamos,
y nos indignamos por el mal trato y la indiferencia.
Por Sara Lovera
Trabajo: Igualdad Sustantiva
La acelerada y contradictoria discusión sobre la Ley Laboral y sus implicaciones nos ha dejado desamparadas. Tema fundamental es si en la nueva ley, que todavía será discutida en el Senado de la República, se pueden o no proteger los derechos fundamentales para las mujeres trabajadoras, que según la senadora Diva Gastélum, son cerca del 50 por ciento de la fuerza laboral mexicana.
Contradicciones que hay que analizar muy profundamente. El dictamen, que de aprobarse en el Senado, deja de un lado la democracia sindical y el trabajo del hogar, el de la limpieza y cuidado, del que hoy viven dos millones de personas, mayoría mujeres y que podrá rediscutirse, por la urgencia de hacer congruentes los acuerdos internacionales y lo saben bien las legisladoras, ha incluido no obstante algo esotérico por poco conocido y valorado que se llama: igualdad sustantiva
¿Por qué es tan importante? Porque una declaración de esa naturaleza, simplemente coincidente con la Constitución, ampara la igualdad real, de facto, de resultados para hombres y mujeres trabajadoras. Porque podrá utilizarse muy bien en las demandas, los juicios, la contratación, el tema a discutir si es por horas o no, el de la seguridad social y otras cuestiones que se dirimen sistemáticamente en la vida laboral.
La inclusión del párrafo de igualdad sustantiva es una iniciativa del Partido de la Revolución Democrática (PRD) -en lo poquito que pudo influirse en las comisiones-, fue redactada y promovida por la diputada Elena Tapia, quien hace mucho tiempo está en la búsqueda de los derechos de las trabajadoras.
Hoy la discusión del dictamen está en el Senado. Habrá que hilar fino. La unidad de las mujeres diputadas empieza a dar pequeños frutos. En la tribuna se pudo ver a Teresa Mújica defender el tema del hostigamiento sexual en el trabajo, que afecta a miles de trabajadoras; también se arrancó, como si fuera guerra a sangre y fuego, el derecho y obligación de los varones a tener cinco días pagados por cuidados paternos, un tramo pequeño, pero urgente. Felipe Calderón propuso 10 días, los señores del PAN y PRI lo redujeron a 3, pero luego en “negociaciones” los priistas lo fijaron en 5, la mitad. Pero esto de los cuidados paternos apenas era una cláusula en algunos contratos de trabajo, como en la UNAM o el diario La Jornada.
Lo de la igualdad sustantiva no es cosa menor. Mi amiga Paz López, asesora brillante de ONU Mujeres, lo explicaba muy bien días antes de la gran discusión durante un foro realizado en la Cámara de Diutados sobre la Ley Laboral y las Mujeres, precisamente en el que se analizó qué implicaciones afectarían a las mujeres con la nueva ley laboral propuesta por Felipe Calderón, adicionada y reorganizada por la Cámara de Diputados.
La igualdad sustantiva es la igualdad de hecho o material por oposición a la igualdad de derecho o formal. Supone la modificación de las circunstancias que impiden a las personas el ejercicio pleno de los derechos y el acceso a las oportunidades a través de medidas estructurales, legales o de política pública
El concepto de igualdad de oportunidades alcanzó gran popularidad a finales de los 80 y en los 90. Supone la equiparación de las condiciones de partida para que cada persona tenga la opción o posibilidad de acceder por sí misma a la garantía de los derechos que establece la ley. En la actualidad se considera este concepto insuficiente para garantizar la igualdad sustantiva, ya que la igualdad de oportunidades no garantiza la igualdad de resultados y son éstos los que importan.
Las desventajas existentes para el logro de la igualdad en el disfrute de los derechos, exige que las personas en desventaja reciban el trato que les pueda garantizar el ejercicio de derechos de igual forma que las personas que no están en desventaja. Así surge el concepto de igualdad de trato que incluye el requerimiento de dar a las personas el trato equivalente, considerando las diferencias y desigualdades que puedan presentar. Las medidas de acción positiva o medidas afirmativas son algunos de los instrumentos que permiten dar un trato diferencial, con el objetivo de eliminar las desventajas.
Como dije la introducción de la igualdad sustantiva o de resultados fue la aportación de la perredista Elena Tapia, fundadora del Sindicato de Costureras, de una organización a favor de las trabajadoras y profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, quien sabe bien de qué se trata.
La sospecha con la que me conduzco, de cara al compromiso de las nuevas diputadas, por lo pronto me ha dado en la puerta. Me cuentan quienes saben que las diputadas están muy activas.
No están varadas las senadoras. Ya ahí se ha definido que la Comisión de Equidad y Género estará a cargo de Diva Gastélum, que la presidió en la cámara de diputados hace dos legislaturas y que fue capaz con perredistas y feministas de armar alianzas. En el senado Angélica de la Peña, del PRD, quedó responsable de la Comisión de los Derechos Humanos, con Diva fueron compañeras de legislatura, seguro defenderán la igualdad sustantiva y verán otras partes ciegas de esta injusta ley laboral. En la cámara de diputados aún no hay definición sobre las comisiones legislativas. Ojalá se haga inteligentemente, para obtener resultados.
DEMOCRACIA SINDICAL
Me contaron que en ese párrafo del artículo 2 se acordó poner una palabra clave: democracia sindical, que luego fue borrada por algún fantasma, a pesar de grabaciones y versiones estenográficas para las comisiones camarales. Veremos qué sucede porque ya hay peticiones para que eso se incluya claramente.
Obvio que para el PRI este es el gran problema. Cómo exigir democracia a sus aliados históricos, los líderes del movimiento obrero, que ni es movimiento ni es obrero y, en cambio, ha convertido la administración de la fuerza de trabajo en un botín.
Todo lo demás, lo comenté abiertamente en el Foro de referencia, porque ya es una práctica consuetudinaria: trabajo por horas, que necesitan las mujeres mientras los hombres y el Estado no se hagan cargo en igualdad del cuidado del hogar, de las personas enfermas, de la infancia y de la personas con discapacidad. Temas del cuidado, que hoy los organismos internacionales han desmenuzado para mostrar cómo las mujeres que realizan el trabajo en casa, contribuyen hasta el 21 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y hoy no pueden en justicia hacerse cargo solas. Mientras las mujeres no dejen de hacer solas el trabajo del cuidado no podrán acceder al trabajo formal y serán presas del trabajo “flexible” en la informalidad, por horas y sin derechos. Veremos cómo queda en la nueva ley.
Mientras tanto hay que echar porras a las diputadas que como en otros sectores, no sólo echan rollo sino que se plantan y no duermen en las discusiones para hacer, simplemente su trabajo: legislar lo mejor posible.
Política de Género: de la superficialidad al desencanto
Por Sara Lovera
En los días de asueto me puse a revisar y ordenar papeles y libros. De pronto me di cuenta que en los últimos años se multiplicaron por docenas diagnósticos, estudios, guias de lenguaje, de liderazgo, de derechos humanos, sobre la condición de las mujeres. Muchos y más.
También surgieron toda clase de iniciativas e instituciones nacionales, estatales y municipales. Se diría que el país está cruzado por lo que se llama políticas de género y acciones de, por y para abordar la discriminación y la opresión de las mexicanas.
Esta enorme producción, que en algunas ocasiones se liga al anuncio y puesta en práctica de políticas públicas, programas, campañas y modificaciones de ley, que paradójicamente no ha conseguido una mejoría real en la vida de las mujeres y conlleva una reacción de resistencia constante en el mundo del patriarcado que nos acosa.
Las estadísticas, los estudios de caso que hacen las investigadoras, de todas las universidades e instituciones del saber, muestra que no hemos logrado más que un avance lento en la construcción de la igualdad, ahora signada por la ley.
Arrastramos toda clase de calamidades. Como la inamovible cifra de la muerte materna, entre otras causas porque en 31 entidades del país el aborto sigue prohibido. Sólo en el Distrito Federal es posible una interrupción voluntaria durante las primeras doce semanas de gestación, lo que seguramente ha salvado muchas vidas. No es poco, pero es insuficiente del todo.
La violencia contra las mujeres, más bien ha crecido, se puede probar. Y los actos de discriminación cotidiana son inenarrables. Los cuellos de botella en los partidos políticos, la indescriptible banalización de la condición femenina en los medios de comunicación, así los textos de las maravillosas y democráticas redes sociales rebasan a la inteligencia y vemos cómo día a día se reafirma la idea de que las mujeres valen menos que los hombres. A menos que el espejismo no nos deje saber.
Esta parafernalia de palabras, discursos, leyes y propuestas curiosamente se ha dado en forma exponencial durante los 12 años en que nos gobernó –bueno aún nos gobierna- el Partido Acción Nacional (PAN), el que ostenta a la derecha reconocida, la otra derecha está en todas partes. Y es curioso porque con los conservadores una pensaría que hay retrocesos, nada más. Y los hay.
De todo esto dos cosas me preocupan, cuando estamos en el dintel de un cambio de administración: que la política pública es pobre, que no se profundizó ni el interés, ni la eficacia. Que la llamada cultura feminista no existe para las masas, y es escasa en las élites. Que cientos de publicaciones son repetición inopinada de la construcción de directrices internacionales. Algunas leyes son copia fiel de lo elaborado por Naciones Unidas, lo que en sí mismo no es malo. Pero se carece de los claroscuros de nuestras realidades.
Se han invertido millones de pesos en difundir y catequizar sobre lo que se conoce como “perspectiva de género”, en todas las instituciones gubernamentales, cada secretaría, institución, órgano de derechos humanos o contra la discriminación, ha expandido un discurso de lo que podríamos considerar como la difusión de una cultura de género y feminista.
Fantástico. La pregunta es porque no hay mejores resultados. Y entonces me puse e leer y leer. Y me asaltó un enorme desencanto. Además de que se repiten, como oraciones o tablas de multiplicar ideas, palabras, pero muy pocos conceptos, no encontré elaboración teórica y prácticas de campo que me acercaran a la realidad de las mexicanas y por otro lado la avalancha de “talleres” “pláticas” y “seminarios”, que se hacen con el dinero de la nación, tienen como característica general la superficialidad y lo que he llamado “tecnocracia de género”.
No sé con exactitud cuántas instituciones surgieron, pero muchos institutos estatales, locales de las mujeres, están ahora en muchas ciudades, casi siempre con pocos recursos y muchas responsabilidades. Desde el centro, el Instituto Nacional, cuyo nacimiento aplaudimos y queríamos, se imponen temas, campañas, como si los problemas fueran idénticos; se han puesto en marcha mecanismos entre clientelares y obcenos. Sólo apuntan a cumplir abultados informes: miles de personas han pasado por talleres y reuniones, de tiempos mínimos, sin altura de miras, sin formación en lo que las feministas conceptuales definen como pedagogía feminista. Se trata de llenar formularios y acumular números. Hay quien los define como “toribonos”. Pero nada más.
Hay diagnósticos millonarios, como uno sobre feminicidio, impulsado por la Secretaría de Gobernación, que todavía no conocemos. Se hizo un previo, al comienzo del gobierno de Felipe Calderón, que desechó la “autoridad”, signado por nuestra máxima casa de estudios, la UNAM y que complementaba el hecho por la Cámara de Diputados entre 2005 y 2006. Hay un compendio hehco en la lesgilatura que acaba de terminar, específicamente estadístico sobre la tremenda cifra de los homicidios de mujeres.
Asusta que en este tema, el más grave que nos rodea, haya como 300 publicaciones, de todo tipo, programas, guías de atención, cartillas, sin ir realmente al fondo.
La doctora Irma Saucedo, encontré, es la única que aporta nuevos conceptos prácticos para abordar la violencia contra las mujeres y advierte, esta estudiosa del Colegio de México, de cómo la superficialidad puede revictimizar a las mujeres que viven la violencia y sugiere que mientras se hagan intervenciones irresponsables, no científicas, los operadores de los programas no ayudan y con frecuencia destruyen cualquier avance, que podrían hacer las tan llevadas y traídas instituciones y políticas públicas.
Entonces pensé. En lugar de tantos discursos, palabras, publicaciones, expresiones superficiales, el gobierno debía hacer una tirada millonaria de los dos tomos del Segundo Sexo de Simon de Beauvoir; editar el voluminoso libro de Kate Millet sobre Política Sexual o llevar a las preparatorias los ensayos de John Stuart Mill, y tantas otras clásicas, de la misma manera como se estudia a los clásicos para entender la Teoría del Estado; entrenar a talleristas, conferencistas, escritoras u opinantes en la verdadera ciencia feminista.
Hay mucho más libros y posibilidades, infinitas, elaboraciones históricas fundamentales que hacen algunas de nuestras feministas. Ellas si que profundizan y veo con horror cómo libros y ensayos se quedan en los almacenes con tirajes pírricos o en los estantes de las librerías, mientras los clásicos escasean, no se reeditan, y menudea la no reflexión, que sumada a la exponencial revolución de las comunicaciones, como dicen los científicos, vamos a un sendero donde no se reflexiona ni se discute, como sería, esa sí, una cruzada de género para transformar las relaciones entre los hombres y las mujeres. Sería una tarea del gobierno y si se quiere del Estado en su conjunto.
Nada de eso. Por el contrario, se dan recetarios, que a veces conducen a las mujeres, y también a los hombres, a senderos, por decir lo menos, inapropiados. Se habla con ligereza en todas las tribunas, da horror el funcinariado cuando tiene espacios en la televisión.
Me imagino a varias historiadoras, que estudian y bien escriben, desesperadas por tanta ignorancia, entre quienes tienen la oblicacción de hacer transversal la cuestión de género, y cómo estos personajes ayudan a una visión confusa y poco ilustrada.
Dirán que exagero. Salvo algunas organizaciones civiles que procuran la ilustración y hacen estudios sustantivos, todo lo que se hace en la oficialidad es como para llorar, entre otras cosas porque los panistas y otros gobiernos, echaron a la basura una oportunidad preciosa.
A eso agregamos el bajo nivel de políticos y políticas, la inexistencia de gobernabilidad en buena parte del territorio nacional, la violencia institucional como la gran maestra de nuestra juventuda, así como las propuestas legislativas, que se multiplican como programas de cina, para pasar el examen de diputado, diputada, senador o senadora.
Las responsables de los institutos de las mujeres, jefas de programas, auténticas esforzadas por mitigar la condición de las mujeres, han sido lanzadas sin instrumentos a la realidad de millones de mujeres. Ellas, con buena voluntad, no atinan y como no se transforman, ni cambian su mirada del mundo, reafirman las peores circunstancias de las mujeres, las revictimizan, funcionan como soporte de la familia tradicional, huyen, no por mala onda, sino por ignorancia, de los temas de la diversidad sexual y se santiguan frente al matrimonio entre personas del mismo sexo, hablan en voz baja sobre la prostitución, no reconocen la variedad de las familias, no se conmueven de fondo por prácticas como la esterilización de las indígenas o la trata de niños y niñas, reafirman la discriminación y profundizan la desigualdad.
Habría que decir una cosa, en el terreno oficial, no hablo de las feministas civiles y constructoras cotidianas, sino de las funcionarias. Decir que ha sido en estos años de panismo algo asombroso la tarea del Fondo de Cultura Económica que editó a muchas escritoras, cuyos libros eran inaccesibles, se habían dejado de editar, Consuelo Saízar hizo una labor estupenda. Pudimos leer, entre muchas, a Elena Garro, y contar por primera vez con dos volúmenes de la Vida Cotidiana en México.
Esto todo significa que el desencanto puede ser mayor. Nada, absolutamente nada, nos hace pensar que el llamado nuevo PRI, hará por las mexicanas, algo distinto, sino como se dice, todo lo contrario. Que miedo.