El día
de hoy nos levantamos con la sorpresa del criminal aumento a los costos del
peaje en las autopistas que cruzan nuestro territorio nayarita. No hace mucho
habían subido los costos de las casetas para circular por las pésimas
autopistas. Por ejemplo, creo que la de Trapichillo, estaba en 95 pesos y subió
a 125 y ahora en esta ocasión de golpe y porrazo le subieron OTROS 40 pesos
para dejar el importe en 165 pesos. ¡Qué robo, tan ruin y descarado!
Inició
como suele pasar, primero el rumor en las redes sociales, luego al día
siguiente se confirmó con las noticias y con fotografías de los dispositivos y
carteles que anuncian las tarifas en las casetas. Posteriormente, se desató la
ola de comentarios de la gente, indignada por la falta de empatía de los concesionarios
hacia la población usuaria que vive momentos económicos difíciles.
Aún es
muy pronto para saber si estas acciones tendrán alguna reacción o respuesta
popular contra esa medida unilateral, lesiva y desconsiderada. Y no me refiero
a una respuesta “virtual” o sea una simple alharaca que se puede convertir en
tendencia en las diversas plataformas digitales pero que solo constituye un
“momento emocional” pasajero, que menguará con el inexorable paso de los días,
sino a una reacción de verdad, quizá algunas movilizaciones, protestas ante el
gobierno estatal y tal vez el federal en algunas de las sedes que lo
representan. Quizá hasta sería posible que se tomaran algunas casetas de cobro
como una muestra de rechazo a esa decisión de los concesionarios. Digo quizá,
porque no se podría dudar ni tantito que, en caso de ser así, podrían
intervenir las fuerzas federales para retirarlos, protegiendo obviamente los
derechos intocables de los poderosos empresarios que abusan del usufructo de
sus privilegios.
Es más
que justificado el enojo por parte de los usuarios frecuentes y eventuales de
las autopistas y no es para menos si consideramos algunos aspectos que son,
además del abuso en los costos, bastante enojosos. Me refiero al mal estado que
presentan en diversos tramos las carpetas asfálticas. Otro caso resultan ser
los graves desequilibrios entre el costo/longitud o sea el costo promedio por
kilómetro, más si se compara con las autopistas de otros estados. Y la parte
más extrema de todos es que estas carísimas vías de comunicación debieran
denominarse “autopistas”, así con comillas, porque son carreteras tipo A2 (dos
carriles) cuando por el costo debieran tener cuatro al menos, dos de ida y dos
de regreso. En ese sentido no se puede comparar jamás en cuestión de seguridad
y comodidad por ejemplo con la México-Querétaro, que tiene en unos tramos hasta
cinco o más carriles de ida y otros tantos de vuelta, y sus costos son mucho
más bajos que los que tenemos por acá. De hecho, tenemos las carreteras de
cuotas más caras del país, destacando las casetas de “Plan de Barranca” en la
Tepic-Guadalajara y la de Acaponeta en la Tepic-Villa Unión.
En todo
este embrollo existen muchas dudas entre los usuarios de estas autopistas. La
inconformidad mayor por no decir que la rabia contenida es por lo arbitrario y
sorpresivo del aumento y por la pasividad del gobierno del estado ante una
situación de esta envergadura. La ciudadanía reclama lo inequitativo del
asunto, los concesionarios millonarios aducen los aumentos como una compensación
de la tasa inflacionaria del país, pero es un tema sentido entre la población
que acusa que los salarios, sobre todo de la burocracia estatal y municipal,
hace diez años que no se ven favorecidos positivamente con esos ajustes.
Aplicando la máxima que el “señor Slim cada vez más millonario y el pueblo cada
vez más pobre”.
Para
colmo, ante la inquietud planteada por los nayaritas, respecto al agobio y la
lesividad económica que estas abusivas medidas provocarán en el poder
adquisitivo, en un afán de búsqueda del cobijo, de la protección de los altos
mandos gubernamentales, sale el Secretario General de Gobierno, con un “no es
cosa de nosotros”, es potestad de los concesionarios poder subir sus tarifas”
remata diciendo lo bueno es que pueden irse
por la libre. No, pues que buen consuelo. Por supuesto que todos podemos usar
la carreteras libres de cobro y, es más, ojalá que de verdad pudiéramos
ponernos de acuerdo todos los usuarios para NO usar las autopistas y presionar
a los “patrones” a que le bajaran una rayita a su ambición, pero no era eso lo
que buscaba oír la gente de Nayarit. Lo que hubieran querido escuchar del
mencionado funcionario era que él y, por supuesto el gobernador, verían la
manera de gestionar ante el presidente de la república, el congreso de la unión
y ante quien fuera necesario, la posibilidad de dejar sin efecto dichos
aumentos en tanto se lograba un respiro en la economía local y nacional. El
otro aspecto de este detalle de las autoridades, es que están alejados e insensibles
de los efectos de estos aumentos leoninos. Él dice de una manera despreocupada,
pues no usen las autopistas y ya con eso se arregla el problema. ¿Pero, qué
sucede con el transporte de mercancías e insumos? Los vehículos de carga pesada
obviamente no viajarán por las carreteras libres porque es técnicamente
imposible a estas alturas. Lo que sucederá es que el incremento de las tarifas
que van asumir, se reflejarán en los precios finales, repercutiendo en un alza
evidente de precios como efecto directo del incremento de los costos
generalizados de viaje. En otras palabras, la carestía de los productos y
servicios seguirá asolando los bolsillos de los más desprotegidos. La canasta
básica y la no tan básica, seguirán subiendo como globos con helio.
Otra pregunta
que queda en el aire sería, ¿Por cuantos años serán las concesiones de las
autopistas? Porque el Tramo Tepic- Crucero de San Blas, ya tiene 34 años que se
inauguró. ¿Qué no eran nomás por 30 años, la “chupada de sangre” del vampiro
mayor don Slim? Esperemos a ver que sucede.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.