Septiembre 3, 2014
El Rally de los Baches
El Rally de los Baches
En mis ojos se reflejaban los destellos multicolores procedentes de la pantalla que tenía justo frente a mí. Aquellos parpadeos de rápida intermitencia, aceleraban los latidos de mi corazón. Sentía de modo muy especial la emoción de estar dentro de un juego tan espectacular. Me aferraba al volante del vehículo que me llevaba como bólido entre rutas serpenteadas a una velocidad similar a las que despliegan los motores de la fórmula uno, con la diferencia que no conducía sobre un óvalo y las superficies eran muy distintas, fosforescentes, metálicas, digitales.
El asunto del juego parecía que era eludir obstáculos que se presentaban de repente en tu camino, la prueba era reaccionar a tiempo porque si no lo hacías sobrevenía el impacto, la consabida destrucción del vehículo y la pérdida de una oportunidad o "vida" como suele llamarse en este tipo de juegos.
Como nunca he sido muy bueno para los juegos de video, toda la utilería me era desconocida. Pero eso no sería un impedimento para salir avante y conquistar el siguiente nivel, aunque creo que sería más fácil si mi hijo más pequeño me acompañara en este juego de supervivencia. Los chavos modernos suelen ser expertos en estos quehaceres.
Un cambio de luces, efecto de arranque, oscuridad de nuevo, piso el acelerador se encienden muchas luces en el tablero de controles, una sensación de vacío en el estómago, siento como si me jalaran hacia atrás, efecto velocidad, siento vértigo, me adapto, abro mucho mis ojos, luces, muchas luces, luego oscuridad, de pronto un gran círculo, no distingo el color, doy un volantazo, lo esquivo, puntos a mi favor, respiro profundo, me concentro en el camino, dos círculos y un cuadro, dos virajes, uno más, nuevos puntos.
Parece que todo va más o menos bien, pero de pronto casi de la nada aparece un hoyo negro y zas, se escucha un tremendo golpe, mi coche parece girar sobre su propio eje, después un sonido similar al de una alarma o sirena, se enciende una luz rojiza que enseguida trueca a negro, luego un silencio, de pronto una terrorífica carcajada que retumba en todo el ambiente, se ven luces que giran de manera centrífuga enmarcando una figura regordeta con ojos furiosos como de buey asustado. Con tono burlón, el execrable personaje de la pantalla, repite insistente la frase: "Perdiste puntos, no hay paga, perdiste puntos, no hay paga", después se aleja en un hermoso vehículo, más tarde se le ve en recuadros simétricos, jugando golf, de compras, construyendo edificios, devorando opíparos platillos.
Vuelvo a mi video juego, no puedo perder más vidas, sólo me quedan dos y no sé qué hacer para ganar más, los hoyos están por todos lados. La pantalla me señala la posibilidad de cambiar de ruta, lo cual parece atractivo, no creo que en otra haya más obstáculos que en esta en la que estoy. Decido hacerlo y paso del área de Eucalyptus Street a Top Lake Boulevard y entonces me doy cuenta que me equivoqué rotundamente. En las primeras escaramuzas perdí la segunda de mis vidas, ya que después de algunos virajes bruscos caí en un círculo gigantesco que estuve a punto de evitar pero me distrajo un alboroto y cuando quise reaccionar ya estaba dentro del hoyo en el que varios niños jugaban waterpolo. De nuevo la carcajada siniestra y sonora del personaje de los ojos de buey después del breve silencio y como la vez anterior repetía la frase: "Perdiste puntos, no hay paga, perdiste puntos, no hay paga" y de nuevo los recuadros en pantalla con las actividades del odioso troglodita, el golf, las compras, los edificios y las bacanales gastronómicas.
Me sentí frustrado por mi falta de pericia en el juego. Ya había desperdiciado dos vidas y estaba a sólo una de perder definitivamente el desafío. Era necesario hacer el esfuerzo y concentrarme para poder completar al menos el nivel de principiante. Pensaba que no importaba perder el reto tecnológico al fin de cuentas era tan sólo un juego, pero la vocecilla del orgullo me hablaba al oído y me decía que continuara, que lo podía lograr y eso hice. Aspiré de nuevo el aire fresco, parpadeé varias veces, apreté los dientes y me propuse llegar a la meta.
Pronto me doy cuenta que la siguiente ruta será aún más difícil, pues tendrá que cubrirse en oscuridad total, intento cambiarla pero según lo que aparece en el catálogo todas son oscuras y peligrosas. Ya nada importa, sólo terminar y me dispongo a ello. Reviso de nuevo el volante y todos los controles, botones, palancas, luces y demás. Arranco de nuevo en busca de mi objetivo. Todo parece aún más confuso, giro a un lado y a otro. Las rutas son inhóspitas e intransitables, presiono un botón y aparece en pantalla el multicitado personaje, el villano de la película, el de las carcajadas, las burlas, el golf y demás, pero ahora es perseguido por una multitud que le grita insultos y lo maldice, son miles de hombres y mujeres que le reclaman algo que no alcanzo a oír bien, pero se puede suponer que hizo algo muy grave.
Entiendo que aquella persecución es parte de las animaciones del video y me sigo de frente, intentando evitar los obstáculos y llegar al final. Ahí voy, girando, frenando, acelerando, sudando, esquivando, asustado, con los nervios crispados, lleno de adrenalina pero avanzando. Después de varias advertencias y contratiempos llego con mi única vida hasta el final del juego, con letras grandes dice meta, bueno FINISH, porque el juego es "gabacho" y con una gran sorpresa veo al villano de los ojos de buey que con cara de resignación y enojo, hace una reverencia y me invita a traspasar el portón que abrió con una llave que sacó de uno de sus bolsillos delanteros, el otro del frente y los dos de atrás están llenos de billetes de alta denominación.
Paso el umbral del portón y aparece un cofre que dice "Premios", el botijón se aleja riendo burlonamente, mientras yo abro la tapa del baúl, esperando encontrar monedas de oro o cosas por el estilo, pero mi sonrisa triunfal se desvanece ya que al meter la mano sólo encuentro dos papeles sin firma, uno dice "vale por media quincena" y el otro "vale por medio aguinaldo". Me enfurezco en el acto y empiezo a golpear la pantalla de colores que me señala ganador, hasta que ésta empieza a saltar en pedazos entre estallidos y chispazos. Intento proteger mis ojos del corto circuito. Me quedé ahí, quieto, hasta que de pronto escucho una voz conocida que me dice alarmada: ¡Cuidado amor que caes en el bache!
Creo que fue un pestañazo en la espera del cambio de luz del semáforo. Qué sueño tan fantástico o que horrible pesadilla. Cualquier parecido con hechos reales es una mera ocurrencia.
RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO:elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.